La poesía es una mirada. Una mirada que se escribe, muchas veces, con ojos que intentan descubrir todo aquello que se encuentra bajo la insufrible espesura de lo tangible y evidente.
Distancia, movimiento y sentidos.
Ojos de la alternancia entre la lejanía y la proximidad.
Ojos de las pérdidas mirando, todo, desde la incertidumbre, desde la oscuridad de afuera.
Fatalidad. Ojos ciegos por necesidad. El fatalismo demostrable y el trascendente.
Y, aquí y ahora, una hechicera tejiendo un laberinto con única mirada al cielo.
Si tomamos, de esta obra de Susana Szwarc, expresiones aisladas, palabras sueltas, para ensayar otro orden, inclusive otras combinaciones, obviamente, alteramos la belleza lograda, la creación estética; pero esa mirada poética, más allá del lugar dado a cada palabra y expresión, parecería conservarse intacta del mismo modo que el sentido, original, de la obra entendida como un todo. La pregunta es ¿ por qué?
Libertad y verdad / ningún comienzo / el lomo de la humanidad /
vagón /chicos del tren / gorriones en las ramas /
uno vuela sobre la hoja que cae /
la caída de otro nido sobre la vereda/el cielo es el techo /
es en la hamaca donde se destina el recorrido /
no caerse, no hacerse tres veces trizas /
no hundirse en los tres próximos aljibes /
el hombre en el placer de hundirse /
El lugar de las palabras: la poesía; en este caso, una vasta y vívida presencia.
el cansancio / el deseo / la fuerza de trabajo / nos dormimos /
los ojos de alguien / la flecha del tiempo / la risa del sueño /
el himno de los campos que concentran, la frase reclamada /
Un guiño por algún entendimiento compartido con el lector.
lejos está el recuerdo y cuando se acerca aprieto los ojos /
el recuerdo / un recuerdo futuro.
Memoria anticipada.
el libro abierto / las paredes austeras / una sola pared /
la pared se aleja / esperaba de pie y te leía /
en un solo movimiento / el vidrio de los anteojos /
los anteojos de leer cayeron /
Todos somos buenos hasta que somos malos /
(guerrilleros, desaparecidos, desocupados, desesperados, carpinteros y santos)
Parpadeos que alumbran puntos de partida y de llegada.
un cuerpo, ni propio ni ajeno, deambulaba por la esfera o por la casa /
de mirar tanta luz se lastima / se nos cruzan los ojos / ojos topos /
hasta los niños saben del peligro: la lejanía, la cercanía /
hilos contundentes de la velocidad de la luz /esta luz y vos y yo cuchicheando insomnes /
Alguien duda entre seguir y quedarse /
Una visión consciente, que reconoce en la luz un impulso, un movimiento que forma imágenes, rutas y señales, conectándolas entre sí.
Sueños / aquel sueño ajeno / en su sueño la velocidad de la luz /
ese sonido /
la mujer sin sombra /
mordíamos la tierra todavía /
la ventana / mi ventana / otras ventanas /
la mano entera trabada en el gatillo /
La capacidad de retener y aumentar un magnetismo inducido; una fuerza de atracción.
-no te mueras todavía- decís. Inquietos tus ojos azules:
los descubro por el cuerpo de la voz, el peso del aire, el ojo de Celan.
El imán permanente que representa esa memoria literaria que reúne fenómenos estéticos.