Señales de vida, punzadas al centro de la memoria, tiros de gracia sobre la cabeza o el rechazo mismo que obliga a no pensar, a no recordar, a cerrar heridas. No es así el itinerario humano; nadie quiere volver al pasado si molesta, si deteriora, si angustia. Nadie quiere reencontrase con cadáveres flotando en el río, con el secuestro en la oscuridad de la noche, con esa patología de ser una persona sin identidad.
Este cronista se pregunta qué nos pasa como sociedad cuando todavía estamos acomodando las cifras de los desaparecidos, cuando seguimos protegiendo a represores, cuando no reconocemos que en un tiempo oscuro la muerte era algo natural.
La nueva obra de Ángela Pradelli, La respiración violenta del mundo, nos sacude con una historia cruda que apunta al centro mismo de esa época maldita. La autora recurre a sostener el silencio como única forma para mantener la desgarrante situación de una niña secuestrada y apropiada por una familia que le cambia el nombre para olvidar la historia anterior.
Lo hacen por “el bien” de la pequeña. En su perversidad no advierten que esa niña luchará sin respiro por su identidad, y lo conseguirá gracias a la memoria, a esas señales de vida que construyen su inmaculado mundo: La casa de Fader 974, los zapatos de gamuza verde, comprados en Bescos, por su abuela Lina, el café El Paralelo, el muñeco de piernas y brazos largos que bautiza Emy, los lápices de colores y sus dibujitos, la noche a la luz de la luna, cuando su mamá le dijo que iba a tener un hermanito, el Renault 12 estacionado sobre Faber, su progenitora cantando El gato que pesca.
“Antes de mudarse a Burzaco, Adriana, Ernesto y Emilia vivían en Quilmes, en una casa que alquilaban con otros tres compañeros de la organización. El 25 de marzo, un día después del golpe militar, uno de ellos no volvió. Una semana después, Ernesto le avisó a Adriana que él ya no podía quedarse en esa casa, tenía que irse y esconderse un tiempo, porque a él también lo estaban buscando.”
“Adriana y Ernesto se conocieron en 1970 y desde entonces militan juntos en la villa de Solano. En ese momento, él tenía 23 y hacía tres años que había entrado a Montoneros. Adriana tenía 17 y le faltaban unos meses para terminar la secundaria…”
“Apenas unos días después, Ernesto le propuso que se fueran a vivir juntos. Ella se escapó de la casa para irse con él y quedó embarazada enseguida. Emilia nació en septiembre. La anotaron como Emilia Tappatá, nacida el 21 de setiembre de 1971, a las 13.25 en la ciudad de La Plata, hija de Ernesto Tappatá y Adriana Rodríguez.”
Llega la madrugada siniestra y esa nena enmudece, se hace pis, está partida, es una nueva víctima. A partir de ahora ya no será más Emilia, sus protectores la llamarán Florencia.
“Enrique y Luisa Silente salen del edificio del juzgado y caminan por el único camino habilitado en dirección a la calle. Tienen 45 años cada uno y no tienen hijos.”
“…Luisa lleva una carpeta; en la carátula se lee: “NN/jueza de menores Marta Saez”. Es una copia del expediente en el que consta el certificado de la niña como Emilia Silente. Fecha de nacimiento 21 de setiembre de 1971.Hora:8.00 hs. Lugar de nacimiento: Lomas de Zamora. Hija de Ernesto Silente y Luisa Funes.”
“Emilia hace sólo un dibujo por día, siempre el mismo. Dibuja a su mamá y a su papá. Ella se dibuja en medio de los dos. Arriba hay un cielo de estrellas, en el borde de la hoja, la luna. Sólo un dibujo por día, siempre el mismo. Cuando termina, hace un bollo con la hoja de papel, y sin que nadie la vea sale al jardín y lo esconde entre las plantas de lavanda.”
En paralelo la búsqueda sin desmayo de su abuela.
“Lina tiene una leve renguera en la pierna izquierda que casi nadie nota, pero que la hace caminar con lentitud. Tiene 57 años y vivió en esa casa toda pintada de blanco hasta que se fue a Suiza en año anterior. Viajó a Zurich para cuidar a una tía que estaba enferma; al poco tiempo la tía murió y ella heredó el departamento…”
“Los primeros días de mayo Lina llegó a la Argentina, y se instaló como siempre en su casa de La Plata.”
“Desde que Lina llegó, Adriana y Emilia ya fueron varias veces a verla”
Lina dejará la vida tratando de encontrar a su nieta y contará con la ayuda de Quica y Herminia, otras sufrientes de la apropiación indebida.
“¿Se acordará Emilia de la voz de su abuela Lina? ¿Se acordará de ella, de la casa de La Plata, de los zapatos verdes que le regaló la última vez que estuvieron juntas?”
“De la noche que se llevaron a su madre, Florencia recuerda el frío bajo los pies. Todas las luces de la casa estaban encendidas, ella estaba sola y llamaba a su mamá…”
“Los olvidos traen, llevan, se agitan, se entrelazan. Los recuerdos asocian, omiten, reponen, se rebelan, se achican, descifran. La memoria se hace agua, barro, encandila, huele a flores, a río. La memoria canta una canción y la oye, compone partes de una escena que templa la orfandad, y en parte disuelve el desamparo del mundo.”
Una novela que debe ser leída por las nuevas generaciones. Un texto que golpea a todos los que vivimos ese infierno
Título: La respiración violenta del mundo
Autor: Ángela Pradelli
Editorial: Emecé
197 páginas.