Hoy se estrena Kryptonita, dirigida por Nicanor Loreti y basada en la novela de nuestro amigo Leo Oyola con un elenco que incluye entre otros a Diego Velázquez, Juan Palomino, Pablo Rago, Diego Cremonesi, Lautaro Delgado, Nicolás Vázquez, Susana Varela, Diego Capusotto, Sebastián De Caro, y el babasónico Carca.
¿Qué hubiera pasado si Superman en lugar de caer en Smallville, Kansas, hubiera caído en el conurbano bonaerense, en Isidro Casanova?
El tordo González –Diego Velázquez- es un nochero del hospital Paroissien, uno de esos pobres tipos que acosados por deudas y dudas pueden pasarse varios turnos de corrido y entre corridas, olvidando vida y familia. Un personaje sobrepasado en un ambiente lóbrego, aturdido por las pastillas que lo mantienen despierto y jalonado entre su juramento hipocrático y la conducta extorsiva de un cuerpo policía que quiere “limpiar” las calles sin entender el origen de la delincuencia. Pero esta va a ser una noche diferente, cae en la guardia un conocido grupo de delincuentes, traen a su líder “el Nafta Súper” herido de muerte, pero están dispuestos a resistir. Pronto el hospital de vera asediado por las fuerzas del orden. A punta de pistola el tordo recibe la prescripción de la banda: Nafta Súper tiene que ver el amanecer.
Nicanor Loreti y Leo Oyola dan vida a un grupo de superhéroes que llegan a la pantalla grande para recordarnos que, en la periferia, muchas veces el honor y la justicia son divergentes con la ley y el orden. Kryptonita deconstruye el mito moderno del superhéroe fascista para devolverlo a sus orígenes proletarios, desde el corazón de la cultura pop subvierten la fórmula consagrada para convertirla en una elegía popular que cuestiona las bases del derecho y aboga por la emancipación del imaginario.
En el preestreno, realizado en el 30º Festival Internacional de Cine de Mar del Plata, tuvimos la oportunidad de escuchar y conversar con varios de los protagonistas.
Nafta Super, el hombre de acero | Juan Palomino
Vos sabés que Superman surge en 1933, con el escenario de la gran depresión económica, y antes de convertirse en el ícono del imperio surge como un héroe proletario. ¿Cómo abordaste y deconstruíste este mito del superhéroe?
No, yo me alejo absolutamente de esa mirada. No me interesan ni Superman, ni Batman, menos Iron Man, ni toda la sarta de superhéroes que representan el status quo, las fábricas de armas, el armamentismo y la tecnología. Si hay algo que destaco de Oyola es la respuesta que genera a todo eso.
Como vos bien decías, Superman comienza de una manera y se transforma en el ícono del Imperio. La manipulación ha sido un elemento del poder, que a través de los superhéroes empieza a penetrar en los niños, jóvenes y adolescentes, es un dolor de huevos. Lo que hacemos nosotros en la película es todo lo contrario, por algo es “La justicia la liga”. Mi concepción de Nafta Súper, de Pinino, lo único que tiene de Superman, entre comillas, son sus poderes, el azul de la camiseta roída, y el pantalón de buzo, el resto, ideológicamente está en las antípodas y creo que eso es lo que tenía que suceder. Y que suceda desde la Argentina, desde el cine, desde una novela, es una batalla cultural que estamos librando desde la Liga de la Justicia verdadera. En este sentido yo creo que, en la medida en que no ejercitemos la memoria, que no tengamos un pensamiento más crítico, que no sepamos leer e interpretar entre líneas lo que sucede en los medios, es una gran dificultad. Me parece que ese es el gran desafío como sociedad que tenemos cada uno de los ciudadanos. Somos los padres los que educamos a nuestros hijos, o por lo menos intentamos dejarles valores. Creo que cada uno tiene que hacer un ejercicio si no puede ver más allá de la comunicación -de cómo se comunican los logros, la inclusión y la economía- me parece que es un ejercicio que tiene que hacer cada uno y empezar a comparar. Por lo menos empezar a comparar un 2001/2002, un estallido social producto del pensamiento único, del neoliberalismo y la muerte de las ideologías, y entender que en estos catorce años se ha atravesado una zona compleja donde la economía se pudo reorganizar. Hay deudas pendientes todavía, pero fundamentalmente se hizo hincapié en la cultura, creo que esa es una de las grandes bases sólidas que tiene el tránsito de esta democracia desde el 2003, el apostar a lo cultural, a la educación. Hay deudas, las van a seguir habiendo siempre, pero me preocupa que muchos ciudadanos no se puedan despojar de lo individual para entender que mucha gente fue incluida y colectivamente asumida desde el rol del Estado, para poder reconstruirse como persona y como ciudadano.
Ráfaga, el velocista del grupo | Diego Cremonesi
Sos la sorpresa de la película, todos están alucinados con tu actuación. ¿Cómo te planteaste el personaje?
Con mucha responsabilidad, a sabiendas de que tenía por delante un desafío muy grande por la dimensión del proyecto que se estaba encarando, lo que significaba la novela de Leo, la adaptación que hizo Nicanor, el rol que tenía mi personaje en la película.
Tuve la suerte de contar con una excelente dinámica grupal para abordar la responsabilidad que me dio Nicanor. También pude trabajar mucho tiempo el guión, lo tuve casi un año, pude ir ensayando la manera de decir, encontrando el tono del personaje. Al principio me asustaba la gran cantidad de narrativa que tenía, cosa que no beneficia al actor en lo cinematográfico, pero trabajé mucho ese tema, tanto en los encuentros con Nicanor como con referencias que fui encontrando. La combinación con los compañeros me hizo sentir que se estaba laburando en equipo -uno cumple un rol y el otro te está ayudando-, eso fue determinante.
