Quienes crecimos alrededor de su figura no podemos olvidar cuando la noticia nos pateó el corazón. Para ese momento ya sabíamos que había nacido un mito, una leyenda que 39 años después seguiría dando qué hablar. Cuando desaparece un ídolo como Elvis Presley uno empieza a entender que la muerte es una circunstancia y aquello de “se fue a vivir una mejor vida” apunta a la certeza, porque el elegido ya dejó su huella y todos asumimos con convicción que el tiempo no es un escollo para la frágil memoria.
Recuerdo escenas patéticas de mi hermana y primas recortando fotos de las revistas del corazón donde aparecía la imagen de este remolino humano. Me acuerdo los diálogos de mis tías cuando al ver a los jóvenes bailando el rock and roll sentenciaban que la culpa la tenía ese del “jopo engominado”. En rigor, ese iracundo era otra cosa, a través de él pasó la historia de la música popular de los 60’ y ese mérito no se lo quita nadie.
Creció en un hogar de clase media baja como hijo único dado que su hermano gemelo Jesse nació muerto. Vernor y Gladys soñaban otro destino para este rubio – a partir de 1957 comenzó a teñirse el pelo de negro- cuyo único vínculo con la música era cantar en la Iglesia a la que sus padres asistían los domingos. Cuando cumplió los 12 años pidió una bicicleta y su madre temerosa prefirió regalarle una guitarra sin saber que ese presente transformaría a Elvis Aron en un virtuoso.
Afecto al deporte, en especial el fútbol americano, el squash y más tarde las artes marciales. Elvis era cinturón negro de karate y había aprendido la disciplina japonesa en su paso por el ejército. También practicaba el boxeo y se reconocía admirador de Muhammad Alí a quien le regaló una bata para subir al ring que decía “Campeón del pueblo”.
La magia de Presley cautivó hasta el propio John Lennon que llego a decir: “De no existir Elvis nosotros nos estarían arriba de un escenario”
Elvis no solo disputa el hecho de haber sido el primer músico en contar con un videoclip para una de sus canciones (Jailhouse rock), sino que además, fue el primer artista en realizar una presentación en vivo que se transmitió por televisión al mismo tiempo.
Su show Aloha from Hawaii, de 1973, fue visto por 1.500 millones de personas en todo el mundo, una cifra superior incluso al aterrizaje del Apolo11, en 1969. El espectáculo fue lanzado luego como álbum en vivo.
El ídolo llega por su carisma hasta la Casa Blanca, en 1970 mantiene una reunión con Richard Nixon; en ese encuentro Elvis le transmite su fanatismo por las armas. A tal punto llegó la locura que se crea una pistola especial con el nombre del intérprete. Tiempo después esa reunión sirvió de argumento al film Elvis y Nixon que se estrenó ese mismo año en Estados Unidos.
Hace 39 años, su última pareja Ginger Alden encuentró a Elvis Presley inconsciente en el suelo del baño. Era la sombra de ese muchacho aclamado por millones de norteamericanos. Había caído en la depresión, en el exceso de drogas, en el malestar existencial. Pocas horas después, los médicos confirmaban que el «rey del rock and roll» había muerto a causa de un infarto, tenía 42 años. Desde tiempo atrás, la estrella musical padecía hipertensión arterial y glaucoma causado por el excesivo consumo de drogas. Su muerte dejó un vacío y esa situación produjo situaciones curiosas. Su amigo Billy Mann vendió la foto exclusiva del cadáver al National Enquirer por US$ 18.000; durante el funeral un hombre atropelló intencionalmente a un grupo de fanáticos, matando a dos mujeres y el cadáver del músico casi fue robado antes del entierro.
Elvis vivió a su manera. Como dijo Mick Jagger: “Nadie, pero nadie, será igual ni lo será. Elvis era y será superior”.