En el marco del reciente finalizado Córdoba Mata 2016 Encuentro Internacional de Literatura Negra y Criminal, se presentó Territorio Negro II Cuentos bajo sospecha, una antología compilada por Daniel Teobaldi y publicado por Babel Editorial. Participaron del mismo: Néstor Ponce, Fernando López, Guillermo Orsi, Bartolomé Leal, Juan Sasturain, Alicia Plante, Orlando Van Bredam, Daniel Sorín, Gabriela Aguilera, Laura Rossi, Pablo Yoiris, Daniel Teobaldi y Ozzie Harrison.
Como expresa en la presentación Daniel Teobaldi: “En el conjunto de los relatos reunidos en este libro, se puede observar que los registros son variados, incluyendo el ensayo y el cuento que se inficiona con lo extraño, demostrando, una vez más, las amplias posibilidades del género.” Es verdad, son textos variados que invitan a la reflexión cuyo destino final se ve estimulado por un público cada vez más creciente.
Jorge Luis Borges remarcaba en su conferencia “El cuento policial”, pronunciada en la Universidad de Belgrano el 16 de junio de 1978 y que un año después formó parte del libro Borges oral, publicado por la editorial de esa casa de estudios; que El género policial es realista, de violencia, un género de violencias sexuales también. En todo caso, ha desaparecido. Se ha olvidado el origen intelectual del relato policial. Este se ha mantenido en Inglaterra, donde todavía se escriben novelas muy tranquilas, donde el relato transcurre en una aldea inglesa; allí todo es intelectual, todo es tranquilo, no hay violencia, no hay mayor efusión de sangre. He intentado el género policial alguna vez, no estoy demasiado orgulloso de lo que he hecho. Lo he llevado a un terreno simbólico que no sé si cuadra. He escrito «La muerte y la brújula». Algún texto policial con Bioy Casares, cuyos cuentos son muy superiores a los míos. Los cuentos de Isidro Parodi, que es un preso que, desde la cárcel, resuelve los crímenes. ¿Qué podríamos decir como apología del género policial? Hay una que es muy evidente y cierta: nuestra literatura tiende a lo caótico. Se tiende al verso libre porque es más fácil que el verso regular; la verdad es que es muy difícil, Se tiende a suprimir personajes, los argumentos, todo es muy vago. En esta época nuestra, tan caótica, hay algo que, humildemente, ha mantenido las virtudes clásicas: el cuento policial. Ya que no se entiende un cuento policial sin principio, sin medio y sin fin. Estos los han escrito escritores subalternos, algunos los han escrito escritores excelentes: Dickens, Stevenson y, sobre todo, Wilkie Collins. Yo diría, para defender la novela policial, que no necesita defensa; leída con cierto desdén ahora, está salvando el orden en una época de desorden. Esto es una prueba que debemos agradecerle y es meritorio.
En este aspecto el autor invitaba a establecer un orden y sin generar polémica se preguntaba:¿por qué no afirmar que hay géneros literarios? Yo agregaría una observación personal: los géneros literarios dependen, quizás, menos de los textos que del modo en que éstos son leídos. El hecho estético requiere la conjunción del lector y del texto y sólo entonces existe. Es absurdo suponer que un volumen sea mucho más que un volumen. Empieza a existir cuando un lector lo abre. Entonces existe el fenómeno estético, que puede parecerse al momento en el cual el libro fue engendrado. Hay un tipo de lector actual, el lector de ficciones policiales. Ese lector ha sido — ese lector se encuentra en todos los países del mundo y se cuenta por millones— engendrado por Edgar Allan Poe.
Borges afirmaba sin pensarlo ni proponérselo que Poe inició un camino determinante en la literatura, es decir que produjo una ruptura y generó una cambio, una nueva mirada en la tradición literaria. Establecía además que “Poe no quería que el género policial fuera un género realista, quería que fuera un género intelectual. Un género fantástico si ustedes quieren, pero un género fantástico de inteligencia, no de imaginación solamente”. Respecto al lector advertía que “el lector de novelas policiales es un lector que lee con incredulidad, con suspicacias, una suspicacia especial.”
