ESPEJO DEL TIEMPO
El baile de las condiciones.
“Hay que poner a bailar esas condiciones petrificadas tocándoles su propia música.”
Así como la danza permite ver la música, la poesía, es una creación estética que se siente, emociona y conmueve. Y, en cierto punto, invita a reflexionar.
Palabras, música, pasión e imágenes. La poesía es expresión y, su lectura, es el hecho concreto que configura y confirma, en cada caso, ese fenómeno estético.
Ahora, si bien es cierto que el lenguaje en la poesía, no necesariamente se corresponde con la realidad; tampoco puede afirmarse que la prosa se emparente, mucho más que la poesía, con aquello que llamamos “la realidad”.
En nuestro caso, el libro de Óscar De Pablo, reúne una serie de letras que constituyen un puente de palabras en el que ninguna de ellas queda aislada del discurso. Personajes, caracterización, espacio y tiempo. Una estructura que progresa en función de un objetivo que parecería centrarse en querer demostrar, una vez más pero desde otro lugar, que ignorar es olvidar, del mismo modo que descubrir es recordar; dado que apenas falta ver todo aquello que es y está, o estuvo, aunque posiblemente escondido. Aquí, el lenguaje no se limita a ser simplemente un medio de comunicación; es construcción estética que reconoce y destaca “la realidad” de un tiempo.
Elefantes, máquinas de guerra; huracanes cuadrúpedos.
Una nave, una canción; arena y mar. El sol y el hambre. Voces y muerte.
Ninguna de estas palabras e imágenes que, sí, he aislado al sólo efecto de querer dar una idea, escapan del discurso claro del poeta. Con el mismo sentido, seguimos ahora capturando ideas; separando expresiones, palabras, frases que, aun sacándolas de contexto y alterando el orden, igualmente siguen reflejando el espíritu de una obra que reúne, en sí misma, cada una de las partes constitutivas del alma de un ser, en este caso, de un poeta: su entendimiento, su sensibilidad, su voluntad y su memoria.
Una vez aclarado el criterio y punto de partida, avanzamos:
Una bala de plata santa asesina. Causa sagrada. Regresó por donde vino. Vino de uva de luz. Ojos oscuros y malditos. Por esa senda hollada de gitanos. Luz de sol criminal. Manuscrito hallado. Sangre de Cristo. La luz de España. La sombra pura de Varsovia.
Ojos cincelados. Ojos locos. Ojos malditos. La cruz. La bala.
Marea y mares, Desierto. Luces. Espuma. Cerveza. Arcos. Flechas. Enredadera estrangulada. Trama de hilos de espuma. Ciudad. Bengala. Cielo.
Épica de los carretes de hilo verticales.
Época de los engranajes. Peste de mar. Deshechos. Químicos. Orina. Océano sin bordes.
Rebelión fallida. Gesto guerrero del Dios de los desiertos.
El rabino más sabio y más piadoso. La Ley y nuestro Juez Supremo.
El hambre de las siete doncellas. Los siete labradores. Los siete braceros.
Veintiún miserables que no se deciden al degüello aunque muertos de hambre.
Blanca como un cuchillo en el pan negro. Cuerpo menudo de mujer.
Sólo el vuelo de las piedras. Y un jardín de rosas. Y el viento de Europa que quedó sucia.
Olor de tiempo. Instantes. Minutos. Décadas. Siglos. Horas inútiles y vivas. Tiempo coagulado en cosas muertas. Tiempo muerto que sólo se reanima sorbiendo tiempo vivo. El tiempo suficiente.
Peste extranjera. Cerdos. Infieles.
Sangre. Lágrimas. El Cairo que olía a jazmines. Humo. La codicia de los infieles coptos.
Los sabios del gobierno. La indigencia. La limosna. La basura. La muerte.
Que ignora la piedad y la venganza.
Un infierno libremente elegido.
Zapatos de pobre. Manos de pobre. Huelga. Fuerza.
El final del destierro y el inicio. Otro exilio más largo, esta vez interior; interior sin arañas.
Hambre sin condiciones. La estructura del canto está crispada de hambre. Hambre masculina.
La memoria. El lenguaje. Las letras. Hablar en el papel y en el sonido. Hervidero popular del habla. Guiso de pobre. Olla de sobras. Memoria rumorosa y subterránea. El humano camino de la voz hacia fuera. El cuerpo colectivo. Cuerpo y nervios. El cuerpo inmenso. La multitud. La mucha garganta de la gente. Voces de júbilo y de lluvia. Griterío. Carnaval de cáscara y carencia.
No ha llegado el momento de los himnos. Por el momento, sólo paciencia.
Incendio sin humo ni cenizas. Una espada blanca. Insomne. Interminable. Cuelga vertical desde lo alto. Incendio de rifles en el cielo. Delirante prédica de rifles. El nombre de ese fuego de sus cielos. El nombre de su voz. Litros de fuego blanco. Quijote federal y analfabeto.
Dulcineas rancheras del Toboso. Ejército de sanchos. Ejército de panzas. Delirio de borracho. Un fuego de leyenda.
Y entonces, para colmo, salió también la luna.
En conclusión: El ojo crítico del autor; una crítica social; un análisis del cuerpo social, las injusticias; los movimientos sociales; la militancia. Todo invita a reflexionar, porque todo queda en tela de juicio. La ironía y el humor, presentes.
El Quijote de Tomóchic es el mejor ejemplo de lo aquí expresado, toda vez que, con excelente pluma, Óscar De Pablo resucita un tiempo intenso de protagonistas convencidos de poder cambiar el curso de acontecimientos siempre desfavorables.
En esta oportunidad, el autor pone su mirada sobre la masacre que encabezó el Gral. R. Márquez.
Chihuahua es el lugar y, el tiempo es fines del siglo XIX (1891/92).
El gobernador: Un terrateniente y empresarios, Luis Terrazas. La situación social: sectores siempre postergados.
Cultura religiosa: evangelistas del otro lado de un catolicismo disidente de perfil popular.
En Tomóchic, el gobernador Terrazas acuerda con el presidente de México, Porfirio Diaz, quien lo desinteresa ofreciéndole negocios y, así, logra apartar de la arena política al terrateniente.
Pero cuando Tomóchic atraviesa una crisis que afecta a Ciudad Guerrero, Terrazas vuelve al poder. En Tomóchic, las bases populares se muestran rebeldes ante el poder político central de Porfirio Diaz y también enfrentan al poder clerical. La inspiradora del movimiento rebelde fue Teresa Urrea – la santa de Cabora -, una suerte de clarividente que ejerció el rol de consejera, desplazando al cura del lugar. Los rebeldes armados con sus Winchester, son comandados por los hermanos Cruz y Manuel Chávez (son católicos disidentes que no comulgan con la jerarquía eclesiástica). Es así que la curia, el ejército, el poder político y una parte importante de la sociedad civil de Chihuahua, coinciden en la necesidad de enfrentar a esos “endemoniados”. En un primer tiempo, ganan los rebeldes y detienen al Gral. Rangel. Pero, en un segundo intento, tiene un amplio éxito el poder central. Todo termina en una masacre.
Este pasaje de la historia mexicana, es tomado por De Pablo, para convertir el hecho histórico, luctuoso, y su esencia, en un hecho estético; para descubrirlo, para recordarlo.
Un libro para ser celebrado de noche, a la luz de aquella luna, que es espejo del tiempo.
Fragilidad y eternidad: las dos caras de la metáfora de la luna que, alguna vez, la mirada de Borges advirtió como una contradicción.
El Baile de las Condiciones
Óscar de Pablo
Audisea
68 páginas