Calabazas de rostros grotescos iluminadas. Niños disfrazados de brujos y fantasmas. Dulce o castigo. Carnaval del terror. Diversión satírica. Confluyen en Halloween, la noche durante la cual el límite entre la vida y la muerte se torna difuso, mientras los celebrantes en su mayoría ignoran el sentido primigenio de la celebración, cuyos orígenes se hunden en las raíces del pensamiento religioso y se vincula con los cultos primordiales dedicados a la fertilidad.
Fenómenos naturaes. Reproducción. Finitud. Las tres principals causas del asombro, la angustia metafísica frente a lo inexplicable que pone en movimiento el pensamiento humano trascendente.
Los fenómenos naturales seran explicados por medio del animism, la creencia en espíritus elementales que pueblan la naturaleza. Estos seres se incorporan al folklore europeo y el ocultismo con variadas denominaciones. Habitan en los 4 elementos originarios: agua, aire, tierra y fuego. Así, elfos y silfos pueblan el aire; sidhs y leprechauns, los bosques; las ondinas, el agua; las salamandras, el fuego; los duendes y gnomos custodian las riquezas ocultas en las profundidades de la tierra.
Frente a la observación de la reproducción , que asegura la continuidad de la vidad, el hombre responde, ya en la época de las cavernas, con el culto a la fertilidad respresentado en las figuras de las mujeres embarazadas, denominadas genéricamente Venus paleolíticas. A partir de la revolución neolítica, cuando surgen los modos de producción pastoril y agrario, el mundo espiritual se organiza en complicadas cosmogonías y estructuras mitológicas. Existirá predominantemente una fenomenología del Ser Supremo masculina para los pastores, mientras que los agricultores persiste y se complejiza el culto a la Magna Mater, asociada a sus elementos inseparables: luna, tierra y agua.
También, el misterio de la finitud despertó la reflexión del hombre primitivo, ante la realidad impredecible de la muerte. En su esfuerzo por transponer el umbral de lo eterno, la imaginación concibe la prolongación de la vida en un plano diferente y la esperanza de regresar por medio de la reencarnación. La muerte será sacralizada y comenzarán a praticarse rituales y ofrendas funerarias destinadas a preservarse del retorno del espíritu para perturbar a los vivos.
En este universo espiritual nace Halloween, conocida actualmente con el nombre de “Noche de Brujas”. Su filiación debe buscarse entre el pieblo de los celtas o Gaels. Segú la geografía de Hecateo de Mileto, originarios del centro de Alemania, que, a partir del siglo IX, inician una expansión radical alcanzando hacia el oeste las Islas Británicas e Irlanda y, hacia el este, el Asia Menor, donde son conocidos como gálatas, ocupando en su camino Francia, Suiza y el norte de Italia y España.
Los celtas se asentaron probablemente sobre una cultura precedente que ha dejado importantes manifestaciones simbólicas en sus monumentos megalíticos, entre ellos los Menhires (del gaélico, Men: piedra y HirL erguida) cuyo significado es discutido. Algunos investigadores lo ven como un elemento ritual de índole fálica. Otros han mostrado la precisión de su alineamiento con la salida y puesta del sol y la luna, suficientemente exacta para predecir los acontecimientos astronómicos del ciclo annual, como equinoccios, solsticios y eclipses, como se verá luego reflejado en el calendario celta.
Otras manifestaciones son los Dolmenes (de Tohl: mesa y Men: piedra) cuyo nombre se vincula a su apariencia y que se combinan con los anteriores, formando alineamientos circulares concéntricos llamados Cromlech, de los cuales el más conocido es Stonehenge, en el condado de Wittshire, Inglaterra, y que fue recibiendo agregados a lo largo del tiempo. Se considera que fue usado como centro ceremonial perteneciente a una religión solilunar, cuyos ritos incluían sacrificios por incineración.
A mediados del siglo –V, los celtas invaden Gran Bretaña y se encuentran con estas práticas, produciéndose una fusión religiosa de la cual resultará la religión de los druidas, los cuales constituían el lazo de unión espiritual entre los celtas y se encontraban organizados en jerarquías. Los Darvindin, de donde se deriva la palabra druidam eran sacerdotes, jueces, médicos naturalistas y hasta administradores de los bienes comunitarios. Les seguían los Bardos, expertos en magia y adivinación; luego, los Vates o Filidhs, quienes se encargaban de transmitir las tradiciones, conservar los mitos, el relato de las hazañas guerreras cantadas en himnos y sagas. Los recién iniciados eran llamados Amdaurs (hijos del roble). Junto a ellos, existían las sacerdotisas, llamadas Bandruih o Dríades, que realizan conjuros y predicen el futuro.
Los ritos druídicos buscaban influir a las fuerzas de la naturaleza para alentar la fertilidad y se combinaban con el culto a los muertos. La creencia en la vida después de la muerte queda testimoniada en la práctica de enterramientos, en los cuales el muerto es acompañado por sus pertenencias para el viaje al más allá.
La morada de los muertos era denominada Sidh, literalmente Paz y que era simbolizada por tres círculos concéntricos, de adentro hacia afuera Awbredh, donde el alma comienza su existencia para iniciar el aprendizaje que la llevará a transitar sucesivas reencarnaciones, Gwynnet, el círculo de la purificación, donde el alma descansará de las reencarnaciones y Kawgynt, el Sidh supremo, donde encontrará la paz definitiva, libre de todas sus ataduras materiales. Por ello, según relata Julio Cesar en los Comentarios sobre la guerra de las Galias, los soldados en batalla no temían a la muerte, ya que era una simple transición. Entre una y otra reencarnación, los muertos que aún no han completado su purificación pueden aparecerse a los vivos, mientras que los cobardes y los delincuentes vagan errantes en los vientos y las tormentas sin poder descansar jamás. La noche de Halloween es el momento en que los muertos se acercan a sus antiguas moradas buscando el calor del hogar antes de emprender su viaje al más allá y dejan sus mensajes a los vivos.
