En una nueva entrega de la saga de Charlie Parker, Connolly disecciona el mal. Lo abarca desde sus diferentes formas, de esa multiplicidad de máscaras que esconden la verdadera esencia, los distintos grados de corrupción del ser, sean terrenales o no. Con ellos crea un catálogo de monstruos y miserias.

Y no estoy tan seguro de que los más temibles sean los del más allá.

A modo de presentación nos encontramos con un tal Ormsby, viudo, un miembro respetado de la comunidad, un hombre agradable, pero cuyos hobbys no son precisamente una cerveza, nachos y ver la NFL. Es, antes que asesino, torturador. Le gusta secuestrar a personas, tenerlas guardadas un tiempo, que las extrañen. Antes de matarlas les hace escribir cartas para los familiares de la víctima en la que dicen que no la busquen, que está bien. La incertidumbre como método de tortura preferido. Un vampiro emocional. Otros escritores hubieran amortizado este personaje, darle sus buenas páginas. Para Connolly es uno más, algo con lo que Parker se enfrenta día a día.

El caso del libro: Jerome Burnel, un hombre que acaba de salir de la cárcel y se pone en contacto con Charlie Parker. Le cuenta su historia. Y acá las dos caras de nuevo. Por un lado, es un héroe que se cargó a dos ladrones y asesinos en un robo a un autoservicio, salvando a una familia en el proceso, y por el otro lado, años más tarde es acusado de estar metido en la pornografía infantil. Violenta, para peor. Pudiendo declararse culpable y cumplir menos condena, Burnel insiste en su inocencia.

Termina guardado.

Todos sabemos cómo la pasan los pedófilos adentro de la cárcel. Un tal Harpur Griffin se encarga de romper a Jerome, y mientras lo sodomiza le dice que esto: es por el Rey Muerto.

Burnel, o lo poco que queda de aquel que entró a la cárcel, le pedirá a Parker que demuestre su inocencia, que descubra quién está detrás del complot que le arruinó la vida, sabiendo que tiene los días contados en nombre del Rey Muerto. Horas después, su miedo se confirma cuando es secuestrado y Parker tendrá que salir a buscarlo.

En sus entrevistas, Connolly suele citar la frase de Edmund Burke que dice que todo lo que el mal necesita para triunfar es que los hombres buenos no hagan nada.

Parker no se queda de brazos cruzados. Nunca. Hay una responsabilidad que asume.

La investigación lo llevará a un pueblo llamado El Tajo, una comunidad cerrada con su propia mitología y actividades ilegales que van más allá de la metanfetamina o el moonshine. Un lugar de esos que bien podría tener un cartel de bienvenida que diga “A los que van a entrar, abandonad toda esperanza, y tened un arma al alcance de la mano”

Antes de entrar al pueblo, Parker se encuentra con un persona a cargo de café y que, además, tiene varias imágenes religiosas talladas. El hombre le aclara que no es una colección. Es un ejército para protegerse de sea lo que sea que habita en la comunidad en el Tajo.

Connolly es un diferente dentro del panorama del género negro. Es difícil saber en qué pata pisa fuerte, si terror o novela negra. Quizás terror y género negro comparten más de lo que uno pensaría en primera medida.

Es interesante como los anchos de espada de Connolly parecen, a primera vista, opuestos. La presencia de ciertos elementos del fantástico como herramientas para generar miedo, y por otra parte, el uso del humor, esas frases que sacan una sonrisa a pesar de que todo se pudre alrededor. El humor que se comporta como una forma de la esperanza. Porque si hay algo que le importa a Parker más que la oscuridad, es la posibilidad de vislumbrar dentro de ella un pedazo de esperanza.

Título: Tiempos Oscuros
Autor: John Connolly
Editorial: Tusquets
Traductor: Vicente Campos
480 páginas

Sobre El Autor

(Buenos Aires, 1986) Trabaja en la Biblioteca Nacional Mariano Moreno. Dogo (2016, Del Nuevo Extremo), su primera novela, fue finalista del concurso Extremo Negro. En 2017, Editorial Revólver publicó Cruz, finalista del premio Dashiell Hammett a mejor novela negra que otorga la Semana Negra de Gijón. Sus últimos trabajos son El Cielo Que Nos Queda (2019) y Ámbar (2021)

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