Juan Arabia nació en Buenos Aires en 1983. Estudió Ciencias Sociales en la Universidad de Buenos Aires y Pintura con Ricardo Garabito. Ha publicado cuentos, ensayos y poesías y es fundador y director de la Revista Megafón de Buenos Aires, editada hasta el 2009.
Su primer poemario, Canciones del Gólgota, fue prologado por Luis Benítez. Actualmente trabaja en investigación del proyecto Ubacyt en el área de Didáctica de la escritura de ficción, y edita la revista de poesía Buenosairespoetry (www.buenosairespoetry.com). Próximamente la editorial El Fin de la Noche publicará un ensayo biográfico sobre el norteamericano John Fante de su autoría.
Arte poética
He dejado las jaulas y el pasado
Encerrados en mártires dolores.
Sin cerraduras viles, los albores
Intactos y sus muecas
Corrompen a los días venideros
En sombras de verdad; en arbolados
Que sin luces persiguen los costados
De un muerto corazón.
Y contar hasta seis, y ver la pluma
Volar dentro del hierro…
Que apaga lentamente los secretos
Dejando a cada víctima
En paz, en el lugar frío del útero
Que alguna vez fijó el mortal aullido
Del roce sin espejos que creó.
Develar
Develarle al hombre
Que los ángeles no están en el cielo,
Sino debajo, en lo más profundo de la tierra.
Develarle, también,
Que ya ha experimentado la eternidad y la muerte;
Y que todo es posible,
Mientras exista la convicción y el argumento.
Develarle que un pez en el agua
Vale tanto como un ave en el cielo,
Y como un niño que camina, solo e indefenso.
Develarle que beber vino,
No es sino anhelar nuevas cosas;
Que el sapo y el lagarto le huyen,
Pero no lo respetan.
Que el cielo es celeste,
Aunque sólo eventualmente.
Que su sombra no es sino el reflejo adverso de su alma.
Develarle al hombre que aquél que lo comprende,
Se transforma en su amo;
Y que los Evangelios Apócrifos
Son tan falsos como la verdad y la mentira.
Develarle que en la ciudad
Se aleja insistentemente de sí mismo;
Y que aquél a quien más teme, es sólo él y nadie más.
Develarle que el mar
Será un sinónimo de literatura;
Y que un ejemplo
No es sino una metáfora cotidiana.
Develarle que Schopenhauer
Inmortalizó el universo en veinticinco años;
Y que extrañar es la forma
Más desinteresada de querer.
Develarle al hombre que no hay viaje más grato que el del tren,
Y que la mañana es la primera y última puerta del día.
Develarle también que aquello de lo que escapa
No se encuentra en su camino;
Y que sus pensamientos
Son sólo una vaga e inútil extensión de lo que siente.
Develarle que una poesía crea,
Que una ley destruye,
Y que lo único que permanece en la quietud es su mirada.
Paul Verlaine
En la montaña alguien dejó su vida
Para llenar de luz la habitación.
Como niebla de luna es su canción…
Para aquellos extraños que en la herida
Se construyen. Detrás quedó el rubor
Civilizado, la burguesa pluma
Que con engaño disfrazó de bruma
La realidad del sórdido sabor:
La irrupción del rey de ojos azulados
Traduce a Blake que develó en infierno
Lo que el mar y el león llevan de eterno.
Despliega intensas hojas de arbolados.
La mañana de una noche
Sueño con la mujer que no recuerdo
En los próximos días. Ella ha sido
Mezcla de otros amores que he perdido
Y de aquello atrapado en un señuelo,
Anterior al olvido. Nos cruzamos
Como un búho persigue oscuridad
En la noche; sin otra prioridad
Que dejar corazones ya velados
Bajo el claro de luna. Sus palabras,
Ecos del ruiseñor en la mañana,
Espejaban la nieve que temprana
Caía en el reflejo de su alma.
Entonces no quedó más que deseo
Que por primera vez cedió al albor,
De vislumbrar en todo su esplendor
Al verdadero, al verdadero anhelo…
Y el temor rompió sus alas
Y el temor rompió sus alas,
Justo allí donde el mar enuncia el símbolo.
Todo ha quedado como fue entonces:
Fósiles, desierto,
Debajo de las olas que se han ido
Y que ya no volverán.
La identidad es algo que ha sido o será.
Ni el mínimo roce del camino
Hará que esta espesa niebla
Camine como un blanco lobo
O se acomode al menos sobre un rincón,
Como fría y sólida nieve.
Por eso, y porque somos tan sólo
La estela de un camino inadvertido,
Camina,
Sigue escuchando el rugido del mar.
Aquello que buscas te pertenece.
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