Dicho esto uno sabe bien cómo leer el registro de los autores convocados: Néstor Ponce, quien vive desde hace varios años en Francia, golpea con su cuento “El día del amigo” desde lo testimonial, empujándonos hacia esa época dolorosa de la Argentina quebrada desde lo institucional. Transcurre en su ciudad natal – La Plata-, en momentos donde la desaparición de personas comienza a trascender y las madres tratan de juntarse para saber el destino de sus familiares. Un relato cortante, lleno de angustia y marcado por el dolor.
Guillermo Orsi nos lleva de las narices hasta en micromundo de Aparicio Méndez, un oscuro oficinista que vive en un barrio pobre del conurbano bonaerense refugiado en el clima absurdo de las estrellas del cine norteamericano. “Placeres del oficinista” deja el sinsabor del excluido, del rutinario que debe viajar indecorosamente desde su territorio hasta la capital, sufriendo los trastornos de los colectivos y subterráneos atiborrados de viajeros enojados, para llegar a su hogar evitando el robo y los coletazos de los marginales. Un texto lleno de ironía, de fracaso constante, donde la muerte de una prostituta cambia el escenario del fin de semana entre los basurales de Villa Lugano mientras la pantalla del televisión devuelve la imagen banal de las estrellas del espectáculo.
Bartolomé Leal acude al sinceramiento crítico en “El arte de la estupidez”, y lo hace caricaturizando a ciertos delfines arrogantes de la sociedad a quienes ridiculizada. Su discurso en defensa de los fumadores y el castigo a los periodistas tiene sentido en la distribución de la historia donde todos terminamos siendo unos estúpidos condenados a muerte.
Orlando Van Bredam nos quita el aliento con su cuento “No más de diez palabras”. Un relato angustiante donde el protagonista- un homicida preso- se va descarnando ante su abogado defensor. Una historia lacerante, curtida y yerma, arrancada en un pueblo donde las miserias humanas de una familia dejan a la vista la cruda realidad.
“Crónica con un arma en la mano” de Pablo Yoiris es un excelente texto sobre un asalto con toma de rehenes en un supermercado chino. No se trata del sumario hecho por el cronista de turno, del movilero acostumbrado a dramatizar a una platea morbosa que espera la muerte de los secuestrados. Una crónica de buen ritmo literario y claro manejo del lenguaje.
Impecable cuento de Laura Rossi revelando el mundo cotidiano del apicultor Ricardo Andrade en “La purga”. Una historia llena de suspenso que va creciendo a cada instante y pone al lector en riesgo de caer en la angustia de un desenlace dramático. Rossi se encamina desde el principio a un final cargado de sospechas donde la muerte siempre juega su papel protagónico, un juego que le gusta a la autora, tratando de punzar al lector a que trabaje y se comprometa.
Ozzie Harrison dispara desde “La evidencia de sus crímenes” sobre Juana Gabriela, una muchacha nacida en el barrio Ludueña de Rosario. quien sobrelleva una vida de atrocidades domésticas, desde el maltrato hasta la violación. Embarazada de su propio hermano, decide no abortar y entrega su hijo, Gustavo Daniel, a las hermanas de la Misericordia. Llena de culpa acude a los Testigos de Jehová y allí comienza otra historia. Su mente se enferma y trata de recuperar al pequeño después de saber que fue dado en adopción por las monjas a una pareja gay. No para hasta encontrarlos y provocar su muerte cegada en salvar su malestar y castigar a los desviados sexuales.
