Visitamos al actor, director de teatro, dramaturgo y maestro Marcelo Bertuccio en el estreno de Lu Ga Res. El espectáculo está dirigido por Jorge Martinez, se presenta los viernes de abril a las 20.30 horas en la sala Experiencias en Escena del Centro Cutural Borges.
Hace mucho que Marcelo no actúa, un año desde Zona de Humo, obra que se presentó en el 2014 en el Teatro de Pueblo.
Hablamos de Lu Ga Res, de sus proyectos actuales, de su cosmogonía y de la escena teatral que tan alejado lo tiene del circuito y sus sub-mundillos.
Afortunadamente por el momento se puede disfrutar de él y del resto del notable elenco en esta performance poética que combina elementos de la danza y la música, todo en su justo medio, virtud poética con un preciso y profundo baile a cargo de Soledad Gutierrez. Sara Beatriz Sedler recita unos textos que se diluyen entre las telas de su imponente vestuario y Jorge Martinez baila junto a Soledad, recorre el espacio, compone la escena mientras Marcelo ironiza textos tan existencialistas como una tiza, las ecuaciones que traza o la suerte echada al piso en forma de dados.
Lugares ¿es una perfomance o una obra de teatro?
Se hizo todo muy rápido, como una performance, donde cada uno aporta lo suyo, lo que mejor sabe hacer. Igual hoy Jorge comentaba que en la radio, en el programa del Borges, decían que era una obra de danza contemporánea y él salió al aire para rectificar y decir que era una obra de poesía, danza y música. Yo creo que es una performance, porque no hay conflicto, porque no hay acción, porque es eso que está ahí, como una cosa quieta en movimiento, donde hay mucho improvisado y hay algunas pautas fijas que se respetan y es una performance. Igual es como un espectáculo porque se apaga la luz y uno se tiene que quedar sentado viéndolo. Es todo eso.
¿Cómo llegaste vos a actuar acá?
Llegué porque Jorge va a estrenar una obra de danza acá -en el Centro Cultural Borges-, pero creo que para después de mitad de año. Estas fechas quedaban liberadas, iba a ser un proceso rápido y yo soy amigo de Jorge desde hace veintiseis años. Aunque yo no tengo ganas de hacer funciones ni nada de eso, es un tema complejo como para desarrollar acá, lo que me pasa con el teatro y las funciones, los circuitos y el teatro independiente y todo esto.
¿Qué es lo que te está pasando?
Y lo que me pasa es que no me gusta nada lo que está pasando. Entonces…como eran cuatro funciones y era con Jorge y era rápido y era una performance… Si me hubieran convocado a hacer un espectáculo, por ejemplo, ensayando meses, estrenando y la prensa y traer gente y armar escenografía y no se qué…Hubiera dicho que no. Por suerte algunos directores interesantes me fueron llamando en estos tiempos y les dije que no.
A mi me gusta mucho actuar, pero me gustaría mucho actuar en un marco en el que yo voy y lo único que hago es actuar. O sea, toda la cuestión de producción, de autogestión, del grupo de teatro independiente, me tiene un poco cansado, porque lo estoy haciendo desde hace casi cuarenta años. Además por cómo soy nunca terminé de salir de ahí. Nunca pasé al Multiteatro, entonces estoy un poco cansado. Esto me divierte, es breve. Ya había hecho algo de este estilo con Jorge hace unos años, en El Camarín de las Musas, que lo hacíamos los viernes al mediodía, se llamaba Territorio; estaba Marcelo Delgado que hacía la música, era con músico en vivo, había un video, eramos tres, actores, bailarines y también era muy interesante porque Jorge tiene una cosa, cuando trabaja rápido, donde se organiza algo muy bello, muy significante.
Es para tomar un poco de aire también, de lo pedagógico, del estudio y de la escritura.
Vos, igual, hace dos años actuaste en el Teatro del Pueblo…
Si, me iba a Munro a pintar la escenografía, a cortar, a hacer agujeros, el taladro… Armar y desarmar, subir las escaleras del Teatro del Pueblo… Pero estuvo buenísimo igual porque hacía mucho que no actuaba, la obra era muy buena, el espectáculo era muy bueno, entonces estuvo bien, pero claro, después de eso ya no.
Y en las diferentes propuestas que te fueron haciendo, ¿en todos los casos era con una participación en producción?
Y si, claro. Es inevitable en el teatro independiente. Acá mismo, llegué y me tuve que coser los tiradores del pantalón, está bien, pero si esto tuviera escenografía y hubiera que traerla desde la planta baja no me gustaría.
¿Cuánto hace que empezaste con T.I.A. (Teatro Intemísimo Audiovisual) y cómo empezó ese proyecto?
