La revista argentina Hombre, aparecida a mediados del año 2003, presenta un discurso emergente sobre la masculinidad. Sabemos que las categorías asociadas a la comunidad masculina o femenina no están determinadas por diferencias biológicas sino que son una construcción cultural determinada sociohistóricamente. En este sentido, Hombre presenta la estructura de un manual práctico, informal y en buena medida explícito que dicta las estrategias a seguir para conquistar y tener relaciones sexuales con mujeres. El lector propuesto por la revista es un hombre heterosexual y bien acomodado de unos 30 años, soltero o que mantiene relaciones de pareja informales, poco interesado en lo político o académico pero obsesionado con el sexo, y que busca socializar entre sus pares masculinos métodos para doblegar la reacia voluntad amorosa femenina. Con una tirada actual que supera los cincuenta mil ejemplares mensuales, Hombre habilitó en el país un nuevo nicho discursivo y de mercado para las llamadas revistas masculinas.

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  1. Introducción

La noción de género (gender) se refiere a categorías sociales –que incluyen comportamientos, roles e imágenes– asociadas a la comunidad masculina o femenina. Estas representaciones, sin embargo, no están determinadas por diferencias biológicas sino que son una construcción cultural determinada sociohistóricamente (cf. Mesthrie 2001: 336). El análisis lingüístico-discursivo de los discursos sociales permite revelar distintos aspectos de la construcción de estas representaciones sociales.

Nos proponemos analizar algunas características discursivas de la revista Hombre que construyen un lugar novedoso para la representación de la masculinidad en la cultura argentina. La revista Hombre, aparecida a mediados del año 2003, se presenta a sí misma como un espacio nuevo, necesario y privilegiado de circulación de un discurso sobre lo masculino y de una serie de representaciones asociadas a éste. Por otro lado, Hombre es la manifestación local de la reciente expansión a nivel mundial del género discursivo revista masculina y habilitó –o quizás recicló– en el país un nicho discursivo y de mercado que poco después compartiría con otras publicaciones similares (Maxim, Gabo, Tendencias Hombre, Brando, Premium, etc.). Según datos del Instituto Verificador de Circulaciones, Hombre viene superando durante 2008 los 50 mil ejemplares mensuales de circulación. Estas cifras revelan su enorme impacto social.

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  1. Marco teórico, corpus y metodología

La complejidad del discurso sobre la masculinidad en la revista Hombre precisa ser abordado desde un abanico de perspectivas. Decidimos organizar nuestro trabajo alrededor de tres objetos de análisis: los dispositivos de enunciación (Benveniste 1980 [1966]; Ducrot 1984), la estructura textual (van Dijk 1983 [1978]) y la constitución de metáforas (Lakoff 1992; Lakoff y Johnson 1991 [1980]). Este análisis lingüístico-discursivo múltiple busca delimitar algunos rasgos discursivos de las representaciones sociales asociadas al universo masculino que presentan un funcionamiento conjunto y complementario dentro del espacio textual de la revista. Estos rasgos discursivos y las representaciones que movilizan pueden servir, en última instancia, para delimitar una manifestación específica del género discursivo revista masculina.

En primer lugar, el estudio de los dispositivos de enunciación, específicamente de la deixis pronominal, intenta comprender cómo se construyen los lugares simbólicos de locutores (figuras discursivas que se hacen responsable por el enunciado; cf. Ducrot 1984: 134 y ss.) y alocutarios (figuras discursivas a quién el locutor declara dirigirse; cf. Ducrot 1984: 136 y ss.) y qué relaciones se establecen con los terceros discursivos. El recorte pronominal en la revista Hombre se juega alrededor del eje de la pertenencia o no al género masculino, y de las diferentes caracterizaciones de esta pertenencia. En segundo lugar, el estudio de la estructura textual busca dar cuenta de la macroestructura global, es decir, de la representación abstracta de la estructura global de significado, o tema, de un texto (van Dijk 1983 [1978]: 55 y 58). En tercer lugar, el estudio de la constitución de metáforas rastrea interrelaciones entre campos conceptuales distintos. La metáfora opera actualizando y modificando un campo conceptual nuevo o menos conocido a partir de los conceptos e implicaturas propios de un campo conceptual más conocido o próximo (Lakoff y Johnson 1991 [1980]: 41).

El corpus de análisis se compone de los primeros seis números de la revista Hombre, aparecidos entre agosto de 2003 y enero de 2004.

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  1. Dispositivos de enunciación

3.1 Manifestaciones del nosotros

Rastreando la deixis pronominal, hallamos que la revista Hombre presenta un rico juego de inclusión y exclusión que se presenta de forma permanente, y muchas veces explícita, como lugar textual privilegiado para recortar la particularidad de la voz enunciadora.

En primera instancia, el pivoteo deíctico –manifestado a partir de pronombres personales y marcas de persona en las desinencias verbales– toma como eje los géneros masculino y femenino, entendidos como categoría sociales: la voz enunciadora se incluye alternativamente en un nosotros masculino y plural[1] (que incluye al alocutario) o en un nosotras femenino y plural (que excluye al alocutario). Aun cuando prime claramente la primera asociación, la clave radica en la alternancia discreta entre una voz y otra, asociadas a un sexo y a otro. Es decir, los recortes deícticos, y sus anclajes en los referentes masculino y femenino, no amalgaman sus posiciones. Esta separación opera, a su vez, en los espacios textuales diferenciados y delimitados que hombres y mujeres ocupan dentro de la revista.

En segunda instancia, se producen recortes dentro de los señalamientos referenciales –masculino y femenino– que producen estos elementos deícticos dentro del universo del discurso.

Es interesante notar que los interlocutores del nosotros son otros miembros de este nosotros, mientras que el interlocutor del nosotras es un ustedes masculino. Es decir, los cambios de género en el locutor no modifican un único género en el alocutario: el masculino, piedra angular para el género discursivo revista masculina[2]. Por ejemplo, en la sección Vicios Privados se asienta claramente una enunciación femenina a partir de dos fotos de la autora y de su nombre en una posición central. Así se delimita una parcela textual de la revista desde donde opera el recorte deíctico de un locutor femenino y plural (plural porque inscribe su individualidad en un background común al género femenino). Pero el alocutario, como decíamos, continúa siendo masculino y plural, tal como puede observarse en este ejemplo:

Las mujeres no somos todas iguales. Un lugar común que utilizo porque ustedes siempre llegan a esa errónea conclusión cada vez que hablan más de diez minutos de mujeres con amigos (2: 64[3], énfasis nuestro).

