Inicios de nuestra Era. El Subcontinente Indio inicia su lenta (casi imperceptible al principio) pero definitiva influencia sobre el Sudeste Asiático. Los pueblos autóctonos de esta región absorben los diversos elementos de la maravillosa civilización que los visita. Nuevos dioses, textos, imágenes, artes y escrituras transforman al Sudeste Asiático en un auténtico ahijado cultural de la prodigiosa India.
¿Fue este proceso de “indianización” homogéneo? ¿trabajó sobre “suelo virgen” y por tanto se plasmó en toda la región de la misma manera?
La respuesta es un significante NO. Allí tomó fuerza el hinduismo, aquí el budismo theravada, y más allá el mahayana. Las razones de estos diferentes patrones de asimilación cultural, de estas diferentes reacciones a una misma provocación, ¿podrían tratarse como una fuente más de consulta a la hora de buscar ampliar los escasos que se tienen sobre los primeros pueblos que habitaron el Asia sudoriental?
Introducción
La fluida llegada de inmigrantes indios al Sudeste Asiático durante los primeros siglos de nuestra era, trasladando la desarrollada cultura del Subcontinente, a recibido el nombre de indianización[1].
La religión era el rasgo más distintivo de su cultura. Por entonces se había desarrollado en dos grandes formas: el hinduismo, cuyas diferentes corrientes rendían culto a Siva y a Visnú, y el budismo, que también se había dividido en diversas escuelas, las comúnmente conocidas como hinayana, mahayana y, algo más tarde, vajrayana.
La escritura, inexistente en el Sudeste, llegó de la mano de estas religiones. Lo religioso daba base temática a toda la literatura india, incluso en el género épico de origen no ligado al ámbitos sacerdotal[2]. La misma lengua que servía de base a estas escrituras era considerada sagrada.
El perfeccionamiento de estos credos no necesitó para afianzarse en las nuevas tierras de ningún tipo de proselitismo o imposición forzosa. La base indígena se mostró prontamente dispuesta a acogerlos.
Creemos empero que las razones de esta rápida adopción no ha sido debidamente considerada. La gran mayoría de los estudios realizados respecto del proceso de indianización hacen hincapié en la motivación india. Se preguntan por los factores propulsores del proceso, y hayan respuestas en aspectos comerciales, religiosos e históricos, todos ellos referidos a la situación del subcontinente, y por tanto extrínsecos a la población receptora.
Los conocimientos de estos pueblos primigenios son exiguos. El legado escritural más antiguo que la modernidad ha recibido del sudeste asiático fue generado recién en este choque civilizatorio. De allí el abismo que en materia de conocimiento separa este proceso, de los previos. A juzgar por la opinión de algunos autores[3], el conocimiento de las culturas anteriores a la llegada de los inmigrantes indios sólo es posible a través de restos antropológicos y etnológicos, o arqueológicos y epigráficos.
Este trabajo se propone considerar la posibilidad del estudio de estas civilizaciones protoindianizadas, desde el mismo proceso de indianización. Preguntarse por la viabilidad de utilizar las investigaciones sobre la indianización no per se sino en un sentido arqueológico, es decir, referenciando a las culturas que le precedieron; de igual forma que el arqueólogo descubre en el resto de hoy, reminiscencias de algún pasado remoto.
Se tratará entonces de extraer de las formas indianizadas del sudeste asiático, aquellos elementos que no parecieran explicarse desde la única óptica india.
Siendo muchas las facetas que una cultura incluye, tales como religión, ciencia, arte, u organización social. En India estos factores no estaban tan claramente limitados, sino que se influían unos a otros. El más importante era sin duda la religión. Era esta el “porqué” de la creación artística, científica o política. Este trabajo se atendrá solamente al aspecto religioso, del cuál se podrán deducir luego otras implicancias.
De la gran cantidad de pueblos que habitaban en el Sudeste durante la indianización nos limitaremos a aquellos que consideramos más importante, en razón de su envergadura y aporte. Los tailandeses y laosianos, sin embargo, no serán tratados debido a que su arribo a la península de Indochina se dio en forma tardía, cuando la India estaba dominada por los musulmanes, y ya no podía irradiar su cultura hacia el Oriente. Tampoco nos explayaremos sobre los vietnamitas y filipinos, por la debilidad con que la cultura india se impregnó en estos pueblos.
Comenzaremos realizando un esbozo histórico del desarrollo religioso en India desde el comienzo del proceso de indianización, hasta su finalización definitiva en el siglo XIII con el arribo del Islam. Para pasar en el capítulo 2 a tratar ya con los reinos indianizados del sudeste (en igual período), remarcando de cada uno las características religiosas más importantes.
I. Las religiones en India durante la indianización del Sudeste
El proceso de indianización del Sudeste Asiático comenzó aproximadamente en el siglo II d.C.[4] La entrada en la Era Común nos muestra a una India gobernada por la dinastía extranjera de los Kusanas. El budismo una vez más conseguía el apoyo de los detentores del poder[5], mientras el brahmanismo se manejaba desde vías más populares.
Ceilán había sido convertida al budismo theravada tiempo ha (aprox.250 a.C.) relacionado con los conservadores sthaviras del Segundo Concilio.
Durante el siglo I d.C. asistimos al Cuarto Concilio budista en la ciudad de Falahadara que resuelve la definitiva separación de la doctrina del sakyamuni en dos grandes escuelas, las comúnmente llamadas corrientes hinayana y mahayana. La primera más cercana a las formas primigenias, mientras la segunda, era menos literal y se encontraba en pleno ascenso.
Para el siglo II d.C., época en que comenzaba la expansión india hacia el Sudeste, el visnuismo se había expandido por India Central y el Dekkan, en su forma específica de krisnaísmo.[6] El sivaísmo también tomaba fuerza y de hecho, se ha comprobado que dos reyes de la dinastía kushana fueron sido seguidores de ese culto[7]. La adoración de Siva o Visnú, daba un giro a la tradicional relación hinduista entre los dioses y las personas. “Se les adoraba de un modo mucho más cercano a la propiciación de Buda como entidad corporal que el antiguo sacrificio de alimentos. Incluso se podría afirmar que, a pesar de la aceptación nominal de la autoridad védica, los visnuitas y los sivaítas mantuvieron a menudo un diálogo no reconocido con el budismo.[8]” Visnú era un dios compasivo y generoso, encargado del mantenimiento del orden universal. Siva era un dios ascético, que a veces bajaba beodo de la montaña donde meditaba para hacer danzar al mundo hasta su destrucción.
