En las últimas semanas ha comenzado a circular por Buenos Aires, por primera vez en edición íntegra, el Genji Monogatari. Publicado por Editorial Atalanta en dos tomos con el nombre de La historia de Genji, la obra capital de la literatura japonesa queda por fin a la mano de todo lector avezado. ¿De qué trata la obra, en que periodo surge, quién fue su autora y porqué se transformó en modelo insuperable para autores como Borges, Yourcenar o Yeats? Son las preguntas que tratará de abordar el presente texto. Sirva para incitar al desorientado por el fantástico mundo de la señora Shikibu.

Introducción

Como todos sabemos, en su génesis, la lengua japonesa no poseía un sistema de escritura establecido, y por eso la tradición literaria se transmitía de manera oral de generación en generación bajo diferentes formas, como por ejemplo, rimas, canciones, leyendas y obras de teatro.

Con la introducción del sistema de ideogramas de China, en el siglo VI, y sobre todo con el posterior desarrollo de un sistema de escritura propio, el hiragana[1], la tradición oral pudo comenzar a plasmarse en los primeros relatos que se conservan y que nos permiten un acercamiento a algunos aspectos de la vida de antaño.

Entre los escritos más destacados de la literatura de este período llamado Nara (710-794) no podemos dejar de nombrar el Kojiki (Registros de asuntos antiguos); el Nihon shoki (Crónicas de Japón) y el Man’yōshū (Colección de las diez mil hojas), el compendio más antiguo de poesía japonesa que recoge 4.516 composiciones poéticas de entre los siglos VIII y X.

Entrando ya en la literatura del período Heian (794-1192), las composiciones escritas en japonés poco a poco comienzan a desprenderse de la tradición literaria china y se desarrollan formas propias del país, como las waka[2], un tipo de poesía. Aparecen numerosos compendios poéticos, la mayoría de ellos compuestos o recogidos por mujeres que dedicaban su tiempo al noble arte de la escritura en el silabario que ellas mismas habían desarrollado. De esta época destacamos obras como El cuento del cortador de bambú, Cantares de Ise, El libro de la almohada de la famosa escritora Sei Shonagon y la capital Genji Monogatari de Murasaki Shikibu, primer novela psicológica de la historia y principal producción narrativa nacida en el interior de la Corte Heian.

Será entrando al universo que construye Genji Monogatari como podremos sumergirnos en el mundo femenino de aquella sociedad japonesa que -si bien relegaba a la mujer del poder político-, le permitió, sin proponérselo, guardar en ella el lugar de observadora y protagonista de esa historia que se sucedía día a día entre alcobas y vestidores.

La Corte del período Heian: Hombres vs. Mujeres. ¿Quiénes escribían?

A principios del período Heian, Japón es testigo de un gran fortalecimiento del gobierno que ayudado por el traslado de la capital en 794, desde Nara a Heian (actual Kyoto), favorece una organización más centralizada con una sólida administración. Se establecen nuevos órganos de gobierno generando así, un poder más directo y efectivo en manos del soberano y de sus más próximos consejeros.

La nueva capital gobernó durante casi medio siglo pero, poco a poco -aunque la posición de la corte Heian permaneció inalterada durante otros tres siglos más-, el carácter y estilo de la forma de vida aristocrática experimentaron profundos cambios.

Así, en la cúspide de la estructura del estado, el emperador gradualmente perdía la mayor parte de su influencia política a favor de los encontrados intereses de las grandes familias cortesanas y de los monasterios budistas. La burocracia personal del emperador comenzó a tener mayores atribuciones y paulatinamente adquiría nuevas posiciones en el gobierno.

De este modo, es la familia Fujiwara la que alcanzó una posición de supremacía en la corte y, aunque el emperador seguía siendo el soberano indiscutido, su función se limitaba solamente al de pacificador sagrado y fuente esencial de legitimidad.

