El libro Palabras cantadas de Laura Szwarc se presenta ante nosotros como material para un lector virgen, nos introduce desde el inicio en pensar palabras que serán cantadas, resignifica el valor de cada signo que nos compone para nombrar al mundo y a su vez nos presenta el universo en el cual vamos a entrar, el Centro de Recepción Malvinas Argentinas.

En contexto de encierro el lenguaje es propio de la monotonía de los días que se cuentan esperando que pasen. La propuesta sugiere conocer para conocerse y pensarse, saberse dentro de un mundo con clases sociales, con leyes anteriores a nosotros, saberse encerrado, conocer qué los preocupa a aquellos cuyos días pasan dentro del Centro, conocer qué los convoca.

El que tiene más plata va a la universidad concluye un participante del espacio artístico y educativo que resulta ser bálsamo, que propone no juzgar sino buscar la expresión.

La publicación se permite un manifiesto y por qué no, si desde el principio, ya en sus condiciones formales se presenta diferente a los materiales vinculados a la poesía. No es un libro de poemas, ni de letras de canciones, éstas sólo representan una parte, estamos antes un material compilatorio, de lecturas, del orden de la experiencia hecha libro, hay letras de canciones, ejercicios, conclusiones instintivas, rasgos característicos del Centro. Es el registro del que Laura Szwarc nos vuelve testigos. Nos deja ver la actividad y no expone de más a los protagonistas, voces de un mundo sensible lleno de cicatrices. A su vez tendremos las voces de otros miembros de la experiencia en diversos roles, entre ellos un breve texto del Director del Centro que con precisión y sinceridad ironiza sobre la función de la cárcel refiriendo a ella como una institución de moral aborreciblemente candorosa.

El material es sumamente interesante y nos permite ver qué hay detrás de los jóvenes adolescentes que habitan el encierro y se liberan desde las palabras.

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¿Cómo nació tu interés por los contextos de encierro?

Podría decir que además de las actividades artísticas que realizo, me podría presentar como artetranmisora y con ganas de trabajar en educación formal, no formal y  espacios vinculados a la comunidad. Dado mis años de práctica, a veces me convocan y fue así como llegué a trabajar en este “contexto de encierro”  Pero:¿cuáles son los lugares de encierro?  Vi en estos días el film “El camión” de Marguerite Duras. Allí, quien conduce, no sabe qué traslada en los paquetes ni sabe adónde irán cuando los entregue .Él vive encerrado en su camión y, esta vez, con una mujer que sube en el camino.  Quienes están trabajando en una fábrica ocho horas o más, repitiendo un mismo gesto, están encerrados, igual en trabajos administrativos o en las escuelas, tanto los docentes apresados en un curriculum y los alumnos.  También estamos muchas veces encerrados en un puñado de prejuicios.  Entonces, me interesa trabajar con otros. Si no me convocan, voy y ofrezco mi quehacer.

Creo que es a través de las diversas manifestaciones del arte donde podemos estirar la realidad, lograr un pensamiento crítico, tratar de que no nos den cada vez “gato por liebre”.

De todos modos, cada situación es única, y claro que “El Centro de Recepción Malvinas Argentinas-Pablo Nogués”, tiene su propia singularidad. Es un penal, el eufemismo es “lugar de encierro”. De todos modos, este centro en la provincia de Buenos Aires, donde “se admiten” jóvenes entre 16 y 20 años tiene, a su vez, particularidades y diferencias en relación a otros “penales”.

Se trata, en lo posible, de tener en cuenta “a los penados”. A los que “cumplen su pena”. (Y claro que están estos  jóvenes muy  apenados, y cumplen la pena como quien cumple años.)

Mi interés en este Centro fue creciendo a medida que concurría y conocía a los participantes del taller. Mi interrogante crece: ¿cómo propiciar oportunidades  que favorezcan en esta experiencia del vivir?, y que lo que aquí hacemos les sea, también, una herramienta al salir del Centro.

¿Cómo describirías la experiencia de trabajo con los participantes de la actividad, desde lo que imaginabas antes de comenzar a trabajar y en la actualidad que ya tenés experiencia?

Con los años de trabajo en los talleres de teatro, de escritura, de composición de letras de canciones, etc. fui dándome cuenta con mayor cercanía qué textos elegir para dar a leer, para compartir lecturas. (Como dice  Roland Barthes   “La actividad de leer  lleva inexorablemente a la de escribir.”) Y con el mismo amor/compromiso voy realizando  las diferentes acciones en los  espacios diversos.

Ir  aprendiendo  en el hacer (que implica también investigar)  ha ampliado mi mirada; y descubro  que hay que entrar por la puerta, que esa puerta se cierra y que dentro de ese pasaje, hay el cada uno y también lo grupal.

Una de las primeras cosas que me llamó la atención de los participantes de este Centro,  es la falta de afectos que habían tenido o sentido (y otras faltas como de alimentación, de educación, de abandono social), también  la manera de relacionarse con el género femenino (madre-puta).  Ese binomio me pareció muy interesante porque ¿cómo “concebir” un vínculo diferente, cómo mostrar un abanico de vínculos, cómo ser mujer con ellos?

Trato de llegar a cada lugar sin preconceptos, sin prejuzgar, y ver con quiénes voy a encontrarme. Se produce un reconocimiento mutuo.

Me encontré con jóvenes  tímidos, temerosos de leer, escribir. Con gran curiosidad algunos y otros tentados por salir unas horas de su “cuarto/celda”. Sabían que íbamos a leer, a escribir, a escuchar música; que ese orden podría variar y que a veces no nos daría el tiempo para escribir sino para ir “pensando” el texto.

