“No es que fuéramos amigos de mucho tiempo. Nos conocimos recién en ese último año. Desde ese entonces estábamos juntos en todo momento. Comíamos juntos, escuchábamos música juntos, dormíamos juntos. Hace tanto tiempo necesitábamos los dos de un amigo, que nada había que no nos confiáramos el uno al otro…”

Clarice Lispector

 

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«Grandes Amigos» tiene su origen en el ciclo «Queerdance», basado en la estética Queer, y curado por Alejandro Cervera para el Centro Cultural Rojas. Mayra Bonard, su directora, es también coreógrafa, bailarina y actriz. Ha integrado, desde sus inicios en 1990, el grupo “El Descueve”, con el que creó distintas obras y obtuvo importantes premios y subsidios. Dirigió también “Criatura”, “Todos contentos”, “Patito Feo” y participó en la creación conjunta de “La Fortuna”, “Corazones Maduros “y “Hermosura”, todas obras de “El Descueve”. Además, junto al mismo grupo participó en la creación e interpretación de “Villa Villa”, de “De La Guarda”.

Maximiliano Michailovsky y Alfonso Barón son los intérpretes de la pieza. Ambos ponen sus cuerpos literalmente al servicio de ésta y forman un equipo que se funda en una complementareidad que parte de un juego de opuestotes bien delimitado. Desde el comienzo, todo en ellos está en aparente oposición.

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Un escenario bastante despojado, unas sogas que se amarran y el sonido del agua  colocan al espectador en el puerto de alguna ciudad. Allí, los muchachos despliegan su juego. Un juego de seducción, de atracción y rechazo, de constante tire y afloje en el que impera el fluir de una energía que los atrae tanto como los repele, una energía que fluye poderosamente entre ellos.

Michailovsky, de cuerpo escultural y expresión más bien tierna, ofrece su potentísima voz en variadas facetas, entre ellas, cabe destacar una versión arreglada de “Hunter” de Bjork y, por sobre todo, un fragmento lírico que, en una sala pequeña como la del Teatro Beckett, resulta conmovedor. Por su parte, Barón pone al servicio absoluto de este juego la destreza de su cuerpo, una danza profundamente masculina que despliega la plasticidad de un sujeto que pareciera estar en permanente expansión, una expresividad quizás más dura bajo un rol en apariencia dominante.

 

Es el cuerpo, entonces, el gran protagonista de esta pieza. Pocas son las palabras, pocos los diálogos. Importante la comunicación, por presencia, por ausencia; pues negarse es también una manera de llegar al otro. La relación entre ambos trasciende lo sexual, se trata de una visión que atraviesa los estereotipos para desarmarlos; y recurre a la danza y a la música para decir lo indecible. Éstas parecen puestas en función de la dramaturgia, parecen asistirla allí donde se imponen y, sin embargo, se vuelven protagonistas. Danza, música  y teatro forman, así, un tandem de imágenes en el sentido enorme de la palabra.

Cabe también destacar el trabajo de Marcelo Álvarez con las luces y el de Diego Frenkel con la musicalización, los cuales completan el espectáculo.

De este modo, y partiendo de una sensualidad que se instala desde el comienzo, Mayra Bonard hace convivir en escena de manera armónica estéticas que remiten a espacios bien distintos como el de la ópera, el canto lírico, el video clip, el cine, el pop; todas ellas maneras diferentes de abordar el mundo, que vienen a enriquecer el diálogo.

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Decía Melville, hombre de mares, que es imposible adentrarse por completo dentro del alma ajena; quizás “Grandes amigos” nos hable de la complejidad de los vínculos humanos, de esas sogas que extendemos hacia el otro y nos dejan a veces atrapados en nuestro propio vacío, jugando a las escondidas, o con una voz tarareándonos al oído: “… you could smell it / so you left me on my own / to complete the mission / now i’m leaving it all behind / i’m going hunting / i’m the hunter / you just didn’t know me”[1].

