Maestro zen Dokushô Villalba

La lectura de La doma del buey, editado por Miraguano ediciones, despertó mi curiosidad acerca quien le hiciera los comentarios al texto, el maestro zen Dokushô Villalba, director de la colección Textos de la tradición zen. Mi curiosidad crecía a medida que la pesquisa virtual iba arrojando datos acerca de su desempeño como promotor del budismo zen. Su relación con Taisen Deshimaru, su participación como miembro del Consejo Nacional del Parlamento Mundial de las Religiones, y su labor como fundador de la comunidad budista Soto Zen y del templo zen Luz Serena. Finalmente, por intermedio de José Javier Fuente del Pilar, pude establecer contacto con el maestro, quien gentilmente aceptara responder nuestras preguntas a la distancia…

Seda: Siendo que siempre es mejor comenzar por el principio, nuestra primera pregunta es: ¿Es el budismo una religión? ¿Por qué surge esta discusión entre los especialistas? Y, si su respuesta es que no es una religión ¿Por qué participa entonces, el budismo, de todos los diálogos interreligiosos?

Dokushô Villalba: La cuestión es: ¿a qué nos referimos con el término “religión”? La mayor parte de los estudiosos de la fenomenología de la religión están de acuerdo en que el sentimiento religioso surge en la humanidad primitiva al mismo tiempo y de forma indisociable al surgimiento de la conciencia individual. La paulatina irrupción de conciencia individual (en la que es posible ver el trasfondo de lo que algunas religiones llaman el “pecado original”) va irremediablemente acompañada por la angustia del yo separado. Esta angustia podría representar la “caída” y la “expulsión” del paraíso de la fusión inconsciente con la Unidad Fundamental.  El término religión procede del latín “religare”, o volver a unir: la religión es lo que vuelve a unir la conciencia individualizada con la Unidad Fundamental en una experiencia de fusión consciente.

En este sentido el Budismo Zen es una religión, una práctica unitiva gracias a la cual la conciencia individualizada vuelve a integrarse en la Totalidad.

En Occidente, el término religión se encuentra muy devaluado, tal vez debido a los innumerables sufrimientos y obstáculos a la evolución histórica que las grandes religiones teístas han provocado en el pasado y en el presente. Por otra parte, en Occidente se tiende a una percepción etnocéntrica de la religión y se identifica este término con “religión teísta”, de forma que aquellas otras vías religiosas que no barajan la hipótesis de Dios son consideradas “no religiosas”[1].

Personalmente no me siento identificado con el término “religioso”, pero tampoco lo rechazo. Los seguidores del Budismo Zen preferimos referirnos a nuestra práctica como “Camino de Despertar espiritual”.

Es cierto que participamos en encuentros interreligiosos, pero también participamos en encuentros “ecología y espiritualidad”, “psicoterapia y espiritualidad”, “ciencia y espiritualidad”, etc. es decir, en la Comunidad Budista Soto Zen española estamos abiertos al diálogo y al trabajo en equipo con muchas esferas del conocimiento.

Mi primer maestro Taisen Deshimaru solía responder a esta pregunta diciendo que el Budismo Zen “es la esencia de la religión que está más allá de toda forma religiosa”.

Seda: ¿Cómo, cuando y desde qué lugar fue su acercamiento al zen? ¿Cuáles eran sus intereses antes de ese acercamiento?

DV: Encontré la práctica del Zen en el año 1977, siendo estudiante de la Escuela Normal de Magisterio de Sevilla. Tenía 21 años y mi aspiración era convertirme en maestro de escuela y trabajar en la educación de los jóvenes. Desde muy joven estuve implicado en la lucha política clandestina contra la dictadura franquista desde una posición de izquierda revolucionaria. Más tarde conocí la psicodelia y los planteamientos de mayo del 68. Abandoné la lucha política y estuve explorando el potencial de la mente con sustancias visionarias, pero de una forma un tanto anárquica, lo cual me llevó a un estado de desestructuración psicológica y de crisis existencial. Fue en este momento cuando encontré a un monje zen discípulo del maestro Taisen Deshimaru y comencé a practicar en el centro zen de Sevilla. Un año después viajé a Paris, conocí al maestro Deshimaru y recibí de él la ordenación de monje budista zen. Tiempo después terminé instalándome en Paris, colaborando de cerca con el maestro, hasta su muerte en 1982. Regresé a España y desde entonces me dediqué intensa y exclusivamente al estudio, a la práctica y al a enseñanza del Budismo Zen[2].

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Portal de ingreso al templo Luz serena

Seda: ¿Cuál fue su relación con el maestro zen Taisen Deshimaru?