Ese proyecto empezó, por un lado, al buscar hacer una actividad que fuera creativa, que me interesara, que expresara, que fuera contemporánea y que desafiara un poco esta dificultad de juntarse, de lo tecnológico, de la distancia y de la soledad. Digamos, cómo con la soledad y con lo tecnológico; con estar cada uno en su casa sin tener tiempo de reunirse y todo eso, se podía generar obra artística, expresión artística.
Hasta ahora fue puro experimento, se hizo una primera obra, que fue Viaje a la Luna de Federico García Lorca, después se hizo Calamareti. La propuesta fue que fueran todo alumnos o ex alumnos del C.I.C. (Centro de Investigación Cinematográfica), fue una lista de gente que me dió el C.I.C., para que yo trabajara con ellos. Después Orejas caídas y ocicos casi cilíndricos, que Teatra acaba de subir a la plataforma.
Lo que pasa es que, Orejas caidas…, por ejemplo, fueron ciento cuatro participantes y me llevó como un año y medio la recolección del material.
La convocatoria de T.I.A. es que cada personaje convocado tiene que decir un pequeño texto a cámara, grabarse de cualquier manera y enviarlo, los textos son muy breves, el trabajo es muy sencillo operativamente, me lo envían y eso se edita en beneficio del trabajo colectivo, de no intervenir en la obra individual de cada uno. Entendiendo lo colectivo como el conjunto de individualidades que se organizan en una pluralidad. Pero donde la individualidad permanece intacta, no tiene que adaptarse al otro, lo que se adapta es la totalidad.
Pero la gente tarda mucho en mandar los videos, entonces se vuelve medio complicado porque además yo tengo la disposición a tratar de ir aflojando un poco con el rigor y con los límites; no decirle a la gente lo que tiene que hacer. Entonces, por ejemplo, estoy obsesionado con que no hay fecha límite de entrega de los videos, y eso hace que a lo mejor pase un año y medio y la gente no me envíe nada. Me pasó de gente que prefirió dejar de saludarme en lugar de decirme perdoná que nunca te mandé los videos. Pero bueno, eso forma parte del experimento, entonces acepto, me adapto, total es un experimento, no tengo apuro. Pero sí me pasó de gente que después de un año y medio, me la encuentro y le digo vos sabés que me debés unos videos. -Uh, si, pensé que ya me habías borrado, porque como nunca te los mandé. Y digo no te voy a borrar si vos no me decís. Entonces me dicen: bueno, este fin de semana. Y pasan seis meses. Y así, y me vuelvo a encontrar, hasta que deja de saludarme. Es muy loco lo que pasa.
¿Cómo empezó Marcelo Bertuccio Escuela?
Mas o menos para la misma época que T.I.A.. Me empecé a dar cuenta de que las clases estaban adquiriendo un encuadre particular. no eran solamente clases de dramaturgia o de actuación o de dirección, sino que también había como una postura filosófica en relación a la cuestión de la expresión humana más allá de la cuestión artística. Cada vez se va perfilando con más claridad eso.
Con Marcelo Bertuccio Escuela empezó a interesarme menos el arte en sí, y más la expresión artística como una necesidad vital del ser humano. La expresión artística para vivir mejor y no para lucirse, para ganar premios o para ganar plata o fama.
Cuando decís que te dejó de interesar el arte, ¿qué significa?
Tengo la sensación de que todo se repite todo el tiempo en el arte. Entramos en una especie de círculo vicioso, de territorio ciego en el que se repite todo el tiempo lo mismo y me parece en ese sentido, que el arte dejó de tener influencia en los modos de comportamiento, del pensamiento de la comunidad; que dejó de ser político, sobre todo. De todos modos yo no me quiero quejar de eso, me parece que es un sígno de los tiempos, me parece que si pasa es porque tiene que pasar. En todo caso será un proceso hacia otra cosa, pero creo que es un momento por un lado glorioso, en tanto no hay una bajada de línea de cómo se hace, como hubo en toda la historia del arte; hasta en la vanguardia, las cosas se hacía o no se hacían de determinada manera. Hoy no hay ninguna bajada y sin embargo los “artistas” no pueden dejar de buscar instructivos en el de al lado, en lugar de aprovechar el momento. Creo que es el momento del individuo. El posmodernismo terminó, en relación a esto de la individualidad, la autoestima, la autoayuda, el egoísmo y la soledad. Me parece que eso se convirtió en privilegio del individuo. Por eso T.I.A.. El que construye la pluralidad es el individuo, sin normas. El asunto es que resulta muy difícil operar sin normas. Resulta dificil que no te digan me lo mandás dentro de un mes o te reemplazo. No me decís eso y no te lo mando nunca. Creo que hay algo que nos haría muy bien, que es terminar de entender que el secreto parece estar en que cada uno sea uno mismo, así vamos a hacer una orquesta más interesante.
