Los estudios asiáticos en la República Argentina

El presente escrito, que dio apertura a la mesa organizada por Revista Seda para el 1º Congreso Internacional Oriente – Occidente: Los campos de la diversidad, aborda el tema de la pauperización cultural e identitaria sufrida en nuestro país a lo largo de las últimas décadas y analiza la posibilidad de una respuesta surgida del ámbito del orientalismo. El texto funciona a la vez como declaración de principios del grupo Seda y como manifestación de los objetivos que pretendemos ir cumpliendo desde la misma. Lecturas transversales, título con el que decidimos presentar la mesa de Revista Seda, tuvo lugar la tarde del jueves 3 de mayo.

En las últimas décadas, la abulia social y cultural ha sumido a nuestro país en el desaliento y la desesperanza. El descreimiento absoluto en el sistema político y social y la asensibilidad fomentada por los medios de comunicación se han extendido al campo de la cultura y las artes en donde, en lugar de generar una reforma, la vacuidad posmodernista de sentido cultivada por varias subgeneraciones ha germinado en parálisis.
Paralelamente a esto, académicamente, centrándonos en el campo de las humanidades, Argentina está signada por el mal de casi todo país emergente latinoamericano, el complejo de inferioridad de un cuerpo académico que no puede competir con los recursos materiales y fácticos del primer mundo y que, no obstante se empecina en una hiperespecialización estéril, que resulta por un lado desactualizada a nivel global y genera por otro que la academia se cierre sobre sí misma rompiendo cualquier tipo de contacto con lo social. Este sistema da lugar a un cuerpo de especialistas de excelente nivel académico puertas adentro, pero que carecen de un anclaje con lo real y contextual.

Todo lo que no encaja con este holograma de perfección pasa a ser extra académico o extra curricular, como sucede en nuestro país con los estudios asiáticos, es decir, son desplazados del seno de las carreras tradicionales, de manera que en filosofía no se ve pensamiento asiático, en literatura no se abordan mayormente las letras de Asia, en historia no se profundiza en estas civilizaciones, salvo en los casos de choques con Occidente, etc.
Es decir que, salvo por alguna carrera de nivel terciario en alguna universidad privada, los estudios asiáticos quedan reducidos a seminarios, experturas, postgrados, tecnicaturas o cátedras libres, como la que organiza este congreso, que: o no cuentan más que con un apoyo simbólico por parte de las instituciones y dependen de la tenacidad de los involucrados, o repiten mayormente (hay por supuesto excepciones en todos los casos, esto no es más que una generalización) los vicios hasta ahora expuestos generando además, tratándose de un nicho académico tan reducido, una desproporción en las ambiciones de los actores involucrados, pero este es un tema en el que no vamos a profundizar nosotros.

A este escenario que acabamos de delinear hay que agregar, lamentablemente no sólo en el caso del orientalismo, que con esta dinámica institucional, con esta pseudo “deformación profesional”, la Academia ha ido minando la pasión en el alumnado, coartando su imaginación y el elemento lúdico esencial a toda formación, es decir que a medida que avanza en su carrera, el alumno se ve “formateado” para encajar dentro de ese holograma de perfección académica. El corte con el elemento lúdico es el corte con el que se separa la posibilidad de interacción con lo real, dejando como escenario de acción para el graduado, la misma academia de la que acaba de egresar.
El resultado de esta de-formación hace que en nuestra sociedad mayormente no tengamos pensadores sino opinólogos, no contemos con filósofos, sino historiadores de la filosofía, que los sociólogos no funcionen como facilitadores sociales sino como teóricos…

Este fenómeno, que involucra un concepto tan devaluado como lo es el de la pasión y que es posible que en algunos oídos haga sonar los acordes de cualquier verdad de Perogrullo, encierra en sí uno de los mayores problemas de nuestra realidad, que es el que involucra a la ética.

