Cuando pensábamos que las series de zombies habían logrado exterminar las posibilidades del subgénero en la pantalla grande, llega desde Corea uno de los brotes más memorables desde que el virus se convirtió en pandemia.
Train to Busan
Dirigido por Sang-ho Yeon, El film Train to Busan viene levantando polvareda en el mundo entero y, si bien en nuestro país pudo verse proyectada en el cine Gaumont en el marco de la Semana de la Crítica del Festival de Cannes, su estreno oficial está pautado para el 12 de enero de este año que inicia.
La película narra el brote de un virus desconocido en el territorio coreano. Las grandes ciudades decretan el estado de emergencia mientras el espectador acompaña a los pasajeros del tren KTX en su desesperado intento por llegar a Busan, un poblado ubicado a 453 km de Seúl que ha contenido el contagio a tiempo. La cinta, protagonizada por Gong Yoo, Jung Yumi, Ma Dong Seok, Choi Woo-shik, Ahn So-hee, y Kim Su-an, contagia el vértigoy la opresión de las mejores producciones del género y las matiza eficientemente con la consabida tendencia al melodrama de las producciones coreanas.
Train to Busan (2016) es la primera película surcoreana en conseguir 10 millones de espectadores en Corea del Sur, número que sigue acrecentándose al día de hoy -ya comienza a hablarse de un remake “made in Hollywood”-.
Una referencia ineludible para todos los cultores del género zombie, aunque por estas tierras, pocos saben que se trata de la secuela de un largo animado del mismo director, Seoul Station, también del 2016.
Seoul Station narra el inicio del brote zombie en la capital coreana para hacer foco en las relaciones disfuncionales de un puñado de personajes. Sang-ho Yeon logra contagiar, reposadamente, una sensación de creciente asedio que tiene más que ver con la abulia social contemporánea que con la circunstancia particular de la infección narrada. Aplica también, acertadamente, ciertos giros narrativos que exceden el género terror y acercan el film al thriller psicológico.
Una buena forma de ingresar en el universo del Aeni.
Aeni (한국 애니), animación coreana
El arte de la animación coreana o Aeni (한국 애니) se ha desarrollado exponencialmente en Corea del sur a lo largo de las últimas décadas. Pasando de ser, a comienzos del nuevo milenio, tan sólo una industria a la que occidente daba trabajo de dibujo serializado (realizando producciones para las principales compañías de animación, tanto estadounidenses como japonesas) a resurgir a partir de 2011 con éxitos de taquilla de producción casera, creciendo en popularidad en todo Asia oriental.
El perfeccionamiento técnico se vio reflejado en retornos financieros reinvertidos en nuevos productos animados de los más de 120 estudios de animación locales.
Sang-ho Yeon
Director y guionista surcoreano nacido en 1978, Yeon Sang-Ho se graduó en la Universidad de Sangmyung en la carrera de Pintura Occidental y, tras dirigir algunos cortometrajes de animación, montó en 2004 su propia productora, Studio Dadashow.
Sang-ho Yeon ha comentado en reiteradas oportunidades que sus películas abrevan en su experiencia personal. Es el caso de Dwae-ji-ui wang (The King of Pigs), 2011. Producción con la que conoció cierta popularidad y de la que afirmó que estaba basada en su experiencia personal de vida, a la que siguió el corto The window, en 2012, con el que afirma haber llorado durante el tiempo de escritura del guión, basado en su vida durante su servicio militar obligatorio, y Saibi (The Fake), 2013.
Su última película de animación, Seoul Station, estrenada a comienzos de 2016, es tal vez la más comercial y a su vez, la que funcionó como idea seminal para Train to Busan, su trampolín al mercado internacional.
“Cuando estaba trabajando en la realización de mi película anterior, Seoul Station, el equipo me preguntaba constantemente qué iba a suceder después de la infección. Entonces imaginé diferentes historias… y en ese proceso me convencí de hacer una secuela a la que llamé Bu-San-Haeng (Train to Busan). Paralelamente, después de Dwae-ji-ui wang (The King of Pigs), en 2011, y The Fake, en 2013, recibí propuestas para hacer mi primer largometraje con actores. Como actualmente en Corea del Sur la industria cinematográfica se concentra principalmente en el cine con tomas reales, pensé que había llegado el momento de dar mis primeros pasos y, tras conversarlo con mis productores, llegamos a la conclusión de que era pertinente que Bu-San-Haeng (Train to Busan) no fuera una película de animación.”