NI HASTA QUE LA MUERTE LOS SEPARE.
Injertos, quelonios y colgajos. Una sonrisa sin labios.
Un relato de ataduras de familia que calza en la historia del país; una historia casi siempre descarnada.
Facciones que al borrarse borran cualquier expresión genuina.
Una transformación entrampada en la tragedia.
La impronta radical; la fuerza peronista.
Carne y memoria. Un ataque brutal y la pérdida de formas y colores.
Convivir con el mal.
La resistencia de la parte artificial.
La piel herida, los huesos despojados. Cicatrices visibles e invisibles.
Metáforas caídas en rasgos carcomidos. Ruinas del rostro; barro y piedra.
Leyes de relleno, distintas ataduras. Otro futuro entre lo caótico y lo desértico.
Inmóvil y en silencio.
Lo humano y lo inhumano.
Un traslado. La reconstrucción de la memoria. La restauración del rostro.
Cambios bajo la piel. Reconstructores desde, y sobre, lo profundo.
La anatomía y el destino.
Enamorados y torturadores.
El recuerdo de Eva y aquel embalsamamiento innecesario; hubiera sido eterna de todos modos.
Rocas detrás de la carne y el desierto. Arcos y columnas detrás de la naturaleza.
Una colina, un paisaje y muchas direcciones hacia la libertad posible.
El párpado de Eligia y los de Dina. Imágenes del otro.
El corte inesperado y la distancia decidida.
Un freno necesario.
Un tiempo sin metáforas ni excusas.
Y tarde o temprano, instalado en los recuerdos, él sentirá una cadena tironeando hacia el vacío.
Titulo: El desierto y su semilla
Autor: Jorge Baron Biza
Editorial: Eterna cadencia
222 páginas