Es altamente improbable que de una sociedad crónicamente desapasionada surja un imaginario de futuro alentador. Sin ese imaginario las metas del individuo abandonan el terreno de lo prospectivo para pasar a ser inmediatas, lo que es el equivalente pragmático de una moral de subsistencia. Anulada de esta forma la abstracción temporal del futuro, deja de tener sentido en sí esa otra abstracción temporal que es la del pasado, la de las raíces. El individuo queda entonces suspendido en un presente constante desde donde queda perimido cualquier modelo ético.

Abonados entonces por aquel “futuro presente” que fue semánticamente el postmodernismo, con su frivolidad imperecedera y sus mitos de trascendencia instantánea, y detenidos en el no tiempo que es el presente absoluto sin un futuro viable, los principios éticos, la pasión y el impulso creativo del sujeto caen presas del idiotismo social que mantiene en vigencia un modelo que ha dejado de respondernos, o en términos de la cibernética, de un sistema que se ha cerrado convirtiéndose en altamente entrópico.
A esta entropía social podemos vincularla o caracterizarla con el desaliento que hace metástasis a todos los niveles y que nos lleva a visualizar una crisis masiva en lo que respecta a la administración de los recursos humanos.

El Proyecto Seda, del cual la Revista Seda es su primera fase, nace como un intento de restaurar  el espacio simbólico del ocio creativo en la reflexión identitaria.
Consideramos que en el marco de un proceso planetarizante mal canalizado, como por el que estamos atravesando, se hace imperante un nuevo modelo ético, para el cual, una lectura lúcida de lo que denominamos “oriente”, puede aportarnos importantes elementos constitutivos del mismo, al tiempo que una lectura lúdica de una alteridad que consideramos, a priori, tan extrema puede regenerar el goce creativo en los actores culturales nacionales, que permita en definitiva, por medio de la contraposición, una relectura honesta de nuestra realidad y de nuestra historia, desde la cuál, poder abordar la reconstrucción del sistema identitario.

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Hyeronimus Bosch, La creación del Mundo.

¿Por qué los estudios asiáticos?

Hemos ingresado en el siglo XXI víctimas de la cristalización de un modelo cultural que, por agotado, ha dejado un saldo de varias generaciones anestesiadas que no han podido producir un recambio en lo político o cultural. En nuestro país no ha surgido en las últimas décadas un referente literario digno de mención, no se ha creado ningún movimiento cultural que pudiese reproducir la mística de grupos como Florida, Boedo o Sur y, en terreno musical, no se ha producido mayormente ningún nuevo sonido.
Sin embargo Oriente fascina.
En literatura tenemos, por nombrar alguna figura, al mexicano Mario Bellatín, o al argentino Alberto Laiseca, abrevando su inspiración en tradiciones asiáticas para construir sus ficciones literarias. En Argentina gozamos de lo que se da en llamar el “Boom de la literatura japonesa”, mientras que en el resto del mundo de habla hispana se van sumando a este boom autores chinos y coreanos. En música, por estas tierras, coreamos hasta el hastío las canciones japonesas de Alfredo Casero mientras grupos de adolescentes hacen covers de bandas sonoras de animé y occidente todo se distiende en los pubs con el sonido de “Buddha Lounge”. En lo referente al diseño gráfico y a las artes visuales, la estética japonesa es la que marca las tendencias.
El cine Americano subsiste mediante remakes de películas chinas y japonesas, como la última ganadora del Oscar The Departed y presenta batalla con productos fuertemente influenciados por la cultura popular asiática, como pueden ser Kill Bill o Matrix, en tanto que Buenos Aires vibra con ciclos de cine surcoreano.
La espiritualidad occidental se tambalea frente a una metafísica pop de tinte oriental que va desde la Kabbalá hasta el Reiki, en tanto los iniciados profundizan en disciplinas como el zen, el yoga o el tantrismo. Incluso los círculos intelectuales son subyugados por expresiones asiáticas como es el caso de la escuela de Kioto.
Estos ejemplos no hacen más que demostrar el potencial negentrópico que, en el campo cultural, oriente representa para nosotros.