Durante todo este proceso, se fue dando, además, un retorno al patrimonialismo en los asuntos de gobierno en la medida que las familias aristocráticas se consolidaban cada vez más en la capital y en las provincias. Mientras el control central sobre el país empezaba a debilitarse, como contrapartida comenzaba a surgir en las provincias una aristocracia militar.  Pero a pesar de estos cambios y amenazas al poder central, el poder y la riqueza de la aristocracia cortesana no disminuyó. La Corte continuó llevando un estilo de vida opulento y refinado que Murasaki describe en su novela con clarísima precisión.

Así, en esta etapa del período Heian, durante el dominio de la poderosa familia Fujiwara, se disfrutaba de una relativa estabilidad, había paz y ocio, por lo menos en lo que tiene que ver con la elite, que delegó las tareas administrativas a funcionarios subalternos para dedicarse entre otras cosas, al disfrute estético.

Las mujeres de la corte permanecían al margen del poder en el marco de una sociedad cerrada que transcurría en los palacios. Pero también estaban relegadas a un plano secundario en la creación literaria. La mujer sólo debía demostrar su sofisticación en la ejecución de los instrumentos musicales como el koto[3] y practicar la caligrafía en la composición de waka o poemas de 31 sílabas.

“No obstante, una mujer no sabrá sustraerse a la inteligencia de los asuntos políticos o privados. Que abra simplemente los ojos y los oídos y este saber valdrá mucho más que los estudios normales. (…) Que se contente con esto y no se obstine en llenar sus cartas de caracteres chinos” [4]

Práctica de escritura

Práctica de escritura

Sin embargo y paradójicamente a las pretensiones de la época, durante los siglos X y XI surgieron una gran cantidad de obras literarias escritas por mujeres. Es un esplendoroso período en la historia del Japón en donde la literatura, el arte y la lengua, se desvinculan de la influencia china y evoluciona hacia una creación propia y única. Se da una exaltación de los valores estéticos en este proceso de japonización, donde la cultura se afirma, distinguiéndose de la influencia continental.

Las mujeres comenzaron a escribir además de poemas, diarios personales (llamados nikki) y también novelas. Esta literatura que podemos llamar “femenina”, era consideraba principalmente por la “calidad” de la obra, es decir, por que tan bien escrita estaba. Para aquellos hombres de la época Heian, la ficción en prosa femenina equivalía a “mentiras de mujeres”.

Y es en esta particular sociedad donde se da la paradoja. Ayudadas por una vida de elite que disfrutaba del ocio, pero relegadas y hasta ignoradas en el arte de la literatura, muchas mujeres escribían y aún más: podemos decir que en esta época había más escritoras que escritores.

En la intimidad, las mujeres de la corte gestaban una fertilísima y compleja creación poética. Y mientras la mayor parte de los hombres ´intelectuales´ se dedicaban a escribir eruditos textos en idioma chino, inspirados en el budismo, y se presentaban a concursos de poesía tradicional; las mujeres aprovecharon el japonés cotidiano para escribir sobre lo que sentían y sobre ellas mismas: no sólo poesía sino también diarios íntimos y novelas, siendo estas dos últimas las producciones más características y novedosas de este período.

“Por cierto, fue una mujer la que escribió ´la novela de novelas´ del Japón, a la manera de Cervantes en España. Se trata de Murasaki Shikibu, que produjo su obra Genji Monogatari quizás entre los años 1005 y 1013, una monumental narración con cincuenta y cuatro capítulos, cientos de personajes y miles de páginas”[5].

