Cómplices malditos y, del otro lado, una mujer que no está sola; un entorno solidario y una búsqueda resbaladiza de la verdad.

La periodista Verónica Rosenthal, después de un duelo, decide tomarse vacaciones e iniciar una aventura cruzando provincias del noroeste. Es así que se instala en una casa de fin de semana que su primo le brinda en Tucumán. La idea es desenchufarse y renovar energías. En una de sus salidas conoce, en un bar, a dos chicas extranjeras -Petra y Frida-, con esta última experimenta un acercamiento íntimo que la confunde y, es por ello que, en algún momento intentará tomar distancia. Pero, estando en Yacanto del Valle, Verónica recibe una invitación que se hace extensiva a sus nuevas amigas.

Es así que las tres se presentan en la casa de campo de un joven de familia adinerada; éste ofrece una fiesta que promete diversión. Verónica se retira acompañada, mientras Petra y Frida permanecen en aquella casa, con aquella gente y con alguna preocupación que  su amiga pasó por alto.
Deseo, romance, erotismo y muerte en el paisaje.
Así comienza una historia que, por ser creíble, se inscribe como un reflejo de alguna realidad compleja.

 La historia verdadera es aquella que el pueblo reconoce y asume como cierta, aun a riesgo de no corresponderse con los hechos, ni con  las intenciones de cada uno de aquellos que ingresan en esa misma historia, grande o pequeña, rara vez inmaculada.
Esta historia de las extranjeras reúne a honestos con deshonestos y, si resulta creíble es porque pisa sobre tierra fértil. No matarás…, por ahora; no lo harás hasta nuevo aviso.
Los hechos que encierra esta novela se suceden en un lugar imaginario pero, el país, es el nuestro. Será entonces una parte importante de las historia del país; una parte que duele.
Una trama que empalma el crimen con el dinero, con la corrupción y con el poder que mueve los hilos para tejer un paño de encubrimiento.
La violación y asesinato de dos jóvenes, y una amiga dispuesta a todo para poner blanco sobre negro y en la cárcel a los criminales.
Un thriller que desnuda femicidios envueltos en redes de un poder, de facto, que se ejerce en escenarios ocupados por una casta sin escrúpulos.
Una búsqueda de la verdad, que no queda ahí. Una matriz criminal que, al ser reconocida como tal, despierta el interés de investigar hechos conexos.
Una periodista involucrada, hasta la médula, que no ahorra esfuerzos, ni esquiva riesgos, ante la necesidad de calmar su hambre de justicia y su sed de venganza por lo ocurrido con sus amigas en aquel final, incierto, que le carga culpas. A Frida y Petra “las hicieron mierda”; aparecieron tiradas en el monte.
Esa investigación para esclarecer los hechos se va transformando en otra cosa.
El sicario que la persigue y el enamorado que la protege.
Ella no confía en la policía local ni en la justicia.
Un lugar en el mundo; pocas manzanas con la plaza en el centro, los comercios y la iglesia que, en esta historia, está pintada.
Una casona vieja, una posada y sus dos dueños. Una galería de arte. Un escenario injusto, “el régimen estanciero”. Una dimensión sociocultural que le abre camino al abuso, y a la muerte anticipada, y se lo cierra a la justicia legítima. Un sistema que borra pruebas.
Familias poderosas; jóvenes patricios, bellos y ricos. Las cunas del poder y el derecho señorial que, como una suerte de privilegio feudal, enfoca el abuso sexual como un hecho social, cuyo origen se remonta al ancestral “derecho de pernada” que ejercían los señores sobre las siervas; un derecho ejercido sobre el pueblo que ellos dominaban; resabios de una costumbre, algo arraigado en sociedades de estructuras feudales.
Una tradición consuetudinaria; un pretendido derecho informal de los poderosos y un caldo de cultivo que reposa en el ocio y la riqueza, en el instinto salvaje, en la brutalidad del más fuerte. Los favores de jueces a grandes estudios jurídicos. La familia de Verónica; la profesión de su padre y sus contactos.
Políticos, periodistas, jefes de policía y comisarios retirados; magistrados de primera y última instancia.

Invertir los tantos, cambiar el eje y tolerar justificando: “¿qué habrá hecho la joven para despertar la furia más terrible y el descontrol de un hombre?; “despertar los bajos instintos de los hombres confundidos”. Los jóvenes de la élite tendrían permitido, por la sociedad, ser descontrolados a cambio de que no maten con intención.  “El jardín de los narcopolicías”. Un cargamento de cincuenta kilos de cocaína. Narcos provenientes de Colombia y Perú. Intereses creados; lealtades partidarias.  Desidia, ineptitud y burocracia. Culpables y perejiles. Magia negra; orgias rituales. Internas en la justicia y en la policía de Tucumán y Salta; internas que involucran a familias del poder. El juego de los poderosos y esa maldita costumbre de matar, que es contagiosa.

Hace unos días se entregaron los premios Konex  y fuiste uno de los galardonados. ¿Cómo recibís este reconocimiento de la Fundación? ¿Qué sentimientos despierta en vos?

Todos los reconocimientos están buenos. El Konex tiene un gran jurado que enaltece al premio y al premiado. Así que me alegra haberlo recibido. También tengamos en cuenta que el Konex es un premio generoso en cantidad de premiados. Soy uno de los cien que lo recibieron este año.

