Susana Thénon (Buenos Aires, Argentina, 1935-1991) fue poeta y fotógrafa. Su obra poética se compone de cinco libros de poesía editados: Edad sin tregua (1958), Habitante de la nada (1959), De lugares extraños (1967), distancias (1984) y Ova completa (1984). Mujer de perfil bajo, se la conoce bien poco ya que su producción poética coincidió con el momento en que Pizarnik acaparaba la atención en la literatura femenina de los años ’60. Mujer de fuerza musical, imprescindible, de voz íntegra, compleja, armada y desarmada.
Fotografía a una de las poetas más importantes de la Argentina.
Breve introducción a una tierra de nadie
“La tierra canta / sobre mi noser”
La tierra se quema como un poema. Un poema se quema como la tierra. Cuando se lee, cuando se transita. ¿Qué pasa cuando un poema-tierra se quema? ¿Qué es lo que queda? Son las palabras, son los pasos perdidos. ¿Queda la memoria, queda el presente? ¿Cuáles serían los límites que configuran ese lugar? ¿Queda lo que uno abarca con las manos (una hoja blanca) o lo que uno abarca con los pies (una tierra blanca)?
Los poemas de Susana Thénon se caminan mientras se van quemando en cada lectura. Se incendian los ojos en múltiples lecturas; en un no-espacio las lecturas pueden ser infinitas porque “no hay lugar en un círculo perfecto”. Y así, sin importar si hay un acuerdo o una contradicción, se abren puertas a la búsqueda de algo. Poemas. “¿Serán poemas para la poesía?”. Imágenes evocarán el extrañamiento, la pasión, la soledad, el ritmo de toda una mujer anclada en ningún lugar, por el mar y las distancias.
Crecida en medio de la tierra de nadie
“Desvanecer tu límite / ahondar en tu sonora latitud, / reconocer uno por uno tus puertos / y nombrarlos por sus nombres”
Lo primero que resalta mientras se avanza en la lectura de los poemas es la expansión de algo, o mejor dicho la sensación de expansión de algo, ya que un poema nunca termina donde termina el poema ni mucho menos donde termina el libro. La tierra tiene historia, la tierra tiene extensión. Su crecimiento es cada vez más claro si se sigue una lectura cronológica de sus libros:
— Comienza un viaje en Edad sin tregua: “Y es la tierra uno más entre nosotros / con su largo trayecto detenido”, pero más adelante reflexiona, murmura en Habitante de la nada: “Digo que el círculo se estrecha cada vez más / y todo lo que existe / cabrá en un punto”, pero nada está, aparentemente, perdido, vemos (y leemos) en De lugares extraños: “En lo imposible también hay casas”. Ya con distancias llegan las rupturas (que, como tales, también traen coalición): “hay un país (pero no el mío)”, “el abrazo el abrazo en la tarde”, “eras lo último y primero y nada / y nada sino sol”, “y el abrazo era el mar / la noche”. Por último, con Ova completa llega el estallido. El estallido del lenguaje, un estallido de conciencia absoluta: “vieras cómo te arreglás / cómo aprendés a do it / cómo don’t te acostumbrás / cómo hacés do lo que querés / it cómo / don’t”. —
Pensar todo este viaje implica un poco más que incendiarse. No hay cartel que diga ‘salida’ porque no hay afuera, todo es un adentro. Un punto. Un yo que se parte en dos. Uno comprende, finalmente, que todas las posibilidades están abarcadas por ese mismo material que es el lenguaje, y que el lenguaje sigue siendo todas las imposibilidades posibles, más allá de la realidad. Y todo eso quiere decirse simplemente porque una voz busca su voz. Y la voz de esta poeta se mueve: “¿Por qué, entonces, mutilar la única ilusión de libertad que tenemos? Me refiero a los lenguajes (a todos ellos). El secreto reside en no abjurar de nada. En no avergonzarse y en hacer”.
Aunque parece avecinarse una abstracción, los poemas siguen siendo imágenes (siguen siendo fotografías) y lo que Barrenechea llama “imaginación espacial” (en el epílogo de distancias) dibuja nuestra lectura: aunque no se vean las fronteras entre los espacios uno deja de necesitarlas.
Un yo que se parte en dos.
Las repelencias que surgen entre espacio y no-espacio son casi las mismas que surgen entre distancia y cercanía. Ambas convergen en un pequeño punto a través del diálogo que se produce entre esas oposiciones que se necesitan, poema tras poema, voz encontrada y voz desterrada.
“Soy dos / una igual una / sin siempre”.
Tierra de nadie es tierra de todos
“te vas volviendo / en más de un sentido”
Respecto de distancias Susana dice: “(…) tienen relación con la disociación, con la soledad, con la caducidad trágica y tierna del lenguaje, con la “distancia”, aún mínima, que existe entre nosotros y nosotros mismos, o entre nosotros y lo otro”. Vemos que el resultado de ese pensamiento es un poema. Vemos que el poema puede funcionar como un espejo de encuentro (no es redundante); entonces el lugar es otro, la tierra es otra transitada por otro.
Ya en Ova completa las rupturas tienen otro matiz. Se manifiestan en un lenguaje “nuevo”, irónico, sarcástico. Dice en una de sus cartas: “El lenguaje no se emputece ni se refina ni se alambica ni se simplifica. Es todas esas cosas desde siempre (…) Lo que ocurre es que la llamada forma no puede separarse del contenido. Si dudás de esto, probá pensar sin lenguaje”.
