A Roxana Maldonado y M. Chiappe: ¡Que distinto esta Ramos Mejía!
Dedicado a todos los pioneros. Japón te oxigena leve, remodela la textura de tus átomos y te adhiere de una forma, en que ese intelectual que vive fuera de la isla presiona, gira y morbosea fuerte en torno al satélite (rasguñándolo, o haciendo alarde de él) transmuta hasta tornarse, el mismísimo satélite (lo observado se torna observador). Hasta el punto de, abandonar al sujeto y formar parte del «todo». Y eso que, los extranjeros cambian el color de sus cabellos, liberan los bultos bajo sus ropajes imaginando, miles; millones de japoneses observándolos penetrantemente en su visita, persiguiéndolos al andar (hasta algunos, concurren al mata-sanos para hablarle a los profesionales japoneses, sobre sus genitales). Siendo un «molester-japan» sin forma tangible, o un aposento imaginario que se repliega, se recompone y lo demuestra; ver cómo llegan los extranjeros al (lugar) real. Sin embargo, la mirada que el japonés le devuelve a aquellos es cuanto mucho mínima. Cada cual juega su juego. Algunos gustan rascarse, para que pique más (el kimchi, comida coreana que se crea bajo un fermento, es también un potencial agente cancerígeno). Nadie da nada de balde y muchos calzan gorro frigio, solamente por ser calvos (si le quitan Japón a los extranjeros, ¿que les queda?).
Llegue a este lugar en 2007, momento crucial para la vida del protagonista de esta nota, quien comenzó a dictar clases en la universidad de Tokio por esa época. Dos puertas se abren. A él, le esperaba convertirse en el 館長 (kancho) Director General, presidente de sagrada institución, la más radical en términos de literatura japonesa, el NIJL. El útero de la literatura japonesa (y una nota al lector: frente a dicho edificio, en un rol menor, se encuentra mi vivienda presencial). De raíces irlandesas, nacido en la ciudad de Nueva York (Bronx), estudió en los Departamentos de Economía y Lenguas Orientales, en la Universidad de California, Berkeley, y en el Departamento de Lenguas y Civilizaciones de Asia Oriental, en la Escuela de Graduados de Bellas Artes, Universidad de Harvard, antes de mudarse a Japón para estudiar la primera época, de la literatura nipona moderna en el Departamento de Lengua y Literatura Japonesas de la Universidad de Kyushu. Se unió a ese departamento como profesor asistente, luego se mudó a Tokio como profesor asociado en el Instituto Nacional de Literatura Japonesa. En 2000, se transfirió a la Universidad de Tokio, donde enseñó como profesor de literatura japonesa en el Departamento de Literatura Comparada hasta que asumió la Dirección del NIJL: el Instituto Nacional de Literatura Japonesa. Fundado en 1947 rodeado de un vivo verdor, en la hermosa ciudad de Tachikawa, por consiguiente, convirtiéndose en un guardián del corazón de la literatura japonesa. La investigación de Campbell se centra en la literatura sinológica, el arte, los medios y los discursos intelectuales del Edo tardío y el período Meiji temprano, Japón. Además de editar y contribuir a numerosos volúmenes sobre literatura, arte y drama japoneses, es muy activo en los medios nipones como presentador de televisión, comentarista de noticias, columnista de periódicos, crítico de libros y personalidad de radio, actor y traductor de letras. A todos impresiona su elevado nivel de idioma nihongó.
Campbell es el yamatólogo más importante de «puertas japonesas» para adentro, dado que su objetivo claro (igual que Keene) fue más Nihon que Japón. Campbell logra lo que los otros no y no lo mira a los ojos. El «ensimismo» fue la gran movilidad o la gran llave de estarse quieto.
Me encontré con Robert habiendo mantenido correspondencia previa con el sobre mí traducción de Darakuron, «la tésis decayente» de Sakaguchi Ango (1946). Literatura japonesa. Di clases en la UBA sobre mí traducción, mi mera obra. No obstante, Dios que salva el metal, salva la escoria. Así como existen miles de extranjeros, intelectuales, que sienten cosquillas por Japón, Campbell ofrece la risa, que los fragmentos de esas cosquillas no terminan de socavar (los colores ya trascendieron para Robert, los arropa en su tiempo de ballet). Campbell es Campbell, Perón es Perón (dos potencias se saludan: El primer trabajador). Uno de los pocos autores que realiza una puesta en escena, con Haruki Murakami (el «Indio Solari» de los escritores, como prueba: la siguiente foto).
Dicho, no obstante, lo cual, nos vemos en la obligación de decirle algo a usted, a la chica de los ojos rasgados del polvo boliviano, a quien le da ilusión lo medieval-oriental tudo bonitinho; al escolar cyber-prístinesco de Kawabata, que lo re idolatra. Al intelectual que escribe adusto, sinestesias políticas pero intrincadas que se repliegan, razona, edita y mironea sobre el molester Japón: La yuta existe por ustedes. El que ustedes utilizan, «Japón», no es el que para mí es. Otrora, uno de los tantos atribulados pepés, que el atentado ventricular ejerce fuera del «en-si-mismo» (vacuo). Dejen de ponerle nombre ajeno, a lo que ustedes conforman. El futuro llego, hace rato.
Moramos cerca y conmutamos locaciones algo aledañas; del breve encuentro destaco el permiso de registrarlo y que el nivel de nihongo de este joven catedrático de 62 años, sea el más sofisticado que escuche en un extranjero (como prueba, muchos videos en YouTube). Lo raro de evocar una reverencia espontánea al retirarse un hombre blanco, como ocurre él, vestir kimono para un encuentro con el fallecido Donald Keene. El ida y vuelta:
Nos conocemos desde que te informe de mí traducción de Sakaguchi y muy amablemente entraste en contacto conmigo la vida cambio y me mude frente al edificio que administras, desde el cual logro divisar tu oficina, ¿que tienes para decirme?
Hola, bueno, que empieces por llamar por vía telefónica a la gente que activa el gas y la electricidad.
Te contaba en las misivas que, difundí mi traducción en un taller de literatura que dirige Damián Blas Vives y pude contarte en detalle sobre su programa, cuál es tu opinión de este, y las obras que lo componen.
Por vos me entere de las obras de dicho taller y puedo afirmar que resulta más completo que lo que se da en lugares como El Colegio de México, o la misma Universidad de Tokio. No puedo sentirme más que contento de saber que algo así existe o existió.
Creo que este encuentro es corto y he tomado vino de sake antes de subir al tren, ¿desearías agregar algo más?
No olviden registrarse en el Instituto Nacional de Literatura Japonesa (Tachikawa). Estamos abiertos a investigadores, pero también, a toda la familia. Contamos con un museo donde podrán ver ediciones pretéritas de obras arcaicas y llegar a sentir un amor muy grande, por la literatura de Japón.