De esta forma, las mujeres de la corte permanecían distantes de las prácticas de los doctos e intelectuales, que escribían en chino obras de historia, moral, filología y religión. Y si bien el idioma chino era para aquellos hombres algo artificial, su refinamiento y su tradición lo hacían vehículo de lo que fue considerado en aquel tiempo «la gran producción literaria». Y aunque Murasaki Shikibu, aún siendo mujer, había aprendido el chino en el seno de su culta familia; por lo general, las mujeres de la corte escribían en su lengua natural, el japonés, en un estilo sencillo, fluido, sin reglas, a través del sistema de escritura «kana» que simplificaba los caracteres chinos.  Por lo tanto, fueron principalmente estas mujeres las responsables del despegue de las influencias chinas, desarrollando la escritura del idioma japonés. Las mujeres Heian, fueron las principales impulsoras de este gran desarrollo cultural que se da en la literatura japonesa.

¿Quién fue Murasaki Shikibu?

Murasaki Shikibu (978–1016 aprox.) es una de las más grandes escritoras que nos legó Japón. Su obra maestra es, sin duda, Genji Monogatari, popularmente conocida como ´La Historia de Gengi´ y considerada una de las novelas más antiguas dentro de la literatura universal.

No sabemos mucho a cerca de la vida de esta dama que vivió durante la época Heian ya que los registros sobre las mujeres de la corte son escasos, o a veces, inexistentes. Sin embargo, hay diversa documentación que, junto a sus obras, nos brindan información a cerca de ella. Vale destacar aquí, que a partir de su famoso Murasaki Shikibu no nikki ( El Diario de Murasaki Shikibu) se ha logrado una parcial reconstrucción de su personalidad gracias a esas magníficas auto-descripciones que a la vez, nos aportan datos sobre los eventos que envolvieron su vida. Tenemos la fortuna de conservar el manuscrito de su Diario.

“Que soy muy vana, reservada, intratable y quiero mantener siempre a la gente a cierta distancia, que estoy metida hasta el cuello en el estudio de antiguas historias, que soy afectada y vivo todo el tiempo en mi propio mundo poético y apenas me doy cuenta de la existencia de los demás, como no sea, de vez en cuando, para hacer comentarios malévolos y despectivo, tal es la opinión que tienen de mí la mayoría de los que no me conocen y, por tanto, están dispuestos a detestarme. Pero cuando llegan a conocerme, descubren con enorme sorpresa que soy amable y benévola, una persona, en realidad, totalmente distinta del monstruo que habían imaginado, como así de veras muchos lo confesaron después. Con todo, yo sé que se me acusó en la corte de ser una pedante rígida y aviesa. No es que me importe mucho, pues estoy acostumbrada a ello y veo que se debe a cosas propias de mi naturaleza y que no me es posible cambiar»[6].
nota01_img3

nota01_img2Se sabe que el nombre de Murasaki Shikibu fue llevado por una dama perteneciente a la corte del emperador Ichijô que estuvo al servicio de la emperatriz Akiko. “Murasaki” habría sido utilizado como un apelativo mientras que “Shikibu” se refería a la posición de su padre en la corte.

Nació en el seno de una familia de nivel medio de la nobleza a mediados del período Heian. Su padre era Fujiwara Tametoki, conocido como letrado y literato. Remotamente conectado a la gran familia Fujiwara, no tuvo mucha relevancia como oficial en el gobierno. Se preocupó por darle una buena instrucción a su hija, es así como Murasaki fue notable desde pequeña.

En cuanto a su madre, ésta murió poco después del nacimiento de la escritora, dependiendo, así, de su hermana mayor que también muere años más tarde. Se casa con un noble de una familia de similar posición social pero al poco tiempo su esposo Fujiwara Nobutaka muere como resultado de una viruela epidémica, dejándola con una hija. Es así como la joven viuda se retira a vivir en soledad durante cuatro años, a meditar, mientras escucha las plegarias de los bonzos, quedando en ella la huella budista que se reflejaría en su literatura. Y fue en este trágico contexto de su vida privada, donde comenzaría a escribir su gran obra en prosa Genji Monogatari que refleja fielmente la realidad de las relaciones entre hombres y mujeres, y las desafortunadas circunstancias en las que se encontraban estas últimas en aquel entonces.

