Trece relatos que forman la osamenta de esta obra dividida en tres partes bien definidas.

Un ascenso en la narración y a mitad del camino, tras los primeros cuentos se disfruta, aun más, la lectura de una novela corta – Las obsesiones de Laura-. De ahí en más, sin perder sentido, el autor logra un esfumarse entre imágenes poéticas.

La poesía parece querer acompañar al lector, cambiando el clima, hacia la salida.

Frustración, culpa, arrepentimiento, pasión, obsesión, incomprensión, locura.

El desencanto que sacude y reubica cimientos para la esperanza, no deja de suceder en un presente fugaz, que resulta de algún pasado irremediable, encaminándose hacia un futuro imprevisible.

Como en la realidad, la incertidumbre es la trama y el conflicto que alcanza un punto de encuentro con esa otra trama, la verdadera, la inherente al ser, la propia.

El tiempo transcurrido ha modelado las esencias y, desde ese lugar, todo es parte del conflicto.

Entre desengañados y escépticos, muchas veces, frente a la angustia que representa vernos suspendidos sobre una supuesta nada, intentamos escapar hacia adelante o volver atrás y, en este último caso, lo proyectamos hasta comprender que aquel espacio anticipado, aquel entorno añorado, aquellos seres que nos acompañaron antes, ya no están ahí, o no son ahora los mismos, y tampoco nosotros.

Es así que enfrentamos la angustia, como podemos, siendo conscientes del fin de la vida, asumiendo una existencia auténtica; nos aturdimos entre placeres y entretenimientos, para olvidar esa aparente nada que se esconde detrás de la muerte, o elegimos aprovecharnos de la vida, reconociendo el revés de la trama y de la nada.

Entre estas opciones, desde un hacerse cargo, aparece y se inscribe una querella moral en Viaje de la ilusión primaria, que es el primer relato de la tercera parte y, con acierto, es también el título del libro.

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Julio Roberto Srur

Podríamos comenzar por el título; ¿cómo nace Viaje de la ilusión primaria?

Nace por cuestiones de disciplina y azar. Disciplina porque por primera vez me impuse ir a escribir todos los días a una biblioteca. Hasta ese momento siempre había escrito cuando sentía ganas. Fue un poco más de un año de trabajo. Y azar porque al mismo tiempo que me hacía de esta rutina, empecé a trabajar en una librería y centro cultural de Helsinki, donde también editaban libros y revistas. Después de un tiempo, el dueño del lugar, Ian Bourgeot, quiso leer algo de lo que estaba haciendo. Y muy pronto me dijo que en algún momento íbamos a hacer un libro. Por supuesto que no lo creí, pero la idea fue tomando forma hasta que se publicó.

¿Por dónde dirías que pasa la conexión entre los relatos reunidos en éste, tu primer libro?

El editor decía que pese a cierta oscuridad en las historias, encontraba un factor de esperanza. Me gusta pensar que la conexión pueda ser la esperanza, aunque haya que excavar para encontrarla. También encuentro conexión en la imagen de una mano que sale desde el pozo profundo para aferrarse a la tierra movediza.

¿Cuánto pesa el recuerdo en tu escritura?

Creo que el recuerdo siempre está presente. Estos relatos fueron escritos en Finlandia y muchas historias pasan en Buenos Aires. Es posible que a un nivel más inconsciente haya operado un factor nostálgico. Al mismo tiempo creo que las historias situadas en Argentina requerían este espacio. También hay un cuento que transcurre en Helsinki, uno en Utah y otro en Montevideo. Por ejemplo, cuando se te ocurre una idea que tiene que ver con la pena de muerte es lógico ubicarlo en Estados Unidos.

 

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¿Cómo administrás el tiempo de la creatividad?

En este momento intento producir algo nuevo cada semana, en la medida de lo posible. De esa producción, si puedo rescatar algo en el mes, puedo darme por satisfecho.

¿En qué medida un escritor habla de sí mismo?

Creo que son cuestiones que nunca están muy claras. No creo que haya que confundir la ficción con las opiniones del autor, y el autor tampoco puede usar la ficción para hacer un panfleto de sus ideas. Más que nada porque pienso que ese tipo de ficción, al estilo de bajada de línea, no termina por resultar interesante. Por otro lado cuando existe esa motivación por detrás, posiblemente sea más productivo buscar otros canales de divulgación.

¿Hasta qué punto influyen sobre tu inspiración las tensiones sociales?

Influyen porque no soy indiferente a lo que me rodea y lo que sucede a escala social repercute a escala individual. Pero no sé si podría decir que me pesan más que otros tipos de tensiones, como las propias, las familiares y tantas otras.

¿Uno escribe para decir, o para hacer?

En principio para salvarse a uno mismo. El arte que me interesa nunca es muy directo y claro, por lo tanto es difícil creer que lo que uno puede estar intentando decir o hacer pueda ser comprendido de esa misma manera, y en esa ambigüedad de interpretaciones me parece que radica lo mejor del asunto.

¿Los sentimientos que pueden escribirse, pueden filmarse? ¿Imaginás tus relatos en la pantalla?

Hay muchísimo ejemplos de sentimientos literarios llevados al cine. Tuve varios comentarios que el cuento “La indemnización” era muy cinematográfico. Por mi lado no pienso en cómo se verían en la pantalla, quizás para no adelantarme a un proyecto que todavía no existe, o sencillamente porque estoy acostumbrado a la lectura.

 

Sobre El Autor

Ex funcionario de carrera en la Biblioteca del Congreso de la Nación. Desempeñó el cargo de Jefe de Difusión entre 1988 y 1995. Se retiró computando veinticinco años de antigüedad, en octubre de 2000, habiendo ejercido desde 1995 la función de Jefe del Departamento de Técnica Legislativa y Jurisprudencia Parlamentaria. Fue delegado de Unión Personal Civil de la Nación (UPCN) - Responsable del Área Profesionales- en el Poder Legislativo Nacional. Abogado egresado de la Facultad de Derecho y Ciencias Sociales de la U.B.A. Asesor de promotores culturales. Ensayista. Expositor en Jornadas y Encuentros de interés cultural. Integró el Programa de Literatura de la Biblioteca Nacional Mariano Moreno. Se desempeña en el Centro de Narrativa Policial H. Bustos Domecq. Es secretario de Redacción de Evaristo Cultural, revista de arte y cultura que cuenta con auspicio institucional de la Biblioteca Nacional (M.M.)

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