Aparte de abrevar de una materia común, el ensayo de Wachsmann guarda una inequívoca relación de parentesco con el ya justamente célebre Hitler. Una biografía, de Ian Kershaw: ambos libros agotan el tema, se tornan bibliografía imprescindible y difícilmente se hallen textos tan minuciosa y prolijamente documentados. La labor de Wachsmann es ciclópea, estremecedora y notable. Y su enfoque es de carácter cronológico, lo que tal vez constituya uno de los rasgos esenciales y más inteligentes de su voluminoso ensayo: parte de principios del año 1933 hasta la liberación final, lo cual le permite mostrar las amplias diferencias entre los primeros campos y los últimos, e, incluso las notables disimilitudes, en la línea del tiempo, en el interior de un mismo campo; por ejemplo, Dachau, que en tan sólo doce años pasa de ser un benigno encarcelamiento (“custodia protectora” es la expresión alemana), continúa siendo una cárcel de máxima seguridad de la cual es imposible huir, y termina por ser en una de las referencias del terror de la S.S. De hecho, Dachau es un ejemplo más que ilustrativo teniendo en cuenta que fue el único campo que estuvo en pleno funcionamiento a lo largo de todo el período nazi. Del mismo modo que Auschwitz fue el único campo con un papel destacadísimo en aquello que los nazis denominaron “solución final”.
Wachsmann se remonta a los orígenes de los campos de concentración en el mundo habida cuenta del tenazmente reiterado pronunciamiento de Hitler en torno a que Alemania no había inventado los campos de concentración, sino los ingleses. Y es evidente que lo más cercano a los campos de concentración de la S.S. son los que se hallaron en la Unión Soviética de Stalin. Pero como señala de modo incontestable Hannah Arendt en su imprescindible Los orígenes del totalitarismo para dar cuenta cabal de la medida de la diferencia: los campos soviéticos eran el purgatorio, pero los campos de los nazis eran, lisa y llanamente, el infierno.
¿Cómo se pudo llegar a eso que se llegó?, es la pregunta que flota no sólo en el volumen de Wachsmann sino a lo largo de todo el siglo XX y que, seguramente, seguirá resonando en el tiempo. Por ello, vale la pena no olvidar nunca las lúcidas palabras de Primo Levi, que soportó casi todo un año en Auschwitz: “Los monstruos existen, pero son demasiado pocos para resultar realmente peligrosos. Más peligrosos son los hombres normales.”
UNA HISTORIA DE LOS CAMPOS DE CONCENTRACIÓN NAZIS
Autor: Nikolaus Wachsmann
Traducción: Cecilia Belza y David León
Editorial: Crítica/Paidós
1.098 páginas