El Primer Ministro Fujiwara no Michinaga, guiado por la fama de Murasaki como resultado de la popularidad de La Historia de Genji, parece haber sido quien encontró una posición para ella como dama de compañía de la Emperatriz Akiko.

No se sabe con seguridad la fecha en que Murasaki culminó su famosa obra, pero parece que continuó escribiéndola mientras servía a la emperatriz, falleciendo poco después de terminar la novela (posiblemente tenía alrededor de cuarenta años). Su tumba se halla en un templo budista en Kyoto donde las principales escenas de su novela se encuentran representadas.

 Rozanji, templo budista en Kyoto asociado con Murasaki Shikibu.


Rozanji, templo budista en Kyoto asociado con Murasaki Shikibu.

Ventajas de las mujeres de la Corte

Pero no fue sólo Murasaki la única que escribió. Había a su alrededor otras muchas mujeres que, al igual que ella, también escribían: mujeres de mediana nobleza, cultas, damas de compañía de la emperatriz, damas de la corte. Y aquí también debemos agregar, que entre el siglo X y XII, había mujeres viviendo por su cuenta, en sus mansiones, que no convivían con su marido ni estaban bajo la vigilancia de su suegra y que también escribían. No obstante, la situación de las mujeres de la corte era diferente. Ellas sí dependían de sus padres, tíos o hijos y desde luego, permanecían al margen del poder en una sociedad tan estrictamente estructurada.

Aún así, la situación de estas últimas es considerada por muchos como una ventaja: las mujeres de la corte, aunque no tomaban parte de la administración ni de los mecanismos del poder político, estaban cerca del poder y tenían el privilegio de escrutarlo, reflexionar sobre él y plasmar sus valiosas apreciaciones, por escrito. Hoy, al leer estas novelas o diarios, podemos aproximarnos a la historia de Japón bajo una perspectiva diferente que complementa las fuentes tradicionales y permite arrojar más luz al panorama del Japón de la época Heian.

Las mujeres buceaban libremente en la psicología, las relaciones entre hombres y mujeres y sus propios sentimientos. Del pincel de las damas de la corte surgieron, como dijimos, los fabulosos diarios íntimos, en donde narraban su propia vida. En el extremo opuesto a los escritos ´oficiales´ de los hombres, están estos registros de la vida privada, de la vida íntima de estas mujeres y de la corte. Quizá en total contraposición a las reglas y normas de etiqueta de la vida de corte, a las estrictas restricciones que limitaban hasta la nulidad la participación de las mujeres en la vida política, se hallaba la producción literaria de estas mismas mujeres que encontraban una libertad sin controles a la hora de escribir. Sus escritos – sin importancia a la mirada de los hombres- no eran dignos de la más mínima atención y quizá fue esto lo que permitió a las mujeres ahondar tan profundamente en la vida diaria de los que vivían en la corte.

Grandes observadoras, desde un lugar silencioso, se hacen oír mediante la pluma. Sus escritos de gran valor psicológico, nos permiten hoy espiar las intimidades de una vida de corte desde la mirada profunda de quizá los miembros más subestimados: las mujeres.

 Vida de la aristocracia Heian - Mujer escribiendo.


Vida de la aristocracia Heian – Mujer escribiendo.

“Genji Monogatari”,  ¿Qué refleja la obra?

Genji Monogatari relata la vida y las aventuras amorosas del ficticio príncipe Hikaru Genji (conocido como “El príncipe brillante”) y las de sus descendientes. La novela, en su estructura interna, está dividida en cincuenta y cuatro capítulos (texto moderno) de los cuales los primeros cuarenta y uno narran la historia del príncipe Genji. Desgraciadamente no existe un manuscrito original de la obra pero gracias a las transcripciones hechas por diversas personas a lo largo de los siglos, ha logrado sobrevivir hasta el día de hoy.

