A Miguel Sardegna, esposa y a su hermoso hijito
La fe en el kimono, es la creencia que impone entender al kimono cómo la carne viva de la cultura del Japón. Quién pensase que la ceremonia del cha (con origen chino) antecede o predomina un lugar central, esta errado. Lo que esta frente a los ojos, el kimono, es en verdad el centro del espíritu japonés. Los kimonos se heredan, religiosamente (katami, el que proviene de un difunto, y solo a un difunto se le cierra el eri, de forma invertida). Se entregan, como si se entregase la espada de Napoleón, y el momento en que una mujer “recibe los kimonos” es entendido como el ascenso desde el rol de ato (ato, es el que continua) a ser, el mismísimo «continuante».
La elegida de la familia sabe, que conectan una red de herencia, no solo un tesoro. Naturalmente, el largo y colorido de las mangas varia dependiendo de la edad y estado civil. La sugerencia de la «pista» que se da del color del que abajo se encuentra es clave. Sin embargo, la moda y el kimono japonés se revitalizo y actualizo con la entrada de prendas portuguesas. Cuando ingresaron los nanban (los bárbaros, como se ve en la pintura) portugueses mayormente, y españoles. Los pantalones estilo ninja que usa el referí del match de Sumo hoy se «japonizaron», pero como muchas otras son originalmente: prendas medievales portuguesas. La bata de seda portuguesa (que ayudo a modernizar al kimono) y la manta perduraron haciendo pensar a muchos, ser prendas autóctonas japonesas. Así es como la mencionada, la vestimenta del shinobi o ninja se basa en moda portuguesa medieval.
La fe en el kimono, no solo esta hecha de telas, antes bien comprende la más antigua tradición espiritual. El rol de la mujer en la cultura japonesa, empezando por su rol en la literatura, es crucial. El kimono es una prenda que perdura mucho más que una ropa común. Es un objeto de museo y arte y ciencia se desarrollan a su par para diseñarlo, concertarlo y arrumarlo. Tesoro Humano es el titulo que el gobierno japonés entrega a los últimos eslabones de un arte a perecer, por ejemplo los que reparan kimonos.
El único tipo de kimono hecho de retazos de otros kimonos, es el hanui, de Akita. Existen muchos tipos de obi, el clásico belt y en la era de Edo algunas mujeres lo usaban invertido, para poder amamantar repentinamente con rapidez (dato no muy conocido). El kimono se desprende del llamado tanmono, un bloque recto en donde todas las partes están incluidas. Esta prenda es adaptable a todo cuerpo y es apilable (no es una prenda hecha a medida, su uso se entiende por siglos y apilar varios operacionalmente la idea). Los kimonos son pesados y una mujer japonesa cualquiera, no sabe como ponérselo sola. Kitsuke, es el arte de aprender a vestirlo. El hanui de la provincia de Akita es un buen ejemplo, de kimonos hechos de otros kimonos. Flores de un solo día. Con motivo de recordar a los que se fueron, se comenzaron a utilizar cuando comenzó como danza en 1280, el que se considera uno de los festivales mas respetados de Japón: Nishimonai Odori. Los kimonos del festival, la intrínseca carnalidad del espíritu de la corporeidad japonesa, inutilizables, irreparables, se arman en un patchwork como si el cuerpo danzante proyectara a todos los ancestros en una misma persona.
En Yamagata, presenciamos una extraña y rara técnica tradicional de dicha locación. Como paso final: se sumergen los kimonos en el barro. Dado que los minerales del barro, otorgan una profundidad única a los hilos (este kimono se prohíbe durante la ceremonia del té). Los kimonos de Yamagata resurgen del barro como la flor del loto. Escuchando el «wasei folk» del grupo Kaguyahime con su hit «Separación a los 22» cerramos nuestro viaje por su prefectura originaria: Oita, en un largo viaje, por la cadena de islas.