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3.2 Nosotros (los hombres)

La revista juega con un saber, una experiencia y unos patrones de conducta presupuestos para los hombres en tanto pertenecientes al género masculino. Cada vez que se hace referencia a este background cultural y conductual común aparece el nosotros (los hombres). Se trata de la forma no marcada recortada por la deixis, donde no es necesario aclarar –ni por medios gráficos ni por medios verbales– que se trata de los hombres ni que hay un fondo compartido. Ambos locutor y alocutario forman parte de este referente. Los ejemplos son numerosos, y todos ellos poseen como su espejo negativo el ellas (las mujeres) –siempre en tercera persona– también amalgamadas acríticamente por la pertenencia al género.

En este background que se presupone como compartido para el grupo constituido en el nosotros está la clave de la construcción de la figura masculina que recorre toda la revista. Las referencias a ciertas instituciones, como la universidad, el gobierno o el matrimonio, son escasas en la revista. Esta relativa ausencia construye un alocutario poco interesado en lo político o en lo académico, o, en términos más generales, en lo institucional. Con respecto al matrimonio, la falta de referencia al mismo se complementa con la presuposición de un alocutario que transita relaciones con el sexo opuesto de tipo ocasional o poco formal. Esto construye un alocutario soltero o sin compromisos de pareja. El siguiente copete a una nota a tres columnas ilustra este perfil:

Si te cabe tener novia, amante, amigovia y gato a la vez, aprendé los trucos que usan algunos exitosos piratones vernáculos para jugar varios partidos a la vez (3: 15).

La edad de los lectores que ingresan como locutores a la revista es de unos 25 a 30 años. Por otro lado, estudiando las publicidades y las notas, puede señalarse que los sitios (comercios, bares, restaurantes) y productos recomendados o incluidos presentan un rango socio-económico elevado. Esta cuestión es tratada explícitamente en la sección de correo de lectores, Hotmail, mostrando las contradicciones potenciales entre el alocutario (destinatario textual) y el lector (destinatario real). Es notable que en la contestación de la redacción (delimitada con una “H”) la justificación para este rango de productos nazca del núcleo que organiza la revista: la conquista e intercambio sexual con la mujer (cf. más adelante).

[…] todos los lugares y placeres terrenales que muestran y aconsejan son bastante caros teniendo en cuenta que –según se sabe– en nuestro país hoy son inalcanzables. Sería bueno tener una guía tal vez menos cara.

H: Hay para todos los presupuestos. Ahora, si una vez ligás, se justifica que gastes algo más. ¡No vas a pasar por amarrete, al menos la primera noche! (4: 10).

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3.3 Nosotros (los hombres que poseemos un plus de saber)

Si bien el nosotros (los hombres) es el referente más frecuente en el que se inscribe el locutor, y el único en el que se inscribe el alocutario, locutor y alocutario se diferencian entre sí a partir de una asimetría en algún aspecto del background cultural y conductual que poseen. El nosotros locutor justifica su posición de enunciación en la posesión de un plus de saber, constituyendose como referente de hombres similares al lector textual, pero que han experimentado, aprendido u obtenido algo (el tercero discursivo), e invitan –o, a través del modo imperativo, ordenan– al alocutario atravesar el mismo proceso. Aun cuando ambos recortes deícticos utilizan un mismo recurso lingüístico –pronombres y desinencias verbales referidas al nosotros masculino y plural– la diferente funcionalidad y posición enunciadora de uno y otro desambigua el recorte deíctico que provocan.

Precisamente, la finalidad de la revista, el motor que impulsa su desarrollo y el eje alrededor del cual se organiza, es borrar esta asimetría en el background que poseen el locutor y el alocutario. Se trata un recorte interno al género que opera de forma “amistosa”: no es un locutor que detente un saber de consecuencias drásticas en el posicionamiento jerárquico frente a su alocutario. Se trata de una especie de asimetría parcial y temporal, que no implica una superioridad general o permanente en todos los demás aspectos que constituyen lo masculino. En suma, esta asimetría que organiza el desarrollo de los artículos de la revista se disimula y tolera a partir de un mismo universo de referencia: lo masculino, y los intereses comunes a sus miembros. El nosotros (los hombres que poseemos un plus de saber) representa la función de un amigo –apoyada en la extrema familiaridad del registro– que socializa aquello que experimentó, aprendió u obtuvo. Por ejemplo, en este copete a una nota a dos columnas se presupone la fraternidad de esta relación temporalmente asimétrica de saber:

Ya sabemos lo que cuesta ponernos a pensar cuando vemos la cueva [casa] vacía. Por eso te ayudamos. De nada (3: 115).

Este diálogo mentiroso entre iguales presupone, y alienta, que el lector pueda igualmente tomar la palabra, siempre y cuando pueda justificar un plus en algún aspecto de su background. La revista se alimenta, entonces, de voces presentadas como alocutarios que temporalmente se corren al lugar de locutores a partir de ese plus. La primera instancia de inclusión de locutores, ajenos al staff permanente de la revista, con un plus en el background es, previsiblemente, la voz de especialistas en el tema tratado en cada artículo. No por previsible este mecanismo resulta menos asombroso: la revista parece compensar la falta de especialización y parcial anonimia de sus redactores por medio de la cita excesiva e increíblemente especializada a expertos. La inmensa mayoría de las notas, sin importar su temática o extensión, incluye algún especialista. Los criterios de validación son flexibles y poco exigentes. La máxima general que organiza la selección dentro de Hombre no es cualitativa y selectiva, sino que opera a partir de la acumulación y la yuxtaposición (cf. más adelante).

A su vez, la revista incluye lo que llamamos “experiencialistas”. Aquí se juega el mecanismo de inclusión y desplazamiento del alocutario al que nos referimos antes: el experiencialista es aquél que pueda justificar un plus en su background. En general, este saber que el experiencialista pone en común con la comunidad masculina surge de la mera experimentación o conocimiento de algún tipo del tercero discursivo. Las hipótesis o conclusiones que se derivan de ese conocimiento y la validez de la voz enunciadora no necesitan demasiada argumentación más allá de la experiencia personal, haya ésta resultado en éxito o fracaso, o de la pertenencia al género masculino. La categoría de experiencialista es la que permite el ingreso de los lectores –o eventuales lectores, ya que por ser hombres pertenecen ya al referente virtual que recorta el alocutario de la revista– al espacio de la enunciación. El siguiente copete ilustra este mecanismo:

Un lector de Hombre fue actor de una peli triple X argentina. Conocé los detalles íntimos de esa filmación (4: 6).

