Adrián Sánchez nació en Buenos Aires en 1970. En 1998 su primer libro, La condena del mudo (Ediciones Botella al mar, 200), recibió una Mención Honorífica del Fondo Nacional de las Artes.

En 2012, Mi padre cavaba un pozo (Ediciones del Dock, 2013) obtuvo el 3° Premio otorgado por la misma Institución.

Entre otras distinciones, por su poema La casa logró en 2004 un 1° Premio por parte del Centro Cultural Chileno Gabriela Mistral.

Su último libro publicado es El ángulo (SUELE SUCEDER ediciones, 2016).

Tiene inéditos Nunca supe bailar (poesía) y Alguien dio que sería fácil (cuentos).

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De Mi padre cavaba un pozo

Mi padre

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

8

 

Algunos apuñalan su corazón

hasta tres veces.

 

Otros abren sus venas

para vaciarse

se arrojan ante un tren

o saltan desde un puente.

 

Hay quienes se ahorcan

para morir bailando.

 

Dicen que el método elegido

surge de los motivos

que llevan a tomar la decisión.

 

Mi padre se metió en la cama.

 

10

 

Mi abuelo Mariano

trabajaba las suelas y el cuero

como si fueran carne.

 

Decía que nuestros verdaderos pies

son los zapatos

y que un hombre descalzo

se arrastra en vez de caminar.

 

Durante el año que tardó

su hijo único en morir

él lo visitó sólo una vez.

 

Sin hablarle

se paró junto a la cama

levantó las mantas

y le miró los pies.

 

 

De El ángulo

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1

 

Una tarde corrí

entre gallinas espantadas

con mi primer amor

desnuda sobre mis hombros.

 

Ella reía nerviosa

porque nos habían descubierto

y pronto sentí su pis

cayendo por mi espalda.

 

Cuando ya no pudimos escapar

me puse en cuatro patas

para que pudiera desmontarme.

 

Recuerdo la presión

de sus muslos en mi cuello

como una despedida.

 

Después los talones

blanquísimos en el barro.

 

El vaivén del pelo y los brazos

mientras seguía a la abuela.

 

Se iba.

 

6

 

Dicen que no es bueno

manchar con sangre las paredes.

 

Lo dicen los amigos

médicos, psicólogos

y quienes se consideran limpios

por inciertos vínculos rituales

entre truenos

cruces y corderos.

 

Cada noche huelo de rodillas

la sangre salida de tu vientre

y que adorna la pared

contra la que mi cuerpo descansa.

 

Dicen que no es bueno

que haya sangre fuera de los cuerpos.

 

Pero las cosas son así.

 

22

 

Espero acostado

que Laura se duerma

y entonces bajo a nadar.

 

Ella no puede mojarse.

Algo dentro de su cuerpo

necesita estar seco

por cinco días.

 

Nado despacio para no despertarla.

Pero también

para que el fondo no se agite

y el agua se enturbie.

 

A veces dejo de bracear

y flotando en la oscuridad

me pregunto qué sería de mí.

 

Si tantas cosas.

Qué sería de mí.

 

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