Breve entrevista a Mayra Bonard

mayra bonard

“Grandes amigos» se presenta por primera vez en el ciclo «Queerdance» del Rojas, ¿cómo surge esta historia?

La propuesta surgió de Alejandro Cervera, que me llamó para crear una obra para el ciclo queer. Yo me lo tomé como una experiencia,  me embarqué muy de lleno y placenteramente, y lo que salió en los ensayos era muy rico. Mas allá de la relación de estos dos hombres que muestro, lo más interesante es la singularidad de cada uno, es decir, de algún modo todas las cosas pueden ser queer, según cómo y desde dónde se las mire.

¿Cómo trabajaste en la articulación de música, teatro y danza?

El primer inspirador fueron los dos intérpretes, quienes intuitivamente pensé que funcionarían ya desde la presencia física (uno más bien pequeño y delicado, el otro robusto y atractivamente tosco) y por el lenguaje expresivo que manejaban (uno el cuerpo y otro la voz). Aunque todo surge y se funde sin que podamos asir el límite claro entre parte bailada, parte cantada, parte actuada. Creo que esto es un hallazgo que tiene la obra. No es un musical en el sentido más conocido del género, ni es una obra de danza abstracta, aunque tiene canciones y tiene momentos coreográficos intensos. Encontré un devenir de situaciones en donde la poética y el estado de los personajes son aún más importantes que los recursos.

afiche obra

¿Desde dónde, en qué sentido, Clarice Lispector dispara «Grandes amigos»?

Esto es una idea equivocada, Lispector no disparó «Grandes amigos», yo la traje ya muy avanzado el proceso, porque reconocí algo en unos textos suyos que me conmovió y que ligué profundamente con la obra. Al ser el texto de otra índole, justamente, le suma capas de sentido a la dramaturgia. Pero la tradujimos al francés, y se subtitula en vivo.

¿Por qué Lispector? ¿Cómo fue tu acercamiento a su obra?

Dos amigos, Hugo Mujica y Teo Wainfred fueron quienes me prestaron el primer y el segundo libro de ella que leí. Se los agradezco mucho. A cada rato leo algo de ella, siempre tengo uno de sus libros en la mesa de luz. Me inspira, me acompaña, me identifico con su percepción del mundo y de las cosas.

¿Cómo fue el trabajo con los textos? ¿Surgen de improvisaciones, son tuyos, o son adaptaciones?

Las tres cosas a la vez. Yo escribí varios textos ya avanzada la obra, y los adapté luego de ver cómo funcionaban en ellos, también tomando cosas surgidas de improvisaciones. El de Clarice Lispector sí es una adaptación, un tipo de cirugía estética literaria que no quedó otra para que funcionara, aunque creo que la poética se mantiene. Lo tomé ya avanzada la obra también, es decir, yo estaba en plena ebullición creativa, leí ese texto y aunque hablara de otro tipo de amistad (entre una joven y un joven, una amistad adolescente). El texto tiene algo muy amoroso, ahí fue que me cerró que estos amantes se quieren y son amigos sinceros.

 

Sobre El Autor

Licenciada y Profesora en Letras por la Universidad de Buenos Aires. Escribe poesía, literatura infanto juvenil, y se dedica también a la dramaturgia. Se formó como actriz con Carlos Gandolfo, Augusto Fernándes y Pompeyo Audivert, entre otros maestros. Da clases de literatura, talleres de escritura y de teatro. Co-fundadora y Jefa de Redacción del portal Evaristo cultural, es editora del sello Evaristo Editorial. Como periodista cultural, colaboró a su vez en diversas publicaciones (Revista Crítica de la Universidad Autónoma de Puebla -México-; Agulha Revista de Cultura -Brasil-; Hablar de Poesía -Argentina-, entre otras). Se dedica también al trabajo social. En 2019 recibió la Beca Creación del Fondo Nacional de las Artes para su proyecto Poéticas de la percepción / Entrevistas sobre poesía. Es parte del equipo de Gestión y políticas culturales de la Biblioteca Nacional Mariano Moreno.

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