Hace poco hablamos del primer número de Dynamo, magazine de historietas. Y hoy le toca el turno al número 2. Ya de entrada nos encontramos con un editorial signo de estos tiempos: es fácil y luminoso empezar un proyecto, una relación, una aventura. Lo difícil es mantenerlo. Y en esa tarea hercúlea, como la definen ellos, pierden en el camino —quizás momentáneamente— a “La Esponja”, pero Santullo se pone la cinta de capitán y junto a Carlos Barocelli nos entregan una nueva historia.

Pero vamos por partes.

Arrancamos con La Red, episodio 2. El Santa nos reparte tres páginas de acción al taco donde la heroína —miembro de la misteriosa red— se luce tanto como el dibujante. La paleta siempre afilada y los detalles de época le dan ese plus de querer poner a Billie Holiday o Etta James de banda de sonido.

El catálogo de personajes crece: se nos presenta a Navaja, un pibe con una cara de distorsionado mental que su Modus Operandi no hace más que confirmar. Y nuestro querido Martillo tiene que trabajar con él en una misión de esas que no auguran buenos momentos. Le deseo buena suerte. Mucha. Y una vacuna antirrábica.

Santullo siempre encuentra un hueco acertado para el humor, de manera de que lo narrado y visto en tantas otras historias toma una vida propia y lo dota de ese plus.

Nakamura sigue profundizando en el espanto con su Monogatari. La ausencia de texto no hace más que reforzar ese desamparo. Uno como lector quiere saber qué está sucediendo, y lo único que tenemos es el caos, esqueletos, un ojo muerto mirando a través de una máscara rota, una foto en llamas, una trinchera eterna, el fuego como única luz y para arrasar con todo. Una historia que maneja brutalmente el clima y que da la impresión de ganar muchos puntos si se lee de un tirón.

Y llega El Pasajero del U977 y a uno no le queda otra que aplaudir de frente al monitor al ver la monstruosa portada —en más de un sentido— que nos entrega Barocelli. Se las tengo que dejar acá abajo, así entienden de qué les hablo.

Los autores nos meten en ese puerto de Mar del Plata de 1945 y al ver esa paleta de colores oxidados y esos dibujos uno no puede dejar de preguntarse: ¿dónde estuviste toda mi vida Barocelli?

Un capitán argentino y un comandante alemán —trastornado cuando menos— hacen un pacto de marinos que le permita al germano contar su historia.

Alguien tiene que saber la verdad.

Y por cómo se lo ve al alemán, uno tiene dudas de querer saber qué le pasó o qué es lo que anda dando vuelta por debajo del agua. Pero lo escuchamos, es más fuerte que nosotros el querer saber.

El comandante nos lleva a unos meses atrás, al final de la guerra, a una tripulación de rostros cadavéricos, de hombres que quieren más una comida que una medalla,  a los que les llega un mensaje que les ordena que emerjan a la superficie como emerge un muerto, pero el comandante tiene otras intenciones para escapar de los juicios que los aguardan en tierra firme. El título ya anticipa el guiño a Alien y habrá un invitado que tiene otros planes para la tripulación.

Acá el uruguayo vuelve a demostrar que le tirás un género y te devuelve una historia al pecho, y si es Los Últimos Días del Graf Spee iba a los histórico, acá nos mete de lleno en el horror y nos saca las ganas de hacer buceo o pegarse una escapada a alta mar, no sea cosa que en una de esas…

Y para cerrar la segunda entrega de Yacaré Norte de Lisandro Estherren. Seguimos en la frontera, esta vez en Brasil donde mezcla el portugués, el guaraní y el español, y ya desde el principio las líneas se corren y nos dejan en una tierra donde extrañamiento y fantástico se entrecruzan en una celebración de pescadores. Yara y la “adquisición” de un enigmático prendedor para el pelo trae aparejado la aparición de una mujer que no tardará en entablar vínculo con el Gringo. Vidas pasadas. Rituales. Pescadores. Ginebras que solo abren los labios para la pasión, pero no para narrar los misterios que, cuando se revelen, se escribirán con sangre.

Desde el dibujo, Estherren juega con el lápiz y no con la tinta, con unos dibujos a mitad de camino del boceto y el detalle, rematando con una paleta de colores que como decía sobre el primer episodio, transmiten el agobio y el cansancio de unos cuerpos cansados de llevarse a cuestas.

Y así quedamos, esperando por Dynamo #3

Sobre El Autor

(Buenos Aires, 1986) Trabaja en la Biblioteca Nacional Mariano Moreno. Dogo (2016, Del Nuevo Extremo), su primera novela, fue finalista del concurso Extremo Negro. En 2017, Editorial Revólver publicó Cruz, finalista del premio Dashiell Hammett a mejor novela negra que otorga la Semana Negra de Gijón. Sus últimos trabajos son El Cielo Que Nos Queda (2019) y Ámbar (2021)

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