Cuando alguien no te manda el material nunca más si no lo amenazás, ¿no está siendo él mismo?
Me parece que no, que está obedeciendo al patron de: me tienen que decir cuando vence. No se toma el tabajo de ver cuándo vence para él, entonces si no le dicen se pierde como una vaca en el desierto. Creo que ser uno mismo es poder decidir. Si lo mando, si no. Si lo quiero hacer o no. Uno mismo en relación con los otros. Por eso digo, es post-postmoderno. Antes era yo mismo y los demás que mueran. Ahora este uno es uno con los otros. Uno y el otro, entonces es uno y la responsabilidad de uno sobre el otro.
En este contexto, Marcelo Bertuccio Escuela…
Es una escuela más de eso, me parece. La dramaturgia, el teatro, lo que fuera, terminan siendo una herramienta de otra cosa más abarcadora que sería como encontrarse con uno. Y al encontrarse con uno, encontrarse con los otros, en la expresión.
Además de T.I.A. y Marcelo Bertuccio Escuela, ¿en qué otros proyectos estás trabajando ahora?
Estoy haciendo algunas presentaciones muy aisladas de Orejas caidas y hocicos casi cilíndricos hecho por mí, de una manera muy radical, que soy yo diciendo el texto. Que casi no es un espectáculo tampoco. Me parece que ese texto me salió bien cuando lo escribí. Contiene un montón de cuestiones, resuena en muchos lugares. Me parece que es interesante y también lo es que me lo apropie yo y lo diga yo. Esto lo hago cada tanto y ahora el viernes 13 de mayo voy a hacer uno en el C.I.C. (Centro de Investigación Cinematográfica). Insisto con T.I.A., estoy trabajando con una productora, estamos viendo cómo lograr hacer con T.I.A. un trabajo más social, más pedagógico, más en instituciones, en grupos, en comunidades, en minorías. Estamos buscando financiación. Pero el gran proyecto para mí es pedagógico.
¿Por qué?
Porque tengo ganas de despertar conciencia a través de lo pedagógico, tengo ganas de que, el que tiene la capacidad y la disposición para despertarse un poco de toda esta confusión, tenga un lugar donde lo pueda hacer y que no sea necesariamente un ámbito terapéutico. Entonces eso me importa mucho. Lo que más me importa. Y escribir. Sigo escribiendo obras, que como no las voy a dirigir yo, ni las escribo para un elenco, ni nada, estoy recuperando también algo de lo inicial que a mi me daba mucho placer en la escritura; que era enfrentarme yo solo con mis imágenes y hacer lo que me da la gana. Volviendo a eso, a no escribir obras para estrenarlas, para entregárselas a un director, para que a lo mejor no se estrenen nunca mientras yo viva, no me importa.
Cuando hablás de un proyecto pedagógico para salir de la confusión, ¿cuál es esa confusión?
Yo me siento inmerso en esa confusión, me cuesta definirla, pero tengo la sensación, de que tiene que ver con la no contemporaneización. Ayer le decía a unos alumnos: sean contemporáneos. Hay que ponerse a ser contemporáneo. Porque en general repetimos patrones agotados ni siquiera postmodernos, modernos. Esa confusión, creer que se está muy acorde con los tiempos, que se está en la nueva ola y se están repitiendo cosas viejísimas, esa confusión. Lo que trato de hacer sobre todo es eso, despertar a la gente, que se de cuenta que hay cosas que ya pason; que poner telón al final de una obra, ya pasó, si no es especialmente significante, por ejemplo. O que una obra cuente una historia, o que diga la escena transcurre no se dónde, por ejemplo, quiero decir, muy tosco . Porque creen que las cosas se hacen como se hacían en el siglo XIX, aunque se creen que están en la vanguardia, esa confusión. De no encontrar un lenguaje y un modo de comunicar que sea acorde a lo que nos está pasando.
Asumo que te gusta leer…
Si, me encanta leer. Y me encanta estudiar.
¿Qué estás leyendo ahora?
Ahora estoy leyendo material que tiene que ver con lo psicológico. Estoy muy interesado en la psicología, en la genética y en la neurociencia. Estoy leyendo de todos lados, pero no ficción, no tengo ganas de leer ficción. Estoy interesándome mucho en eso, en corrientes psicológicas y su resonancia en neurociencia y la genética. Que me tiene alucinado.
Podés acceder a más información sobre el trabajo de Marcelo Bertuccio en http://marcelobertuccio.blogspot.com.ar/ o Facebook.
Lu Ga Res se presenta el viernes 22 y 29 de abril a las 20.30hs. en el Centro Cultural Borges.