La obra se inicia con un romance entre el emperador Kiritsubo y una dama perteneciente a una clase social más baja aunque dentro de la corte. Fruto de esta relación nace Genji que mantiene una aventura prohibida con su madrastra, la dama Fujitsubo, y culmina con la muerte de Murasaki, la mujer más significativa en su vida. Entre toda esta trama, además, se narra el ascenso de Genji en la corte, su exilio y su retorno. Los últimos 13 capítulos están dedicados a los descendientes de Genji: su hijo Kaoru y su nieto Niou.

La novela, una de las principales en la literatura clásica del Japón, fue escrita en un contexto cortesano caracterizado por su estilizado decoro y su gran refinamiento. Murasaki va a describir todos los matices del modo de vida dentro de la Corte Heian plagado de lujo, etiqueta y protocolo. Se percibe principalmente entre las líneas de sus escritos, el vacío y falsedad de la sociedad aristocrática que alimentaba el sufrimiento de las mujeres de la época.

Las aventuras del ficticio príncipe Hikaru Genji nos transportan a la esplendorosa vida cortesana del Japón de principios del siglo XI. Es incuestionable que ésta es una obra maestra de la prosa de aquel tiempo, que sólo pudo surgir gracias al alto refinamiento, exquisitez y cultura de la corte Heian.

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Aristocracia de la Corte Heian

La forma de vida de la elegante corte demandó un trato ceremonial de las emociones. El estilo de la corte requería, en un primer plano, la sumisión – ya sea voluntaria o a través de la coerción- de las clases bajas y además, y en un segundo nivel, la represión por parte de los mismos miembros de la corte de sus propios impulsos.

Pero no todos los hombres y mujeres podían cumplir este autocontrol. Muchas veces su enojo era expresado mediante diferentes formas y es así como nuestra autora ha dado lugar a la expresión de su crítica por medio de la pluma. Murasaki utiliza la escritura no tradicional como medio de expresión ante una corte altamente rígida y restringida, donde quedaba relegada toda posibilidad de expresión auténtica y natural y en donde la mujer, como ya sabemos, era relegada de la vida política y de los estilos clásicos de la escritura de la época. Vemos un intento por redimir el alma femenina atrapada en los juegos políticos y esquemas sociales impuestos por la supremacía masculina en la sociedad Heian.

“Gengi el Resplandeciente… Bajo tal sobrenombre hacíase imposible escapar a toda censura y a todo celoso espionaje. Sus menores pecadillos pasarían a la posteridad. Para no figurar en la historia como un vago cualquiera o un simple hombre despreocupado, se acostumbró a obrar con extrema prudencia. Todas las apariencias fueron observadas cuidadosamente. Gracias a las malas lenguas, el más pequeño secreto hubiera sido divulgado”[7]

Murasaki, gracias a su educación y a su capacidad de observación, logró plasmar en toda su obra las más intrínsecas emociones del ser humano como el amor, odio, sinceridad, celos, tristeza, todos aquellos reprimidos por el protocolo de la época. Por todo esto, muchos autores no han dudado en calificar a Genji Monogatari como una de las novelas psicológica más antiguas de la literatura mundial. Muy tempranamente, los sentimientos y sensaciones humanas se analizan con una extrema profundidad e introspección.

Característica de esta novela es que su desarrollo se realiza de manera episódica y compleja, siendo las relaciones amorosas de Genji y las historias de los otros personajes, descriptas en forma de relatos independientes aunque forman parte de un todo. Los retratos de las mujeres en la vida de Genji son descriptos en forma individual con sus refinamientos aristocráticos, talentos en las artes (música, dibujo, poesía) y amor por las bellezas de la naturaleza. Paralelamente se describe el sufrimiento de estas mujeres, fruto de una sociedad poligámica en donde la mujer aristócrata era socializada desde muy joven para comportarse acorde a la etiqueta y permanecer en silencio aún en situaciones en las que se veía amenazada. En una sociedad patriarcal y poligámica, la mujer -más que el hombre- debía disfrazar sus quejas, reprimir sus impulsos de enojo y sus deseos de rebelarse.