Hoy soy uno de los tipos más felices sobre la faz de la tierra, y creo que la mayoría de mis compañeros también, porque hay algo concerniente al ver materializados tus sueños. Creo que muchos vimos esa materialización desde el momento en que Nicanor nos convocó y hoy estamos frente a un producto que nos hace sentir orgullosos y partícipes, nos sentimos realmente parte de este todo conceptual que es Kryptonita.
Lady Di, travesti maravillosa | Lautaro Delgado
Siempre quise hacer de superhéroe, pero nunca pensé que iba a hacer de la Mujer Maravilla. ¡Lo hice papá!
¿Vos elegiste el personaje?
Leí el guión, Nica me había propuesto otro personaje, pero le pregunté si ya tenía a alguien para hacer de Lady Di, porque a mí me interesaba hacer ese papel. Nica lo pensó un par de días, me llamó y me dijo que sí.
Sos el punto neurálgico de la emotividad de la película. ¿Cómo encaraste el personaje?
Puede ser muy extensa la respuesta y muy compleja, pero para sintetizar, creo que está todo en la novela, creo que el personaje tiene un espesor, una riqueza y toda una poética que fue lo que me captó a mí como lector. Básicamente todas las preguntas que me hacía estaban en el libro. Encaré el personaje desde lo que Leo me propuso escribiendo a Lady Di. También con la mirada muy rigurosa de Nicanor, que en los ensayos me iba llevando por distintos caminos.
Tiene un perfil político la construcción ideológica de los personajes. ¿Cómo entendés esta Liga de la Justicia alternativa?
La novela toma como tópicos a los personajes de la Liga de la justicia. Toma los mitos o el epicentro de cada personaje, no son traducciones literales y creo que eso lo hace más interesante todavía. Porque, en mi opinión, la película es un policial, pero tiene también todos los tópicos de un relato fantástico. No sabés si lo que estás viendo es totalmente real, esos poderes que tienen los personajes, de alguna forma están narrados por los recuerdos que tienen en los flashbacks, recuerdos que uno no sabe si son totalmente reales o están coloreados. Esa ambigüedad de los personajes con respecto a sus poderes me parece que los hace aún más interesantes.
Con respecto a la cuestión política o ideológica, me parece que es una vuelta de tuerca interesantísima. La Liga de la Justicia, cuando uno es chico, la ve más inocentemente: están los buenos y los malos. Pero cuando uno crece empieza a notar las costuras, en las películas de superhéroes enseguida notás la cuestión de la bandera estadounidense, tan arraigada. Batman es un archimillonario combatiendo contra el crimen en defensa de un estado de situación y, uno porque ya es adulto, entiende cuál es el discurso y la postura política del personaje y de quién lo escribe.
Creo que esta novela hace el camino inverso, toma esos tópicos de los superhéroes pero de una forma totalmente subversiva, afortunadamente. Es una banda de delincuentes pero uno se puede identificar totalmente con ellos, por lo que se abren muchas preguntas: ¿qué es la “justicia”?, ¿qué es un “delincuente”? Rompe con lo que está “bien” y lo que está “mal”, se pregunta acerca de lo que es “justo” y lo que es “injusto”. Creo que es una postura política más que interesante y está muy bien que esté hecha acá en Argentina y en este momento.
El Federico, el señor de la noche | Pablo Rago
Yo, como soy un imprudente, cuando me ofrecen una película, leo un 45% del guión y después me siento con el director a charlar. Con Nicanor nos juntamos en el bar en la esquina de mi casa, hablamos de minas, de la vida y, en un momento, le pregunto: -¿qué me vas a ofrecer?, ¿el tordo?- Se queda congelado y me dice: -No, mirá, si vos querés hacer del tordo está todo bien, pero yo había pensado en el Fede…
Y yo no lo había leído al Fede, no había aparecido en las páginas que había estado leyendo… Entonces, con la experiencia que tengo de hablar con directores, le dije: -Todo bien, como a vos te parezca, es tu decisión…- Pagué y me fui corriendo a casa para ver quién carajo era el Fede… ¡No se puede tener tanto orto! ¡¿Cuántas posibilidades en la vida hay de que alguien piense en Pablo Rago para hacer de Batman?!
Ranni, el comisionado | Sebastián De Caro:
Me gustaría que algunos pudieran pensar un segundo en cómo fue este rodaje… La gente no se quería sacar el vestuario, filmábamos en el ala abandonada de un hospital, yo iba caminando vestido del comisionado Gordon y me cruzaba en un pasillo con Capusotto vestido como el Joker… ¡Simplemente querías vivir en este rodaje toda tu vida!
Hoy tengo puesta una remera de Linterna Verde dibujada por José Luis García López porque para mi, el momento más logrado de la película dura solamente un plano y está cortado, es cuando Nico Vázquez, como Linterna Verde, casi activa el anillo, cuando le va a dar a Doomsday por la espalda y algo lo detiene… para mi es un momento histórico en el cine nacional, viví toda mi vida para ver a Linterna Verde CASI activar su anillo… es como una metáfora de la Argentina. También me hace llorar siempre el último párrafo de Nico Vázquez que, de alguna manera, refleja el espíritu que tiene la novela de Leo Oyola, este gol de Maradona con la mano que hace, que es asumirse atravesado tanto por el barrio, por su cultura, como por la globalización, por estos mitos que son ajenos… Y Leo se los devuelve sin pagar un solo peso de derechos -ellos nunca van a poder cobrárselo- y encima hace que Superman bese a un trava lo que, la verdad, es un acto de justicia tan grande que consigue ordenarnos el mundo a todos y para siempre, junto con Nicanor Loreti. ¡Un aplauso a los dos!