Es el ocaso de una mujer impactante, acostumbrada a imponer su voluntad.
Esa mujer dominante, segura de sí misma durante toda la vida, confiada de sus percepciones, aunque ahora con miedo a caer, tercamente se niega a ceder el control; intenta seguir ejerciendo el don de la manipulación. Genio y figura hasta la sepultura.
Desde siempre, dueña de un ímpetu que la lleva a trascender más allá de Barcelona.
Un claro retrato de la Gran Emma; una carta de colores e impresiones de su personalidad.
Un acopio de testimonios y relatos que visten y desnudan a la excéntrica escritora.
Ahora bien, entre la urgencia y la calma, cobra mayor importancia la presencia de otra mujer, una que se mantiene, por propia decisión, en el ojo de ese huracán que pretende revivir, en su recta final, todos los placeres que se le van negando.
Palabras que construyen imágenes y levantan escenarios. Entre tanto, la joven que se acerca a “La Dama Indigna de las letras”, también tiene su propia historia atrapada en una crisis.
Ambas mujeres, con asuntos pendientes y, ambas, en algún punto, desarmadas.
Una novela de vínculos que giran alrededor de una serie de mutaciones que acompañan la particular decadencia de un ser brillante. Y una oportunidad propicia para reconocer aquel tiempo de gloria.
Una generación en retirada; famosa por la reunión de talentos. La historia del diseño, del arte y de las letras en Barcelona. Realidad y ficción; la frontera esencial.
Una espera y un lugar donde alguien puede ir a morir. En definitiva, “…los últimos días de una de las mujeres más sugerentes de la cultura del siglo XX: Esther Tusquets.”
Antes de nada me gustaría hacer una reflexión general, sobre un tema recurrente en las entrevistas que me han hecho. Yo creo firmemente en que mi novela es una novela y por tanto considero que es una obra de ficción. Si se basa o no en hechos reales, es un análisis en el que no quiero participar. Para mí, señalar los datos objetivos y separarlos de los subjetivos es como desarmar el proceso de escritura, desarticular la novela, y no quiero hacer eso.
¿Cuánto tiene, tu novela, de álbum de fotos de familia?
No lo sé. Nunca me lo planteé así.
¿Cómo definirías este entramado de vínculos familiares?
Espero que el entramado de vínculos familiares en Corazón Amarillo Sangre Azul se perciba como algo complejo, nada convencional, excepcionalmente libre.
Estudiaste psicología en la Universidad de Barcelona y, en la novela, por momentos se advierte una mirada desde ese lugar. ¿Qué podrías decirnos al respecto?
Siempre me ha interesado mucho la gente, su conducta, las relaciones personales. No sé si hubiera sido una buena psicóloga clínica, porque a pesar de que me atrae mucho observar el comportamiento de las personas, aconsejarlas o ayudarlas a emprender un camino mejor, es otra cuestión.
Cuando decidiste escribir esta novela, seguramente pensaste en el proceso de escritura; ¿cómo lo encaraste y cómo se fue dando este proceso?
Fue un proceso que calificaría de desordenado y largo y para nada ejemplar. Estuve un tiempo escribiendo de forma impulsiva, sin tener idea de hacia donde iba. Después vino la reescritura y la obsesión en ordenar, en estructurar; la sensación de ir atrás y adelante y otra vez atrás. La abandoné varias veces. En la última fase me resultó imprescindible la ayuda de mi editor, gracias a él la novela tomó la forma final.
¿Que sería lo más importante, lo más valioso que, a tu juicio, merece ser recordado de la protagonista de carne y hueso, de esta novela?
De Esther Tusquets diría que merece ser recordada por muchísimas cosas. Yo destacaría su libertad de pensamiento y su singularidad.
Blai, Neus; Montse; Anke; Valentín, Ada…¿qué podés adelantar, a los lectores, sobre el papel que juega, en esta historia, cada uno de ellos?
Clara necesita saber más de su cuñada, Emma, y la busca a través de las personas que la conocieron en el pasado, en otra época que ella no ha podido conocer. Cada uno de ellos le da su visión, su experiencia, que nunca es completa, pero que, entre todos, van construyendo un personaje fascinante a los ojos de Clara.
La novela, de modo tangencial, hace algún contacto con la política y, entonces, con la historia. ¿Qué reconocimiento merece Jaime Vicens Vives por su aporte como historiador?
Creo que muy grande. Fue un maestro de historiadores.
Hablemos de tus lecturas, de tus influencias literarias, de tus autores preferidos.
Nabokov, Truman Capote, Josep Pla. Recuerdo con especial emoción El mundo según Gurb, de John Irving, la primera novela que me desesperó y me hizo llorar. La falta de sentimentalismo de Navokov siendo a la vez tan sensual y tan romántico. El retrato que hace Josep Pla de Ramón Casas (tangencialmente, porque a quien se ha propuesto retratar es a Santiago Rusiñol) me parece magistral y a momentos desternillante; cómo habla de las playas de la Costa Brava…
¿A qué le adjudicás una mayor importancia, al lenguaje, a la trama o al argumento?
Al lenguaje. Pero no me resisto a un buen argumento.
¿Qué opinión te merecen los talleres literarios?
Nunca he asistido a ninguno, a pesar de tener tentaciones de hacerlo. Seguro que están muy bien, que aportan mucho.
Te pido una reflexión sobre las editoriales y sobre la crítica literaria en España. ¿Cómo describirías el actual estado de situación de la literatura en España y en el mundo en general?; ¡cómo ves la producción cultural?
Admiro mucho a toda la red de profesionales que hacen posible que un libro salga bien: autor, distribuidor, crítico… Ser un buen editor en el momento actual me parece un trabajo heroico, que sólo se entiende por la profunda vocación que los mueve. Vivo con desencanto y bastante asqueada esta evolución de la vida hacia lo digital, esta banalización que arrasa con todo. Confío en que en algún momento algo o todo se desenchufe y lo tangible vuelva. Mientras tanto, cualquier producción cultural me parece un milagro.