¿Podemos relacionar en algún punto Nuestro Tiempo con V de Vian y con  El Amante, poniendo el acento en la política interna de cada revista? Sería interesante escuchar una reflexión que puedas ofrecer en función de tu experiencia. 

No, para nada. Tanto V de Vian como El amante eran proyectos independientes y autogestionados. Nuestro tiempo es una revista profesional con mucho más personal rentado. En ese sentido se parece más a lo que fue El guardián en su última etapa o a Noticias y Veintitrés. A mí me gustan más los proyectos como V de Vian, pero obviamente con revistas así imposible generar fuentes de trabajo.

portada-extranjeras_grande

Periodistas y novelistas; realidad y ficción. ¿Cuánta realidad se filtra actualmente en las novelas y cuánta ficción en las notas periodísticas, en los editoriales y en las columnas de opinión? ¿Podemos hablar de una tendencia, o no hay nada nuevo bajo el sol? 

En cuanto a la utilización de elementos reales en la ficción no hay mucha novedad. El realismo y todas sus variantes o herencias lo vienen haciendo al menos desde el siglo XIX. En cambio sí me resulta preocupante que se utilice al periodismo como un ámbito de ficción, donde una buena historia se prioriza sobre la verdad de los hechos. O peor: se priorizan los intereses del medio o del periodista y para eso se inventa una historia. El periodismo es básicamente informar a partir de la realidad, de hechos reales comprobados. Cuando la ficción se mete en el medio ya no hay periodismo. O, en todo caso, lo que hay es mala praxis profesional.

Hay un puente que une dos novelas, La fragilidad de los cuerpos con Las extranjeras; ese puente tiene nombre y apellido. ¿Cómo aparece Verónica Rosenthal en tu cabeza? 

Una de las ventajas de las novelas policiales es que resulta verosímil que un mismo protagonista continúe en una serie de novelas: Sherlock Holmes, el inspector Poirot, Maigret, Marlowe, Wallander y tantos otros son algunos de esos personajes que sobreviven de libro en libro. Mi intención es que a Verónica Rosenthal le pase lo mismo. Pero también quiero que Verónica evolucione como personaje, que lo que le ocurre en un libro influya en su carácter en los libros siguientes. El personaje de Verónica tiene la facilidad de ser periodista y contar con un entorno humano atractivo. Eso me facilita las cosas a la hora de inventarle un caso policial.

principal-sergio-olguin_grande

La figura del femicidio puede verse en los distintos estamentos o clases sociales. ¿Más allá de las características de cada hecho puntual, podríamos hablar de problemáticas diferentes o de distintas causas de este fenómeno complejo? 

A mí lo que más me llama la atención en los femicidios en el Norte argentino es cómo se repiten determinadas cuestiones: chicas previamente violadas y golpeadas, cadáveres arrojados al espacio público, tipos poderosos política y económicamente, una justicia puesta más para defender los intereses de los poderosos que buscar la verdad. No es un fenómeno tan complejo y la forma más rápida de comenzar a resolverlo es haciendo justicia. La impunidad genera siempre nuevos crímenes.

¿Nuestra sociedad se está familiarizando cada vez más con la figura del sicario? 

Creo que todavía no. Los ajustes de cuentas, tan típicos en el mundo de las mafias, no se han extendido tanto como para que veamos tipos asesinados así todos los días. Me parece que son fenómenos todavía poco desarrollados en nuestra sociedad. Pero indudablemente que cuanto más haya mafias, como las de los narcotraficantes, la figura del sicario se va a convertir en algo común.

La ley o derecho de pernada. Me viene a la memoria Fuente Ovejuna, la obra de Lope de Vega, la joven Laurencia, su enamorado y el comendador con sus deseos lascivos. ¿Quedan resabios de aquel derecho de la primera noche, transformado en algo aún más violento? 

Me parece que todavía no salimos de las estructuras sociales medievales, autoritarias y católicas. Todo lo negativo que suele estar presente en una sociedad patriarcal se concentra en estas comunidades provinciales. Hay que insistir en cambiarlas o derribarlas. En una sociedad igualitaria seguramente los femicidios serían mucho menos habituales.

 

Sobre El Autor

Ex funcionario de carrera en la Biblioteca del Congreso de la Nación. Desempeñó el cargo de Jefe de Difusión entre 1988 y 1995. Se retiró computando veinticinco años de antigüedad, en octubre de 2000, habiendo ejercido desde 1995 la función de Jefe del Departamento de Técnica Legislativa y Jurisprudencia Parlamentaria. Fue delegado de Unión Personal Civil de la Nación (UPCN) - Responsable del Área Profesionales- en el Poder Legislativo Nacional. Abogado egresado de la Facultad de Derecho y Ciencias Sociales de la U.B.A. Asesor de promotores culturales. Ensayista. Expositor en Jornadas y Encuentros de interés cultural. Integró el Programa de Literatura de la Biblioteca Nacional Mariano Moreno. Se desempeña en el Centro de Narrativa Policial H. Bustos Domecq. Es secretario de Redacción de Evaristo Cultural, revista de arte y cultura que cuenta con auspicio institucional de la Biblioteca Nacional (M.M.)

Artículos Relacionados