Sergio Dubcovsky regresa a esas calles de Villa Laura que fueran escenario de su novela anterior, Dos hermanos, para contar otra historia de asordinada, exacta emotividad: la de una familia tipo que sobrevive a la muerte del padre, hombre de pocas palabras y, como se irá viendo, muchos misterios. Un hijo con ansias de escaparle al encierro pueblerino, una esposa disciplinada cuya procesión -como suele decirse- va por dentro y un Ford Taunus de color amarillo que se despega violentamente del fondo en sepia de la vida cotidiana, son los protagonistas de un relato agridulce y absorbente, cuyos ecos, como una invitación o como una amenaza, reverberan mucho después de agotada la última página.

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Una vez más repetís como escenario a Villa Laura, ese escenario de localización y temporalidad difusa, que se mantiene, para los personajes, por fuera del escenario de nuestra historia. ¿En tu imaginario la Villa Laura de Dos hermanos es la misma que la Villa Laura de Mayo?

Las ciudades-pueblo de cada una de las novelas sólo tienen en común el nombre. Se trata de un malentendido provocado, pero muy simple de resolver. Mientras la Villa Laura de Dos hermanos es un pequeño balneario de río de la costa uruguaya, la Villa Laura de Mayo la podemos ubicar en una zona difusa entre el Norte de la Provincia de Buenos Aires y Santa Fe. Las referencias que se siembran en el relato no hacen más que confundir porque algunas son reales y otras son imaginarias. Tal vez sí puedan compartir ciertos ritmos y ciertas rutinas que cumplen los personajes que por ellas se mueven.

¿Se trata de la construcción de un espacio arquetípico como ocurre con Onetti, en la nebulosa Santa María, o con Faulkner en el sureño Yoknapatawa?

Me halagan las referencias que proponés, pero sería un irrespetuoso si tratara de comparar “mis” ciudades con las de Onetti y Faulkner. Sí es posible que en mis dos novelas se le haya asignado un espacio preponderante a las geografías. Tanto en Dos hermanos como en Mayo, los personajes se mueven, se trasladan de un lugar a otro. Y cada uno de esos sitios tiene un significado que se va construyendo a la largo de la narración. En Dos hermanos, Marcos y Susana oscilan entre Buenos Aires y Villa Laura, como oscila su relación. En Mayo, Ángel necesita salir de Villa Laura e ir a Buenos Aires para saber la verdad y terminar de construirse. Pero lo que no está logrado, ya que se tratan de ciudades diferentes, es un reconocimiento espacial del lector de una novela a la otra porque no existen ni lugares ni personajes que terminen de armar esas conexiones.

¿Por qué pensás que el tema de la orfandad se repite en Dos hermanos, Las cenizas y Mayo como disparador del relato?

Es inevitable que responda esta pregunta de un modo autorreferencial: la orfandad es un tema central en mi vida. La muerte temprana de mi padre y el esfuerzo conmovedor de mi madre por cubrirlo todo son los motores y al mismo tiempo recuerdos repetitivos, que marcan los ejes de cada uno de los textos que comienzo a escribir. Es, podría decir, un hecho constitutivo ineludible, que me marca y que justifica buena parte de mi escritura.

 

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Sergio Dubcovsky

Tras la muerte de su padre, Ángel encara sin saberlo, para solucionar un tema de papeles con un Taunus, la reconstrucción del pasado de su padre. Un pasado inesperado que desemboca en el horror de las dos últimas frases de la novela. Al mismo tiempo, el personaje encara también un camino de conocimiento que involucra diversos rituales de madurez. ¿Cómo construiste este juego especular entre ambas identidades?

Casi naturalmente. El develar, la reconstrucción del pasado, conduce al personaje a esa maduración a la que hacés referencia. Dicho de un modo muy sencillo: la identidad se construye sabiendo quién es uno y es imposible saber quién es uno si no sabe quiénes son los padres. Puede resultar paradójico que este planteo surja del descubrimiento que hace un pibe de su padre torturador. Pero el ocultamiento corroe y lastima del mismo modo.

¿Qué distancia hay entre el Sergio Dubcovsky periodista y el Sergio Dubcovsky narrador?

Ninguna. Muy a mi pesar, se superponen todo el tiempo. Creo que mis limitaciones a la hora de escribir nacen en el oficio de periodista. Y eso que hago un inmenso trabajo -consciente e inconsciente- por romper esas barreras que baja el oficio ante el desafío de la escritura.

¿Cómo fue participar en el guión de Dos hermanos? ¿Cuánto tuvo que ceder el narrador frente a la tarea de guión encarada junto a Burman y Birmajer?

El trabajo de escritura fue principalmente con Burman. Birmajer participó sólo en una etapa muy inicial del proyecto. La realidad es que la escritura del guión fue una actividad creativa espléndida. Nunca lo pensé como una defensa del espacio de narrador. Por el contrario: escribir para cine me permitió aprender, aprender todo el tiempo. Pude pensar la misma historia que había escrito en soledad como una construcción colectiva diferente. Será porque Burman entendió el espíritu de los personajes de un modo muy parecido al mío que el trabajo fue muy placentero. Tanto que después encaramos juntos un guión original, que en estos momentos está filmando con Jorge Drexler y Valeria Bertuccelli.

¿Qué significó la película para tu carrera de narrador?

Muchísimo y nada a la vez. Desde hace un tiempo que no pienso la escritura como una carrera. Y eso me tranquiliza. La idea de carrera remite necesariamente a un lugar de llegada. Y lo único que tengo hasta ahora -y es posible que no tenga mucho más- es un lugar de partida. Sería un idiota si negara que la película me permitió vender más libros y allanarme un poco la publicación de la siguiente novela. No es poco. Pero tampoco mucho.

En tus novelas se fueron afirmando, cada vez con mayor solidez, la narración despojada y la primera persona. ¿Cómo encarás la construcción de tus personajes?

Piglia decía el otro día cuando hablaba luego de recibir un premio por Blanco nocturno que primero había pensado los personajes y luego la novela. Yo nunca lo había pensado, pero creo que en las tres novelas que escribí el proceso fue ese mismo. Primero los personajes, luego todo lo demás. No hay dudas de que Dos hermanos y Las cenizas son novelas de personajes y no de trama. Tal vez en Mayo, el peso de la historia -del desarrollo de la historia- sea mayor.

Teniendo en cuenta tu experiencia ¿Cuál sería tu consejo para el narrador que comienza?

No tengo demasiados y son muy obvios: que lea y que escriba, que se anime a escribir.

 

Sobre El Autor

Damián Blas Vives es actualmente es Director de Gestión y Políticas Culturales de la Biblioteca Nacional Mariano Moreno. Entre 2016 y 2020 coordinó el Centro de Narrativa Policial H. Bustos Domecq de dicha institución y antes fue Coordinador del Programa de Literatura y editor de la revista literaria Abanico. Dirigió durante una década el taller de Literatura japonesa de la Biblioteca Nacional, que ahora continúa de manera privada. En 2006 fundó Seda, revista de estudios asiáticos y en 2007 Evaristo Cultural. Coordina el Encuentro Internacional de Literatura Fantástica y Rastros, el Observatorio Hispanoamericano de Literatura Negra y Criminal. Ideó e impulsó el Encuentro Nacional de Escritura en Cárcel, co-coordinándolo en sus dos primeros años, 2014 y 2015. Fue miembro fundador del Club Argentino de Kamishibai. Incursionó en radio, dramaturgia y colaboró en publicaciones tales como Complejidad, Tokonoma, Lea y LeMonde diplomatique. En 2015 funda el sello Evaristo Editorial y es uno de sus editores.

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