DV: Como he dicho, conocí al maestro Deshimaru en 1978. Fue un impacto personal. Deshimaru Roshi poseía un carisma y una personalidad muy poderosos. Después de recibir la ordenación de monje regresé a Sevilla y, a petición del maestro, me hice cargo del centro Zen de esta ciudad. Pero mi aspiración era la de estudiar y practicar de cerca con él, así que poco tiempo después me instalé en Paris, en la misma rue Pernety donde se encontraba el centro zen. Cada día acudía a la meditación de la mañana, recibía la enseñanza del maestro, desayunaba con él junto a sus discípulos más cercano. Comencé a trabajar en la Asociación Zen Internacional, sobre todo traduciendo textos, folletos y libros del maestro al español. Cuando ello fue necesario me trasladé al templo zen de La Gendronnière para participar en los trabajos de construcción. Aunque formalmente yo no formaba parte del grupo de sus discípulos más cercanos y más antiguos, el maestro Deshimaru me envió en 1981 a España para dirigir una serie de sesshin e impartir varias conferencias en Bilbao, Madrid, Barcelona y Sevilla. El viaje duró un mes y fue algo inaudito porque, hasta entonces, ningún discípulo cercano había realizado un viaje tan largo y comprometido, lo cual puso de manifiesto el profundo vínculo de confianza que manteníamos. Desgraciadamente, su fallecimiento en 1982 impidió que nuestra relación continuara estrechándose. No obstante, a pesar de que después de su muerte continué estudiando con el maestro Shuyu Narita y con muchos otros, el maestro Taisen Deshimaru sigue siendo el principal referente de mi práctica y de mi labor.

Seda: Desde 1982 se ha abocado a la tarea de difundir el budismo zen en España y el mundo de habla hispana a través de la fundación de comunidades y publicaciones. ¿Puede comentarnos algo de esta experiencia? ¿Cuál es el lugar del zen en la actualidad del mundo de habla hispana? ¿Pudo esta disciplina apartarse de la concepción meramente estética que occidente realizaba de ella?

DV: En estos veinticinco años, la situación del zen en la cultura hispana ha cambiado enormemente. Hace veinticinco años el zen era prácticamente desconocido y actualmente existen importantes centros de práctica en Venezuela, Argentina, Brasil, Colombia, Costa Rica, México. En España, los dos primeros centros zen fueron fundados en Sevilla y en Barcelona, casi al mismo tiempo. Hoy día, casi todas las ciudades más importantes cuentan con centros zen. Lo mismo ha sucedido en el mundo editorial. En 1982 aún era difícil encontrar textos de calidad sobre el zen. Hoy día asistimos a una auténtica inflación, cualquiera se siente autorizado a escribir cualquier cosa sobre el zen o a usar la palabra zen para los motivos más peregrinos. Así encontramos perfumes “zen”, restaurantes “zen”, interiorismo “zen”, dietas “zen”, hasta un ipod llamado “zen”. El término “zen” se ha puesto de moda. Hace poco viajé a Francia y me sorprendí al leer en un panel luminoso de tráfico, en una autopista, el siguiente consejo: “Soyez Zen”, es decir: ¡“permanezca tranquilo y relajado”! Esta vulgarización del término zen conlleva sus ventajas y sus peligros: por un lado, una cierta visión zen se está popularizando, pero por otro esta visión suele ser generalmente bastante desnaturalizada, es decir, muy alejada de lo que el zen es en realidad. La cultura capitalista que actualmente impregna el mundo, basada en el consumo de objetos desechables, tiende a superficializarlo todo, a vaciarlo de contenido y a convertirlo en objetos de consumo fácil. La tradición zen está sufriendo este síntoma en su proceso de culturización en Occidente, pero tengo confianza absoluta en que la verdadera práctica del zen sobrevivirá a esta deglución y se convertirá en una importante fuente de renovación espiritual tanto en Occidente en general como en el mundo hispano en particular.

El maestro Dokushô Villalba rodeado de la comunidad del templo Luz Serena

El maestro Dokushô Villalba rodeado de la comunidad del templo Luz Serena

Seda: ¿Puede el hombre moderno mantenerse fiel a los principios búdicos en el espacio que se da entre sesshin y sesshin?

DV: Si esto no fuera posible, la práctica del zen no tendría razón de ser. Uno de los principios básicos expuesto por el maestro Dôgen (siglo XIII), el fundador del Zen Soto en Japón, expresa zazen kai ichinyo: la meditación zen y la forma de vivir la vida cotidiana son no-dos. El zen no es una práctica de fin de semana, no es un cursillo de meditación, sino una actitud existencial que impregna a la persona y la inspira para vivir su vida cotidiana.

Seda: Abundan los relatos zen en donde el aprendiz logra la iluminación a través de una ruptura violenta con el orden lógico establecido. ¿Nos puede aclarar de qué se trata esta ruptura?