Son temas fundamentales, el romance y la sociedad, y puede decirse que esta obra constituye un homenaje a la belleza y al amor. El florecimiento y esplendor de la era Heian se ve reflejada en las páginas de la novela. Las armónicas costumbres y hábitos de la refinada corte se describen detalladamente en ella. A través de las relaciones amorosas, los personajes, etc, la autora transmite -en una mezcla entre ficción y realidad- la imagen idealizada de la vida cortesana de este período bajo el reinado del emperador Ichijo y la emperatriz Akiko, a quien Murasaki atendía.

Si bien la novela posee humor y delicadeza, la impresión que nos llevamos al leerla es una sensación de melancolía causada, en gran parte, por la insistencia de la autora sobre el correr inexorable del tiempo. La conciencia sobre el paso del tiempo sobre todo y todos y el carácter efímero de la existencia es una constante en Genji Monogatari.

Usa un gran realismo en sus descripciones, se narran fiestas, ceremonias religiosas, rezos budistas, intrigas entre las damas y hombres de la corte, paisajes únicos, etc. También es muy importante en la obra el tema de la naturaleza. Ésta esta presente acompañando el estado de ánimo de los personajes. Por ejemplo, la oscuridad de la noche y la lluvia complementan monólogos interiores donde los sentimientos humanos se analizan con una sutileza extraordinaria.

Otra peculiar característica de la novela y que le da una armoniosa unidad, es la sensación que vive el lector de estar constantemente frente a su autora. Murasaki se da el lujo de reflexionar a cerca de los personajes, el mundo y hasta describir la difícil tarea de cómo construir una novela. Logra un diálogo excelente con el lector.

Quizá el papel relegado de la autora (y de las mujeres de la corte en general) dentro de la lujosa corte Heian, contribuye a ese peculiar sentido de la silenciosa observación. Desde un lugar casi o totalmente desapercibido por los hombres, la autora rescata cada sentimiento y sensación que no puede expresar verbalmente, logrando una especie de catarsis mediante la escritura. Sus pensamientos y su exquisito análisis crítico de la sociedad aristocrática Heian siguen siendo hoy dignos de admiración de los estudiosos y especialistas.

Bibliografía

Murasaki Shikibu, Genji Monogatari, tr. Fernando Gutiérrez, Lunas, Barcelona.

John Whitney may, El imperio japonés, tr. Marcial Suárez, Historia universal siglo XXI, Buenos Aires, 2002.

Conrad Totman, A History of Japan, Blackwell Publishers, 2001

Doris Bargen, A woman´s Weapon. Spirit possession in The Tale of Genji, University of Hawwaii Press.

Artículo El Genji de Murasaki, Mil años de seducción por Andrea Blanqué. Extraído de http://www.convencion.org.uy/menu7-009.htm  (entrada 14 de mayo de 2007)

[1] Silabario de formas curvilíneas inventado mayoritariamente por las mujeres de la corte por el siglo VIII aproximadamente y reconocido oficialmente como modo de escritura en el siglo X.

[2] Waka: literalmente, “canción japonesa”.

[3] Koto: especie de arpa.

[4] Murasaki Shikibu, Genji Monogatari, tr. Fernando Gutiérrez, Lunas, Barcelona, Cap. II, P. 52.

[5] Artículo El Genji de Murasaki – Mil años de seducción por Andrea Blanqué

[6]  Fragmento del diario de Murasaki Shikibu. Extaído de Artículo El Genji de Murasaki – Mil años de seducción por Andrea Blanqué.

[7] Murasaki Shikibu, Genji Monogatari, tr. Fernando Gutiérrez, Lunas, Barcelona, Cap. II, P. 31.

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