La visita de la prestigiosa escritora española María Dueñas, invitada por Editorial Planeta al ciclo Verano Planeta, tuvo algunos ribetes notables. El periplo que comenzó en Mar del Plata y continuó en Bariloche, dejó una huella imborrable en la española. Dueñas que vendió cinco millones y medio de su primera novela “El tiempo entre costuras” y que es asediada y admirada en el mundo entero tal como si fuese una rock star, siempre estuvo dispuesta.. A su lado en todo el recorrido tuvo de cicerone a Nino Ramella, quien optó por pasearla en su original Citroën, en vez de contratar una glamorosa limousine. Por lo que se supo y se vio en fotografías, la célebre autora disfrutó de la “aventura”. Se sabe que envió fotos a sus familiares que causaron reacciones muy positivas. “No entiendo la sorpresa -dijo Nino- un sedán francés, convertible y de diseño inspirado por Le Corbusier es un dignísimo flete para una dama de tal jerarquía”.

Evaristo Cultural, con el afán de conocer los pormenores de este paseo cultural, le pidió a Nino Ramella su mirada. Lo que sigue es su crónica.

Maria Dueñas

ALGO EXTRAORDINARIO: UNA PERSONA NORMAL

Hace muchos años que trato con escritores. Los entrevisto. Viajamos juntos. Con algunos nos volvemos confidentes y amigos. Con otros la relación es meramente profesional. Conozco sus inseguridades y la necesidad de ser validados por terceros, especialmente por una buena ubicación de sus libros en la lista de más vendidos. Debo decir que de todos ellos me he enriquecido. No importan sus cualidades personales. Como dijo Wilde, el hecho de que un hombre sea un envenenador no prueba nada en contra de su prosa.

A finales del mes pasado y principios de este acompañé durante una semana a María Dueñas en sus presentaciones en Argentina. Tuvimos diálogos públicos en Mar del Plata, Pinamar y Bariloche. Estaba yo un poco prevenido. La española irrumpió en el mundo editorial con la fuerza de un tsunami. Su primera novela publicada, El tiempo entre costuras, vendió cinco millones y medio de ejemplares. No suelen sobrevivir la modestia y la humildad a semejante éxito y sus consecuentes panegíricos. Todos somos débiles a la lisonja. Los escritores suelen serlo en mayor proporción.

María…así a secas la llamo luego de conocerla no por presumir de su amistad sino porque el trato con ella simplemente provoca eso, es la antítesis de la diva. Su llegada a Mar del Plata, primer destino luego de su largo viaje desde Europa, tuvo sus bemoles. Aquel domingo 5 de febrero su avión no pudo aterrizar en la ciudad feliz por un temporal. Debió regresar a Buenos Aires, dormir allí y reintentar su viaje al día siguiente. La esperaba una agotadora agenda de prensa, a la que se sometió siempre bien dispuesta.

Los periodistas lo sabemos bien. Hay entrevistados de toda laya. La española es de ese tipo que hace quedar bien a quien la entrevista. No importa que haya respondido un millón de veces la misma pregunta. Ella se mostrará entusiasmada y siempre sonriente en sus respuestas. Nos hace creer siempre que somos muy inteligentes.

Su formación académica –es doctora en filología inglesa- desarrollada durante años en ámbitos universitarios es un dato de su biografía, no de la distancia con su interlocutor. Le hicieron decenas de entrevistas. Ni en confianza le oí quejarse del nivel de una entrevista. Yo lo hubiera hecho.

Leer sus novelas es siempre fundirse en una historia que nos atrapa. Los escenarios y las épocas en las que transcurren obligan a una rigurosa investigación que garanticen un relato sin yerros. Personajes periféricos, aventureros, migrantes de vidas azarosas… envueltos en historias extraordinarias pero verosímiles… son los que componen sus novelas que se completan con Misión olvido y La templanza.

Fue en 2009 cuando se publicó su primer libro. Se trató de una edición hecha con cierta timidez. Una escritora desconocida contaba historias de emigrantes españoles en el Protectorado en Marruecos. ¿Cómo resultaría? Hay miles de intentos comercialmente fallidos en la industria editorial. Podría ser uno más. Sin embargo El tiempo entre costuras fue un éxito arrollador desde el primer momento.

No hay quien deje de preguntarle –yo mismo pequé de tan poca originalidad- cómo sobrevive la persona que se ha sido hasta ese momento cuando un éxito semejante nos envuelve tan repentinamente. Yo ya había superado los cuarenta años. Tal madurez y mis años en la Universidad me ayudaron a no dejar de ser quien era, responde como si fuera una obviedad.

A la larga lista de entrevistas de prensa se sumaron cada día de esa semana los almuerzos y las comidas. A mí me gusta todo respondía cuando le preguntábamos qué quería comer o tomar. Le preparamos algunas visitas, que ella aceptó siempre gustosa. Su temperamento me habilitó a hacerle un convite que no me hubiera atrevido a hacer a otros colegas suyos. De buena gana se subió a mi Citroen 3CV modelo 72. Le quité la capota y salimos de gira por los barrios marplatenses.

En Villa Victoria se me ocurrió sacarle una foto tal como había posado Victoria Ocampo en 1958 para la revista Life. La diferencia era que el fotógrafo era yo y no Dimitri Kesell y la cámara fotográfica fue mi modesto celular. María se prestó encantada a la ocurrencia. Quedó retratada, pues, apoyada en el portón de entrada a la Villa.

Invitada a participar de todo tipo de programas e instituciones (le propusieron presidir la Asociación Española de Bonsai aunque ella ni siquiera estuvo alguna vez cerca de uno), María nos contó que a su regreso a Españatenía que presentarse a un programa de televisión dedicado a los boleros. Yo no sé nada de boleros más allá de que a mi me gustan, dijo algo preocupada cuando estábamos desayunando con una vista espectacular en ese gran salón del hotel Llao Llao en Bariloche.

Vos no sabrás nada, dije yo, pero acá hay un señor que sí sabe. A los pocos minutos Chico Novarro estaba cantándole al oído. Hace falta que te diga que me muero por tener algo contigo…es que no te has dado cuenta de lo mucho que me cuesta ser tu amigo… y María sumó su voz.. Y otra vez mi modesto celular registró imágenes, esta vez para ser emitidas por TVE.

La despedimos con Anita Wajszczuk y Nacho Iraola en la puerta del Llao Llao. Le faltaban todavía un vuelo a Buenos Aires, una larga conexión en Ezeiza y cruzar el océano hasta llegar a Madrid. Habían pasado días “intensos”. Pero ella se despedía alegre y divertida. Había incorporado el “¡obbbvvvio ¡” como una exclamación que le hacía gracia de nuestro decir, y nosotros la sensación de haber pasado una semana con una amiga de toda la vida.

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