Scott Snyder es una figura al menos llamativa dentro del panorama de la historieta norteamericana contemporánea. Tras la publicación de su muy buen American Vampire en la línea Vertigo, se mudó a la principal de DC Comics, donde ascendió con velocidad meteórica, hasta convertirse en lo que es hoy: el guionista principal (por lo menos hasta que Brian Michael Bendis termine de afianzarse en la compañía, y si Geoff Johns continúa relegado), aquel del que dependen los títulos o eventos más significativos.

Como siempre, conviene separar calidad artística de calidad humana. En su ascenso, Snyder no dejó de incorporar escritores nuevos a la plantilla de DC (James Tynion, Steve Orlando, Marguerite Bennet), permitiéndoles potenciarse. Con un leve detalle: siempre sus recomendaciones fueron de alumnos del taller literario que brinda, transformando así el acto altruista en poco menos que mafioso (si querés que te recomiende, primero pagame). Y, con frecuencia, apelando a esa camarilla de nombres (sobre todo el de Tynion) para que colaboren con él en los guiones (lo que permite sospechar otra bochornosa costumbre universitaria: vos que sos mi ayudante ponete a escribir el paper/la obra, que yo la superviso y la firmamos los dos). Esa es, al parecer, su calidad humana.

Por el lado de lo artístico, es un escritor irregular. Su etapa en Batman arrancó por todo lo alto, con la acertada decisión de recabar en el pasado de Gotham City y de los Wayne, pero luego fue fagocitada por lo que pareciera un vicio profesional. Snyder necesita que lo que narra sea espectacular. No le interesa la profundidad, no va detrás de que el lector piense, sino que se deslumbre.

Su etapa al frente de la Justice League es buena, pese a partir con un elemento en contra: si no se cuenta el breve espacio del brillante Christopher Priest en el título, lo hereda de la muy acertada etapa de Geoff Johns con Batman, Superman y el resto de los superamigos. La paradoja es que Snyder reemplaza al escritor que él mismo querría ser.

Como se dijo, Snyder ama la espectacularidad. Desde el inicio (que en verdad es consecuencia de Dark Knights Metal, también escrito por él, aunque no resulte indispensable leerlo), le otorga a la Justice League conflictos cósmicos. Los superhéroes deberán evitar que el conjunto de universos colapse, recorrer planetas y enfrentarse a seres no solo capaces de generar mundos sino de engendrar o modificar universos enteros. Esto genera un problema en los primeros números de la revista, que es similar al que se producía al ver Inception, la película de Christopher Nolan: al tratarse de un planteo nuevo en lo que a lógica narrativa (en modo de exposición en el caso del director, en elementos en juego en el del escritor), la explicación de cómo van a ser las reglas de juego con las cuales contarán los personajes se transforman en algo tedioso que abarca demasiado tiempo inicial. Luego de ese primer período, la máquina comienza a andar. Y anda bien.

En el caso de la Justice League de Snyder, se ve beneficiada por dos decisiones acertadas.

En primer término, maximizar como casi nunca el rol de los villanos. Lex Luthor comienza a reunir némesis, y lo interesante del caso es que lo hace con la inteligencia privilegiada que posee el personaje. La Legion of Doom no funciona solo como espejo de la Justice League, sino que en más de un momento se vuelve más interesante -por los diálogos, por lo que buscan, por la nueva postura frente a los conflictos- que los superhéroes protagónicos. Y si los villanos están bien hechos, las historias ya tienen la mitad del partido ganado.

El otro elemento es la relevancia que se les otorga a Martian Manhunter y a Hawkgirl dentro de la liga. Uno es el flamante líder elegido por sus colegas, la otra una integrante que no deja de destacarse. La reflexión de uno y la pasión de la otra poseen una química excelente, que deja en un segundo plano a personajes más remanidos como Batman, Superman y Wonder Woman. Martian Manhunter es la razón y la emoción sosegada, Hawkgirl es el espíritu de lucha. La relación entre ellos -los choques y los encuentros- es el otro motor de esta buena etapa de Scott Snyder.

Que, probablemente, no pasará a la historia. Aunque hay que ver qué ocurre luego del terremoto que se generó en DC Comics tras el despido de Dan Didio, en qué posición consigue quedar parado Snyder, cómo se maneja de acuerdo a sus cualidades artísticas y a las humanas.

 

 

Justice League

Guión: Scott Snyder

Dibujo: Jorge Jiménez y otros

Editorial: DC Comics

Números: 43 (4 de Justice League: No Justice y 39 de Justice League) más crossovers

Sobre El Autor

Escritor, periodista y licenciado en sociología, Diego Grillo Trubba ha ganado diversos premios de relato y novela, destacando entre su obra títulos como Los discípulos o Crímenes coloniales.

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