EN UN BOSQUECILLO
El cuento “Yabu no Naka” (“En un bosquecillo”) fue, junto con Rashomon (nombre de un antiguo puente en la vieja capital de Kioto) la fuente para el argumento de la famosa película Rashomon de Akira Kurosawa, ga...
Ryunosuke Akutagawa (1892-1927) nace en Tokio el 1 de marzo de 1892, a 24 años del reinicio del contacto de Japón con Occidente y de la restauración imperial que terminó con dos siglos y medio de régimen feudal. Nueve meses después de su nacimiento, su madre enloquece, por lo que el niño se cría en la casa de un tío materno, creciendo en el seno de una familia tradicional de antiguos, y entonces empobrecidos, oficiales menores del régimen feudal, muy preocupados en guardar las apariencias de un rango ya inexistente. En 1902 fallece su madre y en 1904, adoptado formalmente, toma el apellido Akutagawa. Tan precoz como voraz con la literatura, no sólo se dedica a la poesía china y a la ficción japonesa moderna (con Natsume Soseki a la cabeza, quien luego sería su amigo y mentor) sino que se adentra en la obra de los grandes escritores occidentales Ibsen, Anatole France, Sienkiewicz, Baudelaire, Berson, Balzac, Flaubret, Spinoza, Tolstoi, Poe, Goethe, Shakespeare, entre otros. En 1913 ingresa en la Universidad Imperial de Tokio para realizar estudios especializados en literatura inglesa. En 1914, con varios escritores amigos se hace cargo de la revista Shin-Shicho (Tendencias del nuevo pensamiento), en la que aparecen sus traducciones de France y Yeats, así como su primer cuento corto “Ronen” y una obra de teatro. Pero fue en 1915, durante su último año de estudios, cuando publica Rashomon, la obra que, aunque desapercibida entonces, le daría fama después. En 1918 se casa y empieza a trabajar también en el periódico Mainichi Shimbun. El periódico le permitió, en 1921, ver el mundo, pues fue enviado a China y Corea. Un año después, su salud y sus nervios empezarían a resquebrajarse, y con ello, el fantasma de la locura, que le perseguía desde que tuvo conciencia de la enfermedad de su madre, oscurecerá la visión que tenía de sí mismo y de su futuro. Los años pasaron con Akutagawa dedicado a la escritura y, en algún momento, al haiku y a la poesía moderna, hasta que, en 1926, tiene otro colapso nervioso, esta vez acompañado por manifestaciones físicas. Durante su último año de vida, padece diversas alucinaciones y prácticamente no sale de su habitación, la cual permanecía siempre a oscuras, ya fuera de día o de noche. El 24 de julio de 1927 el cada vez más inestable Akutagawa, se suicida con una sobredosis de veronal, a la edad de treinta y cinco años. Para muchos fue la figura literaria más destacada del periodo Taisho.