El genial director argentino acaba de presentar en nuestro país La Ventana, su último film, , luego del exitoso recibimiento que tuvo en el Festival de Toronto. Evaristo Cultural tuvo la oportunidad de desayunar con el realizador y hacerle algunas preguntas previas a la exhibición del film.
Finalmente hiciste una película con actores.
Parcialmente digamos, en La Ventana hay algunos de los personajes están interpretados por actores y otros que no, esas mezclas son siempre delicadas…
¿Cómo te resulta más fácil filmar, con actores o con gente común?
Mirá, eso depende del tipo de película… trabajar con un actor tiene un porcentaje de riesgo, nunca sabés qué va a pasar hasta último momento, hasta que comenzás a filmar y hacés treinta tomas y son todas distintas, o sea que en definitiva es azaroso.
Trabajar con gente común es, por supuesto, mucho más programado, es manejar las cosas con mayor control, pero a veces es aburrido, hacés cinco tomas y son todas iguales… Por eso depende del tipo de película que quieras hacer, no hay un dogma universal. Para cierto tipo de personajes es mejor laburarlos con gente común y no con actores profesionales… Y a veces se dan casos como por ejemplo el del protagonista de La ventana, que aparte de ser escritor es actor también, es un viejo actor uruguayo a la vieja usanza, entonces yo trabajé con él pero no como actor, sino como persona. Me interesaba que era escritor, que era un hombre inteligente y que tenía ochenta y seis años, o sea que le iba a dar al personaje una fragilidad no actuada…
El guión de la película lo hiciste junto con Pedro Mairal, ¿es la primera vez que trabajás codo a codo con un escritor profesional?
No, con Pedro Mairal había trabajado ya en un proyecto junto con Fabián Bielinsky que al final no se concretó. Trabajé también con Pablo Solarz, con Jorge Goldemberg, con Alan Pauls y en otros proyectos que tampoco se concretaron trabaje Graciela Esperanza y con Ana María Shúa.
De repente, en esta película en la que el personaje es un escritor, me interesó más trabajar con un escritor que con un guionista, porque tienen una mirada distinta de la del cine, esa se la doy yo, que para eso soy director, me parece que un escritor tiene una visión de la narración de los personajes que surge de otro lugar, me parece que eso es interesante.
Este es un país que siempre tuvo una gran tradición literaria y no tan cinematográfica, pero en los últimos años se dio la situación inversa, como un estancamiento en el espacio de la ficción literaria y un crecimiento exponencial en el cine…
Si, yo creo que también hay una gran evolución en el cine mundial, una búsqueda de narrativas cinematográficas fuera de la ortodoxia. Creo que hay una gran dinámica en el cine de todo el mundo, especialmente en el cine no oficial, en lo marginal, en la periferia.
Ahora, aquí el cine es una actividad muy dinámica, evidentemente convoca mucho a la gente joven, hay muchísimos directores. Esta ciudad debe ser la de mayor densidad de directores de cine por metro cuadrado (risas)… lo cual me parece que está bien, no es un oficio fácil y al mismo tiempo, a pesar de la gran crisis que hay en este momento en el mundo del cine, me parece que es mercado absolutamente en crecimiento, con la aparición de todos los sistemas digitales de exhibición, la televisión por cable e incluso el DVD pirata, todo eso favorece enormemente la distribución.
Tus películas hacen pie generalmente en un algo de la conciencia humana, por otro lado vos venís del mundo de la publicidad, que es el arte del engaño, ¿como conviven en tu vida personal estos dos mundos?
Bueno, la publicidad es una historia de mi pasado, ya no estoy dentro del cine publicitario, pero digamos que si de algo me sirvió la publicidad, aparte del manejo técnico o el manejo de la autoridad como director ante un equipo, la rápida resolución a cincuenta mil situaciones imprevistas que en la publicidad siempre se dan, es a alejarme del engaño. Yo creo que de ahí viene mi firme voluntad del realismo a ultranza y de trabajar en escenarios naturales -y que la dirección de arte no toque nada porque si viene de la realidad ya es lícito- y con actores que no son actores, para que haya la menor cantidad de simulación en algo que ya de por si es siempre una simulación, o sea que el cine publicitario me inoculó esa cosa contra el engaño, contra la cosa ficticia.
¿Podés distanciarte de tus películas?
Con el tiempo. Yo empiezo a ver las películas con las primeras exhibiciones con la gente, como ésta o las que vengo de hacer de Toronto, recién ahí uno empieza a ver qué pasa, qué es lo que tiene entre las manos ¿viste?, porque realmente la opinión de uno está tan distorsionada -en general la mía es bastante depresiva, porque se suma al hecho de saber que terminé la obra-. Uno empieza, no a ver una película, sino una cantidad de tomas una al lado de la otra, fundamentalmente perdés el todo, y esa cosa tan importante en el cine que es la emoción. Si algo recupero de esa sensación es a través del público y después de un cierto tiempo. A la distancia me sorprendo y digo: “-Ah, esto no está mal”.
¿Cómo fue tu aproximación a ésta, que muchos dicen, es tu mejor película?
No sé si es mi mejor película, es una película que hice conscientemente para alejarme de un cierto estilo que sentía ya estar repitiendo. En algunos aspectos lo logré y en otros no. En definitiva soy la misma persona, mi mirada tampoco es tan distinta. En ese sentido fue un ejercicio de estilo cinematográfico distinto a las anteriores.
¿Cómo fue recibida en el Festival de Cine de Toronto?
Muy bien, te digo más, en la primera de las cinco exhibiciones en Toronto, yo no había visto la película. El corte final venía de España, en donde yo había estado trabajando en la edición por un lado y en el sonido por otro, pero nunca había visto todo junto. Era desesperante la situación, además la película tiene un ritmo muy tranquilo, nada que ver con el espectador ansioso –si antes se me acusaba de minimalista esperá a ver ésta-. Pensé que se iban a empezar a levantar todos y no, no se movió nadie, y en la función de prensa e industria pasó lo mismo, eso indica que la película en cierto nivel funciona, de cualquier manera soy consciente de que esta película jamás va a convocar multitudes ni mucho menos, es limitada en sus chances comerciales; tiene pocos argumentos para que alguien pague la entrada y vaya al cine a verla.
¿Pensás que el cine de autor no es convocante hoy en día?
No, el cine de autor tiene su público, que es minoritario, lo que pasa es que como el cine se ha transformado en un negocio global, las minorías son enormes y te pueden bancar perfectamente el negocio del cine de autor, entendés. Al día siguiente de la exhibición de prensa de La ventada, tuve cinco ofertas para su distribución en Francia. En tanto el cine se ha transformado o se está transformando ahora con internet en un negocio global, los porcentajes de cine de minorías son siempre enormes, vos vas al festival de Rotterdam, por ejemplo, es un festival de cine de autor, si lo querés llamar así, y tiene un éxito gigantesco… Evidentemente para este tipo de cine hay más chances ahora que hace quince años.