En el campo académico, la realidad antes manifestada se extiende también al campo del orientalismo, no obstante esto, los integrantes del Proyecto Seda estamos convencidos de que podemos tornar, ésas que se perciben como nuestras limitaciones, en una característica distintiva, renunciando a la hiper-especialización europea por una lectura transversal que facilite nuevos escenarios de pensamiento y retome características identitarias intrínsecas a los pueblos asiáticos y olvidadas por las lecturas imperialistas, sin abandonar en forma alguna el rigor académico que estos temas merecen. Asimismo, imaginamos que generar lazos bidireccionales entre nuestro país y el continente de países emergentes que se prefiguran como el próximo foco de poder político mundial es, prospectivamente, una buena manera de posicionar a nuestro país en el concierto de naciones.

Identidad y Alteridad

Cuando hacemos referencia a lecturas transversales que generen nuevos escenarios de pensamiento es evidente que no estamos aboliendo la especialización en sí, sin la cual todo tipo de acercamiento a una nueva cultura se transforma en falacia. Se trata en cambio de transmutar los compartimentos estancos, en lo que caemos con la hiper-especialización, en flujos bidireccionales de reflexión.
Hemos hablado hasta el momento de un acercamiento lúcido y un acercamiento lúdico hacia los estudios asiáticos, los cuales como es obvio, no son excluyentes entre sí.

Llamamos acercamiento lúdico al que nos permite extrapolar nociones y conceptos de una realidad a otra, ya sea para establecer una mera comparación o para resignificar ese concepto en un nuevo elemento. Como ejemplo puedo citar el texto Ser biodegradable. Capitalismo y esquizofrenia en un mundo fragmentado, una respuesta budista y transdisciplinaria [1], publicado en el Nº1 de Revista Seda. En el que analizando la crisis medio ambiental construyo a partir del concepto de la Tathagata, llamada también por Ashvaghosha Dharmakaya, la noción de biodegradabilidad del ser, la necesidad de sabernos biodegradables y aceptarnos como tales, como finísimas hebras del vasto tapiz de la vida. Noción desde la cuál se puede fomentar una nueva ética ecológica.

Llamamos acercamiento lúcido a la lectura que, conciente del origen de sus fuentes, establece un método crítico para el análisis de la alteridad, pudiendo luego espejar ese método crítico en la realidad propia, permitiendo la deconstrucción de las ficciones de ambas realidades.
Juan Vernet, en su libro Los orígenes del islam [2], comenta la crítica que sobre los trabajos de Lammens observa Goldziher, quien afirma que “…no quedaría nada de los Evangelios si a éstos se aplicara el mismo método crítico que el de aquel al Corán”. Es precisamente a esto a lo que nos referimos.
Hemos dicho que, a nivel popular oriente fascina, pero así como fascina, generalmente atemoriza. Somos concientes de que el orientalismo surge como especialización en la era del imperialismo occidental y por lo tanto, trae aparejados desde sus orígenes importantes errores conceptuales. Un acercamiento imprudente es el del oriente mágico, que fascinaba a los europeos pero poco tenía que ver con la realidad. Otro acercamiento común es el del oriente injusto, el oriente bárbaro, el oriente que atemoriza.
Tal vez desde una visión marxista de la historia sea cierto que algunos modelos o prácticas asiáticas son o fueron claramente brutales. Todos los que nos dedicamos al tema podemos ver, con mayor o menor acierto, hasta donde esto es así y cuál es la parte utilizada por el imperio de turno para generar una visión en negativo de sí mismo. Pero lo cierto es que esa visión en negativo existió y existe, y que su interpretación no ha sido difundida fuera del núcleo cerrado de la academia.
Los integrantes de Revista Seda consideramos que esa dinámica puede difundirse de manera que interese a la población, porque toda visión en negativo tiene una contraparte positiva, y esa visión positiva no es otra que la mitología fantástica de la cual somos presa en este hemisferio y que no tiene sólo que ver con una visión imperial, sino que se puede transpolar a mitologías locales. Sólo por poner un ejemplo podemos decir que a la “injusticia” imperante en oriente, se contrapone la “justicia” de los corpus jurídicos occidentales. En esta afirmación que dicha así al pasar, suena tan naive, tan endeble, nos va la vida. Un ejemplo claro es nuestra propia legislación, que parte del derecho básico e ineludible de la igualdad entre todos los individuos. La igualdad en sí es una entelequia, por lo que debemos interpretar igualdad como igualdad de oportunidades. Ahora bien, es sabido por todos que, en nuestra sociedad, el hijo de un cartonero no cuenta con las mismas oportunidades que el hijo de un empleado estatal, ni éste cuenta con las mismas oportunidades que el hijo de un empresario. Éste es un grave punto de inflexión en nuestra legislación puesto que a partir de aquí la seguridad jurídica del individuo queda vulnerada. Caemos entonces en una semántica perversa que mediante el realismo mágico en la redacción de nuestra legislación, convierte a la misma en generadora de violencia al otorgarnos derechos que en realidad no poseemos. Ahora bien, si nuestras “leyes justas” son inaplicables y por lo tanto generadoras de violencia. ¿Qué diferencia hay entre las “leyes injustas” de oriente y las “leyes justas” de occidente?

