“Tengo amigos que no saben que son mis amigos. No perciben el amor que les profeso y la necesidad absoluta que tengo de ellos. La amistad es una sensación más noble que el amor, porque en este caso no se prohíbe que ese sentimiento se divida en otro afecto, mientras que el amor tiene lo intrínseco que son los celos, que no admite la rivalidad. Yo podría soportar, aunque no sin dolor, que mis amores hayan terminado, pero me volvería loco si terminara con todos mis amigos, aun esos que no perciben que son mis amigos y que parte de mi vida depende de su existencia…” decía Vinicius de Moraes. Cuando no sabes qué decir, la nueva novela gráfica de Cristina Durán y Miguel Á. Giner Bou, editada en nuestro país recientemente por el sello Salamandra Graphic, explora estas dos realidades hermanas que son el amor y la amistad.
A partir de un accidente automovilístico, Manu, el protagonista del relato, aborda en su memoria vida, pasión y muerte de su entrañable amistad con Roberto y Maider, con quienes cruza su camino en la universidad y con los que no tardan en hermanarse en un código compartido cruzado por signos y referencias a la cultura pop que van de la música al cine –puesta al día del Club de la serpiente Cortazariano-.
¿Cómo surge la historia de Cuando no sabes qué decir? ¿Está basada en la una memoria personal de alguno de ustedes?
MA: El libro nace de un relato que escribí justo al acabar la facultad a principios de los 90 y que se titulaba El perro. En ese relato quería captar la atmósfera y las experiencias que acababa de vivir, mi relación con mis compañeros y nuestras vivencias alrededor del cine, de la música y del cómic. En la novela gráfica quise seguir esta ambientación, quería captar cómo era nuestra relación, nuestras visitas a la Filmoteca, los conciertos que fuimos a ver, nuestras interminables conversaciones alrededor del cine o de la música. Así que sí que podemos decir que el libro, en gran parte, está basado en una experiencia personal. Luego, para construir los personajes definitivos, me basé someramente en mis compañeros y empecé a darles unas personalidades propias. Es una novela gráfica de personajes y me centré mucho en poder definir bien a todos/as y cada uno/a de ellos/as.
C: Sí, aunque es ficción, como dice Miguel Ángel, está basada en esa época de la universidad. Época que yo también viví, así que tuve esa ventaja a la hora de dibujar la atmósfera que quería transmitir Miguel Ángel. Aunque para mí sí ha sido bastante diferente el proceso de trabajo respecto a nuestras dos obras anteriores que fueron plenamente autobiográficas. Normalmente, ambos intervenimos siempre mucho en todo el proceso, lo hacemos todo conjuntamente, pero en esta ocasión era más un guión claramente de Miguel Ángel y yo tenía que dibujar a partir de su historia y sus personajes. Reconozco que en un principio me costó, pero una vez conseguí llevarlo a mi terreno, cogerle cariño a los personajes, en definitiva «hacerlo mío», todo fue sobre ruedas y lo he disfrutado mucho.
El ritmo melancólico entre la memoria y el desencuentro marcan la identidad de esta narración y son acompañados por una batería de elementos -la cultura pop, el cine y el jazz- que delimitan el espacio simbólico compartido por este grupo de amigos. Me interesa hablar de este manejo del clima y la atmósfera. ¿Cómo fue el abordaje de los mismos?
MA: Ese ritmo melancólico ya estaba en aquel relato. En aquella época estaba leyendo mucho a Julio Cortázar. Cuando leí El perseguidor y, sobre todo, Rayuela, mi cerebro casi explota. Ese ambiente melancólico, la relación entre ellos, la relación de ellos con el jazz, todo es un homenaje a estos dos libros (no oculto, ya que Maider le dice a Manu que si se creen el Club de la serpiente en referencia directa a Rayuela). Con todo el respeto y la distancia, Cuando no sabes qué decir, es, en parte, un intento de llevar a cómic el tipo de ambientación de Cortázar en esos relatos (también en 62. Modelo para armar del que también hay mucho en este cómic).
