Para los que vivimos ese tiempo literario inolvidable, consagrado con las publicaciones del Centro Editor de América Latina, aún conservamos fresca la memoria de un título que nos acercaba al panorama la literatura norteamericana contemporánea, seleccionado por Ricardo Piglia.

En 1975, Beatríz Sarlo y Carlos Altamirano, tenían a su cargo la colección “Biblioteca Total” y le encargaron a Piglia un volumen que reuniera a los escritores norteamericanos que representaban la literatura norteamericana de entreguerras. Piglia armó la antología con Sherwood Anderson, Ring Lardner, Francis Scott Fitzgerald, Ernest Hemingway, John O’Hara, Erskine Caldwell, Raymond Chandler, Carson McCullers y Katherine Anne Porter. Desde entonces, esta selección se transformó en un best seller y en una pieza de colección para los amantes de la narrativa estadounidense.

Piglia tuvo el buen criterio de incluir en esa antología a las distintas vertientes que confluían en la literatura nacional norteamericana, representada por el regionalismo sureño, los “muchachos duros” del género policial, la evocación costumbrista y esa clara definición del arte de la elípsis y su relación sobre lo que se dice y lo que se calla.

Cuarenta y dos años pasaron desde aquella experiencia y para que no caiga en el olvido, una nueva edición compilada por Miguel Russo, vuelve a las librerías con el propósito de establecer la vigencia de esos autores.

Una aventura” de Sherwood Anderson. ”Zona de silencio” de Ring Lardner. “Sueños de invierno” de Francis Scott Fitzgerald. “El mar cambia” de Ernest Hemingway. “A la orilla del río y a través del bosque” de John O’Hara. “Tarde de agosto” de Erskine Caldwell, “Estaré esperando” de Raymond Chandler, “Él” de Katherine Anne Porter y “Sucker” de Carson McCullers, integran la lista de elegidos. Confieso mi gusto por “Estaré esperando”, “Sueños de invierno” y “Sucker”.

Es interesante considerar que la cuentística norteamericana tiene sustancial apoyo con la publicación de esos textos en las revistas de la época. Muchos relatos se canalizaron por esa vía y la mayoría de los autores acudió a ellas para la difusión. El patrocinio editorial, impulsó a nuevos escritores y categorizó al cuento que, hasta entonces, era despreciado. De hecho la relación del cuento y el periodismo marcó un sendero de amplia libertad para los autores, como es el caso de Sherwood Anderson y Ernest Hemingway. También para muchos críticos la diferencia entre lo “artístico” y lo “comercial” fue motivo de censura. Un autor podía llegar a ser mal visto porque su obra siempre estaba ligada a publicaciones comerciales. Tomemos el caso de Hemingway con la revista Esquire; en 1933, cuando se publicó por primera vez el magazine, un despacho desde Cuba llevaba la firma del norteamericano; desde entonces Ernest no dejó de publicar en ese medio.

Otra paradoja bien definida fue la de Scott Fitzgerald, quien sumó cerca de 160 relatos en toda su carrera. Desde lo económico las novelas de Scott Fitzgerald fueron un fracaso, mientras que sus relatos le permitieron llenarse los bolsillos. En Saturday Eyening Post publicó 65 relatos. La revista tenía una tirada de 2.750.000 ejemplares por semana. En 1929, ocho cuentos vendidos al Post le representaron 30 mil dólares, mientras que los derechos de todas sus novelas le sumaron no más de 32 dólares.

Raymond Chandler no escapa a esta situación, antes de sus famosas novelas la aventura pasaba por las revistas populares como Black Mask, donde aparecían los policías cabrones, soplones y chantajistas, pelirrojas despampanantes, juego clandestino, alcohol y violencia siempre masticada con odio por el famoso Philip Marlowe.

Algo distinto acontece con Carson McCullers -Lula Carson Smith- quien sepultó su melancolía arrastrada por amores intensos y las enfermedades que la destrozaron . A los 15 años al borde de la muerte; a los 30 tenía paralizado el lado izquierdo de su cuerpo; a los 45 ya era inválida y a los 50 desequilibrada por el alcohol y el suicidio de su esposo, terminaría encerrada en la casona a las afueras de New York, atendida por Mary Mercer, su psiquiatra y amante.

