Una lámpara de pie, dos sillas, una pequeña mesita con su respectivo velador, un perchero con varias ropas colgando, luz tenue, una mujer semivestida que algo espera.
Serengueti (“the place where the land moves on forever”) es un Parque Nacional inmenso ubicado en Tanzania, África, que hospeda a gran cantidad de especies. Patrimonio de la humanidad, es eje de un gran ecosistema, uno de los más antiguos sobre la Tierra, que casi no ha sufrido cambios a lo largo de millones de años. Las relaciones entre los muchos organismos que lo habitan son, por supuesto, complejas; y sólo pueden comprenderse cabalmente en su coexistencia. Se trata de un paraíso terrenal que ha inspirado a escritores, fotógrafos, científicos y cineastas de distintas latitudes.
Serengueti es el sueño de libertad de un joven que trabaja en el almacén de su padre y pareciera llevar una vida sin sobresaltos ni grandes ambiciones; y es también el anzuelo de una mujer ya madura que encuentra un profundo goce en el sometimiento del otro a sus caprichos.
La pieza, escrita y dirigida por el mejicano Ramiro Torres de Miguel y protagonizada por Marina Cohen y Luciano Crispi, con música original y piano en vivo de Daniel Soruco, propone un espacio angular, pequeño, donde el espectador pueda adentrarse en un clima de intimidad y de tensión constante.
Ángela, o Angie, es una ex bailarina que engaña a un muchacho vía Internet para lograr que este la visite. Ya en el primer encuentro, a pesar de develarse la mentira, ambos acuerdan un pacto: Daniel entrenará para conseguir hacer un split completo a lo largo de tres semanas, durante las cuales, en los encuentros pautados, deberá además someterse a todos sus pedidos; el premio será el pago de todos los gastos del anhelado viaje. A partir de aquí, la dialéctica del amo y el esclavo se pondrá de manifiesto en un juego de fuerzas que irán tironeándose a lo largo de toda la obra; y que nos hace recordar de manera lúcida la bidireccionalidad implícita en los roles de dominador y dominado.
Para cada encuentro ella elegirá un atuendo diferente; cada prenda será digna de la ocasión, adquiriendo así el vestuario, a cargo del neoyorkino David Brockman, el rol del tercer protagonista. El trabajo de Soruco acompaña la puesta contribuyendo en la composición de cada uno de los climas y matices que atraviesa la obra.
Es remarcable la propuesta de Marina Cohen, quien sostiene su performance en el peligroso filo del patetismo sin caer en el absurdo. Eficiente es también el trabajo de Luciano Crispi, quien mantiene con entereza el duelo dramático que la pieza propone.
Así entonces, “Serengueti” resulta una pieza inquietante y concisa que gana por derecho propio su lugar en la cartelera porteña.
Siendo mexicano, ¿qué es lo que te sedujo de la escena argentina? ¿Qué te llevó a instalarte en ella?
La primera vez que vine a Buenos Aires fue de vacaciones en noviembre del 2001, un momento bastante particular en la historia de este país. A pesar de la crisis, me sedujo la enorme cantidad de espectáculos teatrales que había y la vida cultural en general. Dos años después ya estaba en Buenos Aires estudiando una maestría en teatro en la UBA, y empecé a entrenar acrobacia (trapecio y tela) que fue un descubrimiento muy importante que vine a hacer acá. El teatro que se hace en Buenos Aires es de lo mejor del mundo, por eso quería estrenar la obra aquí, era una manera de forzarme a buscar la calidad en todos los ámbitos de la puesta y representar la obra ante un público crítico y especializado.
¿Qué podrías comentarnos acerca del panorama de la escena mejicana actual?
Ahora estoy algo desvinculado con lo que se está produciendo en México. Yo soy de Guadalajara, una ciudad de provincia, y lo que se conoce de teatro mexicano en el exterior es lo que se realiza en la Ciudad de México. Pero a nivel general en la producción teatral mexicana hay una fuerte presencia del teatro popular que hace la misma gente de manera comunitaria, hay géneros teatrales como la Pastorela que llevan representándose en México cuatrocientos años. Ese tipo de manifestaciones artísticas, con las que crecí y que para mí eran parte de mi identidad, aprendí a valorarlas realmente cuando las vi desde fuera, ahora ese teatro popular me interesa mucho.
Actualmente vos dividís tu residencia entre México, Argentina y Nueva York. “Serengueti” comparte esta triangulación, partiendo de tu autoría y dirección, la elección de actores y músico argentinos, y un vestuarista neoyorkino. ¿Cómo incidió en la obra este cruce de fronteras?
Me interesa mucho trabajar con gente de distintos países. Para mi los lugares son importantes como detonadores de descubrimientos internos, un lugar nuevo puede hacerte conocer una parte de ti mismo que no conocías, descubrir nuevos miedos, o simplemente sentir que perteneces ahí aunque nunca antes hayas estado, también conocer otras realidades te abre la mente y te hace darte cuenta que no solamente existe la tuya, sino que hay otras igual de válidas. Algo similar ocurre con trabajar con gente de distintas latitudes. Todo el equipo de Serengueti es gente que admiro. Y a pesar de nuestros distintos orígenes hemos logrado un código común a través del teatro.
La dinámica entre los dos personajes de la pieza me hizo recordar a un chiste que cuenta Ciorán en uno de sus libros sobre una conversación entre un sádico y un masoquista: el masoquista implora “Hazme daño, hazme daño como nunca me lo has hecho”, el sádico responde terminantemente “¡No!”, a lo que el masoquista contesta extasiado “Gracias”. ¿Cómo surge la dinámica dominador – dominado en tu obra?
Inicialmente surge como una especie de seducción a través de ofrecer “cumplirle un sueño” al personaje de Daniel y éste debe hacer todo lo que Angélica le pide, él con tal de lograr su sueño de ir a Africa se engancha, pero a la larga termina siendo más importante el vínculo erótico-codependiente que se va formando entre los dos, que el mismo viaje. Al final la obra pone a prueba los límites de los dos. Marina Cohen y Luciano Crispi como actores, tienen un nivel muy grande de exposición física y emocional. Fue todo un desafío para ellos y para mí sacar adelante escénicamente una relación tan violenta y a la vez tan tierna y genuina.
Serengueti trata de las relaciones que no alcanzan a entrar en ninguna categoría. Del vínculo único e irrepetible que pueden llegar a fundar dos personas que no tienen nada qué ver, y que, sin embargo, deciden entrar en ese juego.
Intérpretes:
Angélica: Marina Cohen
Daniel: Luciano Crispi
Piano:
Daniel Soruco
Vestuario:
David Brockman
Iluminación y fotografía:
Mauricio D´Ortona
Música original:
Daniel Soruco
Asistente de dirección:
María Laura Rojas
Coordinación artística y dramaturgista:
Cecilia Propato
Dramaturgia y dirección:
Ramiro Torres de Miguel
Diseño gráfico:
Rocco Cristiano
Duración:
70 minutos.
Prensa:
OCTAVIA Gestión Cultural y Comunicación