C: Los elementos simbólicos que acompañan a los personajes son fundamentales en la historia y la forma de abordarlos gráficamente está muy meditada. Cuando Miguel Ángel me planteó el proyecto me explicó cómo le gustaría que lo trabajara gráficamente, de manera que hubiera una oposición entre la realidad y la ficción. Las partes de las anécdotas, del glamour, tenía que ser muy rica gráficamente frente a la de la vida cotidiana de los protagonistas que tenía que ser con poco detalle; una mesa, unas sillas y unos cafés, como si fuera una obra de teatro, definen el lugar, no hace falta más, luces y sombras acaban de dar el ambiente necesario. Además, se habla de varias épocas de la vida de los protagonistas y cada época está definida por un color: el pasado de la época de facultad, el más lejano en el tiempo, está definido por ocres y marrones; el pasado medio en verdes y el presente en rojos. Esta forma de componer las páginas mediante el color sirve en primer lugar, para situar al lector rápidamente en el tiempo; en segundo lugar funcionaba como melodía y base rítmica de la musicalidad narrativa; y en tercer lugar, como antes comentaba, las páginas donde se cuentan anécdotas de cine o de jazz están tratadas con muchísima mayor riqueza gráfica. Algunas están hechas con técnicas clásicas como la acuarela o el gouache (a diferencia del color del resto del libro, que está hecho digitalmente) pero todas tienen en común que son más ricas en dibujo y en detalles. Esto lo hicimos porque, por un lado, queríamos reflejar la personalidad de los protagonistas quienes, en su mundo de cultura omnipresente, consideran por oposición o contraste, su propia realidad gris y monótona. Para ellos el mundo que de verdad tiene valor es aquel que no pueden alcanzar pero que siempre está presente: el mundo del glamour del cine o de los escenarios de los conciertos. Por eso, éste tenía que ser infinitamente más rico que aquél a nivel gráfico y cromático. Personalmente, he disfrutado especialmente esas páginas en las que he podido explayarme a nivel gráfico, volver al detalle y probar cosas nuevas. Revisitar las películas sobre las que tenía que dibujar, escuchar la música y después… dibujar por el placer de dibujar, sumergirme absolutamente mientras pasan las horas volando. Retomar la técnica del gouache, volver a coger los pinceles, ha sido un auténtico placer y creo que si uno disfruta dibujando, luego el lector disfruta observando ya que la pasión se transmite. Yo disfruto mucho observando los dibujos de mis compañeros y compañeras, así que espero que el lector pueda disfrutar con mis imágenes.
La violencia de género es un tema de rigurosa actualidad, ¿cómo decidieron abordarlo? ¿Mereció un debate entre ambos?
MA: La historia de la violencia de género está basada también en una experiencia de otros amigos nuestros. Estos dos amigos eran muy cultos y de ellos era de los últimos que te podrías imaginar que pasara una cosa así. Esta reflexión sobre que la violencia de género no se da, como mucha gente cree, sólo en estratos bajos de la sociedad, sino que no depende ni de la clase social, ni de la cultura, me parecía muy interesante. Por otro lado, también quería reflejarlo desde el punto de vista de él, del hombre (siempre lo vemos, y es muy normal, desde el punto de vista de la mujer). Al fin y al cabo, el más honesto y coherente con el tema es el propio Roberto. Es un libro que habla sobre la eterna lucha entre la inteligencia y la pasión. Roberto ama locamente a Maider, pero no está seguro de poder controlar sus pasiones, así que, ante el peligro de volver a caer en un episodio similar, decide romper la relación. Su parte racional, su inteligencia, entiende lo que ha pasado y es capaz de racionalizarlo; es capaz de racionalizarlo tanto que es capaz de reconocer que no puede controlar su lado pasional, y eso, es consciente, lo carcomerá el resto de su vida. Seguramente nunca volverá a tener una relación seria con nadie.
