El 19 de noviembre fue presentado en el teatro Coliseo, el documental Día Nacional del Gaucho, impulsado por la Unión Personal Civil de la Nación, sobre una idea de Andrés Rodríguez, y dirigido por el cineasta Antonio Cervi. Consultado acerca de la propuesta el titular de UPCN afirmó: “Reivindicamos al gaucho como el primer trabajador”. Luego de la proyección pudimos dialogar con el director del film.
¿Cómo surge “Día Nacional del Gaucho”?
Con Andrés Rodríguez, Secretario General de UPCN, habíamos ya hecho un documental: Argentina, tierra de guitarras, sobre el Festival “Guitarras del Mundo”. Así que cuando Andrés me habla de la Fiesta del Día Nacional del Gaucho, surge la idea de hacer un documental para contar este extraordinario encuentro anual. Sobre su visión y conocimiento del mundo del caballo nace este documental.
¿Cómo modificó la realización de este documental tu visión acerca de la figura del gaucho y de la tradición nacional?
Afirmé mi convicción de que la fuerza de un país reside en la valorización de sus tradiciones, de su cultura y costumbres. El Día Nacional del Gaucho representa una celebración de la tradición, un encuentro de gente de trabajo relacionada con la vida de campo, el gaucho siendo el arquetipo del argentino moderno.
Además me gustan las personas de pocas palabras y con mucho humor, y el gaucho tiene estas dos virtudes en donde el peso de la palabra tiene un significado, en un mundo donde todos opinan sobre todo sin saber nada me parece extremadamente valorable el hombre que habla poco y hace mucho.
También valoro mucho la gente de campo en todas partes del mundo, siempre dije a mi padre que me hubiera gustado que fuera un campesino y no un cineasta.
En el escenario planetario de la globalización, intentar el rescate de la tradición, ¿es una batalla perdida?
Todo lo contrario. Siempre la tradición y las culturas de las pequeñas aldeas son la fuerza, el sustento y la base de la civilización. Con todo lo que pasa actualmente en el mundo nos damos cuenta de que las diferencias culturales son esenciales, poco de lo que se globaliza es bueno para toda la sociedad, al contrario. Los pueblos que mantendrán sus tradiciones, su cultura, logrando transmitirla a sus futuras generaciones, sin dejar de ser abiertos al mundo, habrán ganado un lugar fundamental en la sociedad mundial.
Con respecto a lo anterior, ¿podemos hablar del formato “documental” como netamente político o ideológico?
Es simplemente documentar a través de la imagen lo que muchos argentinos tal vez no conocen -o conocen poco-, dejar documentado una forma de vida, de pensamiento, recordar las raíces a nuestros hijos. Siempre que cuento una historia pienso en mi hija Francesca, en este caso el gaucho es parte de su herencia cultural y genética así que es importante que los chicos sepan de donde vienen. Como habrán dicho muchas veces para saber donde ir hay que entender de donde uno viene.
Gino Cervi; Tonino Cervi; Valentina Cervi… Venís de una familia ligada al cine por generaciones. ¿Cómo fueron tus primeros acercamientos al séptimo arte?
Siempre me río con tristeza cuando pienso que mi madre tuve que vender un departamento a nombre mío para pagar las deudas de Desierto Rojo, un éxito en festivales pero un desastre de publico, película producida por mi papá, Tonino, cuando yo tenia 4 años. Así que me considero uno de los productores más joven de la historia….Claramente, cuando mis padres se separaron, nos fuimos a vivir a Francia con mi mama y nunca más tuvimos una casa propia ya que mi papá se olvido de la deuda como buen productor de la época.
Después, estuve muchas veces en set de filmación con mi padre hasta que en el 85 volví a vivir en Roma y empecé mi carrera junto a él, que me enseñó, con toda la dureza posible, el oficio de productor.
¿Tuviste contacto de pequeño con alguno de los monstruos del cine italiano que solían trabajar con tu padre o con tu abuelo?
Sí, muchas veces. Primero, cuando iba a visitar a mi papá o a mi abuelo en Italia, en la casa de Roma me encontraba de chico con Visconti, Mastroiani, Sergio Leone, De Sica, Gassman, Monica Viti, Alain Delon,….y muchos más.
Mi padrino es Mario Monicelli, con quien tengo siempre contacto, además de ser el único vivo de esta generación. Después mi papá hizo debutar a muchos directores, técnicos o actores como Bernardo Bertolucci u Ornella Muti, con quien hice mi primera película en Venecia, ella tenía 18 años yo 16.
Después cuando empecé a trabajar en Roma, teníamos allí encuentros frecuentes -para varias producciones- con algunos amigos de mi padre: Fellini, Tognazzi, Lucia y Miguel Bosé, y claramente Alberto Sordi, amigo de mi abuelo y de mi papá. Alberto era como un tío para mí, sin hablar de Sergio Corbucci el mejor amigo de mi padre. Pero de chico no crecí en este ambiente, ya que con mi mamá nos fuimos a vivir a Francia, donde mi juventud fue más bien humilde, rebelde y complicada.
Documental Vs. Ficción: ¿Qué es lo que más te seduce del formato que decidiste abordar en los últimos años?
El documental te permite tener un equipo chico de filmación, me había cansado de estos grupos enormes de egos dando vuelta por los sets de filmación, en donde todos se creen indispensables, y estaba cansado de ser el duro o el malo de la situación. El documental es más un trabajo de artesano, me gusta para descubrir y contar historias y además me permitió ser el único de la familia a abordar este género. Pero últimamente estoy con ganas de producir un largometraje, estoy buscando la historia justa y poder aportar mis conocimientos y mi experiencia a jóvenes directores; aunque hoy, apenas salidos de la universidad, muchos piensen que pueden producir, dirigir, escribir, montar….
¿Encaraste ya un nuevo proyecto?
Sí, estoy editando mí último documental: Rumbo sur, sobre la vida de Luis Piedra Buena, una historia apasionante de un personaje fundamental de la historia Argentina, lamentablemente poco conocido y valorado a su justo título.
¿Algún comentario final?
Sí, una pequeña observación. Creo que hoy hay que formar productores. Lo que falta a la industria en general son buenos productores que puedan enhebrar todos los complejos hilos de la producción audiovisual en general, aconsejando y apoyando a los artistas desde la elección del guión hasta el corte final.