Ediciones Gog y Magog se ha transformado en los últimos años en una de las editoriales de mayor envergadura en lo que a difusión poética se refiere. Con Mujer ajenjo, atraviesan los diferentes momentos de la obra de Svetlana Makarovič (Eslovenia, 1939), la principal referente de la poesía de los Balcanes en la segunda mitad del siglo 20, en la traducción realizada por Julia Sarachu con la colaboración de Mojca Jesenovec. En su obra Makarovič reelabora los temas de la cultura popular eslava precristiana desde la perspectiva de un realismo extremo que parece surgir como fruto amargo de la experiencia de las guerras mundiales. Casandra yugoeslava, que intenta desenmascarar la hipocresía de la sociedad en la que vive, y representa las verdades ontológicas que nadie quiere escuchar. Así recupera la función social activa del poeta, interactúa efectivamente con el pueblo que es su principal interlocutor, al que interpela de manera constante.

mujer ajenjo

 

CACERÍA

Desprendes aroma a semen caliente, ciervo.

Tu olor está en todo el bosque, y en mí.

Para vos ya está el cuchillo afilado, ciervo.

Esto lo presiente el bosque, y lo se yo.

Atravesarás el claro bajo la luna, ciervo,

mi ciervo de ojos de mora.

Olerá profundamente a sangre, ciervo.

De pronto sabrás, adonde vas y quién sos.

EL MUNDO ES ASÍ

Nosotros vamos por el mundo,

uno a otro nos hacemos daño,

uno a otro nos hacemos daño,

el mundo es así.

Yo correré y te cazaré,

porque es algo que ambiciono,

porque es algo que ambiciono,

ya es así el mundo.

Te voy a arrancar el ojo

porque me molesta mucho

porque me molesta mucho

ya es así el mundo.

Con tus lágrimas voy a limpiar el piso,

porque me gusta tener la casa limpia,

porque me gusta tener la casa limpia,

ya es así el mundo.

EL VERDUGO

Esta es una linda noche,

esta es una noche amarga,

nunca nadie me tuvo,

esta noche me tomará el verdugo.

Y que me agarre, qué importa,

porque a la mañana se va a la guerra,

las manos pegoteadas con sangre,

y el corazón lleno de tierra.

Así es en este lugar, así es en este tiempo,

así son las cosas entre nosotros,

la piel contra la piel, la sangre contra la sangre,

cuerpo contra cuerpo sin ojos.

Ni quién sos vos ni quién soy yo,

así es en este lugar, así es en este tiempo,

el nombre no importa en la guerra-

verdugo yo, verdugo vos.

LA AGUJA

Camina camina la aguja silenciosa

ligera, con pasos minúsculos de acá para allá,

cose con apenas visible hilo

uno con el otro.

Que siga cosiendo, que siga cosiendo

a mí con vos, a vos con él,

cuanto más densa es la costura,

menos palabras pronuncio.

Pincha, tira, tensa

delgado, filoso, hilo ardiente,

cuando te das cuenta, ya es demasiado tarde,

con mil puntadas estás cosido.

Garganta con garganta, la tuya con la mía,

cada vez más denso, cada vez más fuerza,

la piel se injerta en otra piel,

cada vez más apretado, cada vez más cálido.

Junta las mejillas, las espaldas,

los pechos, los miembros sudados,

ya siento tu aliento de odio,

ya no podés apartarte de mí.

Qué es mío, qué es tuyo,

apuntás con la piedra entre mis ojos –

la aguja se apura, pincha la palma,

que se afloja y la deja caer.

Lo que fue anudado,

no se puede desatar

y lo que fue arrugado,

nunca más se alisa.

A uno se le corta el aliento

y presiente y reconoce.

El camino se revela solo.

Es un camino para uno solo.

Se estremece con fuerza, se lanza,

arranca la piel de los huesos,

se levanta entre los harapos del cuerpo

y se pierde en la oscuridad.

Allá en lo desconocido. Allá en lo alto.

Fue y es y será.

Allá en lo infinito. Allá único.

Esa estrella sobre la montaña.