Con los Guptas, que inician su reinado en el año 320 d.C., el brahmanismo, que hasta entonces sólo había conseguido la venia de los pequeños principados pre dinásticos, consigue el patrocinio de una gran dinastía. Surge un renacer de esta forma religiosa que brinda a la India las primeras grandes obras de arte no búdicas, y un florecer de la literatura cortesana con Kalidasa como su mayor exponente. Para muchos, esta época marca, en lo cultural, la culminación del período de gestación que sucede a la caída de los Maurya, que la posteridad bautizará con el título de “India clásica”[9].
La tolerancia religiosa de la casa reinante permitió que el budismo continuara desarrollándose. Se fundó la Universidad de Nalanda, y el mahayana hizo su arribo en Ceilán. Sin embargo, gran parte de la población retornó lentamente a la religión tradicional brahmánica. El visnuismo dejará paso al sivaísmo en el favor de la administración imperial a partir del siglo VI[10]. En realidad, el sivaísmo, mostraba ser más propicio aval para sistemas monárquico de gobierno, que la forma visnuíta, más inclinada a propugnar el servicio y el amor a Dios con el objetivo de unificarse con Él. Su propagación será fuerte entre la elite gobernante de los primeros reyes del Sudeste Asiático. La figura del linga con que se idéntica a Siva se difundirá ampliamente.
Se desarrollan de lo seis darsana[11] o “sistemas ortodoxos” proveyendo al brahmanismo de un corpus especulativo que le permitía afrontar finalmente la crítica budista. A nivel ritualista, por otro lado, será la India meridional, por sus características tradicionalistas, la que llevará la delantera en la nueva puesta en vigencia de prácticas védicas.
Pero las incursiones de los hunos blancos, con sus saqueos y matanzas, desmembrará el imperio de los Guptas, que terminará cayendo hacia el año 565. El golpe no fue solo a nivel político, el budismo, con bases bien asentadas en la región noroeste del país, sufrirá la hostilidad de los invasores, quienes destruirán sus monasterios y dispersarán a su comunidad. El brahmanismo, en cambio, se mantendrá firme desde el sur, y terminará ratificándose cuando conquiste a los nuevos dueños del país[12], haciendo aún más notoria su ventaja respecto del budismo.
El reinado de la dinastía Pusyabhuti dominará la primer mitad del siglo VII, para luego irse disgregando, tras la muerte de su fundador, el rey Harsha, durante el siguiente medio siglo. Se caracterizó por adoptar una forma ecléctica a nivel religioso, fruto de su ecuánime tolerancia de los diferentes credos. La extensión del reino era de amplitud mucho menor al de los Gupta, el sur se encontraba fuera de sus dominios, dividido en tres reinos. Desde el Norte, se mantuvo en intenso contacto internacional, sobre todo con China. Así, el budismo fluyó en dirección Norte y Este a través de los viajeros chinos que llegaban a India en busca de instrucción religiosa. El brahmanismo, por otra parte se vio ampliado y transformado por el movimiento religioso denominado tantrismo, desprendido del sistema ortodoxo yóguico. Si bien se trató de un movimiento reaccionario al puritanismo ascético de la cultura brahmánica o sacerdotal, no llegó a constituirse en heterodoxia, pues según afirma Fernando Tola “se trata de una actitud tímida, que no se afirma abiertamente. Por un lado, dicha cultura sacerdotal ha marcado muy hondamente el alma india, la ascendencia moral de sus enseñanzas es muy grande, y el imperio que éstas ejercen en las conciencias es muy fuerte; y, por otro lado, los instintos naturales se rebelan y reclaman satisfacción. Se opta por un compromiso que permite no faltar al respeto que se debe a esos textos y a sus principios, y, al mismo tiempo, darle a esos instintos lo que les corresponde.[13]”
Desde el siglo VIII al XII, la India septentrional será disputada por diversos reinos locales. El noroeste será cuna de los estados rajputs, que buscando esconder su ascendencia extranjera se afanaron en reclamar un origen chatria y se aferraron al hinduismo ortodoxo[14]. El noreste, en cambio, verá el ascenso de la dinastía Pala, acérrima defensora del budismo. Con ella esta religión tendrá su última etapa de prosperidad dentro del Subcontinente. El tantrismo será de gran influencia para el budismo de ésta época, que verá el nacimiento de un tercer vehículo, el vajrayana (“vehículo del diamante”) de características mágicas. La irradación desde este centro bengalí, influirá en la dinastía Sailendra de Java, en Sri Vijaya, y en menor medida en los reinos pyu, mons y birmanos en Myanmar.
La india meridional también verá en este período el ascenso y caída de distintas monarquías. La dinastía de los pallavas por su procedencia brahmánica esparció el hinduismo en el sur de la península. La base tamil sobre la que ésta dinastía y la dinastía de los cholas dominaban, desarrolla el culto a la bhakti de influencias tántricas que se propagará por el norte de la India y marcará al hinduismo de modo duradero. Pallavas, pandyas y cholas son los responsables de repetidas invasiones a Ceilán. A partir del año mil, cuando la India del norte comience a enfrentarse con el Islam, los tamiles chola fruto de un intenso comercio con el Sudeste Asiático, serán los más prósperos del Subcontinente. Pronto disputarán la hegemonía marítima al reino sumatreño de Sri Vijaya.