DV: Uno de los peligros para la tradición viva del zen en Occidente es el de ser convertida en un hecho o en una imagen literaria. Muchos de los que han leído historias fantásticas sobre la iluminación de los practicantes del pasado se sienten defraudados cuando acuden a un retiro intensivo de meditación zen y no obtienen ninguna maravillosa experiencia de iluminación sino una dramática confrontación con sus propios límites corporales, emocionales, intelectuales y espirituales. Son los adeptos de la “fast illumination”. Estos piensan que experimentar una abertura espiritual es como usar una máquina expendedora de refrescos: ¡introduces una moneda, pulsas un botón y obtienes una deliciosa iluminación! La realidad no es tan plana.

Las experiencias de expansión del campo cognitivo tienen lugar como fruto de una práctica perseverante y continuada año tras año. Y estas experiencias no siempre suceden de forma súbita, violenta o evidente. En la tradición zen existen dos escuelas principales: la Rinzai y la Soto. La primera se basa en el uso de lo koans, o enigmas que el meditador debe resolver de forma no lógica. La mayor parte de los casos registrados en la literatura zen de “rupturas violentas” pertenecen a la escuela Rinzai. En la escuela Soto, el paradigma es más bien el conocido con el término “mokushô”, o iluminación silenciosa: una experiencia sutil, una transformación imperceptible, una expansión gradual del campo de conciencia que se manifiesta en la forma de vivir la vida cotidiana del meditador más que en cataclismos internos. Es decir, la experiencia espiritual por excelencia en el Budismo Zen no se manifiesta necesariamente como ruptura, sino como transformación sutil.

Seda: En los últimos años estuvo trabajando en el contacto entre zen y psicoterapia. ¿Puede comentarnos algo al respecto?

DV: La práctica del Zen conduce a la realización de nuestra auténtica naturaleza original, llamada naturaleza de Buda. Esto es lo Incondicionado en cada uno, lo que no nace y no muere. Esto es algo que está más allá, o más acá, del ego. Las psicoterapias occidentales son una herramienta excelente para descubrir el aspecto condicionado de nuestro ser, es decir, la personalidad o ego. El ego es una auto imagen mental sostenida por un conjunto de mecanismos cognitivos y emocionales de defensa. En cierta medida esta auto imagen y los mecanismos psicológicos que la mantienen son necesarios para gozar de un cierto estado de salud mental y emocional, pero cuando se vuelven excesivamente rígidos se convierten en una cárcel y se convierten en causa de sufrimiento y de infelicidad. Las psicoterapias ayudan a reestructurar esta auto imagen, la vuelven más flexible, más adaptable y también relaja los mecanismos de defensa. Esto es de una ayuda inestimable que no solamente facilita una vida cotidiana más plena sino que también prepara el terreno para la gran apertura psico-emocional que acompaña a cualquier experiencia espiritual auténtica. La meditación Zen conduce a la trascendencia del ego, incluso a su disolución temporal, pero para que esta trascendencia pueda producirse es imprescindible disolver o relajar previamente la rigidez neurótica[3]. En este sentido, mi experiencia en veinticinco años trabajando con grupos y meditadores zen me ha hecho ver que aquellos que se comprometen con un trabajo serio de exploración personal a través de la psicoterapia progresan más fácilmente y penetran más profundamente en los estados de conciencia favorecidos por la meditación zen. Pero no estoy hablando de “cursillos de psicoterapias” de fin de semana, sino de procesos psicoterapéuticos serios y profundos de varios años de duración.

Por este motivo, desde hace ya muchos años, muchos de mis estudiantes zen han realizado o están realizando procesos psicoterapéuticos al mismo tiempo que continúan con su practica del Zen. Yo mismo he realizado en varias ocasiones este trabajo de exploración de mi propia estructura psico-emocional con la ayuda de varios terapeutas españoles.

No creo que pueda haber salud espiritual si no hay salud emocional o psicológica.

 Llamada a la meditación zen en el templo Luz Serena

Llamada a la meditación zen en el templo Luz Serena

Seda: En las últimas décadas el  desinterés frente al desgaste de los recursos naturales ha ubicado al planeta frente a la posibilidad del terror ecológico. ¿Cómo considera el budismo el tema de la ecología y que elementos podría aportar para una solución?

