Recientemente termine de leer El eclipse de Yukio Mishima (Gallo Nero), se trata de un ensayo en dónde Ishihara, su autor, de alguna forma un kouhai (un «junior») de Mishima en el campo literario de posguerra, discurre un surtido de aristas un tanto pobres, donde deja siempre a luz (primando su sentido común de heterosexual laico) severas reprobaciones al curriculum «acelerado» (con papiros de prestigio marcial recibidos solo por simpatías, descubrimos) que la carrera marcial de Mishima, antes de crear su «ejercito de poetas», fue puramente vana.
Reprobado ferozmente por Ishihara (quien nos permite intuir, tal como siempre ha hecho el heterosexual) que anular al homosexual de alguna forma descubre su único y ultimo rostro (puramente efebo) martirizado y libre de epicidad alguna, inferior.
Tres entrevistas prosiguen al escueto ensayo que cuenta con un epílogo. Durante el ensayo Ishihara comenta con fiereza haberse «adelantado a la jugada» del Mishima próximo a concebirse político (casi, orgullosamente) deja en claro que luego del golpe recibido al perder el premio Nobel, el siguiente arrebato crucial (y, fatal) surge por su parte, justamente anteponiéndose a aquel lanzamiento político. Según Ishihara, Mishima reacciona frente a esto de forma femenina, contándole a su madre tales responsos «Shintaro se me adelanto a la candidatura política!».

Mishima y Cocteau
El juicio de Ishihara sobre la celosa y puntillosa caprichosidad de Mishima se justifica desde el natural sentir hetero; prima la destrucción del efebo. Su erradicación inmediata de la sociedad liderada por el macho es necesaria. Casi un «lo hemos dejado participar largo rato en el equipo… pero claramente no pertenece a el».
La primera entrevista de Ishihara, joven y tímido, lo muestra sudoroso, nervioso ante el gigante literario que no para de dar muestra de unos conocimientos precisos, tan elevados como intimidantes en peso (que rejuntan lo único interesante de la obra) esta primera entrevista parece también hablar del autor de este libro, dejando una impresión más que veraz: el también tuvo miedo de Mishima (y no poco).
El legado literario de Mishima perdura con una suerte de cadencia vívida propia a la atracción sin limites que su paso por la vida despierta. Tras la estampilla de San Sebastián Tokiota (esculpida pobremente por Ishihara) la reprobación del Mishima boxeador, maestro (evitaremos el «sensei», termino casi occidental) de Iaido, kendo, karate y eximio fundador de la agrupación parapoética «Sociedad del Escudo», postra su imagen, casi como la de un «fracturado sexual». Un afeminado cuyo espíritu busca saciar la realidad de ideales pretéritos. Demasiado gay fashion por detrás, olvidados idilios como el código marcial del bushi, aquello de no hablar mal de quien uno sirve o abrirse el vientre por ejercer ofensa mínima frente al símbolo Imperial (o por nada también).
Ishihara, reprueba a Mishima y lo condena física y espiritualmente. Una vez reprobado, cuenta que lo ha visto aparecer por detrás de la vigilia, donde Mishima le agradece por la publicación de este ensayo. Una sonrisa clara, desde el mas allá. Mishima le agradece con clara modestia el inevitable y ultimo acorde de las flautas: Pervivir al mito.
Título: El eclipse de Yukio Mishima
Autor: Shintaro Ishihara
Traducción: Yoko Ogihara y Fernándo Cordobés
Editorial Gallo Nero
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