La división política que caracteriza a este largo período se ve contrarrestada en lo religioso por el apogeo unificador del hinduismo. Los círculos cortesanos antes patrocinadores del budismo adhirieron al visnuismo y al sivaismo. Con el apoyo económico de las clases dominantes, la ventaja de culto que la stupa budista había tenido respecto del altar móvil del sacrificio védico, era superada por la construcción de templos permanentes hinduistas a lo largo de todo el país. Cholas y pallavas, desde el Sur, influyen en los reinos orientales javaneses. El golpe de gracia del triunfo final del hinduísmo frente al budismo estará dado finalmente por la obra de los grandes comentadores de textos filosóficos, que desde Shankara a Ramanuja, se suceden a partir del siglo VIII, inaugurando con sus sistematizaciones el período post-clásico o hinduista. El budismo hinayana mantenía sus últimos reductos en el sur. Celián, se verá liberado del asedio de los reinos meridionales por medio de una revolución que termina expulsando también todo vestigio de budismo mahayana, confirmando definitivamente la supremacía theravada del templo de Mahavira. Desde allí dejará sentir su influencia entre los birmanos. El budismo mahayana y vajrayana, relegados al noroeste del país, se proyectarán hacia el Tibet, China y el Sudeste, que serán las zonas que seguirán sus doctrinas cuando a fines del siglo XII las invasiones musulmanas procedentes de Afganistán destruyan la Universidad de Nalanda y acaben con 17 siglos de budismo en la India[15].
II. Las religiones en el Sudeste durante la indianización
Fu-nam
El más antiguo Estado indianizado del Sudeste Asiático extendió su poder entre los siglos II y VI d.C., desde lo que hoy es Camboya meridional y Vietnam meridional. Las crónicas chinas se refieren a él con el nombre de Fu-Nam, que posiblemente haya sido una derivación sinizada del término autóctono Bham, que significaba “montaña”, y que se cree figuraba en el título del soberano del país, el “rey de la montaña”[16]. La religión oficial del reino será el hinduismo sivaíta. En menor medida se adoptarán también formas visnuísta, y el budismo en su forma hinayana. El culto hindú a Siva en forma de linga o imagen fálica, en razón de su función reproductora, se irá estilizando en Indochina de manera gradual hasta simplificarse en un cilindro vertical sobre una base cuadrada. Los funaneses lo asociarán con sus tradicional concepción del origen de la realeza, y supondrán que Siva descendía continuamente de la montaña[17]. “El culto del linga Siva, unido al concepto de montaña sagrada, había de desempeñar un papel de suma importancia en la historia religiosa del Asia sudoriental, especialmente entre los khmers, que lo transformaron en un culto de los antepasados reales del que dependía en gran medida el sistema político y económico de su imperio[18]”.
Champa
A la vera del Estado de Funam, crecía el reino de Champa, primeramente ubicado en la zona del actual Vietnam central, pero luego se extenderá hacia el sur en detrimento de aquel, que le transferirá sus formas indianizadas. Vecinos directos de las coloniashan de Tonking, la población champ había recibido tempranamente el influjo de la civilización china como descendientes de aquellos indonesios sinizados que habían creado más al norte la cultura de Dongson[19]. El elemento más característico de esta cultura había sido el tambor de bronce, utilizado posiblemente con fines chamánicos. El chamanismo en Champa teñirá a la religión india heredada de Funam, sobre todo en su búsqueda vertical de conexión con los espíritus de los antepasados que moraban en el cielo. Así, el sivaísmo será también tomado como religión de Estado, pero la concepción ascética, guerrera y reproductora que de este dios se tenía en India, será trocada por una forma menos terrestre, cuyo espacio se limitará a lo celestial. Los arquitectos chams construirán sus santuarios como altas torres y acostumbrarán a colocar sobre el tejado de estas un pequeño linga, como símbolo sivaítico. Al convertir a Shiva en un antepasado divino, los reyes pasaban a ser su manifestación terrenal, salidos del linga. Esto llevó a la práctica original de crear un vocablo formado por el nombre del rey combinado con el del dios[20].
Chenla
Al norte de Funam, se encontraba el reino de Chen-La, quienes se consideraban descendientes de la raza mítica de los Kambuyas, que terminará plasmándose en el nombre moderno del país: Camboya. Grande era la oposición que este pueblo tenía con sus vecinos meridionales. Por un lado racial, puesto que los funaneses eran indudablemente de origen indonesio, mientras que los habitantes de Chen-la conformaban un homogéneo pueblo de raza khmer. La diferencia de mayores connotaciones culturales sin embargo estaba dada por sus geografías. Funam instalado sobre las costas del mar, era un reino abierto a las influencias extranjeras (lo que lo había convertido, como vimos, en el primer Estado indianizado), cosmopolita y religiosamente tolerante, fue hasta donde se sabe más bien pacífico. Chen-La, ubicado en las tierras altas de Indochina, debió ganar la afronta que la una naturaleza poco dotada le ofrecía, transformándose en un pueblo guerrero, que forzaba una agricultura difícil a través de la mano de obra esclava. Este necesario carácter obstinado del pueblo khmer se condecía bien con el ideal ascético del sivaísmo, que tomaron al conquistar finalmente al reino de Funam. De igual forma, la esclavitud, encontró en el hinduismo una excelente razón religiosa, al instaurar la idea de una sociedad de castas rígidamente establecida. Además del sivaísmo, se permitió la entrada del visnuismo, formas ambas del hinduismo que la practicidad khmer terminó combinando en la figura del Harihara. Esta divinidad era esculpida con forma humana, la mitad de la cual poseía los atributos del dios Siva, mientras que la otra parte mostraba aquellos atributos correspondientes a Visnú. Si bien en la India se han descubierto esculturas de Harihara, ninguna de ellas posee la antigüedad de las encontradas en Camboya[21]. El budismo, por otra parte, contrario a la diferenciación de castas, tendrá muy poca aceptación e incluso en determinados momentos será perseguido.