De Ring Lardner sabemos sobre su historia unida al periodismo deportivo en la la liga de béisbol americana. Su personaje Jack Keefe, un jugador de béisbol cómico, le hizo conocido en el ámbito de la ficción. Con ese tono burlón y satírico propio del cronista de época y el manejo del lenguaje de la calle, Lardner llegó a tener enorme popularidad, publicando en 115 periódicos. El manejo de la ironía y su capacidad de relatar historias cotidianas lo convirtieron en uno de los autores más leídos de Norteamérica.

John O’Hara, admirado por Hemingway y Fitzgerald tuvo vuelo propio. Fue un solitario, hosco y de pocas pulgas que irritaba a cualquiera y siempre su rostro mostraba malestar. Le encantaba la noche y esa vida de night clubs donde los conflictos brindaban con las copas de cristal. Escribió algo más de 400 relatos, la mitad publicados en The New Yorker. O’Hara se consagraría con su novela “Cita en Samarra”, que lo salvó de la miseria.

Erskine Caldwell, hijo de un pastor protestante, dejó su casa desde muy joven sobreviviendo como obrero en una serrería, recogedor de algodón, futbolista profesional, periodista y vendedor de armas.

Muchos lo destacan junto a los escritores del Sur (William Faulkner, Tennessee Williams y Flannery O’Connor), y otros, como el quinto de los grandes: Steinbeck, Dos Passos, Hemingway y Faulkner.

Caldwell escribió cuarenta novelas, además de ensayos y libro de relatos.

El camino del tabaco”(1932) lo consagraría. Una novela trágica, visceral, brutal, escrita con dolor y llena de erotismo salvaje.

Katherine Anne Porter es otra escritora ligada a la literatura sureña. Fue periodista, escritora de novelas y cuentos, ensayista y activista, ganadora del Premio Pulitzer, además de nominada tres veces al Nobel.

Una frase la representa por entero:”Debe haber una especie de orden en el universo, en el movimiento de las estrellas, en la rotación de la tierra y en los cambios de las estaciones, pero la vida humana es casi puro caos.”

El cuento norteamericano contemporáneo es un material para atesorarlo en toda biblioteca. Releer estos cuentos es un placer, es encontrar la ruta de los grandes escritores que seguirán guardando su espacio en el panorama de la literatura contemporánea.

1540-1

El cuento norteamericano contemporáneo

Hemingway,Scott Fitgerald, Chandler y otros

Compilado por Ricardo Piglia

Prologo de Miguel Russo

Editado por Edicol/Editorial Cooperativa de Libreros-2017

152 páginas

Sobre El Autor

José María Gatti es psicólogo social, periodista e investigador.. Se especializa en la obra de Ernest Hemingway y colabora en distintas publicaciones del extranjero analizando la vida del escritor. En 2010 su bitácora www.lapipadehemingway.blogspot.com fue seleccionada por Technorati, el principal buscador automático de blogs, entre los 10 mejores blogs temáticos sobre Ernest Miller Hemingway. En el 2012 su cuento La leyenda del vino resultó finalista en el Concurso de Relatos Cortos Tinta, sangre y vino, organizado por las Bodegas Paternina (Logroño -España), con motivo del 55 aniversario de la visita del escritor a la bodega. En mayo de 2014 participó como ponente, con su trabajo Lo policial en Hemingway, del Cuarto Festival Azabache. Negro y Blanco, en Mar del Plata (Argentina). En setiembre, representó a la Biblioteca Nacional Mariano Moreno, en el V Festival Medellín Negro (Colombia) con su ponencia El sicariato colombiano en Argentina. Ha publicado Tres ensayos sobre arte latinoamericano (1980), En tren de charlas (1982), Hola Hemingway. Una mirada centenaria (1999), Ladrón de desalmados (2004), Gente de palabra (2005), La pipa de Hemingway (2008), Víctimas Inocentes (2013) y Carne en flor (2015).

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