Continuamos con las reseñas de la colección de Panini Noir y Vertigo Crime. Como el título ya adelanta, esta vez es el turno de El Ejecutor de Jon Evans y el italiano Andrea Mutti.

¿De qué va?

El regreso del hijo pródigo a su pequeño pueblo, básicamente.

Joe Ullen a su Elora, New York, a raíz de la muerte de Miriam, su novia de la juventud —y con no tiene relación desde hace quince años—, quien lo nombre albacea de sus bienes. Pero hay algo en la muerte de Miriam que no cuadra, un accidente que a primera vista parece manipulado.

Así que Joe vuelve a hacerse cargo y a reencontrarse, cómo no, con esos secretos que no conocen fecha de vencimiento.

El regreso del hijo predilecto de Elora, aquel que los dejó para ir a formar parte de la NHL —tema que no termina por aportar mucho en la historia—, no es recibido por todos por igual en un funeral demasiado escaso para el recuerdo de Joe acerca de su ex amor.

¿Qué fue de Miriam? ¿Qué le pasó antes de su accidente?

Digamos que el ponerse en pareja con un nativo americano no fue bien visto por los habitantes de Elora, menos cuando ambos empezaron a reclamar porque les devolvieran las tierras usurpadas por el hombre blanco.

Irkar, su última pareja, culpa a todos los presentes de su muerte. “Ustedes la han matado”. Y, por otro lado, el jefe de policía y su hija, una antigua amiga de Joe, son más cálidos con el recién llegado, aunque le avisan “ya no es la chica que conocías”.

Para nadie está claro por qué Miriam lo nombró a él su albacea, salvo, claro, para Joe. Sé lo que hicimos el verano pasado versión reserva indígena.

La muerta ha ido dejando pistas para que Joe devele el misterio de una chica desaparecida. Este Macguffin será la herramienta para ir escarbando en el pasado, y por supuesto, para intentar redimirse por lo que pasó tiempo atrás. Contar más, sería arruinar los giros, pero El Ejecutor se mueve por terreno seguro, alejándose poco de los lugares comunes, lo cual es una lástima porque —no es de sorprender— cuando se aleja y aprovecha para hablar del racismo que sufren los “pieles rojas” es cuando más gana la historia. “La presunción de que los pieles rojas siempre son los culpables” es una coartada que ha permitido salir impune a muchos a lo largo de la historia.

En el momento de la trama donde se empieza a abordar estos temas es donde vislumbramos una posibilidad de algo más, de que el género indague en esas heridas y polémicas —de hecho hay un flashback en el que se da una interesante vuelta de tuerca que no voy a spoilear—, pero esa ilusión se diluye en una historia tantas veces presenciada. A pesar de eso, vale la pena hacer nuevamente ese viaje.

Sobre El Autor

(Buenos Aires, 1986) Trabaja en la Biblioteca Nacional Mariano Moreno. Dogo (2016, Del Nuevo Extremo), su primera novela, fue finalista del concurso Extremo Negro. En 2017, Editorial Revólver publicó Cruz, finalista del premio Dashiell Hammett a mejor novela negra que otorga la Semana Negra de Gijón. Sus últimos trabajos son El Cielo Que Nos Queda (2019) y Ámbar (2021)

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