Desde los interrogantes, las dudas del comienzo  a la actualidad donde prevalecen mis ganas  de los encuentros semanales, también  están las ganas de ellos: De leer, de escribir, de compartir;  pero estas son pequeñas ráfagas porque los jóvenes están lastimados de penas y hay una fuerte desidia. Sin embargo con la continuidad vamos logrando  algunas nuevas huellas en lo simbólico.

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¿Cómo es tu vínculo con los participantes de la actividad?

Un vínculo que se va afianzando, desde la desconfianza del comienzo hasta un reconocimiento. Esto implica que a veces cuenten por qué llegaron allí o de su estado de ánimo. Que cuenten “del afuera”, de lo que extrañan. También se genera una complicidad.   Compartir el mate –con todo lo que implica ese ritual-  se vuelve un hábito. Llevaban para estos momentos  pan y mermelada del desayuno. Eso también se volvió hábito.  Al principio los participantes me preguntaron por mis honorarios y me cuestionaban  por  hacer un trabajo de tan escaso “pago”. Después de un tiempo lograron que yo me preguntara sobre esto sin poder modificar nada, aunque reflexionando.

Trato siempre en mis talleres que se produzca la mayor horizontalidad posible. Todos vamos aprendiendo. Y solo se suscita lo que ya está en el otro. Por eso hablo de transmisión. Y el afecto que nos crece.

¿Cómo se enteran los internos que la actividad existe?

Los “internos” (nunca se me ocurrió llamarlos de esa manera) tienen un grupo de propuestas, clases de radio, de teatro, de telar, etc.

La asistente educacional  les cuenta sobre las actividades/talleres/cursos;  y ellos eligen. Como comento en el libro no es una actividad obligatoria, y además dentro del mismo tiempo del taller pueden “ser libres”, pueden estar un rato o irse;  eso me parece interesante. Que haya al menos en ese tiempo, la menor presión posible.

En el capítulo Proceso creativo cada fragmento se antecede por un número de tres cifras, ¿a qué refiere este número?

Es lúdico, un pequeño homenaje a Julio Cortázar y un mostrar que es posible comenzar por una práctica o por otra; en  nuestro trabajo por más que diseñemos/planifiquemos cada paso, el trabajo es dinámico, estamos con  “personas vivas” y es en el momento en que se dispone /despliega el material, que  a veces se cambia. Una llega con las actividades del taller preparado, Por ejemplo: me encantaría mostrarles y trabajar la poesía visual pero de repente… una lectura libre previa hace saltar otra cosa y nos lleva a otro tránsito.

Si tuvieras que arriesgar, basada en la experiencia, ¿cuál es el tema que más preocupa a los participantes de la actividad? – a juzgar por el libro, amor y la libertad parecen estar bastante reñidos-.

A los participantes les interesan los mismos temas que a los grandes escritores: el amor, la muerte, el tiempo,  la libertad (¿quién está libre en un capitalismo que te exige pagar por ir a trabajar, que te exige pagar por dormir, por comer?) Y claro que al estar en “el espacio de encierro” suponen o se enteran de lo que llaman “traiciones” de sus parejas, de sus amistades en el otro espacio, de encierro también. Porque ellos mismos dicen que están privados de montones de cosas afuera (y lo están).

El tiempo de los talleres no alcanza para modificar las vidas (esa exagerada pretensión). Sí puede tocar  y mover alguna cuerda de reflexión, de conmoción. Tal vez alguno busque y encuentre algo diferente. Y recordemos que entre los participantes no hay “internos” que pertenezcan a la clase adineradas.

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A partir de tu experiencia, ¿creés que este tipo de actividades despiertan el interés de los participantes por libros, músicas, temas o informaciones que antes simplemente no conocían?

Sí; como nos sucede a todos, si alguien llega con algo que lo implica y te lo muestra, claramente te despierta el interés.

Y eso mismo pasa  con los integrantes de este taller, quieren más,

Al principio los libros estaban y ellos no los tocaban; después de leerles en voz alta (como hizo mi madre conmigo) como hacen nuestras maestras, nuestras cuidadoras, cuando alguien te entrega esas voces… te despierta el interés, la curiosidad, las ganas.

Luego de ese pasaje, ellos llegan y la mesa repleta de libros les pertenece: ellos entran y abren los libros, leen algún fragmento, alguno me toca el brazo y me dice…mira/ lée esto, y ese instante  es para mí una felicidad plena: he logrado compartir con ellos la curiosidad, el sentido /sonido por algunas palabras….

Y todo esto va creciendo en los encuentros.

Todos podemos empezar con un  Benedetti…. Pero llegar a contemplar/escuchar  una  Szymborska ya es  otra transposición, otro simbólico.

Durante el trabajo creativo, ¿se corrigen cuestiones formales, se mencionan o se trabaja sobre lo que cada uno crea omitiendo gramática, ortografía u otras cuestiones?

Me gusta en todas mis propuestas del ámbito literario, llevar o sacar de la biblioteca del espacio el diccionario, es un compañero maravilloso, sobre todo para transgredirlo. Y buscando rarezas también aparece la ortografía.

Por otro lado, ellos van a la escuela, tienen su horario formal en la institución; entonces se comentan cuestiones pero no es de importancia para mí ni para ellos en el proceso creativo.

Sobre El Autor

Nació en 1986, rata porteña del sur de la ciudad. Trabaja desde hace doce años en Museo Nacional de Bellas Artes, en la actualidad como educadora. Es profesora de teatro y se forma como Docente en Lengua y Literatura.

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