C: Sí que hablamos mucho del tema, pero estábamos bastante de acuerdo en cómo abordarlo. Hicimos en 2011 Pillada por ti por encargo del entonces llamado Ministerio de Igualdad, un cómic sobre prevención de violencia de género en adolescentes. Fue un trabajo apasionante en el que aprendimos mucho porque estuvimos asesorados por expertos. Ya antes éramos conscientes de la gravedad de este tema, pero una vez acabado el cómic, nuestro interés por aportar nuestro granito de arena para erradicarlo aumentó todavía más.
En un punto del relato aparece un bellísimo cuento de hadas que funciona como metáfora de la historia de uno de los personajes. Se considera que en los cuentos de hadas tradicionales para niños, la fantasía estaba al servicio de un entrenamiento práctico para enfrentar ciertas crueldades del mundo adulto. ¿En el mundo contemporáneo hubo un corrimiento en la educación sentimental del individuo, hubo un corrimiento en la crueldad del mundo adulto, o de ambos?
MA: Creo que, en general, en el mundo actual lo que hay es más pornografía, entendiendo la pornografía como la capacidad de mostrarlo todo. La técnica del maquillaje y de los efectos especiales permiten no tener límites en lo que se muestra. Esto genera un espectador que está acostumbrado a asistir a un festival visual y a una orgía de realidad. Esa pornografía ha acabado invadiendo también el mundo del lector y éstos, acostumbrados a ese volumen de realidad, necesitan también sensaciones fuertes cuando leen un libro o cuando leen un cómic. Con lo que, a mi modo de ver, se está perdiendo cosas que son la base de la narrativa, tanto la infantil como la adulta. Estoy hablando del mundo de la sutileza, de la alegoría, de considerar a nuestros lectores como compañeros inteligentes y no como masa que consume un producto. En el caso del cuento intento jugar con esos elementos de metáfora y alegoría e intento que, como muy bien dices, funcionen como elemento narrativo también (pasa lo mismo con la historia -real- de Tete Montoliu que me sirve para definir a Roberto). No está ahí esa historia porque sí, tiene su motivo de ser. Soy consciente de que este camino que hemos tomado va a hacer que mis lectores sean reducidos y que quizás no vayamos a ser éxito de ventas. Simplemente intento hacer y recrear las cosas que a mí me han gustado y he disfrutado. Los directores, escritores y dibujantes que me han inspirado y que menciono más abajo.
¿Cómo es trabajar a cuatro manos?
MA: Pues llevamos más de 20 años trabajando juntos de esta forma y es nuestra forma lógica de trabajar. Hemos establecido unas normas, un protocolo de seguridad podríamos decir, en donde la última palabra la tiene uno de los dos según de lo que hablemos: en la parte gráfica la tiene Cristina, en la parte de guión la tengo yo. Empiezo yo con la historia. Le cuento a Cris dos o tres que tengo en la cabeza y ella me dice cuál es la que le apetece dibujar e implicarse. Hago yo el guión y el storyboard mientras ella va haciendo la creación de personajes (a nivel gráfico previa descripción de los mismos por mi parte). A partir del story Cris siempre añade algo que se le ocurre al leerlo, tanto a nivel literario como a nivel gráfico. Luego lápiz y tinta de Cris y finalmente lo retomo yo y hago el color y arte final (excepto el gouache que lo hace todo ella). Pero hablamos y discutimos muchísimo todo. De hecho, durante los meses de producción somos insoportables porque prácticamente no hablamos de otra cosa que no sea el libro que tenemos entre manos.
C: Sí, estamos muy acostumbrados a trabajar juntos. Mis padres también trabajaron juntos toda la vida y también se llevaban muy bien, así que supongo que yo lo veo algo normal porque lo viví en casa desde siempre. Escuchar a mis padres hablar de trabajo en casa era algo habitual, así que supongo que es lo mismo que están viviendo nuestras hijas ahora. Decir también que fuimos buenos amigos y compañeros de trabajo durante bastantes años antes de ser pareja, así que supongo que eso facilitó las cosas. Cuando empezamos a compartir casa ya estaban establecidas gran parte de las rutinas de trabajo. Y la verdad es que discutimos y diferimos más en temas de trabajo que en los personales, afortunadamente. Yo creo que el respeto, el diálogo y la comunicación constantes son las claves para que el tándem funcione.
