-Aquel limón está naciendo, eso no, este de acá, es esa bolita verde que asoma ahí, por detrás de las hojas más claras. ¿Cómo que no lo ves?, prestá atención, ahí escondidito, más a la izquierda, sí, ese, ¿no es precioso­? Desde acá puedo palpar su rugosa piel, oler su fragancia, hasta puedo saber cuántos días tardará en caer, es cuestión de números. Me gusta apreciar cómo todas las partes que componen al creador fueron puestas ahí para el momento del nacer, como si esas miles de hojas hubiesen estado esperando desde siempre este maravilloso día, como si su función en la vida sólo fuese observar esto. Quizás yo ahora estoy acá por la misma razón que las hojas, me alivia eso, me siento afortunada de apreciar el momento creativo, además me tranquiliza haber encontrado aquella misión que vengo a cumplir en esta vida. Lo pensé mejor, en realidad no me gustaría que mi función sea la misma que la de una hoja, estoy segura de que puedo hacer mucho más, pero si el mundo me necesita especialmente a mí para eso, no me voy a negar, ¿acaso existe algo más hermoso en el mundo que estar presente en el momento de creación, que ver el nacimiento de algo, que ser cómplice de que ahora somos más, que saber que sos lo primero que alguien ve, que poder asegurar que viste nacer? Yo me refiero al nacer profundo, porque todo lo que existe y veo alguna vez nació, pero en realidad eso no nace, simplemente aparece, en cambio, esta perfecta esfera verde lima, esta forma capaz de almacenar en su interior al universo, sí nació, yo lo vi, y nunca estuve tan despierta.

Y vos, ¿por qué seguís al lado mío?, ¿estuviste escuchando todo?, ah, mejor que no haya salido nada de mi boca, igualmente ya lo estaba sospechando, es imposible que escuches sin interrumpir. No, no te voy a contar en qué estaba pensando, para vos eso no tiene importancia; pero si no te molesta te pregunto algo ¿qué observaste todo este tiempo que estuviste a mi lado?-.

Sobre El Autor

Artículos Relacionados