La novela Felisberto de Patricia Odriozola, editado por Modesto Rimba, acaba de alzarse con el Primer premio Romanzo édito Premio Letterario Internazionale Independente.
Felisberto cuenta la historia de Ignacio Miuni, diseñador gráfico cincuentón apodado “Culové”, quien se entromete en la Reserva Ecológica de la ciudad de Buenos Aires –un gran predio junto al Río de la Plata, hogar de una interesante flora y fauna naturales- con la idea de tirar al río todos los objetos que despiertan en él recuerdos de los que quiere deshacerse: la capita de un perro que quiso robar alguna vez, la cajita de música de la abuela que rompió por torpeza, la pelota de fútbol que le dio quien luego descubrió que era su padre, etcétera. Miuni se agazapa entre el follaje una vez terminado el horario de visita de la Reserva: planea quedarse a solas y cumplir su objetivo a salvo de miradas indiscretas. Pero de pronto se aparece ante él Felisberto Roca, un habitante de la Reserva con quien establece un largo diálogo absolutamente peculiar. Mediante una serie de estocadas verbales, Roca arrincona a Miuni, quien, a pesar de sus reticencias, termina enfrentándose a los recuerdos de los que planeó deshacerse. Por su parte Felisberto Roca es un gran enigma con varios derroteros probables, entre los que prima una historia sórdida, violenta, que incluye el suicidio de su madre y el paso por las guerrillas uruguaya y argentina en la década del ’70.La acción directa de la novela se desarrolla entre un atardecer de primavera y la mañana del día siguiente: durante la noche se multiplican las referencias temporales a partir de los objetos que Miuni lleva en el bolso; como dos intervalos, se intercala la historia de los primeros años de Felisberto Roca narrada por la mucama que lo recogió y sus años en la guerrilla, en la óptica de un narrador externo. La gran pregunta que sobrevuela el relato y se despliega a través de él es sobre la memoria, en cuanto a la posibilidad y la imposibilidad de recordar y de olvidar, y su facultad de determinar el presente y la propia realidad.
Alejandro Levacov comenta en la contratapa del libro: ¿Es posible ser otro? ¿Borrar los recuerdos de un plumazo, inventarse un pasado para resignificar el presente?
Ese parece ser el motor de Ñumiñumi, que como un personaje nabokoviano, se sumerge en una noche alucinada -y acaso irreal- en busca de ese esquivo objeto de deseo.
En este tour de force, verdadero viaje al final de la noche (escenificado en una siniestra Reserva Ecológica) se encontrará con otros que, como él, intentan huir de un pasado que no cesa: despojos humanos devenidos fantasmas.
Si los recuerdos caben en una bolsa, la tarea de librarse de ellos se revelará, en última instancia, un camino signado por el fracaso y -quizás- la renuncia redentora.