Traducción de Blas Piñero Martínez
Este mes sumamos gustosos entre las filas de nuestros colaboradores al señor Blas Piñero Martínez, quien nos alcanza una selección de poesías de quien fuera considerado el padre de la literatura china moderna.
Caligrafías originales de la mano de Luxun.
Escrito sobre un pequeña fotografía de mí (1903)[1]
La tribuna del alma no piensa huir de las flechas de la divinidad, con determinación y a
oscuras el viento y la lluvia entran en el viejo jardín.
Envío mis intenciones a las frías estrellas[2] y el cálamo[3] no presta atención[4], yo ofrezco mi sangre al emperador Shun[5].
Caligrafías originales de la mano de Luxun
Acostumbrado a pasar la primavera en la larga noche (1931)[6]
Acostumbrado a pasar la primavera en la larga noche, cuido a mi mujer e hijos -en sus témpanos hay seda.
En sueños veo con claridad las lágrimas de mi madre; en las murallas cambian la ilusión y las banderas de los grandes señores.
Sufro al ver la vida de mis amigos convertida de nuevo en un fantasma; la indignación se dirige al manojo de cuchillos y se esfuerza por obtener el poema breve.
Recito un canto y lo interrumpo; cabizbajo, no hay nada que pueda escribir. La luz de la luna, como un agua pura, baña a los hábitos oscuros.
Mis respetos para el señor Obara Ejiro, que llevaba orquídeas en el regreso a su país (1931)[7]
El árbol de la pimienta[8] quemado y las grosellas[9] rotas, los hombres excelentes envejecen. En soledad las orquídeas no muestran el menor movimiento ya sujetas al peñasco, ellas culminan la madurez de su corazón
¡Cómo echo de menos la fragancia de aquél a quien ya he dejado atrás, en la distancia![10] Así al país, como a un borracho, le crecen espinas.
El espíritu de Xiang[11] canta (1931)[12]
Antiguamente se decía que las aguas del Xiang eran de jade verde como si hubieran sido contaminadas. Hoy día se dice que las aguas del Xiang tiene restos rojos y densos.
El espíritu de Xiang se asea reflejándose en las aguas del Xiang, blanco como la blanca luna que se observa entre las nubes rojizas tras la puesta del sol.
Altas colinas[13], solitarias en medio del horror y la noche; la planta y la fragancia, en hielo y desvanecida, carecen de primavera.
La agitación ha acabado, ya no se escuchan a las intérpretes de la cítara de jade[14], la paz sublime está realizada y llenas están las Puertas de Otoño[15].
Dos poemas sin título (1931)[16]
El gran río, día y noche, lleva su corriente hacia el país del Este[17]. Hecha justicia, los Héroes[18] se alejan otra vez[19].
La elegancia mostrada por las Seis Dinastías[20] se ha convertido en un antiguo sueño. En la Ciudad de Piedra la luna es como una oz.
……
La tribuna de la Lluvia de las Flores[21] esconde las lanzas rotas de dos puntas[22]. En el lago Sin Inquietud[23] permanecen las delgadas olas.
No es visible la Bella toda llena de consideración[24] y vuelve el recuerdo: el río y el cielo muestran el gran canto.
La sangre en el lugar del origen hace crecer la hierba resistente[26]. El hielo en la gran tierra produce las flores de la primavera.
Los Héroes tienen muchos problemas, los Consejeros están enfermos. Las lágrimas mojan la alta montaña ahí donde los cuervos arman su charivari en el crepúsculo[27].
Mis escritos son como la tierra, ¿qué desean? Oriento mi cabeza hacia el país del Este[29] y las nubes estimulan el pensamiento de los sueños.
Lo que odio: los bosques perfumados[30] y el vacío que dejan atrás. La orquídea de la primavera y el crisantemo del otoño[31] no comparten la misma estación[32].
Cubierto por el aura de las Flores excelentes de la Fortuna[34], ¿qué deseo hacer? Antes de atreverme a cambiar de lugar, el cuerpo ya ha sido golpeado.
Atravieso la ciudad ruidosa con el sombrero roto y el rostro escondido. En la barca agujereada, vino en mano, floto en medio de la corriente[35].
La frialdad de las cejas horizontales hace frente a los dedos desafiantes de los mil señores; cabizbajo, me muestro dulce como el buey de los niños[36].
Me refugio en mi pequeño habitáculo, qué importa que sea invierno o verano, primavera u otoño.
El viejo país[38] en luto y encerrado por las nubes de tinta, la noche distante en la lejanía se separa de la primavera.
En el crepúsculo del año, ¿cómo resisitir de nuevo a la desesperación? Con el vino en la mano degusto un plato de pez globo[39].
……
La chica del país de Wu[40] de dientes blancos[41] canta Las ramas del sauce[42]. El vino se ha acabado, los hombres están en paz y llega el fin de la primavera.
Sin fin, el antiguo sueño precede a la ruina y a la intoxicación; solo ante lámpara, en su sombra evoco el recuerdo del poeta Zigui[43].
En el lago de Dongting el árbol caído y desnudo, el cielo en lo alto[45]. El negro de las cejas y el rojo del simio son como los uniformes de la guerra.
En esta orilla hay gente que no puede dejar de recitar poesía[46]. El murmullo incierto de las olas de otoño echa a perder mi lamentación del exilio[47].
¿Cómo poseer todavía la generosidad de los viejos tiempos? Flores abiertas, flores marchitas, ambas estaban así en el principio.
¿En qué momento las lágrimas han sido lavadas por las lluvias del Sur? De nuevo lloraremos por un hijo sano[49] nacido en este pueblo[50].
La chica del país de Yue[52] de ojos brillantes ya maquillada en la mañana, el agua del nenúfar[53] y el viento del lotus[54] son el viejo país.
La alegría no se ve cuando canta una nueva melodía[55]. Por la mañana las nubes son como el fuego arrojado sobre las aguas claras del río.
……
La chica del país de Qin[56] hace vibrar a las cuerdas del arpa de jade. El polvo de las vigas se entusiasma en el viento ligero de la noche[57].
De repente las notas se aceleran y las cuerdas de hielo se rompen, sin embargo se ve una estrella de estruendoso movimiento que se apresura por huir.
Diez mil caras negras tragadas por los gusanos de los bledos[59] y me atrevo a cantar la canción que conmueve al dolor de la tierra[60].
Las inquietudes del corazón, punzantes y grandiosas, se extienden por el vasto universo. En el silencio oigo, asustado, el trueno[61].
Improvisado en las ruinas del otoño del año de Hai[62] (1935)[63]
Ya asustado de que la purga de otoño haya descendido, me atreveré a poner la pluma sobre la primavera templada.
En el vasto mar de polvo hundiré los cien sentimientos. El viento de oro[64] toca la flauta y cien mandarines marchan[65].
……
El Viejo regresa a los campos del arroz silvestre[66] y de los cálamos de la gran orilla tanto como puede. Sueño que cae de las nubes vacías, los dientes tienen frío.
Lleno de horror, oigo en mi desolación el canto del gallo[67], levanto la vista y contemplo la gran cuchara que se forma en el Norte[68], exausta, tocando el horizonte.
© Blas Piñero Martínez (2007) por la traducción en español