El alquilaba ese deprimente cuarto en la planta baja, al que durante el día iluminaba una ventana amarreta que apenas le permitía espiar la calle. Desde ella saltó hacia la vereda obligado por un irrefrenable impulso de besar a una rubia que pasaba por allí sin tapaboca. Ella le respondió con ansia y siguió su camino. El boqueó, falto de aliento, y luego cayó, pesado, sobre el cordón. Lo recogió la morguera.
No hubo autopsia y el cuerpo fue cremado. El informe policial consignó: “Masculino se arrojó desde una ventana. Falleció.”. El fiscal caratuló a su muerte “Suicidio», y cerró el expediente.
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