El comentarista de la sección fija Carta del mes proporciona información metatextual sobre este mecanismo de autorización e inclusión temporaria del lector, con el fondo de terminología asociada al carácter de manual práctico (cf. más adelante) de la revista:

Por suerte, nunca dijimos que nuestro método era el único. Eso permite que todos los meses, un lector nos dé nuevas lecciones (2: 10).

La fama o renombre de cualquier índole también resulta criterio suficiente para ocupar la voz enunciadora: figuras del deporte, del espectáculo, de la cultura, del arte, de la moda, de los medios, etc., son incluidas como locutores. Las figuras masculinas se presentan como modelos de hombre: son ejemplos del “hombre éxito” o del “hombre cool”, y su inclusión también está determinada por la posesión del plus al que nos referimos más arriba. De hecho, los títulos de las entrevistas no se centran sólo en la caracterización de la figura pública (periodista, conductor, modelo, etc.) sino también en la posesión de este plus que no tiene que ver necesariamente con su fama. El plus permite borrar temporalmente el lugar social destacado de estas figuras, insertándolas en el horizonte general y común de lo masculino. Este copete a una carilla completa sirve de ejemplo:

Ale Lacroix. Además de dj y conductor de tevé, el pibe la tiene clara con las minas. Siempre hay algo para aprender (5: 7, énfasis nuestro).

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3.4 Nosotras (las mujeres) y su borramiento

La revista también presenta la voz de especialistas y experiencialistas que provienen del universo femenino. Las experiencialistas se recortan como pertenecientes al universo femenino a partir de un nosotras (las mujeres) colocado en posición de locutor. Los hombres aparecen en este discurso como tercero discursivo, y, claro está, también como alocutario o interlocutor textual. Esta doble colocación de lo masculino en el discurso femenino no tiene correspondencia, tal como lo anticipamos, en el discurso masculino, donde lo femenino no se coloca nunca en el lugar del alocutario.

La inclusión de experiencialistas, menores en número que las especialistas mujeres y los especialistas y experiencialistas masculinos, obedece a que aportan un plus atractivo para los alocutarios que buscan incrementar el background propio acerca del universo femenino. Este aporte, sin embargo, no implica dejar de estar excluidas del mundo masculino que recorre los espacios de enunciación principales de la revista. En este sentido, el nosotras (las mujeres) aparece únicamente cuando está explicitado por medios gráficos que escribe o habla una mujer: tanto a partir de créditos en fuente de gran tamaño y en negrita, como a partir de fotos.

A la inversa, hay numerosas notas firmadas por mujeres que forman parte del staff de la revista donde la voz femenina queda borrada en una pertenencia de género neutra: nosotros (los hombres y las mujeres). Se trata del único caso especial donde se suspende la separación discreta y radical entre las voces de género y su espacio textual. La frecuencia de este recorte pronominal es extremadamente baja. Gráficamente, los créditos son casi ilegibles y muchas veces aparecen fotos de especialistas masculinos meramente citados que, a través de su jerarquización por medios gráficos, se constituyen como los enunciadores virtuales de la nota. Puede servir como ejemplo una nota sobre cocina y sexo aparecida en el Nº 3. Está firmada por una mujer, aunque los créditos son minúsculos. Aparece una foto a media página de uno de los especialistas, que es hombre. No hay en toda la nota marcas de género femenino ni masculino. El uso de la primera persona más cercano a un recorte de género pertenece al siguiente extracto, donde se engloba a hombres y mujeres, lo cual se acentúa por el cuantificador “todos”:

Para un momento especial todos preferimos comer un plato diferente al de todos los días (3: 74, énfasis nuestro).

Es interesante destacar que, en las notas donde figura un locutor femenino, no aparecen verbos en modo imperativo constituyendo actos de orden (Austin 1998 [1962]). Las notas donde esto sí sucede son solamente aquéllas donde el género femenino del locutor ha sido ocultado, por medios gráficos y pronominales, como analizamos antes. Esto contrasta con el uso generalizado del modo imperativo en el resto de las notas donde enuncia un locutor masculino, amparado en el hecho de que el avance sobre el alocutario se realiza, según se lo presenta textualmente, en interés primariamente de éste[4] y fundamentado en una fraternidad común. Es decir, las notas explícitamente femeninas no pueden embeberse de una fuerza ilocucionaria tal que las haga colisionar abiertamente con el alocutario masculino propuesto por la revista.

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  1. Estructuras textuales

4.1 Macroestructura global

La asimetría de saber entre locutor y alocutario responde a una macroestructura que recorre y determina toda la revista. Se trata de una macroestructura de manual, que presenta un saber enciclopédico. Como explicamos antes, los criterios flexibles y poco específicos en la inclusión de locutores responde a que la revista intenta acaparar cualquier aporte que pueda hacer al nosotros (los hombres) saber más sobre el tema al que están dedicadas las secciones del manual. Estos aportes son breves, diversos y poco sustentados, y operan sintéticamente por acumulación y yuxtaposición.

La caracterización de esta macroestructura –en un alto nivel de abstracción, como veremos enseguida– debe partir de la temática que incluye: el conocimiento del hombre y la mujer, específicamente en los aspectos pertinentes para la seducción, convivencia e intercambio entre uno y otro. Este foco temático recorre y cohesiona toda la revista. La operación que se repite a lo largo de la revista es el develar. Algunos ejemplos tomados del Nº 3 muestran la alta frecuencia de este recurso:

Reveló a Hombre (3: 32); Nos develan sus secretos (3: 33); Nos cuenta cómo hacer (3: 8); Nos revela (3: 7).

Una macroestructura aúna en sí el conjunto de todos los textos que tienen el mismo significado global (van Dijk 1983 [1978]: 63). Las macroestructuras son unidades relativas, dado que en principio pueden ser microestructuras de otras macroestructuras de un mayor nivel de generalidad (van Dijk 1983 [1978]: 56). A continuación, proponemos una macroestructura abstracta, compuesta de una macroproposición de dos partes, que contiene la mayoría de los textos que representan los seis primeros números de Hombre:

X vivió/aprendió y

X revela y a Z a través de N

En esta fórmula, X es el especialista o experiencialista, y es el conocimiento sobre el intercambio hombre/mujer, Z es el alocutario y N es la nota de la revista. En realidad, este conocimiento (y) está jerarquizado: se trata de conocer sobre el contacto entre ambos géneros pero recortando solamente lo que sea de interés para la perspectiva masculina. Los aspectos del mundo femenino que ingresan en el mapa de este manual sobre lo masculino se justifican meramente porque la seducción, convivencia e intercambio con la mujer forma parte de lo masculino, y no por un interés en sí en lo femenino.

