El crimen como excusa para analizar las representaciones humanas mediante el arte, ya sea teatro, televisión o fotografía. Buscar el culpable como si de esa aventura dependiera la vida. En Tuya es la Sangre de Gustavo Di Pace, esa búsqueda opera de dos maneras sobre el protagonista de la novela: buscar la verdad. Del caso. De su vida. Abriendo las puertas clausuradas de la memoria y la “realidad”. Buscar la identidad del asesino para encontrar su propia identidad en el proceso.
¿Cómo surge Tuya es la Sangre?
Bueno, en sus inicios parecía ser un cuento, pero a medida que la historia se contaba, algo pedía nacer. Era cuestión de estar atento a ese llamado. Entonces fueron apareciendo situaciones, personajes, puntos de vista, todo un universo. Siempre digo que fui tomado por esta historia.
Dos realidades. La que vemos, y la que nos muestran en revistas, pantallas, noticias. El retoque creó una cuarta dimensión, modificando nuestra naturaleza hacia otro grado de suspicacia. ¿Podría decirse que estamos en un tiempo donde la desconfianza cada vez tiene más peso?
Sí, claro, detrás de este mundo virtual en el cual vivimos, se tejen intereses creados, los de siempre. Y uno tiende a desconfiar. Te cuesta creer en las noticias, te cuesta creer en las fotos que ves… A veces son obvios esos manejos, pero otras, el velo es tan denso que es difícil ver con exactitud qué hay detrás. De seguro, está casi siempre la necesidad de dinero y de poder.
“Mirar es el comienzo del arte”. ¿Es así en tu caso?
Sí, aunque el origen puede ser también un sabor, el olfato, tocar, oír (escuchar). Obviamente, se hace algo con eso que se percibe, que por algún motivo conmueve.
De la novela se desliga la idea de que, como mucho, en la Argentina podemos llegar a la verdad, pero nunca a la justicia. ¿Se puede salir de ese conformismo?
Sí, imagino que algún día, quizás… pero antes que a una certeza, esta idea responde a una cuestión de verosimilitud literaria. ¿Cómo escribir un policial en Argentina donde las instituciones funcionen a la perfección? Me parece que nuestra idiosincrasia, lamentablemente, deja poco margen para contar un policial al estilo Conan Doyle o, incluso, a lo Raymond Chandler.
La búsqueda de la verdad es un pilar de la novela negra, tanto como aquella referida al caso, como -y sobre todo- aquella referida a las verdades personales. ¿Para qué nos sirve la verdad?
Uf, bueno, yo no sé bien qué sería la verdad, quizás por eso escribo, ja ja. Pensándolo bien, a mí me interesan las verdades más profundas, esas que exceden lo que sale en los diarios (suponiendo que eso tenga que ver con la verdad) La novela negra, como el relato de enigma, aspiran a esas verdades más profundas, y la investigación del crimen no es más que una excusa para preguntarnos acerca de por qué alguien comete un crimen, por qué el ser humano, la sociedad, llegan a estas situaciones.
En un momento de la novela el protagonista dice: Al tomar una fotografía, me vuelvo invisible […] me siento bien, porque aquello que fotografío es más importante que yo, me vuelvo una herramienta de algo mayor. ¿Te sucede esta “transformación del ser” al sentarte a escribir?
Sí, por supuesto. La escritura te lleva por un camino más interesante que el del ego, más constructivo, incluso espiritual. El ego es la gran trampa. Paradójicamente, en la actualidad queda evidenciado como nunca el hecho de que “somos pensados”. El camino artístico es una forma de salirse del ego, de estar atento, construir sentidos nuevos y percibir la totalidad.
Hay un tema importante -y de fuerte contenido autobiográfico- en relación a la identidad del protagonista. Me gustaría, si querés, que habláramos de eso.
Bueno, creo que tiene que ver con lo que estamos hablando. El 99, 99% de la literatura universal es autobiográfica, aunque se cuenten historias que no lo parezcan. Fijate si no la vida de los autores. El asunto es qué se hace con el elemento autobiográfico. Yo creo que hay que exprimirlo como a un limón, y después ficcionar para ver dónde te lleva la escritura. En esa mixtura entre biografía y ficción está la creación de la obra. Respecto al yo, bueno, para mí es una construcción, y me pareció sugestivo que esta idea quede evidenciada en la novela. ¿Quién es entonces el protagonista? ¿quién es entonces el asesino?
¿La escritura como método para sobrevivir a la incertidumbre?
Sí, uno de los caminos posibles. Cada uno encontrará (o no) el suyo. Algunos se refugiarán en la meditación, otros en la ciencia, la religión. Hay muchos ¿no?
¿Cómo es tu proceso de escritura?
Mirá, últimamente estoy tratando de ser más disciplinado y escribir todos los días. Antes lo hacía periódicamente, pero el tiempo pasa… y no es cuestión de postergar eso que hace tan bien: la creación de una obra.
¿Cuáles son tus referentes?
Uh, hay muchos, y provienen de diversas manifestaciones artísticas. Truman Capote o Rodolfo Walsh son referentes literarios, tanto como Eddie Van Halen o Clive Burr lo son en la música; tampoco puedo dejar de mencionar a Marianne von Werefkin en pintura, o gente como Kieślowski o Tarkovski en cine. Hay tantos maestros.
¿Cómo convive tu faceta como escritor con aquella ligada a la docencia en los talleres que impartís? ¿Se retroalimentan la una con la otra?
Sí, por supuesto, se retroalimentan y conviven muy bien. Gracias al taller conocemos autores, técnicas literarias diversas, libros de toda clase. Escribimos y debatimos. El diálogo construye conocimiento, los griegos tenían razón. En definitiva, estamos, o tratamos de estar“en estado literario”.
Fotografías: Gabriel Palmioli