Fotografía de portada: Denise Koziura Trofa

Mamá tenía en la pared del living un cartelón con un escrito de la Madre Teresa que en algún momento de la infancia nos había hecho memorizar. ¿Cual es el día más bello? Hoy ¿La cosa más fácil? Equivocarse… Cuando Jorge lo descolgó me partió el corazón porque sabía, que aunque mamá no pudiera quejarse, aunque ya casi no me mirara a los ojos, eso le dolía. Así que lo frené antes de que lo tirara, lo doblé como pude y lo llevé a casa.

Vos sabés lo mucho que me afectó su propuesta de internarla, que ya estaba harto de sus berrinches, del ir y venir de las enfermeras, que yo no lo entendía porque ya no vivía con ellos, que con ir un rato todos los días no alcanzaba. Yo trataba de hacer que baje la voz con susurros y él me pedía que me deje de pelotudeces. Que la vieja ya no entendía nada. Que ya no era la vieja. Es cierto que Mamá parecía ajena a todo, sentada en su silloncito. Pero yo sé amor, sé lo mucho que todo eso le duele. Acepté llevarla al geriátrico porque te negaste a aceptarla en casa, porque Jorge la estaba expulsando, porque no supe qué más hacer. Me dijiste que eso no correspondía, que ella tenía su casa, que si Jorge nunca se había mudado era cosa de él. Estás al tanto de las noches que pasé sin dormir, de cómo te buscaba entre los sollozos. Hasta que vos también dijiste que mamá ya no estaba, que no querría que sufriera así. Que dejara de vivir por ella.

Como su apoderada apenas cobré la pensión me comuniqué con el instituto, el único que podíamos pagar. Jorge me había dicho que esté tranquila, que era un lugar decente. La fuimos a llevar entre los dos. Ella estaba más callada que de costumbre. Más ausente. Pero apenas pusimos un pie dentro. Cuando vio a los otros, me miró fijo con ojos empapados. Quiero ir a casa, Anita. Llévame a casa. Eso me derrumbó. Lo miré a Jorge mientras él le decía que se quedara tranquila, que ahí iba a estar cómoda. Sorprendido él también ante su repentina lucidez.

No hay mucho más que decir. Te amo pero a ella también. Y ella me necesita mucho. Le dije a Jorge que se instale en casa, por supuesto me mandó a la mierda pero le recordé que la apoderada soy yo, que si no me hace caso no le paso un peso. A él con la jubilación no le alcanza. Perdoná que te lo mande, pero la pieza de los nenes ya está vacía, y él casi que ni molesta. Quizás quieran ver partidos juntos, sin interrupciones femeninas. Se me ocurrió que puedo prepararles viandas, y llevárselas cuando vengan las enfermeras. Los voy a visitar de vez en cuando, no te preocupes. Vos también podés venir a visitarme. Mi cuarto está intacto. Pero si no querés te entiendo. Yo te quiero pero lo que decidas va a estar bien.

Ya volví a colgar la lámina, la mandé a enmarcar para sacarle las arrugas. Mamá se sienta en su sillón y de vez en cuando la mira. De vez en cuando también me mira a mí, entonces me acerco para hacer como que conversamos y le pregunto como tomándole dictado:

_¿el día más bello?

_ Hoy

_¿La cosa más fácil?

_ Equivocarse

_¿El obstáculo más grande?

_El miedo

Sobre El Autor

Licenciada en Comunicación Social por la Universidad Nacional de Quilmes (UNQ). Escribe y realiza fotografía. En 2016 obtuvo una Beca de formación del Fondo Nacional de las Artes por Letras. En 2017 fue seleccionada como artista emergente en Letras por el Programa Escena Pública del Ministerio de Cultura de la Nación.

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