Cada experiencia es una demolición. Cada poema necesita desarmarse. Cada poema necesita volverse a ver y releer. Ser dos. Fotografiarse. Nombrarse. Y quemarse. Lo que no se ve, se señala: “mirá lo que hay en el cielo / no veo nada / mirá lo que hay en el suelo / no veo nada / mirá lo que hay en el agua en el fuego / no veo nada”.
Entonces, presente es conocer la tierra: “Conozco únicamente / lo primero, / lo que viene después de oscuro: / ignoro en qué terminaremos”. Caminar y caminar. Escribir y escribir. Ser dos.
Tantos nosotros y otros. Tantos jugando con la misma tierra. Susana ha tomado un puño de ella y con la mano incendiada ha plasmado sus poemas en un círculo perfecto. Como una extranjera, su casa se construía en cada poema suyo, cada vez desterrándose, cada vez volviendo. Un poema suyo es una casa para nosotros, también.
* Todas las citas fueron tomadas de: Barrenechea, Ana y Negroni, María, La morada Imposible, Tomo 1 y 2; Ediciones Corregidor, Buenos Aires, 2001.
SELECCIÓN:
Lugar (de Edad sin tregua)
Sabéis que llevo un esquimal dormido
en el lugar del corazón.
Después de abandonar las catedrales,
el diapasón febril de las tabernas,
llegué al confín, a la frontera inalcanzada.
Sabéis que llevo un arenal baldío
en el lugar de las palabras.
Por debajo del miedo,
por caminos cerrados desde antiguo,
se aventuró la mano hasta el silencio.
Sabéis que llevo una pupila roja
en el lugar de la alegría.
Poema (de Habitante de la nada)
Yo creo en las noches
- M. Rilke
Ayer tarde pensé que ningún jardín justifica
el amor que se ahoga desaforadamente en mi boca
y que ninguna piedra de color, ningún juego,
ninguna tarde con más sol que de costumbre
alcanzan a formar la sílaba,
el susurro esperado de un bálsamo,
noche y noche.
Ningún significado, ningún equilibrio, nada existe
cuando el no, el adiós,
el minuto recién muerto, irreparable,
se levantan inesperadamente y enceguecen
hasta morirnos en todo el cuerpo, infinitos.
Como un hambre, como una sonrisa, pienso,
debe ser la soledad
puesto que así nos engaña y entra
y así la sorprendemos una tarde
reclinada sobre nosotros.
Como una mano, como un rincón sencillo
y umbroso
debería ser el amor
para tenerlo cerca y no desconocerlo
cada vez que nos invade la sangre.
No hay silencio ni canción que justifiquen
esta muerte lentísima,
este asesinato que nadie condena.
No hay liturgia ni fuego ni exorcismo
para detener el fracaso risible
de los idiomas que conocemos.
La verdad es que me ahogo sin pena,
por lo menos he resistido al engaño:
no participé de la fiesta suave, ni del aire cómplice,
ni de la noche a medias.
Muerdo todavía y aunque poco se puede ya,
mi sonrisa guarda un amor que asustaría a dios.
(de De lugares extraños)
Porque la memoria no tiene parques cerrados,
porque no es la memoria un pergamino, una lápida
o acero, un dorso transitable para buriles,
y también porque un dios ahora olvidado
tuvo una vez para la sed
un vaso, para el llanto un oído
y sin palabras
rebalsó los niveles, desorbitó los cauces
e inundó todo ejido, toda miseria,
algo que llaman vida, soplo, barro,
supura o sangra, pero brilla,
enciende.
7 (de distancias)
tu paso nunca otro y tu boca
roída por el viento criatura
individual en un mundo de nombres
que ya apenas pronuncias y que apenas te hieren
dulce materia viva
en tierra enferma criatura
individual entre flor y flor oscura
tu paso nunca otro
y tu boca roída por el viento
37 (de distancias)
un mal se apaga solo si otro mal crece
una lluvia seca hiere el sol la memoria
no alcanza entre dormidas piernas
un silencio con bosque al tiro ciego
lo festeja sin ira la oca de nube
un mal se apaga dice apenas
este nombre una flor de vacío
solo si otro mal crece
solo si otro mal crece
y el hambre olvida y canta
en la noche de su guerra
en el desnudo y fin de su guerra
en el sur y salvaje y caminaré de su guerra
Non stop (de Ova completa)
Creer que voy a la India a creer que entiendo
lo que creo que hay que creer
creer que entendí lo que hay que creer para saber y
creer que estoy en la India porque creo saber
lo que hay que creer
creer que sigo en la India para profundizar este saber
sin permitirme creer que me ilusiona
ganges alguno
profesor templo vaca millón de muertos
ganges alguno
creer que mi creer estar en la India tiene un sentido cósmico
irrepetible intraducible
creer que mi creer estar en la India será fundamental
para mi creer saber
y el de la India
creer que el seguir en India todo un año resolverá el dilema
de lo que es creerse un ser ansioso de saber
de paso creer que es mi deber elaborar manuscribir trasliterar
reelaborar y difundir
creer que ya es hora de creer que capté todo lo que había que
entender
creer que ya es hora de volver a la añorada patria a divulgar
tanto saber
creer salir de la India llegar a la añorada patria
ver ver no poder creer
no poder creer
no poder ser
creer que vuelvo a la India a ver si entiendo
lo que creo que hay que creer