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4.2 Contenidos del manual

En este manual se develan dos cuestiones, que constituyen el conocimiento y. Primero, el sepa cómo, donde se explora cómo seducir, agasajar y tratar a la mujer. De hecho, tomamos la categoría sepa cómo del nombre de una sección permanente de la revista donde se especifican estrategias, ropa, lugares, etc., para llevar a cabo diferentes objetivos. Por ejemplo, la revista Nº 2 incluye las notas “sepa cómo sacarle el soutien” y “sepa cómo levantarla por el contestador”, mientras que la revista Nº 3 incluye las notas “sepa cómo armar una despedida de soltero” y “sepa cómo robar besos”.

A su vez, el conocimiento y incluye el sepa qué. Aquí, a partir de testimonios, reportajes, fotos, conductas y hábitos, se presenta un saber sobre tres dominios. En primer lugar, qué es la mujer. Éste es el principal tercero discursivo, dado su peso en el foco temático que organiza la revista: la seducción, convivencia e intercambio con ésta. Por ejemplo, la sección Conociendo al enemigo del Nº 1 presenta la siguiente bajada:

Juntamos a un grupo de chicas, les damos de tomar, y ellas nos abren las puertas del mundo femenino (1: 44-46).

En segundo lugar, el conocimiento y está constituido por qué es el hombre. Este aspecto se concentra en otros tres aspectos más específicos. Primero, notas de interés para el nosotros (los hombres). Por ejemplo, la sección Mundo Cool explora los productos adecuados para usar o consumir y los mejores lugares para ir: vinos, platos, restaurantes, discos, películas, muebles, equipos electrónicos, etc. Segundo, el qué es el hombre se explora en procedimientos textuales más o menos opacos, como por ejemplo los recortes pronominales que analizamos aquí. Tercero, aparece en notas escritas por mujeres o hechas a mujeres, donde éstas se refieren al mundo masculino. Por ejemplo, en una entrevista a Yanina Screpante, se formulan estas preguntas:

Contame cómo te gustan los chicos

¿[la cola] Tiene que ser durita, como de gimnasio?

¿Cómo los seducís? (3: 62).

La necesidad de inclusión de esta voz femenina se justifica solamente para poder, según afirma un lector desde la sección Hotmail, conocer más sobre “los hombres y su relación con ellas, la respuesta de ellas ante los estímulos de los hombres, y su mala relación con nosotros por los prejuicios con que llegan a las relaciones” (4: 10). Es decir, para conocer la visión femenina sobre el núcleo temático de la revista: el contacto e intercambio, en particular sexual, entre el hombre y la mujer.

En tercer lugar, y de menor importancia, el conocimiento y indaga en qué es el mundo: este dominio aparece principalmente en informes especiales sobre temas diversos, donde muchas veces se incluye información sobre los ítems anteriores[5].

Este manual que confecciona la revista es de carácter práctico: debe entenderse al modo de un curso por escrito donde aprender un método para ser más y mejor hombre. El objeto del curso, es decir, aquello de interés para ser un hombre según la revista, concentra la construcción de lo masculino y tiene que ver con la temática del intercambio con el sexo opuesto. La terminología utilizada en los encabezados y bajadas de las notas, lugar privilegiado para la orientación de las macroestructuras del texto, contiene marcas evidentes y múltiples del carácter de manual práctico de la revista, como se ve en el título de este trabajo (tomado de 6:7) o los ejemplos a continuación:

Siete técnicas maravillosas para mejorar tu sexo oral y enloquecerlas. Hay un método distinto para cada ocasión. Y yeites que las van a dejar relajadas, felices y pidiendo más (6: 7).

Un manual de estilo para tirar y no fallar (6: 7).

Las ‘recetas’ de la Hermana Gisela. Hoy: 7 estrategias para especializarse en el chamuyo en la cama (2: 7).

4 trucos para burlar sus excusas (6: 24).

Ondas para pasarla bien con tu chica. Y también en soledad (1: 6).

Si querés comprar un usado sin clavarte, seguí el consejo de los expertos. O sea, nosotros (4: 8).

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4.3 Anclaje en lo sexual

El foco temático de la interacción hombre/mujer opera como red cohesiva a lo largo del sepa cómo y del sepa qué, en todas sus ramificaciones. No importa la temática, el tipo o el tono de la nota en cuestión; el contenido se explora y organiza a partir de su interés para un mejor conocimiento del contacto con el otro sexo. En especial, este foco temático se ancla en lo sexual: en las secciones, en las fotos, en los temas, y en las metáforas que se incluyen vemos una omnipresencia del aspecto sexual. Incluso la única redactora de renombre incluida en el staff de la revista, Gisela Marziotta, es reconocida por su estilo sensual y sus comentarios abiertos sobre aspectos sexuales.

En ocasiones, la mención de lo sexual parece forzada y fuera de lugar, lo cual prueba el imperativo de su inclusión. Esto es evidente en los informes especiales, donde se recorren temas que suspenden en apariencia la inclusión de lo sexual y de un lenguaje sexual explícito, y, por tanto, la irrupción de éstos parece una inconsistencia en registro. Por ejemplo, en el párrafo inicial de una investigación especial sobre la locura, afirma una especialista:

Cuando atiendo a los pacientes hombres, lo primero que hacen muchos de ellos es empezar a masturbarse delante mío. “Guardá la pija” –les digo– “Si no guardás la pija no hablamos”. Algunos se convencen y otros no tanto (3: 54)[6].

Otro tránsito forzado por lo sexual aparece claramente en las entrevistas con modelos femeninas que se incluyen en la revista. La agenda de temas que proponen los entrevistadores tiene como parada obligatoria la temática sexual. Por ejemplo, en una entrevista con Nicole Neumann, se le hacen varias preguntas telegráficas sobre sus preferencias:

¿hombre o mujer?

¿vestida o desnuda?

¿películas porno o románticas?

¿tragar o escupir?[7] (3: 97)

Creemos que en este énfasis en lo sexual se halla la clave para empezar a entender la construcción de lo masculino en la revista: una visión del mundo que toma a la conquista e intercambio sexual como su motor y justificación.