El calendario ritual celta era de carácter lunar. Cada mes poseía una mitad luminosa y ascendente vinculada al cuarto creciente y la luna llena, durante la cual tenían lugar los hechizos y conjuros de magia blanca, y una mitad oscura y descendente vinculada al cuarto menguante y la luna nueva, en que se practicaban ceremonias de magia negra.
De la misma manera, el año se dividía en dos mitades: una oscura y otra luminosa. El año Nuevo se celebraba el 1º de noviembre y era llamado Samhain, la fiesta de todo lo sagrado. Comenzaba la mitad oscura del año, en que los ganados se resguardaban en los establos y las familias en sus hogares para soportar el frío invierno. Su víspera es Halloween. La mitad luminosa se inicia el 1º de mayo (el famoso Mayday) con la fiesta de Beltayne y su víspera, la Noche de Walpurgis, menos conocida, pero similar en su significado a Halloween, por el encuentro entre el bien y el mal, la vida y la muerte.
La denominación Halloween es la forma moderna inglesa del antiguo All Hallow Even, la noche de todas las almas, un tiempo de transición, durante el cual se rompen las categorías del pensamiento lógico y los vivos y los muertos se comunican. Esa noche se apagan todos los fuegos de las cabañas y en la colina más elevada los druidas encienden la hoguera sagrada que representa la renovación del ciclo de la vida. Todos los participantes comulgan con sus antorchas y llevan el fuego nuevo a sus hogares, como una analogía pagana del cirio pascual.
Era un rito de purificación que se acompañaba de sacrificios de caballos y humanos, generalmente condenados o prisioneros, los cuales eran incinerados dentro de cestas de mimbre. Cuando los romanos invadieron las Galias con Julio Cesar y se prohibieron las antiguas ceremonias, los dioses celtas se mimetizaron con los romanos, como sucederá más tarde con los santos cristianos, pero las costumbres y los símbolos perdurarán y aún se mantienen vivas, incorporadas a la liturgia y las celebraciones cristianas.
El Papa Gregorio III, en un intento por erradicar el paganismo, superpuso a Samhain, la fiesta de Todos los Santos, el 1º de noviembre. No obstante, hasta el siglo XVIII continuaban las prácticas secretas. Confundidas con la brujería, muchos de sus adeptos fueron quemados en la hoguera, con lo cual el significado original se fue perdiendo para dar lugar al concepto de Noche de Brujas. Las brujas eran muy temidas y acerca de ellas corrían toda suerte de creencias, como la de poder volar por los cielos sobre las escobas, en las cuales escondían sus varitas mágicas. Las animales de hábitos nocturnos, especialmente los gatos, se asociaban con ellas, y los pobres animales también eran sacrificados en el fuego, no ya como sacrificio ritual, sino como cruel superstición.
Alrededor de 1830, la festividad penetra en los Estados Unidos de la mano de inmigrantes irlandeses. Las antiguas linternas hechas con remolachas son sustituidas por las calabazas americanas llevadas en procesión por los campos y que hoy son el símbolo más representativo de Halloween.
En este noche, se cree que además de los espíritus, andan sueltos los elementales, haciendo objeto de sus traversuras a los mortales. Actualmente, la “gente pequeña” como eran llamados estos seres sobrenaturales, han sido sustituidos por los niños disfrazados que recorren las puertas pidiendo dulces para evitar las bromas pesadas a los vecinos.
La proximidad de los muertos otorga un toque de videncia a los vivos y, por ello, se realizaban diversas prácticas adivinatorias. Por ejemplo, cuando se encendía la hoguera familiar se arrojaba al fuego una piedra blanca por cada integrante de la familia. Si al día siguiente la piedra se había desplazado del montón de cenizas, se creía que esa persona moriría en el curso del año.
Al pelar una manzana, y arrojar las cáscara, al caer ésta formaba la inicial de la futura pareja. Asimismo, se profetizaba sobre el amor quemando nueces para conocer la calidad del amor ofrecido por la pareja. Una nuez que se consume rápidamente indica un amor apasionado pero breve y traicionero. Una nuez que se quema lentamente augura un amor de cálida constancia y fidelidad. Asimismo, si en la encrucijada de un camino se aparecía al viajero una yegua negra, presagiaba la muerte. Si, por el contrario, una persona se sentaba en un cruce de tres caminos sobre un trípode, podría escuchar la voz de las hadas o banshees susurrándole sus presagios.
Fuego purificador. Incineración de lo viejo y corrupto. Danza como símbolo del movimiento de la tierra y el paso de las estaciones. Culto a la fertilidad. Como puede apreciarse, Halloween ha perdido gran parte de su significado ritual originario. Queda solamente la pintoresca mascarada que en los últimos años, como un subproducto más de la globalización cultural, ha comenzado a introducirse en los ámbitos urbanos de nuestro país.
Actualmente, un neopaganismo parece resurgir de la mano de los practicantes de la Wicca, brujería moderna, los cuales, basándose en los antiguos relatos de los cronistas, ya que los druidas transmitían sus conocimientos en forma oral, intentan recuperar el mundo espiritual perdido de los rituales celtas, mediante ceremonias de comunión con la naturaleza.