HOMERO MANZI
DEFINICIONES PARA ESPERAR MI MUERTEPuedo cerrar los ojoslejos de las pequeñas sonrisas que conozco.Escuchando estos ruidos recién llegados.Viendo estas caras nuevas. Como si de pron...
Homero Manzi, seudónimo de Homero Manzione, (1907-1951) nació en Añatuya, Santiago del Estero, pero vivió desde niño en Buenos Aires, ya que en 1911 su padre se traslada a esta ciudad. Será el barrio de Pompeya donde pasará parte de su juventud. Pupilo en el viejo Colegio Luppi, comienza allí a borronear sus primeros poemas. Terminada la escuela primaria retorna a la casa paterna en Garay y Boedo, donde nacerían, sin olvidar su antiguo barrio, sus primeros tangos. No tarda Manzi en estrechar amistad con los hermanos González Tuñón, Leónidas Barletta, Nicolás Olivari y el que fuera un poco padre de esa cofradía, José González Castillo, padre de Cátulo Castillo. Boedo era el costado bohemio de los jóvenes intelectuales, Manzi lo define de este modo: “Boedo era algo así como un paso pesado que diera Puente Alsina para llegar al centro, como también el tránsito obligado de las gentes del centro cuando querían acercar el alma hasta el Riachuelo...”. Su actividad política hizo que lo expulsaran de la Facultad de Derecho, a partir de lo cual se dedica totalmente a su gran pasión: la poesía. Contaba Arturo Jauretche que poco antes de terminar el servicio militar le confidenció: “Tengo por delante dos caminos: hacerme hombre de letras o hacer letras para los hombres”. Opta por lo segundo, componiendo letras memorables como “Discepolín”, “Malena”, “Manoblanca”, “Sur”, entre otras. Su paso por FORJA (Fuerza de Orientación Radical de la Joven Argentina) afirma sus convicciones ideológicas. Ya no se apartaría del campo popular. Esto le cuesta varios amigos, entre ellos Jorge L. Borges. Al igual que Discépolo sufre hondamente la soledad, quizás por ello en el poema “Definiciones para esperar mi muerte” dirá: Sé que hay lágrimas largamente preparadas para mi ausencia. / Sé que mi nombre resonará en oídos queridos con la perfección de una imagen”. Se desempeñó como profesor de Castellano y de Literatura en los colegios nacionales Mariano Moreno y Domingo Faustino Sarmiento. Como periodista trabajó en El Sol, Crítica y Tribuna Libre. Redactó los libros cinematográficos de películas exitosas, como La guerra gaucha, Pampa bárbara, entre otras. Fundó la empresa Artistas Argentinos Asociados, y como sindicalista ejerció la presidencia de SADAIC. Algunas de sus letras de tango son: “Viejo ciego”, “Milonga sentimental”, “Milonga del 900”, “El pescante”, “Milonga triste”, “Bettinoti”, “Mañana zarpa un barco”, “Negra María”, “Después”, “Sur”, “Che, bandoneón”, “El último organito”.