Un análisis más particularizado de las secciones y artículos de la revista también sirve para definir el perfil de revista masculina de Hombre y su concentración en el intercambio entre hombre y mujer, en particular en lo que hace a lo sexual. La revista incluye como secciones fijas entrevistas con modelos, las cuales posan semidesnudas en producciones fotográficas de corte erótico. De hecho, la tapa y entrevista central de la revista consiste en la entrevista con una modelo famosa. El promedio de páginas dedicadas a notas y producciones con modelos ronda las 20, un 15% del total. Por otro lado, la mayoría de las secciones y notas de la revista se refieren directamente a temas sexuales o, al menos, a lo que hace a la seducción y tratamiento de la mujer con lo sexual como trasfondo. Por ejemplo, dentro de las secciones fijas se incluyen Por vos dejo todo (historias de mujeres que dejaron todo por un hombre, o historias de mujeres abandonadas por un hombre; en ambos casos, las mujeres posan en ropa interior); Conociendo al enemigo (testimonios y opiniones de mujeres sobre asuntos sexuales); Doctora H (consultorio sexual); Historias lésbicas (relatos presentados como enviados por lectoras lesbianas); y Guía de placeres (avisos de escorts, sex-shops, hoteles alojamiento, etc.). A su vez, dentro de las notas y secciones eventuales relacionadas con lo sexual se tocan numerosos tópicos sexuales, en particular consejos para obtener favores sexuales o mejorar las prácticas sexuales, curiosidades de las prácticas sexuales humanas y animales, e instrumentos y productos de contenido sexual[8].

En términos no verbales, hemos contabilizado las imágenes de mujeres desnudas o semidesnudas, o en su defecto en situaciones y posturas eróticas o provocativas, en fotos, dibujos o pinturas, a lo largo de las revistas, con estos resultados: Nº 1: 68; Nº 2: 74; Nº 3: 90; Nº 4: 78; Nº 5: 81; Nº 6: 74. Estas cifras dan una primera impresión de la omnipresencia de imágenes de contenido o bien sexual, o bien explícito, en múltiples formatos y contextos.

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4.4 Definición metatextual

Es interesante analizar los comentarios metatextuales sobre las macro y superestructuras incluidos en la revista. Efectivamente, la revista Hombre contiene, desde el mismo título, declaraciones constantes de principios con respecto al tipo de revista que constituye y al tipo de lector al que está destinada. Pero el lugar textual privilegiado para los comentarios metatextuales es el correo de lectores, o Hotmail. En las misivas, la mayoría de los lectores comentan las características de la revista y los contenidos de números previos. En el Nº 1, en particular, se incluye una carta que abre la sección y también la revista (página 10, luego del índice y las publicidades); en esta carta parecen delimitarse todos los rasgos novedosos de este discurso sobre lo masculino encarnado en Hombre. Opera, por lo tanto, como una riquísima, y probablemente apócrifa por la funcionalidad al proyecto y su carácter tan prematuro, declaración de principios:

Leí la versión online de Hombre y no los felicito de comedido sino de puro convencido. No sé cómo se les ocurrió la idea, pero a mí, al menos, me sirvió para darme cuenta de que no estoy solo en el Universo. Curiosamente, hace poco leí un artículo sobre los llamados “metrosexuales”, etiqueta de un presunto “nuevo modelo de hombre masculino y sensible” que estaría invadiendo las grandes capitales. Ahí el autor “descubre” que existen tipos que nos fijamos en asuntos “femeninos” (¿?) tales como la cocina, el diseño de interiores o en las marcas de shampoo o de desodorante. Y dice que a esa “categoría” de hombres, a la vez, ¡nos gustan las mujeres! ¿De qué están hablando, por las nalgas de Federico Klemm? ¿Es realmente novedoso que los hombres nos fijemos en… nosotros mismos? Me parece que la mera duda es chingarle fiero. Lo que sí rompe el molde es una revista que se ocupe de estos asuntos. Todo preanuncia que nos entenderemos. Es más: estoy convencido de que los hombres merecíamos esta revista. Larga vida a Hombre, pues (1: 10).

Vemos aquí varios aspectos interesantes. En primer lugar, la asunción por parte del lector de un espacio discursivo sobre lo masculino y de las primeras manifestaciones de esta voz plural, anclada en el Nosotros (los hombres). Por otro lado, la novedad de este espacio de enunciación. Sin embargo, permanece opaco en qué consiste el “que los hombres nos fijemos en… nosotros mismos”. Si contrastamos la carta con el análisis que desplegamos en este trabajo, podemos descubrir que “la cocina”, “el diseño de interiores” y “las marcas de shampoo o de desodorante” no integran el núcleo central de la revista: no se trata de una versión masculina de las numerosas revistas femeninas en circulación. El núcleo consiste, como explicamos antes, en lo sexual.

De hecho, las secciones dedicadas a moda y cocina, de preponderancia en revistas femeninas, aparecen al final de la revista, con una extensión más reducida que el resto (unas 25 páginas), y sin una presencia demasiado importante del lenguaje metafórico ligado a lo sexual, de la macroestructura de manual ligada al mismo aspecto ni del recorte pronominal anclado en lo masculino. Es decir, las secciones de moda, cocina, diseño y otras temáticas similares forman parte de una especie de revista aparte, tanto por su ubicación textual como por su organización semántica. Estos tópicos se enrolan en una gran sección titulada Mundo Cool, que incluye, según se aclara en la revista, sabores, informática, lugares, belleza, tragos, salud, deco, design, dvd, autos, música, cine, tv, libros, artes visuales y gym.

En el Nº 2, la carta que abre la revista construye una ubicación en un pedestal exclusivo y de culto. Otra novedad es que el comentador de la revista (con la letra “H”) complementa lo que dice el lector, utilizando como metáfora para la revista lo que proponemos es su temática principal: el intercambio sexual, u orientado sexualmente, entre el hombre y la mujer.

No debo ser el primero que se queja, pero ¿qué onda? No encuentro Hombre en ningún quiosco. Hace poco vi diez ejemplares en Florida y la novedad me sorprendió sin cambio chico. Al volver, nada: se los habían llevado todos. Y ahora, ¿dónde la consigo?

Hay, Fernando… ¿Cuántas veces rebotaste con una mina y la seguiste buscando?
¿Por qué imaginás que las cosas que valen cuestan poco? Vamos, che, un poco de actitud, que dentro de poco –digamos, cinco siglos– los erotólogos la considerarán “de culto” (2: 10).