A mediados del siglo VI, Fu-nam se hallaba sumamente debilitado por las continuas inundaciones y el gobierno débil de un rey usurpador. Chen-la aprovechó el momento y atacó desde el Norte conquistándolos. Este movimiento expansivo no contempló la necesidad de una administración acorde a la amplitud del nuevo territorio, y tras poco más de un siglo Chen-la se terminó dividiendo en Chen-la de la tierra, y Chen-la del mar, aproximadamente los antiguos reinos de Chen-la y Fu-nam respectivamente. Las fuerzas marítimas de Sri Vijaya y de la recientemente poderosa dinastía Sailendra, intentarán aprovecharse de la situación, pero una revolución estaba por generar el más poderoso imperio que hasta entonces había conocido el Sudeste Asiático: el imperio khmer.
Pyu
Los pyus, que se habían establecido en el valle del Irawadi, correspondiente a la región central y superior del actual Myanmar, procedían inicialmente de Asia Central. Debido a su establecimiento temprano, ubicado en paralelo o inmediatamente seguido al de Fu-nam.[22], el budismo hinayana dispuso de varios siglos de ventaja para asentarse firmemente, antes de la llegada del mahayana. Por otra parte, por tratarse de una zona de poco atractivo comercial, el hinduismo, que prohibía a sus adherente la expatriación, regla que estos se animaban a transgredir solo en pos del enriquecimiento económico, tuvo una influencia tímida. El budismo en cambio siempre buscó difundir sus enseñanzas, y se acercó hasta las altas montañas de Myanmar, no sólo vía marítima, sino muy frecuentemente por vía terrestre desde el norte de India.
Sus orígenes tibetanos-mongoles daba a los pyu una inclinación hacia creencias mágicas, fue por ello que aunque entró muy tardíamente, el budismo vajrayana, procedente de la zona de Bengala, durante la dinastía Pala en India, tuvo su sacerdocio propio entre los pyu[23].
Eran al parecer un pueblo dócil, característica que incluso sorprendía a la dinastía budista china de los Tang, quienes en su crónica escribían “Sus habitantes aman la vida y odian matar … No se usa la seda, porque para fabricarla habría que sacrificar a un ser viviente: el gusano de seda.”[24]
La geografía montañosa de los pyu los llevó a la creación de templos de dimensiones pequeñas, que no eran lugares de culto para grandes congregaciones sino santuarios para una imagen u otro objeto sagrado. Así, el culto a las reliquias propio del budismo hinayana, fue fácilmente adoptado, y terminará influyendo en los birmanos que crearán sus características tsetiyas.
Mons
Contemporáneos a los pyu, se ubicaron en la baja Myanmar y Tailandia septentrional. Ubicados de forma tan cercana a India recibieron igual influencia que sus vecinos norteños pyu. El mayor contacto geográfico con el mar, no obstante, supondría una mayor influencia hinduista, pero lo cierto es que los mons no se destacaron por su actividad comercial (de hecho las rutas comerciales navieras pasaban lejos de sus dominios), sino por sus creaciones artísticas, fruto de las cuales ocuparán un lugar de importancia en la historia de los ambos países. Además, los mons nunca llegaron a organizarse en un reino centralizado, y por tanto no necesitó de una doctrina que avalara una sociedad piramidal en base a un sistema de castas.
La traición budista afirma que la conversión de los pueblos pyu al budismo theravada se inició con el envío de dos monjes al país de los mons por parte del Emperador Asoka, pero si obviamos este contacto legendario, deberíamos ubicar tal conversión cercana al siglo V. Así nos lo parece indicar la escultura que florecería entonces de clara influencia gupta en estilo e iconografía[25].
La lengua de los mons, estaba emparentada con la de los khmer de Chen la[26]. La influencia de este reino hinduista sobre lo mons llevó a algunos de sus reinos a la construcción de templos brahmánicos, en igual o mayor proporción que los budistas, aún cuando haya sido posiblemente el theravada su religión preponderante[27]
Sri Vijaya
A comienzos del siglo VII nos encontramos con el primer gran reino indonesio, el reino de Sri Vijaya. Su base se situaba en la actual ciudad de Palembang, en Sumatra, pero su influencia en plena expansión ya se extendía hacia algunas ciudades de Java y la península de Malaca. Sri Vijaya supo aprovechar su ubicación geográfica, sobre la ruta comercial que utilizaban los comerciante indios para llegar a las ciudades de Fu-nam y Champa, como así también la riqueza en alcanfor de la isla para, comenzar a desarrollar un fructífero comercio marítimo, cuya nombradía alcanzará al mundo árabe[28].
La isla de Sumatra, había sido por siglos paso obligado de las distintas migraciones que poblaron la región insular del sudeste. Esto, sumado a sus características montañosas, la dotaba de una gran diversidad de grupos culturales, que difícilmente pudieran ordenarse a un poder central. El hinduismo, aunque aventajó al budismo en varios siglos, no podía arraigar su sistema de castas en una población tan desintegrada. Sri Vijaya, a pesar de su poderío económico, siempre fue un reino de dimensiones geográficas pequeñas, la mayor parte de la isla se mantuvo al margen de sus designios, tanto política como culturalmente.
A fines del siglo VI, el budismo en India había comenzado su lento declinar, tras la caída del imperio Gupta en manos de los bárbaros hunos. El natural proselitismo de los misioneros budistas comenzó a extenderse hacia otros horizontes. La primera corriente en llegar será la hinayana, que al no distinguir castas fue bien recibida. Un siglo después le siguió su adversa mahayana. La mayor amplitud comunitaria que esta tenía, respecto del más restringido pequeño vehículo, se adaptaba más a un reino marítimo internacional. De esta forma fue rápidamente aceptada desplazando a su predecesora[29]. Otra razón importante para el arraigo del budismo mahayana fue el importante movimiento de comerciantes chinos[30], que compartían dicho credo. Las crónicas chinas nos hablan de un centro de estudios budistas en Sri Vijaya, a la que ellos llamaron Fo-che, donde se estudiaba la gramática sánscrita y se seguían las normas y ceremonias de igual forma que en la India.[31] Pero al contrario de ésta, los templos dejados por este reino han sido escasos. Una prueba más de la falta de recursos suficientes de mano de obra, y del basamento naval de su poderío.
