PEONIAS
Un amigo inesperado llego para invitarme a un inesperado lugar. Me sugirió que visitáramos un jardín de peonias. Yo no conocía la ocupación de este amigo, Kusada, o siquiera donde vivía. Se rumoreaba que estab...
Mishima Yukio (1925/1970), escritor japonés cuyo verdadero nombre era Hiraoka Kimitake, nació en Tokio en 1925 en una familia de buena posición económica. Estudió leyes y luego, pese a la oposición paterna, se dedicó a la literatura. Todo el bosque en flor (1944) fue un impacto editorial tras el cual llegó Confesiones de una máscara (1949) de carácter autobiográfico que lo reveló un narrador exquisito. Nieve de primavera, Caballos desbocados, El templo del alba y La corrupción de un ángel son las cuatro novelas que integran el ciclo El Mar de la fertilidad, un intento de analizar la sociedad japonesa del siglo. Regresa a la ficción con El rumor de las olas (1954) y con Cinco no modernos (1956) aborda el teatro. Continúa con la novela El pabellón de oro (1956), El marino que perdió la gracia del mar (1963) y regresa al teatro con Madame de Sade (1969). Su cosmovisión del mundo y de la vida están expresados en el ensayo El sol y el acero (1969) donde define la mirada existencial que impregna toda su obra. Entre los ensayos destacan: Mis últimos 25 años, La Sociedad de los Escudos e Introducción a la filosofía de la acción. Fue propuesto para recibir el Premio Nobel en 1968, galardón que le fue negado por sus declaradas inclinaciones fascistas explicitadas en la Proclama del 25 de Noviembre que leyó en el cuartel que tomó durante su frustrada sublevación. Precisamente el 25 de noviembre de 1970 junto a sus discípulos del grupo Sociedad del Escudo, se quitó la vida por el rito Sepukku (hara-kiri) frente a las cámaras de televisión tras el intento de rebelión militar dirigido por él mismo. Reveló en ese acto un sentido estético de lo heroico y ganó una fama póstuma e inútil para sí mismo. Resume Mishima Yukio toda la riqueza de la contradicción puesta en evidencia en el apego a la tradición imperial y la realidad circundante de un Japón vencido en la guerra y sometido al dominio occidental. Conjuga su obra la profundidad de un filósofo y el fervor de un revolucionario con la mirada puesta en el pasado. Constituye el paradigma del autor maldito envuelto en la romántica rebeldía de los sesenta y despierta admiración por su abnegada entrega a un ideal ejecutado sin apelación en su heroico suicidio. Se lo ha comparado con Proust, Balzac, Gide y Flaubert.