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4.5 Lo erótico y lo explícito

Una línea de análisis interesante es la de definir qué significa lo erótico en la revista. A la manera de lo que sucede con el conocimiento que pone en circulación, creemos que lo erótico también opera por acumulación y yuxtaposición. Efectivamente, la revista incluye producciones eróticas de un alto grado de estilización y producción, como sucede con las galerías de fotos acompañadas de entrevistas de las modelos que posan. Al mismo tiempo, se incluyen fotos más explícitas y de mal gusto: cuerpos desnudos pero mutilados, deformes, vejados, envejecidos, etc. No se trata de un contenido explícito en el sentido de mostrar, al modo de las revistas porno-eróticas, órganos sexuales, algo que jamás sucede en toda la revista.

La definición de lo erótico en la revista es entonces, paradójicamente, amplia y constreñida a la vez. Por un lado, el texto verbal y las imágenes toman en general como columna vertebral a lo sexual, a lo erótico o a lo explícito, en todas sus manifestaciones imaginables. Por otro lado, sin embargo, las imágenes o textos referidos a intercambios sexuales u órganos sexuales no existen en la revista, trazando un límite para lo explícito que, aun cuando sea de difícil definición, nunca es cruzado. La sección Historias Lésbicas es ilustrativa de esta limitación a nivel textual. La inmensa mayoría de los relatos allí incluidos, unos cuatro por número, se detiene justo antes o alrededor del acto sexual y su narración, casi como un giro asociado a la sección:

[…] Lo que siguió fue más rápido, más desesperado y la verdad es que me da un poco de cosa contarlo (6: 68).

[…] Lo que siguió pueden imaginarlo. Una vez que a mi novio le sacamos hasta las últimas ganas de quejarse, nosotras nos dedicamos, esta vez sin reclamos, a lo nuestro (6: 68).

[…] Lo que siguió cabe en pocas palabras. Gritos, portazos y un regreso a Baires que no me animo a describir en detalle. ¡Se volverían locos! (4: 64).

La sección Hotmail nos ofrece, a su vez, comentarios muy productivos al respecto. En los siguientes extractos, los lectores se quejan por la falta de fotos de mujeres desnudas:

Celebré la aparición de la revista y al principio me inhibí porque no había desnudos. Pero después, admirando su calidad literaria, los empecé a querer, total perras en bolas hay en revistas como Cheri y Playboy (6: 10).

He comprado los tres números y he quedado un tanto desilusionado con las producciones fotográficas de las chicas elegidas, no por la calidad sino porque estoy esperando (y creo que más de uno) ver un poco más (6: 10).

Lo explícito también se juega, de forma muy marcada, en el tono y léxico extremadamente informal que incluye Hombre, junto con cierto humor poco elaborado y de mal gusto. En una nota sobre sexo con mujeres feas, el cronista escribe:

Hay feas agrias como el vinagre, hijas de puta y más frías que un témpano (6: 85).

El informe especial sobre tiburones, aparecido en el Nº 6 (52-55), condensa todas estas caras de lo explícito a las que nos referimos más arriba. Las fotos que incluye muestran cuerpos mutilados, con huesos y órganos internos a la vista. Algunas de estas fotos incluyen, de hecho, globos de diálogo con chistes. Los subtítulos presentan humor de mal gusto: “Nuestra nueva mascotita” y “El nene no me come”. El léxico es marcadamente informal: “Los tiburones no sólo tienen mala prensa: son re-heavies re-jodidos”.

Este lenguaje informal y explícito tiene por lo general relación con lo sexual, logrando su punto más alto en la voz de experiencialistas (y redactores, experiencialistas ellos mismos por definición). Por ejemplo, en una entrevista con el conductor radial Ari Paluch, éste afirma:

Terminás de cojer con tu mujer y ella se acuerda que hay que pagar cincuenta mangos el micro de los chicos. Y hace treinta segundos ella era una perra con taco aguja que te cojías como un loco (6: 44).

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  1. Constitución de metáforas

5.1 Metáfora de lo sexual

Lo sexual inunda todos los planos de la revista, incluyendo los sistemas metafóricos puestos en juego. Si lo sexual es el núcleo organizador de la visión masculina del mundo propuesta textualmente, entonces deberíamos constatar la presencia de una lectura metafórica del mundo a partir de los conceptos propios de lo sexual. La metáfora es la proyección de conceptos e implicaturas desde un campo conceptual fuente (en este caso, lo sexual) hacia un campo conceptual destino. Esta proyección produce correspondencias ontológicas entre un dominio y otro, entendiendo las unidades del segundo dominio a partir del conocimiento que proyectan las unidades del primero (Lakoff y Johnson 1991 [1980]: 41).

Los ejemplos que proporciona la revista son numerosísimos. Una nota que recomienda adoptar una actitud firme frente a la pareja se cierra con “¡Ma sí! Total, ¡todo lo que es firme y duro a ellas les encanta!” (6: 22). En la bajada de una nota sobre sexo en la facultad puede leerse: En cada carrera hay una forma diferente de transa. Te damos todas las pistas para aprobar la materia más difícil. ¡De algo te tenés que recibir!” (4: 6). Nótese aquí la combinación de la macroestructura de manual práctico con una lectura de ésta en términos sexuales. En una nota sobre cerveza: [este cronista] le había confiado [a Fanton] que suele visitar cierto pub céntrico donde se hace tirar unos cuantos litros por semana. […] Lo que Fanton ignoraba es que el periodista no se refería a la cerveza” (6: 30). En la nota Sepa cómo abrir una ostra, el encabezado dice ¡a la concha!” y la bajada especifica Sólo hace falta la herramienta adecuada… ¡Clavásela y devorátela!” (2: 30). La nota sobre la tasa alta de homosexualidad en África se titula No zafan ni de culo” (3: 15, énfasis en el original).

La metáfora con eje en lo sexual no se agota, de hecho, en lo puramente lingüístico. La metáfora lingüística, en realidad, no es más que una forma de expresión de una puesta en común más profunda entre campos conceptuales. Lo verbal, entonces, funciona conjuntamente con aspectos no verbales, como las fotografías. Por ejemplo, el título de la nota “Sepa cómo hacerle el service”, referida en su contenido al mantenimiento automotor, se recorta sobre cuatro fotografías de una mujer posando semidesnuda. El juego metafórico de esta nota se complementa con otras metáforas lingüísticas: en el párrafo referido a la temperatura, el encabezado es “Hot, pero no tanto”; en el párrafo referido a los frenos, se enuncia la lectura metafórica entre paréntesis: Pensá que si se te endurece (el sistema de frenos, bobo) […]” (6: 29).

