LA LECCIÓN DEL MAESTRO
Conversación en Princeton es el resultado de un curso, dictado por Vargas Llosa y Rubén Gallo, en la Universidad de Princeton dedicado a analizar las diferentes formas en que la novela respondió a los estímulos históricos del siglo XX. Pero, en rigor, es mucho más que eso: decanta en una serie magistral de lecciones de Vargas Llosa en torno a ese género que, como él mismo señala a un comienzo, nace en el Renacimiento, florece en el siglo XVIII, pero alcanza su apogeo al siglo siguiente con nombres como los de Proust, Balzac, Tolstoi o Pérez Galdós.
Si uno se tomara el más que provechoso trabajo de recorrer libros como Historia de una novela, El pez en el agua, el insoslayable y pionero reportaje de Luis Harss en Los nuestros, más el imprescindible ensayo de J.J. Armas Marcelo (Vargas Llosa – El vicio de escribir) advertiría una singularidad que no es de las menores: Vargas Llosa es uno de los pocos escritores que se lee, que sabe leer-se, en un repliegue sobre su propia escritura tan lúcido, por lo menos, como aquel del que hace gala Henry James en sus célebre prólogos. Por si ello fuera poco, se ha constituido en uno de los críticos literarios más incisivos y lúcidos de los últimos decenios; para corroborar el aserto basta internarse en La verdad de las mentiras, la exquisita La orgía perpetua (dedicada a Gustave Flaubert y Madame Bovary) o ese monumento de solidez y aplicación que aún hoy sigue siendo García Márquez – Historia de un deicidio.
Aquello, por tanto, que resulta más relevante en esta Conversación… es el propio Vargas Llosa discurriendo en torno al arduo proceso creativo que desembocó en Historia de Mayta, Conversación en La Catedral o La fiesta del Chivo: los sucesivos borradores, la maniática corrección, la investigación previa, el resultado final. Y, por cierto, su propia teoría de la novela, que no por ser reiterada deja de ser indiscutible: “yo creo que la forma es fundamental porque la literatura es forma: es estructura y organización del tiempo.”
Ya ha transcurrido el suficiente tiempo respecto de la fecha de publicación de algunas de sus novelas como para concluir, con razonable margen de acierto, que su autor ya habita el anhelado Olimpo de los clásicos: Conversación en La Catedral, Los cachorros, La guerra del fin del mundo, La tía Julia y el escribidor o La fiesta del Chivo ya son novelas reservadas para la posteridad. Escritas por alguien para quien la escritura es, con toda razón, un afán exclusivo y excluyente: “la energía y la disciplina que son fundamentales para un creador. (…) … todos los grandes escritores han sido trabajadores y disciplinados y han organizado su vida en función de la escritura.” Un aserto incuestionable que propina –como si hiciera falta- un rotundo mentís al pueril mito romántico que hace del escritor un bohemio trasnochado, errático y aproximadamente disoluto.
Por fortuna –al menos para quien esto escribe-, son escasas, en estas Conversaciones…, las intervenciones estrictamente políticas de Vargas Llosa, y el lector puede ahorrarse el panegírico al liberalismo de derecha, Margaret Thatcher y el mercado regulador. Se aboca a lo que le es propio –la pasión por la escritura-, aquello que lo ha convertido en uno de los narradores más notables del siglo XX.
CONVERSACIÓN EN PRINCETON CON RUBÉN GALLO
Mario Vargas Llosa
Alfaguara
287 páginas