Estoy en Madrid paseando por una calle que después descubriré que está llena de comiquerías. En la primera de ellas, Madrid Comics, rebusco como uno rebusca cuando recién empieza la cacería; miro cada rincón con detalle, esperando encontrar esa historia desconocida ─mentira. Manga y superhéroes salteó, pero el resto todo─ y es ahí cuando veo una historieta apaisada, dos tomos envueltos en folio cerrado.

“Sicarios” de Roberto Corroto & Ertito Montana.

Y en la tapa un auto en una ruta desierta, un hombre con una mujer y un arma.

Soy un tipo sencillo.

Venga. 5 pavos y adentro.

Pero las cosas no son tan sencillas o exactamente lo que parecen.

Sí. Es una historieta que va de un par de sicarios, pero no en España como uno podría pensar por los autores, sino ambientada en los Estados Unidos.

La pareja: Phil Anselmo ─mi segunda novela escrita se llama Pantera así que me digo: esto es un buen augurio─ y Riot Girl.

Los conocemos ahí en Olmito ─así se titula el primer tomo─, cerca de la frontera de México con Estados Unidos. En palabras del narrador:

“El sitio ideal para esconder un cadáver o convertirte en uno”.

Un encargo los llevó a esa suerte de tierra de nadie. Ya de entrada vemos el amor por la cultura pop estadounidense. Además del homenaje al cantante de Pantera, nuestros personajes quedan en juntarse con su cliente en el dinner Elmore’s y uno no puede evitar pensar en Leonard.

La clienta es una mujer cansada de las golpizas de su marido, con la que inmediatamente empatiza nuestra Riot Girl, quien pide hacerse cargo del exterminio. Su compañero, acepta aclarando que solo porque ella lo salvó del hombre lobo.

¿Hombre lobo? 

Sí.

Y así empieza a tomar forma el elemento fantástico que terminará por convertirse en el rasgo más identitario de los dos primeros tomos de Sicarios, que ya en su segunda entrega, Colgados del Desierto termina por redoblar la apuesta y nos entrega a los personajes inmediatamente después de la conclusión de Olmito, escarbando en una estación de servicio por un poco de nafta para seguir el viaje, sin saber que esa estación es el vientre de una bestia. 

Una historia que no demora en empezar y ya desde el vamos, hay sangre. En criollo, va a los palos, ritmo que se potencia con una gran cantidad de viñetas por página.

Es en esa aparente simplicidad ─sostenido en los andamios del género buddy movies─ donde radica la potencia de este comic, diálogos irónicos entre ellos salpicados por humor y camaradería, tiros al por mayor y esa iconografía bien estadounidense, donde Montana bien sabe poner el ojo dando detalles de los lugares que se vuelven guiños al lector. Montana y Corroto sabe qué esperan los lectores. Y les dan eso. Y también, algo más.

Sobre El Autor

(Buenos Aires, 1986) Trabaja en la Biblioteca Nacional Mariano Moreno. Dogo (2016, Del Nuevo Extremo), su primera novela, fue finalista del concurso Extremo Negro. En 2017, Editorial Revólver publicó Cruz, finalista del premio Dashiell Hammett a mejor novela negra que otorga la Semana Negra de Gijón. Sus últimos trabajos son El Cielo Que Nos Queda (2019) y Ámbar (2021)

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