5.2 El doble sentido

Sin embargo, la metáfora sexual no parece adecuarse completamente al funcionamiento propuesto por la teoría de la metáfora de Lakoff. En realidad, no se trata de utilizar las categorías de un campo conceptual para pensar otro campo conceptual, sino que se busca instaurar una segunda lectura de lo enunciado. Es decir, la metáfora se activa a partir del significado literal y, desde allí, se accede en segundo término al significado metafórico, en general con una finalidad cómica. En la metáfora sexual en Hombre, los campos conceptuales emparentados por ésta permanecen, en cierto sentido, aislados: hay dos relatos operando al mismo tiempo, mecanismo sacado a la luz por una suerte de meta-voz que habla desde los paréntesis, comentando esa segunda lectura en potencia. Por ejemplo, en una nota sobre costumbres en el saludo, se lee:

Si es una garotinha, puede dar y recibir dos y hasta tres besos según la región (del país, no del cuerpo, zarpado) (6: 24).

Esta segunda lectura metafórica en términos sexuales de la mayor parte de los contenidos se concentra en los títulos y encabezados dentro de las notas y secciones. Es este un lugar privilegiado: allí se juegan las marcas principales para la organización de la macroestructura del texto (van Dijk 1983 [1978]: 64). Por ejemplo, en una nota sobre las propiedades del semen, el subtítulo es “Antidepresivo en polvo” (6: 15); en una nota sobre donación de esperma a cambio de un viaje a Australia se titula “Salta, salta canguro” (6: 16). Los ejemplos de esta doble lectura codificada en el léxico se multiplican dado que, de hecho, forman parte central del tipo textual de la revista. Incluso puede suceder que la motivación principal del texto sea su funcionalidad para habilitar una segunda lectura, como en la nota “¡Siempre con la idea fija! Sepa cómo clavar la sombrilla” que incluye fragmentos como los siguientes:

No es lo mismo enterrarla en arena gruesa o fina. Tampoco si está seca o mojadita.

[…] Antes de meterla de una, habrá que tocarla para hacer un balance general.

[…] Podés hundirle un dedo para ver qué tan húmeda está.

La importancia de un palo firme […].

La penetración está por comenzar. […] No hay que ponerla derechita como un palito. Mejor media chanfleada. La naturaleza es así.

[…] “Si está muy seca”, advierte el licenciado [en ingeniería química], “atención: la sombrilla se te puede caer”. Si te sucede, no es para tanto: a todos nos pasó alguna vez.

[…] “Si la arena es gruesa, se va al fondo de una”, prosigue. “Es mejor tomarla por la punta con las dos manos y clavarla en un solo empujón”. Si está más durita, probá a full el viejo mete-saca (6: 31).

El léxico utilizado no es casual: son, por lo general, términos con una acepción estándar que es asociada con la primera lectura y otra acepción, proveniente del español informal rioplatense, con connotaciones sexuales.

5.3 Metáfora de la guerra

Un fenómeno metafórico más acorde con la teoría de la metáfora de Lakoff es aquél donde la visión sobre la relación entre hombre y mujer toma prestado el aparato conceptual de la guerra: la relación hombre/mujer entendida como una batalla. Las estrategias de acercamiento, los camuflajes, las posturas, las mentiras, son elementos que la revista se ocupa particularmente de explorar. En este sentido, la metáfora que conceptualiza el intercambio entre hombre y mujer a partir de conceptos del campo de la guerra es especialmente productiva. La clave es poseer una estrategia sólida y efectiva; allí es donde este manual práctico asume toda su importancia. Los ejemplos son numerosos, desde el título de la sección permanente Conociendo al enemigo, hasta fragmentos como los siguientes:

Los expertos recomiendan: Ser estratégico como en el TEG. Si pretendés que vaya más allá de una noche no la llevés muy tarde a su casa (6: 62).

Rompeles el piquete. Te bloquean el camino y te dejan en llamas, demasiado hot para no pasarla por las armas (6: 24, nota sobre excusas femeninas).

¡Qué mugrienta es la batalla del amor! (6: 26, en una reseña sobre la película “Loco por Mary”).

[las lolitas] quieren guerra y van al frente. (6: 58, en nota sobre sexo con adolescentes).

 

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  1. Resumen y conclusiones

La revista Hombre, aparecida en 2003, es un testimonio riquísimo sobre un discurso emergente sobre lo masculino. Nos hemos servido de algunas de las herramientas que proporciona el análisis de los discursos sociales para poder confeccionar una primera aproximación a las representaciones sociales que presenta este discurso. Creemos que sólo conjugando diversos frentes de análisis es posible afrontar el estudio de su compleja manifestación discursiva.

En primer lugar, relevamos cómo el recorte en la deixis pronominal define un alocutario exclusivamente masculino. Dimos cuenta de la asimetría entre el conocimiento de éste y el de los locutores masculinos que transitan la revista. Este fenómeno es coherente con la estructura que propusimos en el nivel textual: una macroestructura de manual práctico donde el locutor brinda el plus de saber que posee a su alocutario, anclando la relación fraterna en un mismo background masculino. La movilidad de este plus de saber garantiza la posibilidad de movilidad del alocutario a un lugar de enunciación.

El tipo de saber que presenta este manual práctico explora los aspectos relacionados con la seducción, convivencia e intercambio con la mujer, específicamente en lo concerniente a lo sexual. Lo sexual define, de esta manera, la pertinencia de los temas tratados. Este foco temático opera también en el plano metafórico y léxico, donde se activa, desde espacios privilegiados de enunciación (títulos, subtítulos, paréntesis), una segunda lectura que reinterpreta los textos en términos sexuales.

Tanto los conocimientos que se incluyen como los locutores que hacen aportes al mismo –redactores, especialistas y experiencialistas– siguen criterios flexibles y poco exhaustivos de selección e inclusión, operando por mera yuxtaposición y síntesis. La inclusión de voces provenientes del universo femenino se justifica solamente en función de su interés para el conocimiento de lo que hace al intercambio con el hombre, es decir, según su interés para una perspectiva masculina. Cuando los aportes femeninos no están claramente anclados en una enunciación desde el universo femenino, sus marcas de género se borran o disimulan.

Por otro lado, el alocutario que construye la revista es un hombre heterosexual que ronda los 30 años, es soltero o mantiene relaciones de pareja informales, está poco interesado en lo político o lo académico, pero tiene un interés enorme por el sexo y, en menor medida, la moda, el buen vivir y la tecnología, y posee un nivel socio-económico alto.