¿Cómo nace LaGRÚAestudio?
MA: Pues nace a partir de un fanzine que empezamos en la facultad, No aparcar llamo grua. En este fanzine estábamos los cuatro compañeros que luego montaríamos el estudio: Alberto Botella, Robin, Cristina y servidor (estos compañeros que son los que inspiraron aquel relato, ya lo habréis supuesto). Como decía, al acabar la facultad montamos el estudio en donde compaginábamos la ilustración (libro de texto y libro infantil) con la animación y un poco de cómic. A los pocos años, por temas de pareja, Alberto se fue a vivir a Barcelona y Robin a Madrid, así que en el estudio nos quedamos Cristina y yo que lo hemos mantenido hasta la actualidad. Hoy en día nuestro estudio es un espacio de co-working donde compartimos lugar de trabajo con otros profesionales.
¿Cuáles son sus referentes y sus lecturas formadoras en el campo del comic y la novela gráfica?
MA: Pues como narrador, mis influencias van más por otros ámbitos, el cine y la literatura principalmente. Las tres influencias más obvias son Cortázar, Billy Wilder y Hayao Miyazaki, pero evidentemente hay muchísimas más: Gabriel García Márquez, Juan Rulfo, Phillp K. Dick, Stanislaw Lem, Stanley Kubrick, Akira Kurosawa, Ingmar Bergman, Woody Allen, Mario Benedetti y un sinfín de etcéteras. En lo que se refiere a cómic: Chris Ware, Art Spiegelman, Moebius, David B., Peeters, Daniel Clowes, Juan Berrio, Alfonso Zapico, Javier Olivares, Max, E. Sánchez Abulí, Hernández Cava, Carlos Giménez, Carlos Trillo y Horacio Altuna, Paco Roca, David Mazzuchelli, David Aja, Frederik Peeters y otro sinfín de etcéteras.
C: Referentes creativos tengo muchos (como nos pasa a todos), pero por nombrar algunos, decir que empecé de niña con los tebeos de la época; Mortadelo, Zipi y Zape, Astérix…etc. Devoraba todos los cómics que llegaban a mis manos. Después, me marcaron mucho cuando era adolescente los que publicaban en la revista Madriz, era un tipo de historias que no había visto antes y que me fascinaron, era lo que yo quería hacer. De aquella época de estudiante recuerdo también otras revistas como El Víbora, Cimoc, El Cairo y autores como Javier de Juan, Federico del Barrio, Ana Juan, Miguelanxo Prado, María Colino, Raúl, Daniel Torres, Sento, Moebius, Gilbert Shelton, Crumb, Enki Bilal, Das Pastoras, Milo Manara…etc. De hoy, sigo con Ana Juan, Javier Olivares, Santiago García, Max, Paco Roca, Gallardo, David Rubín, Álvaro Ortiz, Kim, Ana Miralles, Sonia Pulido, Alfonso Zapico, Nadar, Manu Larcenet, Rutu Modan, Guy Delisle, Frederik Peeters, Dupuy/Berberian,Chris Ware, David B…. y un largo, largo etc.
Si trazáramos unas coordenadas, ¿qué diferencias marcarías entre el lenguaje y en el mercado del comic europeo, el yankee y el japonés?
MA: Bueno, la diferencia principal es la industria y el número de lectores. En EEUU y Japón hay una industria muy fuerte detrás con tiradas de más de un millón de ejemplares. En Francia también, pero no tanto. En España la industria es muy pequeña; si te quieres dedicar exclusivamente al cómic tienes que buscar trabajar para esos otros mercados. Es por ello que la mayoría compaginamos el cómic con la ilustración, el diseño o la docencia. Por otro lado, en España hay una explosión de talento increíble. El hecho de que la industria sea pequeña quiere decir que las editoriales que aparecen suelen ser pequeñas y de tiradas muy bajas (1.500 o 2.000 ejemplares). Como no te pueden pagar mucho no se suelen meter prácticamente nada con los contenidos, con lo que tienes absoluta libertad para hacer lo que quieras, como quieras, con el número de páginas que creas que necesita la historia, el tamaño de página más adecuado, etcétera. Esta libertad no la tienes si entras en el mercado mainstream en donde te marcan muchísimo la producción. De hecho, nuestros compañeros europeos envidian muchísimo esta libertad, un caso único en el panorama internacional. Francia y Bélgica son muy fuertes, luego está España e Italia y luego hay un gran páramo sin industria aunque sí son consumidores, como son Holanda o Alemania. Y luego está Inglaterra que es un estado más de Estados Unidos.