DV: La crisis ecológica actual es el resultado de una cierta percepción de la realidad, de la naturaleza y de la relación del ser humano con su entorno natural. Aunque los síntomas se están manifestando ahora, los orígenes de esta percepción se remontan muy atrás en el tiempo, tal vez con el surgimiento de la auto conciencia que hizo que el ser humano comenzara a percibirse a sí mismo como un ser separado de su entorno, lo que ha sido expresado en algunos contextos religiosos como la expulsión del paraíso original. Esta separatividad es la principal causa de la angustia del ser humano, no solo frente a la conciencia de su propia mortalidad, sino también frente a la vida. La auto conciencia no es negativa en sí misma, es un paso evolutivo necesario en el proceso hacia el pleno despertar de la Conciencia de la Unidad Fundamental de la Vida, pero si le etapa de auto conciencia individual se alarga demasiado, surgen efectos colaterales dañinos, como esta crisis ecológica. Desde mi punto de vista, lo fundamental para comprender y resolver la desarmonía actual entre el ser humano y la naturaleza es la experiencia de despertar espiritual, gracias a la cual cada uno puede experimentar la interdependencia básica que une a todas las formas de vida en una red única. Esto es experimentar la Unidad esencial de la Vida. Esta experiencia es eso, una experiencia. No se trata de una doctrina, ni de una ideología sino de algo vivido con la totalidad del ser. Este retorno a la Unidad es la función principal de cualquier religión verdadera, en el sentido en el que hemos hablado antes: religar la conciencia individual con la Conciencia de la Totalidad. Por ello, la solución de la crisis ecológica no puede venir solamente de una política de cuidados paliativos de los síntomas (los innumerables desastres ecológicos), ni solamente de una política conservacionista (necesaria no obstante), sino de una profunda transformación, incluso revolución, en el interior de la conciencia de cada ser humano. Desde mi punto de vista, la práctica del Zen facilita y acelera esta transformación[4].

Seda: ¿El budismo podría facilitar el surgimiento de una nueva conciencia planetaria desde la que el género humano recuperase la verdadera dimensión de su lugar en el cosmos?

DV: Uno de los descubrimientos más importantes del Buda Sakiamuni fue el de la realidad como red interdependiente. Ningún ser puede existir por sí mismo, ningún ser está separado de la totalidad. El Buda descubrió la realidad de anatman, en sánscrito, o muga, en japonés, esto es, la ausencia de existencia propia de todo fenómeno o ser vivo o no vivo. La realidad es una totalidad en la que cada elemento sólo puede existir en el seno de sus interrelaciones con los demás elementos. Este descubrimiento cognitivo y espiritual se convirtió en el Budismo es una actitud emocional, en una forma de vida, en una ética. Este es el camino del Buda.

Hoy día, tanto el núcleo duro de la ciencia, la física, como la antropología, las ciencias económicas, la biología, la ecología, etc. están descubriendo lo mismo. Pero pasarán años, tal vez siglos, hasta que estos descubrimientos científicos se transformen y se manifiesten en una nueva ética, en una nueva política, en un nuevo sistema económico, porque arrastramos los hábitos del viejo paradigma y de los viejos hábitos. En este sentido, la ética budista, con la experiencia acumulada de más de dos mil quinientos años de antigüedad, puede ayudar a acelerar el proceso de transformación de las conciencia y puede constituir un buen modelo. Sobre todo puede proporcionar un método eficaz para transformar las conciencias, como es la meditación[5].

Más información:
www.budismozen.es
www.luzserena.net
www.dokusho.eu

[1] Ver: http://www.dokusho.eu/CONFERENCIAS/religionesxxi.htm

[2] Ver: http://www.dokusho.eu/BIOGRAFIA/biografia.htm

[3] Ver: http://www.dokusho.eu/ARTICULOS/publicados01.htm y
http://www.dokusho.eu/ARTICULOS/publicados02.htm

[4] Ver: http://www.dokusho.eu/CONFERENCIAS/tejido_vida.htm

[5] Ver: http://www.dokusho.eu/CONFERENCIAS/etica.htm

Sobre El Autor

Damián Blas Vives es actualmente es Director de Gestión y Políticas Culturales de la Biblioteca Nacional Mariano Moreno. Entre 2016 y 2020 coordinó el Centro de Narrativa Policial H. Bustos Domecq de dicha institución y antes fue Coordinador del Programa de Literatura y editor de la revista literaria Abanico. Dirigió durante una década el taller de Literatura japonesa de la Biblioteca Nacional, que ahora continúa de manera privada. En 2006 fundó Seda, revista de estudios asiáticos y en 2007 Evaristo Cultural. Coordina el Encuentro Internacional de Literatura Fantástica y Rastros, el Observatorio Hispanoamericano de Literatura Negra y Criminal. Ideó e impulsó el Encuentro Nacional de Escritura en Cárcel, co-coordinándolo en sus dos primeros años, 2014 y 2015. Fue miembro fundador del Club Argentino de Kamishibai. Incursionó en radio, dramaturgia y colaboró en publicaciones tales como Complejidad, Tokonoma, Lea y LeMonde diplomatique. En 2015 funda el sello Evaristo Editorial y es uno de sus editores.

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