Este análisis preliminar y tentativo no agota, sin duda, la riqueza de nuestro corpus. Además, los ejemplos que hemos proporcionado sirven de ilustración de algunas de las hipótesis propuestas, pero no han sido analizados exhaustivamente. Por otra parte, el discurso emergente sobre lo masculino que presenta la revista Hombre en 2003 y 2004 debe compararse con las revistas masculinas que poco después compartieron el nicho discursivo y de mercado en la cultura argentina reservado al género discursivo revista masculina, así como con la construcción de lo femenino en revistas femeninas (e.g., Zullo 1999). En cualquier caso, esperamos haber colaborado con la comprensión del modo en que se construyen las representaciones asociadas a lo masculino en el seno de los discursos sociales que nos son contemporáneos.

Federico Navarro

Federico Navarro

 

  1. Referencias bibliográficas

Austin, J. L. (1998 [1962]). Cómo hacer cosas con palabras. Palabras y acciones. Barcelona: Paidós Ibérica.

Benveniste, É. (1980 [1966]). Problemas de lingüística general I. México: Siglo XXI.

Brown, P., y Levinson, S. C. (1987 [1978]). Politeness. Some universals in language usage. Cambridge: Cambridge University Press.

van Dijk, T. A. (1983 [1978]). La ciencia del texto. Un enfoque interdisciplinario. Buenos Aires & Barcelona: Paidós.

Ducrot, O. (1984). El decir y lo dicho. Buenos Aires: Hachette .

Lakoff, G. (1992). The contemporary theory of metaphor. En A. Ortony (Ed.), Metaphor and thought. London: Cambridge University Press, 202-251.

Lakoff, G. y Johnson, M. (1991 [1980]). Metáforas de la vida cotidiana. Madrid: Cátedra.

Mesthrie, R. (Ed.). (2001). Concise encyclopedia of sociolinguistics. Oxford: Elsevier.

Zullo, J. (1999). ¿Qué significa ser mujer? La construcción textual de la destinataria en las revistas femeninas argentinas. Discurso y Sociedad, 1(3), 87-105.

Biografía

Federico Navarro es lingüista especializado en el análisis del discurso escrito. Trabaja como docente e investigador de la Universidad de Buenos Aires y actualmente está terminando su doctorado por la Universidad de Valladolid (España). Mantiene un blog académico con noticias y enlaces sobre los estudios del lenguaje en uso (discurso.wordpress.com). Se confiesa asiduo lector de la revista Hombre, pero, dice, sólo para fines académicos.

[1] Aclaremos que, aunque el locutor y el alocutario masculinos se manifiesten frecuentemente con un número singular, su singularidad alterna, y presupone, una inscripción en el nosotros masculino y plural.

[2] La única instancia, ciertamente parasitaria, donde aparece un alocutario femenino es la de la mujer lesbiana, masculinizada en cuanto a su orientación sexual. Esto sucede, por ejemplo, en el encabezado de la sección fija Historias Lésbicas: “Algunas chicas se copan con las revistas de chicos. Son las que gustan de otras chicas”. Al mismo tiempo, no existe la instancia de un alocutario no heterosexual.

[3] Citamos la revista Hombre por número y página.

[4] La posición de aprendizaje, necesidad e inferioridad parcial en la que se ubica el alocutario genera, en términos de Brown y Levinson (1987 [1978]), la no necesidad de reparar el acto de amenaza a la imagen del oyente/lector.

[5] Aclaremos que la distinción entre estos planos del conocimiento que incluye la revista es esquemática y muchas veces problemática. Por ejemplo, el sepa qué es la mujer puede mezclarse con el sepa qué es el hombre según la mujer. Otro caso múltiple es cuando el sepa cómo, referido a un lugar apropiado para la seducción, puede confundirse con el sepa qué es el hombre, referido a un lugar propio del alocutario que construye la revista.

[6] Los ejemplos son numerosos. En una investigación especial sobre tiburones, hay una nota aparte titulada “Sexo salvaje”, donde se explora el sexo en el mundo animal (6: 55); el título de una investigación sobre una periodista argentina que murió en Irak es “Sexo, traición y muerte” (4: 6); etc.

[7] De hecho, esta última pregunta, referida a la finalización de la fellatio, es sistemática en las demás entrevistas con modelos a lo largo de los primeros seis números de Hombre.

[8] Mencionamos a continuación algunos de los variopintos contenidos sexuales de la revista a lo largo de sus primeros seis números: encuesta sobre sexo (1: 10); consejos para ser mejor en la cama que la ex pareja de ella (1: 15); nota sobre profilácticos (1: 20); nota sobre videojuegos eróticos o con mujeres sexies (1: 23; 6: 114); nota sobre el sonido en el sexo (1: 25); nota sobre muñecas inflables (1: 30; 4: 16; 4: 26); nota sobre Viagra (1: 48-52); consejos para conseguir tener sexo anal (1: 68-72); nota sobre escenas de sexo en el cine (1: 123); encuesta sobre masturbación femenina (2: 10); nota sobre fobias sexuales (2: 17); nota sobre homosexualidad en el ejercito (2: 20); consejos para sacar el corpiño (2: 30); consejos para seducir en el teléfono (2: 30); nota sobre sexo tántrico (2: 44-49); opiniones sobre ex parejas (2: 53-54); consejos sobre sexo oral (2: 64-65; 6: 40-43); consejos para ser infiel y ocultarlo (3: 15); nota sobre sexo en el mundo animal (2: 26; 3: 18; 5: 24); nota sobre menstruación (3: 22); nota sobre películas pornográficas con elementos religiosos (3: 25); consejos para seducir mujeres (3: 44-49); consejos sobre mentiras acerca de lo sexual (3: 64-65); nota sobre sexo y cocina (3: 72-75); nota sobre sites pornográficos (3: 112); reseña a un libro sobre prostitución y homosexualidad (3: 120); nota sobre donación de esperma (4: 12); nota sobre sexo en el rock (4: 18); consejos para armar una despedida de soltero (4: 29); consejos para obtener besos (4: 30); consejos para obtener sexo en la facultad (4: 44-48); nota sobre la filmación de una película pornográfica (4: 66-70); nota sobre programas de TV de sexo (4: 120); encuesta sobre swingers (5: 10); consejos sobre masajes y sexo (5: 20); nota sobre una obra de teatro erótica (5: 24); nota sobre dibujo con modelos desnudas (5: 27); consejos para saber interpretar las señales femeninas (5: 31); encuesta sexual (5: 34-38); consejos para armar una fiesta con sexo incluido (5: 82-86); consejos para tener sexo cuando la mujer no lo desea (6: 24); consejos para tener sexo en el mar (6: 32); consejos para tener sexo con adolescentes (6: 58-62).

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