Juan Sasturain se escapa de los otros autores para pontificar -una vez más- su admiración por Dashiell Hammett. Razón por la cual en “El bosque persuasivo” no nos vamos a encontrar con un eje narrativo ligado al cuento y sí una breve historia incrustada en El halcón maltés, la obra más conocida del norteamericano. Sasturain me obliga a recurrir al capítulo 7 de ese policial y reencontrarme con Mr. Flitcraft, un personaje en apariencia de vida disipada que desaparece de un día para el otro. Si bien la historia de este agente de bienes raíces de Tocoma es anecdótica en la obra, juega una suerte de fantasía tramposa que oxigena el texto. Sasturain con criterio trascribe en paralelo el antiguo tradicional relato chino El bosque persuasivo y advierte que posiblemente Hammett se haya inspirado en este cuento para anudar la de Mr. Flitcraft.
Daniel Teobaldi organiza su “Fantasma” desde la perspectiva culposa de un sicario que lucha contra su propia muerte, con su misma arma, como una víctima más de su accionar delictivo. Le bastan muy pocas páginas para redondear una historia directa y tajante que crece en cada línea. Uno de los mejores relatos de esta antología.
Gabriela Aguilera con su “Ecuación lógica” desnuda en un instructivo decálogo, la bajeza con que cierto machismo mal entendido se proyecta en una reunión de amigos donde lo femenino desploma el discurso barato y procaz que subyace en la mente estructurada de esos parroquianos alcoholizados. Una mirada clavada que revela sin calificar al otro. Un señalamiento donde el grupo de matones fracasados ve cómo las mujeres eligen su deseo y placer sin el pensamiento fálico que sí les preocupa a esos pobretones.
Fernando López en “Ascuas en la noche” atraviesa todo su relato desde la perspectiva inconsciente del deseo en el marco clásico de un grupo de ladrones donde las miserias humanas dan crédito a la marginalidad. El Pollo, Gallo y Lourdes son el eje de la historia, bien contada, narrada con matices propios; atributo que se enriquece: Yo no sé: ¿puede ser tan pelotudo, para robarle al que le da de comer?. O aquello: Si usted quiere, García, hacemos la denuncia por apremios ilegales. Pero no se lo aconsejo. Después, cada vez que lo encuentren en la calle, se lo van a cargar. A él o a este otro, dice, señalándolo al Pollo. El relato se dramatiza con el deseo de apropiación de una Lourdes trasformada en mujer objeto. Un cuento sin fisuras.
“La ventana” de Alicia Plante es un cuento apasionante que contiene todo el clima de un buen policial de enigma. Una historia de ciudad, donde Colita se enfrenta con un asesino que acaba de consumar un hecho de sangre. Él es un pintor de medianeras, quien desde su silleta observa al pasar por una ventana, a un hombre acuchillando a una mujer. No puede soportar el hecho, no puede volver a trabajar. Su jefe en el afán de ayudarlo, lo acompaña a un psicólogo y allí se desmorona: el asesino es el terapeuta.
“La mujer desnuda” de Daniel Sorin es un relato que remite a la reinterpretación de los momentos duros del último proceso militar y al secuestro de personas en su hogar, ante la mirada desesperada de sus familiares. Ficcionar en este clima no es tarea fácil. Isabel está “desnuda” de alma, pendiente junto a su madre de una llamada que caerá como una bolsa de plomo sobre su cabeza al saber que su hermano Raúl apareció, en una fosa común en el Gran Buenos Aires, junto a ochenta y ocho NN. Hay un juego simbólico que dramatiza y se transforma en código: La mujer de cincuenta años de piel olvidada observa a la mujer desnuda con su ojo desfigurado, siente que la vida se le va en esa mirada.
Esta nueva entrega que la editorial Babel pone a disposición de público, debemos reconocerla como un gran esfuerzo de un grupo de audaces emprendedores que apuestan a la literatura del género policial. Esperamos que el desafío permite la continuidad en el Territorio Negro.
Territorio Negro II / Cuentos bajo sospecha.
Babel Ediciones / Córdoba
Compilación: Daniel Teobaldi
120 páginas
Agosto 2016
babelediciones@gmail.com