Reinos javaneses
A la sombra del reino de Sri Vijaya había nacido en Java Central un pequeño reino independiente del que se tiene poca información y que ha pasado a la historia con el nombre de reino de Sanjaya por ser éste el nombre del último príncipe, del que se tienen por seguro que en el año 732 estaba a cargo del gobierno. La isla de Java, con una geografía menos abrupta que Sumatra, se prestaba más a un reino unificado de características agrícolas. El hinduismo llegado del sur de la India, fue adoptado como basamento filosófico de su estructura social, en su forma sivaíta. Mezclado con las creencias autóctonas que tendían a divinizar al rey, los reyes sanjayas se identificarán con el dios al que le rindan culto. Al oeste de Java, en cambio, la influencia de Sri Vijaya se había propagado religiosamente y los habitantes profesaban el budismo mahayana.
El ascenso del poderío naval de Sri Vijaya había puesto en jaque a las fuerzas peninsulares y tal vez haya sido uno de los factores por los cuales terminó cayendo Fu-nam en manos de Chen-la. En la región de java occidental, un nuevo reino, hacía su aparición: la dinastía Sailendra. Sus reyes declaraban ser descendientes de la casa real de Fu-nam[32], y como tales ostentaban los títulos de “Rey de la Montaña”. Su rápido crecimiento obligó al reino de Sanjaya a retirarse al oriente de la isla, en situación de reino vasallo.
El budismo mahayana característico de la zona por su cercanía a Sri Vijaya, pero también por ser el momento históricamente paralelo con el auge de la dinastía Pala en India, convertirá a los reyes Sailendras en fervientes defensores de esta doctrina. Desde Bengala llegaban monjes mahayanas y otros de tendencia tántrica o vajrayana.
El comercio marítimo antes prioridad de Sri Vijaya, empezará a compartir ganancias con esta dinastía. Los reyes sailendras no derrocharon sin embargo su riqueza en el derrocamiento de Sri Vijaya, sino en la construcción de grandes obras arquitectónicas. Si habíamos dicho que el reino sumatreño no legó a la posteridad grandes edificaciones, la dinastía Sailendra en Java nos legará en cambio una gran cantidad de ellas, entre las cuales se destaca el Borobudur. Colina natural recubierta arquitectónicamente, este poderoso edificio fue creado simbólicamente como unmandala tridimensional de la imagen del mundo según el budismo mahayana. Sus bajorrelieves, estatuas y stupas también seguían un orden ideatorio. El creyente marchaban a lo largo del camino de meditación teniendo a su derechas los bajorrelieves, y descubriendo una simbología cada vez más relacionada con la iluminación a medida que ascendía en su recorrido. Al contrario de los templos hinayanas de los pyu, los templos de java eran lugar de adoración, oración y meditación.[33] El agotamiento de los recursos en la inmensa tarea de construir estos monumentos debilitó a la dinastía Sailendra, del mismo modo que lo harían los khmers al construir Angkor.
En el siglo IX, la dinastía Chola del sur de la India comenzará a expandir su poderío y a apoyar a sus hermanos de fe de la región oriental javanesa. Estos fundan el reino de Mataran, pretendiendo seguir la línea del rey Sanjaya (por tanto sivaítas), derrocando a la decaída dinastía Sailendra, que un último esfuerzo logran hacerse del gobierno de Sri Vijaya con quienes por entonces estaban emparentados. Sin embargo el budismo nunca se terminará desarraigando del oeste de la isla, en los sucesivos reinos javaneses se mezclará con el hinduismo hasta lograr un sincretismo desconocido en India. Así, el último gobernante del reino de Singhasari, Kertanagara, será adorado tras su muerte como Siva-Buda.
Al este de Java el hinduismo se mantendrá más puro. La isla de Bali, se convertirá así al hinduismo cuando el rey Arlangga la conquiste y colonice.
El último reino indojavanés antes de la llegada de los musulmanes, será el de Mohopahit, el cual en el siglo XX, será presentado como precursor del país por los nacionalistas indonesios. Tras su caída la población de las islas abrazará el Islam. Balí, logrará mantenerse como el último baluarte de la cultura hindú javanesa.
Birmanos
De origen tibetano-mongol, los birmanos se asentaban primeramente en Kansu, desde donde fueron expulsados por los chinos en el siglo IX. Creían en la magia, y poseían una religión animista con culto a las almas de los muertos que llamaban nat. En su paso por Nan-Chao habían aprendido el arte de la guerra y la cría de caballos, ello los convirtió en fáciles conquistadores de los reinos mons. De ellos tomarán su cultura, pero como estaban emparentados por lengua a los pueblos pyu, se considerarán los continuadores de éstos. Por otra parte, la palabra con la que los birmanos se llamaban a si mismos, myanma, dio origen al actual nombre del país[34].
La región en la que los birmanos se asientan había la influencia del budismo vajarayana[35] llegada desde las regiones de Bengala y Tíbet,. Esta secta de características mágicas, se avino muy bien con las creencias mágico-animistas de los birmanos, a la vez que preparó el camino para la asimilación del budismo hinayana.
En sus últimos tiempos de independencia, los mons, debido al declive del budismo en el subcontinente, habían limitado sus contactos con éste, al sur de la India y la región de Ceilán. El más puro budismo theravada fluía hacia Myanmar, en el momento que los birmanos se expandieron hacia el sur. Cuando en el año 1056 es conquistada Pagan, el monarca birmano adopta el hinayana en desmedro del vajrayana. El celo de este rey por su nueva doctrina fue tal, que comenzó a conquistar ciudades con el fin de hacerse de textos budistas[36].
La creencia primitivas no fueron sin embargo olvidadas, sino ensambladas a las nuevas formas. Así, Buda paso a convertirse en un nuevo nat del panteón[37].