Revista Seda nace como un espacio virtual de difusión, pero también de reflexión y dispersión, sus integrantes estamos convencidos de que a través de los estudios asiáticos podemos reavivar la pasión en el terreno artístico y la lucidez que permita una lectura honesta tanto de la alteridad como de nuestra propia identidad.
Al final de esta ponencia que sólo sirve como presentación de la Revista Seda y de esta mesa, a la que decidimos titular Lecturas Transversales, sólo me queda agregar que este primer Congreso Internacional Oriente – Occidente es a su vez el primer encuentro académico al que somos invitados. Esperamos que el Cioroc se convierta en un encuentro regular y que la invitación se repita.
Salvo por estas palabras, el resto de las ponencias son lecturas transversales abordadas desde lo lúdico. Esperamos volver a encontrarlos a todos en futuros congresos con nuevas lecturas transversales pero éstas sí con un anclaje social en la realidad de nuestro hemisferio, de nuestro continente y de nuestro país. Muchas gracias.

[1] Vives, Damián Blas. Ser Biodegradable. Capitalismo y esquizofrenia en un mundo fragmentado, Revista Seda Nº1, www.revistaseda.com.ar , octubre 2006.

[2] Vernet, Juan, Los orígenes del islam, pág. 55, El Acantilado, Barcelona, 2001.

Sobre El Autor

Damián Blas Vives es actualmente es Director de Gestión y Políticas Culturales de la Biblioteca Nacional Mariano Moreno. Entre 2016 y 2020 coordinó el Centro de Narrativa Policial H. Bustos Domecq de dicha institución y antes fue Coordinador del Programa de Literatura y editor de la revista literaria Abanico. Dirigió durante una década el taller de Literatura japonesa de la Biblioteca Nacional, que ahora continúa de manera privada. En 2006 fundó Seda, revista de estudios asiáticos y en 2007 Evaristo Cultural. Coordina el Encuentro Internacional de Literatura Fantástica y Rastros, el Observatorio Hispanoamericano de Literatura Negra y Criminal. Ideó e impulsó el Encuentro Nacional de Escritura en Cárcel, co-coordinándolo en sus dos primeros años, 2014 y 2015. Fue miembro fundador del Club Argentino de Kamishibai. Incursionó en radio, dramaturgia y colaboró en publicaciones tales como Complejidad, Tokonoma, Lea y LeMonde diplomatique. En 2015 funda el sello Evaristo Editorial y es uno de sus editores.

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