C: Lo que sí hemos notado en España es el interés creciente por el cómic por parte de los medios de comunicación. El buen trabajo de las pocas editoriales que hay, el interés de las librería generalistas, la explosión de talento que ha comentado Miguel Ángel más la visibilidad que nos dan los medios, está haciendo que lectores antes ajenos al cómic se acerquen a él. Todavía queda muchísimo para los índices de lectura de otros países, pero al menos, está creciendo poco a poco.
¿Cómo ven el panorama contemporáneo del noveno arte? ¿Qué voces les resultan convocantes?
MA: El cómic y la ilustración están de moda a nivel mundial. En Europa han empezado a aparecer los eventos de auto edición que son un auténtico boom entre los más jóvenes (Elcaf de Londres, el Tenderete, el Graf o el Autobán en España, los de Italia o centro Europa…). Ahora mismo hay una explosión de talento increíble. Además, gracias a las novelas gráficas y el cómic de autor, el cómic está saliendo del gueto y está empezando a ser consumido por casi todo el mundo, algo que no pasaba en este país desde la posguerra. El movimiento de cómic de autor que empezó en los 80 (o antes con el underground) tiene ahora un momento buenísimo que se refleja en la cantidad de libros extraordinarios que se publican anualmente, tanto en EEUU, como en latino-América (Argentina, Colombia,…), Japón, Francia o España. En cuanto a las voces que, a mi modo de ver, más están marcando, al primero que pondría sería a Chris Ware, luego a Art Spiegelman, Daniel Clowes, Frederik Peeters, David B, Marjane Satrapi, Manu Larcenet, Sfarr, …
Además, están apareciendo una juventud, menores de treinta años, con un talento brutal: Antonio Hitos, Ana Galvañ, Ana Oncina, Núria Tamarit, Xulia Vicente, Natacha Bustos, María Herreros, Nadar,… y esto me sirve para destacar la cantidad de mujeres que están saliendo. En el momento actual, y me sirve para enganchar un poco en lo que antes decía, cada vez más existen lectoras y, cada vez menos, lectores. Yo doy clases de narrativa desde hace más de cinco años y el número de alumnas siempre es inmensamente mayor que el de alumnos. Así que me atrevo a afirmar que el futuro del cómic, y de la lectura en general, está en manos de ellas, lo que me alegra muchísimo, sea dicho de paso.
C: Además de lo que ha comentado Miguel Ángel, hay más elementos esperanzadores. Por un lado el trabajo de formación y difusión de las asociaciones de ilustradores/as y de autores/as de cómic. Por otro, las librerías, que están desarrollando una interesantísima actividad cultural con presentaciones, talleres y encuentros con autores. Respecto a la industria editorial, a las pequeñas y medianas editoriales que publican solo cómics, se están uniendo las grandes editoriales de narrativa abriendo líneas específicas de novela gráfica. También en las universidades donde son ya varias las que imparten asignaturas o cursos específicos de cómic. Y no me refiero a Bellas Artes, que es el ecosistema habitual, sino en Filología, en Psicología o en Arquitectura (Miguel Ángel estuvo dando clases en la Facultad de Arquitectura de Segovia unos pocos años) se están haciendo estos cursos. La aparición de galerías de arte dedicadas en exclusiva al cómic y la ilustración, como es el caso de Pepita Lumier art&shop en Valencia o La Fiambrera en Madrid. Y los grandes museos, como por ejemplo el IVAM de aquí Valencia, donde por fin el cómic ha entrado por la puerta grande.
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