Thagyamin, Rey de los Nats, identificado con el buda Sakka (figura budista aparecida en los jatakas equivalente al Dios Indra del hinduismo)
La arquitectura mon fue también aprendida por los conquistadores, que la perfeccionaron y multiplicaron. La ciudad de Pagan pronto obtuvo el nombre de “La ciudad que cautiva a los enemigos” (arimaddanapura). Las crónica chinas notaron que hasta los monjes vivían en medio del lujo. Esto, sin embargo, tenía una explicación, los monarcas birmanos comenzaron a hacer de su palacios, verdaderos templos con fines rituales. La contrapartida de ello fue la construcción de nuevos templos conforme a esos palacios. De esta forma, paradójicamente, la vida monacal, nominalmente austera, se daba en suntuosos monasterios. Muchas veces estos templos se construían en las laderas de las montañas, como cuevas artificiales, llegando a una especie de forma intermedia entre la colina natural y el templo-montaña khmer[38].
Otro tipo de construcción característica fueron la tsetiyas o “recordatorios”. Derivados de las stupas indias, cientos de estos relicarios se edificaron en Myanmar. Los había pequeños, y también de grandes y muy ornamentados. Estos decorados no tenían un fin estético, no buscaban embellecer al edificio y cautivar la vista, sino que, como la misma construcción, no eran sino una ofrenda religiosa, tan ostentosa como pudiera permitirse quien la construía. De igual forma, acostumbraban a edificar estas tsetiyasen zonas elevadas, considerándose tanto más meritoria en la medida de su dificultad. Se cree que este proceder continuaba antiguas tradiciones, de un pasado montañoso. La función recordatoria de las tsetiyas estaba marcada por unos baldosones que se le adherían y que ilustraban en forma didáctica las vidas anteriores de Buda (jatakas).
La influencia mon fue notable. El desarrollo edilicio es tal vez su aspecto más notorio. Se sabe que India requirió de la labor de los arquitectos birmanos en la restauración del templo Bodhgaya, famoso santuario común a todas las sectas budistas. A su vez, la lengua mon se convirtió en lengua culta.
Pero la relación estrecha que los nuevos dueños del país establecieron con Ceilán, en momentos que este sufría grandes cambios[39], brindó una nueva tendencia que terminará conformando una entidad birmana propia, distinguida de la heredad mon.
A fines del siglo XIII los birmanos sufren el ataque de los mongoles, que terminan desarmando al reino. Tres siglos después un nuevo monarca reunificará el imperio desde Toungoo.
Imperio Khmer
Hacia el año 800 un descendiente del reino de Chen-la comienza la tarea de reunificar territorios. Las etapas de su marchar pueden seguirse a través de la impresionante serie de capitales que funda. Habría vivido con anterioridad en la corte de los Sailendras a causa de circunstancias difíciles de precisar[40]. Trayendo con él la cultura javanesa, toma el doble título de “Rey de la Montaña” y “Monarca Universal” (en sánscrito “chakravartin”) y de esta forma se declara liberado formalmente del yugo javanés.
Su sucesor Indravarman fundará la gigantesca ciudad de Angkor en base a un complejo sistema hidráulico. Y en medio de una ciudad, construida en el llano, creará el monumento más característico de su imperio: una montaña artificial en donde ser adorado como “Rey de la Montaña”. La invención nos plantea el problema de su origen. Hay quienes advierten un asombroso parecido arquitectónico y simbólico entre este templo de la ciudad de Bacón y Borobudur, aún cuando uno sea sivaíta y el otro budista. No dudan entonces en preguntarse “¿no sería acaso Bacón sencillamente el gran santuario real construido por Indravarman con el fin de igualar, por lo menos, a los reyes Sailendra, cuyos yugos los soberanos khmer trataron tan visiblemente de sacudir, rivalizando con su poderío?[41]”
En el curso de los siglos los nuevos soberanos repetirán este sistema de creación de ciudades con sus montaña-templo, siendo Angkor Vat (literalmente “Ciudad Templo”) la obra más grande y significativas todas, la obra maestra del arte khmer. Lo formidable de la empresa, para cuyo logro se requería de un Estado fuertemente centralizado, necesitó de una religión que impusiera una distancia infranqueable entre el rey y su pueblo. El rito de consagración del monarca como “Rey de la Montaña”, que por influencia javanesa, extendieron de manera póstuma, se convirtió en una verdadera religión nacional.
La influencia javanesa en los monarcas khmer los llevará a alternar su antiguo culto sivaíta, con otros visnuítas, o incluso búdicos. De hecho, Angkor es un templo dedicado a Visnú, pero está estructurado en estilo de mandala y combina esculturas del Ramayana con diversos Budas y Bodhisattvas.
A fines del siglo XII, el rey Jayavarman VII, ferviente budista, fundirá el culto del bodhisattva Lokesvara con el devaraja, buscando imbuir a Buda de la esencia de la divinidad real e instalado en la montaña en el centro mágico del universo.[42] Si bien, se considera que desde entonces el budismo se convirtió en la religión dominante en Camboya[43], no fue por la iniciativa de este monarca. Su idea finalmente fracasó. La economía del país comenzaba a resquebrajarse y los reyes siguieron profesando credos hinduistas o mahayanas, pero dejaron de construir templos-montañas. La masa de la población, en cambio, alejada del culto de la clase gobernante, se fue trasladando lentamente al budismo hinayana, por influencia de los tailandeses y los mons que formaban parte del imperio. “Este budismo cingalés era una religión esencialmente democrática que exigía a sus miembros una vida de austeridad, de meditación y de paz interior. En ello contrastaba claramente con la fe hierática y ritual del sivaísmo y del budismo del mahayana y se oponía directamente a la teocracia de Angkor[44]”.
Conclusión
La cultura india llegó al Sudeste tal vez por razones prosaicamente comerciales. Los resultados empero, fueron espiritualmente mucho más profundos. El arribo del hinduismo en las costas de Camboya dotó a la población autóctona de una religión desarrollada. Esta parecía ensamblarse bien, en su forma sivaíta, con la concepción indígena del nacimiento de la realeza. Los reyes de Funam tenían por título “Rey de la montaña”, pues se consideraban venidos de esta, mientras que en India, Siva solía ser visto como un ser que tras sus meditaciones bajaba al mundo de su monte. La representación de esta divinidad en su forma de linga quedó entonces rápidamente asociada al culto a la montaña.
Los chams también se nutrieron de esta secta, y por sus concepciones chamanísticas, vieron a Siva como un antepasado común a sus reyes que moraba en el cielo.
La necesidad de mantener un sistema social jerarquizado hizo a Chen-la un protector del hinduismo. Su natural pragmatismo, sin el cual no hubieran subsistido en sus tierras sin litoral, los llevó a cierto sincretismo, como la figura de Harihara que unía los atributos de Siva a los de Visnú.
El proselitismo de los budistas hinayanas del sur de India llegó hasta los inaccesibles territorios de los pyu. Eran personales dóciles que fácilmente adoptaron una religión que profesaba la no violencia. Desde Bengala llegó también el vajrayana. La forma tardía de su ingreso podía haber hecho fracasar su intento de conversión, pero el pueblo pyu cargaba con un pasado religioso de tintes mágicos, y parte de su gente adoptó esta forma de budismo.
Al igual que los pyu, los mons serán receptores de las formas hinayanas, que por sus características comunitarias se adaptará perfectamente a su pequeños reinos y les dará una base para el desarrollo de un arte y arquitectura adelantados. La relación lingüística y geográfica que tenían con los khmer dará cierto espacio para el hinduismo.
La dinastía Pala irradiaba su doctrina budista en todas direcciones. En Sumatra, el internacional reino comercial de Sri Vijaya vio con buenos ojos esta doctrina que se abría al encuentro de la comunidad mundial, y que además era compartida con los ricos comerciantes chinos.
Los sailendras de la región occidental de Java, disputaron tiempo más tarde la soberanía comercial de Sri Vijaya; por iguales razones aceptaron y defendieron la doctrina mahayana que recibían en doble influjo desde Sumatra y Bengala. Al contrario que sus enemigo sumatreños, los sailendras no se limitaban a un control marítimo, sino que contaban con mejores bases terrestres. De esta forma construyeron los más grandes monumentos budistas del Asia sudoriental.
Los reyes de Java central y oriental poseían un territorio abierto, proclive a la agricultura, donde fundar monarquías centralizadas. El hinduismo que adoptaron les sirvió para ordenar a su sociedad. Por otra parte, sus creencias primigenias en un rey divino, la combinaron con las características propias del dios Siva con quien identificaron a sus monarcas. Cuando se extendieron hacia el oeste, se empaparon del budismo de la región, y llegaron a formas inusitadas de sincretismo, como la de divinizar a un rey como Siva-Buda.
Al ingresar a la península los birmanos descubrieron el budismo vajrayana que se acomodaba bien a sus concepciones animistas y de culto a los espíritus de los antepasados o nat. Buda se convirtió en un nat más del panteón. La conquista de los pueblos mons los subyugó con una cultura mucho avanzada que la propia. En la emulación de sus modos abandonaron la forma tántrica y abrazaron el hinayana. La arquitectura religiosa también fue heredada; con ella crearán formas inexistente entre los mons e incluso en India.
Los gobernantes del gran imperio khmer trasladaron tradiciones javanesas a su territorio, que mezclaron con las formas propias de su anterior reino de Chen-la. Las formas hinduistas de este alternaron con el budismo mahayana java occidental. La idea de un dios de la montaña divinizado e instalado en el eje central del mundo, trasladada a la construcción de impresionantes ciudades-templos, permitió la creación del mayor imperio que haya tenido jamás el Sudeste Asiático.
La cultura india ha teñido con sus colores característicos a los distintos pueblos del Asia sudoriental. El resultado del proceso se plasmó en una variadísima gama de formas que no pueden explicarse en una base virgen y pasiva que sólo se limitó a recibir sin poner nada de suyo.
La distinción entre las creencias indias originales y sus supuestas emulaciones, deja entrever notorias diferencias. Muchas tendrán seguramente raíces foráneas, como la situación política en India, los distintos momentos de arribo, la situación internacional. Otras, como se ha intentado mostrar en este trabajo, parecerían estar en relación con las características que los indígenas tenían de propio. Siendo así es posible afirmar que el proceso de indianización no fue exclusivamente determinado por los indios. No se trató nunca de un monólogo sino de una conversación. Hubo una población autóctona que recepcionó esa cultura, y lo hizo de acuerdo a sus concepciones, a sus necesidades, a sus circunstancias históricas. Los elementos indios fueron tomados, modificados, exaltados en determinados aspectos, y muchas veces combinados y transformados, en formas que no existían entonces en el subcontinente. Los resultados de este encuentro fueron por ello tan variados.
El estudio retroactivo de las formas autóctonas a partir de los reinos ya indianizados resulta posible y tanto más rico en la medida del conocimiento que tanto de las culturas primigenias como de la cultura india tenga el especialista en Sudeste Asiático.
Creemos que un estudio más profundo y preciso de los temas aquí tratados, a la vez comprensivo de facetas por nosotros omitidas, y abarcativo de culturas indígenas que no hemos considerado, puede dar a luz sobre elementos oscuros de las tan poco conocidas formas pre-indianizadas.
Bibliografía
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[1] Es frecuente encontrar en los manuales el término hinduización, que resulta reduccionista en tanto limita el bagaje cultural que el Sudeste recibió de India a la religión hinduista. Ver, por ejemplo, Renou, Louis; El hinduismo; tr. Lisandro Z. D. Galtier; Editorial Universitaria de Buenos Aires; Buenos Aires; 1960; págs.41-42
[2] El famoso Canto del Señor o Bhagavad Gita, que es al indio lo que la Biblia al mundo cristiano , se encuentra incluido en el Mahabharata, la mayor obra epopéyica.
[3] Cf. Villiers, John; Asia sudoriental; tr. Fernando Santos Fontenla; Siglo XXI Editores; México D.F.; 1992; pág.9
[4] La fecha de finalización sin embargo no es tan sencilla de delimitar. Si bien la islamización del Sudeste Asiático, iniciada tras la conquista musulmana de la India en el siglo XIII, dio un cierre final a la indianización, desde el siglo VII esta se había visto sumamente debilitada al cerrarse las rutas comerciales en Mesopotamia por la irrupción del Islam.
[5] Desde el implantamiento de la primer gran dinastía del país, la de los Maurya (siglos IV-II a.C.), el budismo había recibido el apoyo sucesivo de los distintos gobernantes. Los Kusanas también apoyarán al budismo, y con más razón, puesto que al ser extranjeros, una religión que no distinguiera clases los ponía en igualdad de condiciones con los indígenas.
[6] Krisna es una personificación de Visnú.
[7] Cf. Embree, Ainslie T. y Wilhelm, Friedrich; India; tr. Dieterich, Antón y Carrillo, María Isabel; Siglo Veintiuno Editories, México D.F., 1998, pág.100. También cf. Renou, Louis; El hinduismo; ob.cit.; pág.127
[8] Smart, Ninian; Atlas Mundial de las Religiones; tr. Nuria Caminero Arranz; Koneman, Gutersloh (Alemania); 1999; pág.43
[9] cf. Ìdem; pág.44
[10] cf. Renou, Louis; El hinduismo; ob.cit.; pág.128
[11] Literalmente “puntos de vista” (darsana; de la raíz drs-, “ver”)
[12] “el jefe heftalí [huno], Mihirákula, a comienzos del siglo VI, se declarará sivaíta, así como su afortunado adversario Yacodharman, de Mandosor, o como, algo más tarde, Chacanka, del reino de Gauda, con quien chocó el emperador Harsha” en Renou, Louis; El hinduismo; ob.cit.; pág.129
[13] Tola, Fernando en Tola, Fernando y Dragonetti, Carmen; Yoga y Mística de la India; Kier; Buenos Aires; 1978; pág.45
[14] Al parecer los gobernantes rajputs tenían ascendencia extranjera. De allí su vehemencia en reclamar un pasado chatria que pudiera insertarlos en el sistema de castas indio. Cf.Tapar, Romila; Historia de la India I; tr.Carlos Villegas García; Fondo de Cultura Económica; México D.F.; 1969; pág. 286
[15] cf. Smart, Ninian; Atlas Mundial de las Religiones; tr. Nuria Caminero Arranz; Koneman, Gutersloh (Alemania); 1999; pág.59
[16] cf. Groslier, Bernard Philippe; Indochina y Malaca; tr.Margarita Fontseré; Praxis – Seix Barral; Barcelona; 1962; pág.53
[17] La idea tradicional posee claras reminiscencias a la llegada de los pobladores autóctonos desde la región septentrional, de características montañosas.
[18] Villiers, John; Asia sudoriental; ob.cit.; pág.54
[19] cf. Groslier, Bernard Philippe; Indochina y Malaca; ob.cit.; pág.68
[20] cf. Villiers, John; Asia sudoriental; ob.cit.; pág.99
[21] Ídem.; pág.134
[22] Ídem.; pág.113
[23] cf. Rawson, Philip; Asia Índica I; tr.Domingo Santos; Ediciones Folio; Barcelona; 1995; pág.82
[24] Trozo de la traducción de H.G.Luce, The Ancient Pyu de la Burma Reseca Society Publication Nº 2 del Año del Ciencuentenario, Rangoon, 1960, págs.318-319 Citado en Griswold, A.B; Birmania; en Birmania, Corea, y Tibet; tr. Jorge Deike y Carlos Martín; Praxis – Seix Barral; Barcelona; 1964; cap.I; págs 10-11
[25] cf. Villiers, John; Asia sudoriental; ob.cit.; pág.117
[26] Incluso se cree que antes de la llegada de los pueblos birmanos-tibetanos toda la región central y occidental de Indochina hablaba lenguas mon-khmer. Cf. Ídem.; pág.116-117
[27] cf. Griswold, A.B; Birmania; ob.cit.; pág 9
[28] Bruhat, Jean; Historia de Indonesia; tr. Magda Logouri; Editorial Universitaria de Buenos Aires; 1964; pág.18
[29] cf. Villiers, John; Asia sudoriental; ob.cit.; págs.38-39
[30] Hasta el día de hoy los chinos componen la minoría étnica más importante de Malasia, tras los malayos. Cf. cf. Smart, Ninian; Atlas Mundial de las Religiones; tr. Nuria Caminero Arranz; Koneman, Gutersloh (Alemania); 1999; pág.84-85
[31] cf. Villiers, John; Asia sudoriental; ob.cit.; pág.76
[32] Algunos autores parecen estar a favor de esta teoría de la ascendencia funanense de la dinastía Sailendra mientras otros se manifiestan claramente en contra. Ejemplo de la primera cf. Groslier, Bernard Philippe; Indochina y Malaca; ob.cit.; pág. 94 Para un panorama de las opiniones están encontradas. cf. Villiers, John; Asia sudoriental; ob.cit.; págs.80-81
[33] Se pueden hallar detalles de su simbología en Wagner, Fritts; Indonesia; tr. ; Praxis – Seix Barral; Barcelona; 1961; págs.103-105
[34] El nombre Birmania derivada del inglés Burma, fue una deformación que los ingleses hicieron del nombre mranma. cf. Otero, Edgardo; El origen de los nombres de los países del mundo; De los cuatro vientos; Buenos Aires; 2003; págs.268-269
[35] Surgen algunas contradicciones sobre el orden de llegada del budismo tántrico y el hinayana. Cf. opiniones opuestas en Ídem. pág.121 y Griswold, A.B; Birmania; ob.cit.; pág.14
[36] cf. Villiers, John; Asia sudoriental; ob.cit.; pág.122
[37] Ídem.; pág.121
[38] Griswold, A.B; Birmania; ob.cit.; págs.24-25
[39] cf. Supra pág.6 párrafo.2
[40] cf.Groslier, Bernard Philippe; Indochina y Malaca; ob.cit.; pág. 95
[41] Ídem..; pág. 106
[42] cf. Villiers, John; Asia sudoriental; ob.cit.; pág.179
[43] cf. Mazzeo, Donatella y Antonini, Chiara Silvi; Civilización Khmer; tr.J.Blanco Catala; Mas-Ivasrs Editores; Verona; 1972; pág.104
[44] Villiers, John; Asia sudoriental; ob.cit.; págs. 188-189